Ok... Entonces Glee y todos sus personajes [Incluidos los Warbers :/ ] pertenecen a la FOX, Ryan Murphy, Ian Brennan y Brad Falchuck [Aunque algun día Murphy se dará cuenta que yo hago un mejor trabajo con ellos que él y me los regalara *w* Okno...]. Los títulos de los capítulos (así como las frases iniciales de cada capítulo) son canciones pertenecientes al disco Plus de Ed Sheeran. Lo único que poseo es la historia y los desvarios que escribo.

Enjoy it!


This

Chapter One: The A Team.

And in the pipe fly to the mother land, or sell love to another man.

No hay dolor más grande para un ser humano que el perder al ser que más se ha amado en la vida. Los recuerdos, las memorias de todo lo bueno que vivimos al lado de esa persona, se apoderan de nosotros en el momento en el que recibimos la fatídica noticia. Las lágrimas comienzan a rodar por nuestras mejillas sin nuestro consentimiento y perdemos el control de nuestro cuerpo cuando el dolor se extiende. Pero el dolor es inmediato y, generalmente, lo que nos duele es el arrepentimiento de lo que hicimos y los "hubiera" que surgen en nuestra mente.

Sin embargo, es un dolor completamente diferente cuando el ser al que más amamos está agonizando a causa de una enfermedad terminal. El dolor al que se enfrentan es tan intenso que nos afecta a nosotros. Sentimos las oleadas de dolor recorrer nuestro cuerpo y desearíamos que murieran para que fueran capaces de descansar; pero al instante nos arrepentimos y solo nos aferramos a la esperanza de que las cosas mejoren y pronto podamos reunirnos con él o ella, igual que como hacíamos antes de que la enfermedad llegara.

Pero cuando se es niño, la madre o el padre son los objetos de nuestra adoración, son ellos a quienes amamos más que a nada en el mundo y a quienes más nos duele ver sufrir. Es por ello que muchas veces no somos capaces de entender todo lo que pasa y lo único que pedimos (Aunque ni siquiera sabemos a quién se lo pedimos) es que nos devuelvan a nuestra madre o a nuestro padre y nos dejen ser felices a su lado. Queremos que ellos dejen de sufrir para nosotros dejar de sufrir.

Cuando la madre de Kurt Hummel fue internada por estar en una fase terminal de leucemia, el niño de tan solo seis años no terminaba de comprender que era lo que sucedía. Solo sabía que el vomito de su madre, los dolores que la habían atormentado durante los últimos meses y el bajo peso que presentaba no eran buenas señales. Pero él pensaba que, justo como su médico hacía con él cada vez que tenía fiebre, podrían curarla con compresas y paracetamol sabor uva, y que muy pronto estaría de vuelta en su casa, lista para celebrar el séptimo cumpleaños de Kurt.

Pero Elizabeth Hummel no regresaba a casa, pese a que le aseguraba a su hijo que se sentía bien. Kurt seguía sin entender porque su madre no podía regresar a su casa. Solo sabía que todos creían que por ser pequeño era estúpido y que no entendía que su madre estaba muy mal.

Una semana. Dos semanas. Un mes. Dos meses fuera de casa y Elizabeth seguía sin regresar. Kurt, quien aún seguía sin saber que tenía su madre, pasaba directamente del colegio al hospital, dispuesto a acompañar a su madre mientras su padre trabajaba en el taller. Llenaba su tarde de las canciones que Elizabeth le había enseñado, le contaba cuentos que leía en el colegio y todos los días le llevaba paletas sabor cereza, pues sabía que eran sus favoritas y las paletas le hacían sentir mejor cuando estaba enfermo.

Kurt se dedicaba a acompañar a su madre en su dolor, sin saber que era lo que lo causaba, pero dispuesto a no dejarla caer. Elizabeth siempre tenía una sonrisa y una caricia para su hijo, pese al terrible dolor que se extendía de manera frecuente dentro de ella y al esfuerzo que le costaba realizar pequeños movimientos. Sabia cual era su destino y no quería amargarle la infancia a su hijo. Si iban a ser los últimos recuerdos que tuviera de ella, quería asegurarse de que fueran los mejores que pudiera darle.

Así que Elizabeth sonreía y asentía y cantaba y abrazaba a su hijo, agradeciendo a Dios la oportunidad que le dio de traer al mundo a un niño tan hermoso e inteligente como su Kurtie. Sabía que haría cualquier cosa que estuviera en sus manos para seguir al lado de su hijo, pero lamentablemente no dependía de ella cuanto tiempo podría estar en este mundo. Y un día, un día cualquiera, un día en que nadie esperaba que nada extraordinario pasara, y a pesar de las ganas de vivir que tenía, simplemente se fue, dejando a su hijo únicamente acompañado por un padre que había perdido el interés en vivir cuando su esposa murió.

Así que Kurt creció solo. Al lado de un padre que no soportaba verle debido al enorme parecido que tenía con su madre y al tormento que representaba en su interior. Así que Burt Hummel se convirtió en el dueño del taller mecánico más exitoso de Lima; invirtió en ese taller toda la energía que no era capaz de darle a su hijo. Kurt se hizo rápido a la idea de que estaba solo y su corazón comenzó a llenarse de miles de sentimientos negativos hacia sí mismo, los cuales fueron reflejados en una máscara llena de frialdad, orgullo, sarcasmo y egocentrismo.

Y al llegar a la adolescencia, el corazón de Kurt también se lleno de deseo sexual. Pero, en vez de que esto pudiera traer un poco de felicidad a la vida del chico, su orientación sexual le valió insultos y comentarios que solo pudieron oscurecer el corazón del chico hasta desaparecerlo, creando un ser completamente frío y calculador, que buscaba su propio beneficio y placer y que, desafortunadamente, perdió su reputación antes de siquiera crearla.

Kurt comenzó a ir a bares y centros nocturnos a la tierna edad de 13 años. Sus calificaciones siempre fueron perfectas y sus atuendos eran impecables, pero la rebeldía le orillo a perder la virginidad cuando solo tenía 14 años en manos de un universitario que estaba en el closet y a emborracharse hasta perder la conciencia cada vez que tenía la posibilidad. Veía en los placeres terrenales la salida a sus problemas y una vía de escape de la realidad.

Y si alguien hubiera tenido la decencia de preguntarle a Kurt porque hacia todo eso, descubrirían que en el fondo, era un simple niño que necesitaba a alguien en su vida para hacerle compañía y darle el amor que le fue arrebatado a temprana edad.

Pero, por supuesto, cuando incluyes alcohol y sexo en la misma persona ¿Qué importan los sentimientos?

-No voy a hacerlo Nick. Estoy… orgulloso de lo que soy.

Blaine Anderson corría alrededor del campo de futbol americano al lado de su mejor amigo de toda la vida, Nick Duval. El sudor se deslizaba por debajo de la ropa deportiva de ambos mientras que sus mejillas se encendían en diversas tonalidades rojizas. Aunque Blaine sabía que, en su caso, no era precisamente por el ejercicio que hacían.

-Mira Blaine, nadie dijo que debas de convertirte en otro Kurt Hummel, Dalton tiene suficiente con él. Solo te estoy diciendo que Sebastian es demasiado físico. Por más que diga que te quiere y que esperara por ti, si tardas demasiado buscara lo que no quieres darle en otras personas. ¿Y sabes quién saldrá lastimado? Tú… Y él también, porque todos patearemos su trasero, pero sabes a lo que me refiero.

-El detalle Nick es que…

-Es que tú quieres esperar a la persona correcta. Lo sé Blaine, lo sé… Pero si crees que Sebastian no es lo que buscas ¿Qué es lo que haces con él?

- ¡Duval! ¡Deja de hablar y acércate por tu calificación!

El castaño de despidió mientras daba la vuelta y corría hacia donde estaba su profesor. Blaine agradeció que el entrenador Douglas hubiera llamado a su amigo mientras seguía corriendo. Anderson se había hecho la misma pregunta desde hacía mucho tiempo ¿Por qué estaba con Sebastian, si definitivamente no era para nada lo que él buscaba?

Si, Sebastian era guapo y provocaba la generación espontanea de mariposas dentro del estomago de Anderson cuando se besaban. Pero eso era todo. Blaine no sentía un cariño más grande por Sebastian que el que sentía por el resto de sus compañeros Warblers. Blaine no sentía que su corazón se acelerara cuando el chico tomaba su mano ni sentía emoción cuando tenían citas.

Entonces ¿Por qué Blaine seguía con Sebastian? ¿De verdad quería estar con Smythe, o solo le gustaba sentirse querido por el chico más deseado de Dalton? ¿O simplemente era que no quería sentirse miserable y estar solo?

-Deja de pensar tanto Anderson. Tanto humo saliendo de tu cabeza solo puede significar que te estás quedando sin neuronas.

Anderson levantó la mirada para ver quien le hablaba, pero solo pudo ver la delgada espalda de Hummel y su perfectamente redondo trasero moviéndose al ritmo de sus pisadas. Blaine se sonrojo al descubrir que había estado observando el trasero de Kurt (más de lo normal) y volvió su mirada al piso, mientras seguía cuestionándose que era lo que le hacía estar con Sebastian.

-Blaine… ¿Hola? ¿Me estas escuchando?

Blaine movió su cabeza por un segundo, tratando de recodar en qué momento había llegado a Lima Bean y que es lo que hacía ahí. Cuando termino de ubicarse, el chico Anderson negó con la cabeza, avergonzándose de la poca atención que había prestado a su novio, mientras clavaba su mirada en los ojos verdes de su novio, quien tenía una mueca fruncida que solo podía significar una cosa: problemas.

-Lo siento Seb, he estado un poco distraído hoy.

Sebastian le dirigió una mirada helada antes de responder. -Sí, lo note. No te reíste con mi historia de Jeff y el tutu y no me has dicho nada de lo que te dije.

-Lo siento Seb. ¿Qué decías?

-Que creo que es hora de que demos un paso más en nosotros.

-¿Qué? ¿A qué te refieres?-preguntó Anderson, temiendo que Sebastian hablara de lo mismo que Nick le había dicho esa misma mañana.

Sebastian tomo un respiro profundo antes de tomar las manos de Blaine entre las suyas y comenzar a hablar con un tono de voz que recordaba al ronroneo de un gatito.

-Blaine, amor… Sé que tú quieres que tu primera vez sea algo súper cursi con flores, velas y violines incluidos, pero… creo que debes de dejar tus ilusiones románticas y madurar y enfrentar el hecho de que debes perder tu virginidad.-Blaine se atragantó con el café que estaba tomando antes de poder levantar la mirada hacia donde estaba Smythe.

-Oh Mi Katy… dime que tu no dijiste eso.

-Blaine, tienes 17 años. Debes dejar atrás tus sueños románticos de niña de 14. El siguiente año estaremos en la Universidad y todo serán cosas de una noche… y no quiero que pierdas tu virginidad en alguna fiesta de fraternidad con un chico que probablemente nunca volverás a ver.

-¿Y en cambio quieres que la pierda contigo?

Smythe bufó antes de responder.

-Prefiero que la pierdas conmigo a que la perdieras con alguien como Hummel. Mira Blaine, te amo ¿Ok? Te amo más de lo que creí que podría amarte, pero… tengo necesidades. Las mismas necesidades que tú tienes y, a diferencia de ti, yo si necesito satisfacerlas. No te he querido presionar por respeto a tus decisiones, pero…

-Sebastian… No. Lo siento, pero no estoy listo para darte lo más valioso que tengo. Lo siento pero… no.

-¿Lo más valioso que tienes? Dime que es una broma. Blaine, no te estoy pidiendo absolutamente nada más que…

-Dios, eres asqueroso. No Sebastian, lo siento, pero no. No está a discusión. Es algo completamente mío y quiero conservarlo por tanto tiempo como me sea posible.

Sebastian levantó una ceja ante el rostro de decisión de Blaine. Tomo un último trago de su café antes de escupir las palabras sobre Blaine.

-Entonces, no me culpes por arreglar mis problemas por otros medios.

Sebastian se levantó y salió de Lima Bean mientras Blaine tomaba los últimos tragos de su café, tratando de calmarse a sí mismo y no salir a golpear a Sebastian.

-¿Problemas en el paraíso Anderson?

Blaine ni siquiera tuvo que levantar la mirada de la mesa para darse cuenta de que Kurt se había sentado en el lugar que Sebastian había ocupado hasta hacia unos momentos.

-Nada de tu incumbencia Hummel…

-Oh, dulce e inocente Blainey… Esto se volvió de mi incumbencia cuando tu noviecito me dijo zorra y cuando comenzó a gritar por todo Lima Bean que anhelabas llegar de blanco a tu boda. Pobrecito Blainey, aun creyendo en tontos cuentos de hadas.

Hummel rodo los ojos y tomo un trago de su café mientras Blaine fruncía el ceño en una manera que se suponía lo hiciera parecer molesto, aunque realmente parecía un pequeño cachorrito.

-Lo siento Kurt, no es mi culpa que algunos de nosotros tengamos dignidad y no nos lancemos sobre el primer tipo que pase frente a nosotros.

-¿Así como Sebastian ha estado haciendo en Scandals todo el último año?

Una ácida sonrisa se poso en los labios de Hummel cuando Blaine se puso pálido. Anderson tomo un trago de café antes de contestar.

-No… no tengo idea de que hablas.

-Oh Dios Mío ¿Es en serio? ¿Acaso no sabes que Sebastian ha estado metiéndose en todos los pantalones que le permiten el paso desde que comenzó a salir contigo? Creí que estabas de acuerdo, dado que quieres seguir siendo todo un señorito ¿No es así?

-¿Qué es lo que quieres conmigo Kurt?

-Se me ocurren muchas cosas que podría hacer contigo Blainey, pero lo que quiero es asesinar a tu estúpido novio cara de suricato. Lamentablemente aun no han logrado que matar a un ser estúpido sea legal, pero anhelo a ese día.

Blaine rodó los ojos y tomo el último tragó de café antes de analizar todo lo que había pasado en los últimos momentos. Sebastian lo había presionado para hacer algo que no quiere hacer con él, después le había amenazado con engañar, y después Kurt Hummel había asegurado que ya lo había hecho.

Y entonces Blaine el-engañado-por-su-novio Anderson estaba sentado frente a Kurt Hummel, el chico con peor reputación en todo Ohio, el chico que tenía un trasero tan perfecto como su piel y sus atuendos y todo él era perfección y Oh Por Katy, ¿por qué piensas en Kurt de ESA manera?

Pero Kurt tenía ese algo que Blaine no podía identificar, pero lograba que Blaine confiara ciegamente en el chico de los ojos azules. Y también tenía ese algo que le decía que ayudaría a Blaine a perder una de las dos cosas: su virginidad o Sebastian. Y curiosamente, no se sintió tan incomodo ante la idea de deshacerse de ambas de un solo tiro. Y dado que no todos los días Kurt Hummel se dignaba a hablarle…

-Así que dime Kurt… ¿Qué vas a hacer el viernes?

Una sonrisa ladeada se posó en los labios de Kurt al tiempo que tomaba otro tragó de café mientras observaba el rostro encendido (pero extrañamente decidido) de Blaine. Esto va a ser muy interesante… pensó mientras tomaba otro trago de su café.


Bueno, here I am. Esto es algo que ha estado rondando en mi cabeza desde hace unos meses y creo firmemente que es hora de compartirlo con ustedes. Espero que dejen sus comentarios y que me acompañen a lo largo del camino.

Cuidense y nos leemos.