Hola a todos! Este es la primera vez que decido compartir mi imaginación con vosotros. Algunos me conoceréis como la pesada tblledobones, pero decidí cambiarme el nombre porque mi etapa de Bones quedó un poco atrás (lo siento MiniBrenn)
Quiero dar las gracias especialmente a mi Noe y a mis AngryEvilRegals, que sin ellas no me habría animado a escribirlo. Y ya, ahora sí, me dejo de tonterías.
Esta historia está situada dos años después de la vuelta de Emma y Snow del bosque encantado, cuando se encuentran con Mulan y Aurora por primera vez.
Espero que os guste y me dejéis muuuchos reviwes. Un beso y a leer.
Problemas separados
Capítulo 1
El Bug amarillo de Emma aparcó en el 108 de Muffin Street. Pasaban un par de minutos de las diez y llegaban tarde. Otra vez.
-¡Venga, venga! –apuró Emma a su hijo para que saliera del coche –Si llegamos tarde otra vez, nos mata.
-Habla por ti –el chico empezó a reír mientras bajaba con serenidad del coche, observando a su madre mover las piernas con nerviosismo desde la puerta de la verja de la mansión –A mí desde que os divorciasteis, casi ni me riñe –apuntó orgulloso con una sonrisa –así que a quien va a colgar de la pared va a ser a ti. –el chico empieza a andar despacio hacia la mansión de su otra madre soltando varias carcajadas divertidas.
-¡Henry! –dijo Emma irritada –Venga, hazlo por mí, date prisa, por favor –le puso cara de ruego –Venga, y repetiremos lo del cine sin que tu madre se entere, pero date prisa, por lo que más quieras..
-Vale…-el chico aceleró el paso llegando a la altura de su otra madre mientras la puerta principal de la mansión se acercaba cada vez más –pero que sepas que lo hago por mamá, no por ti. No quiero que se pase otra semana refunfuñando de ti y llorando…
-¿Cómo dices? –lo paró cogiéndolo del brazo para que lo mirara, ya sobre el escalón que daba al pequeño porche del hogar.
-Nada…no debí decir eso –el chico se sonrojó notablemente –Y tú vas a hacer como si no hubieras escuchado nada, ¿de acuerdo? –rogó a la rubia terriblemente asustado.
-Muy bien… -su cara se endulzó y llamó al timbre. En menos de diez segundos la puerta se abrió dejando ver a la deslumbrante alcaldesa vestida con un vestido ceñido y precioso, con unos tacones y con el teléfono en la mano.
-¡Ai por dios que alivio..! –depositó mil besos en el rostro de su hijo –Usted y su insana costumbre de impuntualidad, me había preocupado ¿sabe?
-Lo siento, estábamos aquí en la puerta despidiéndonos –la rubia bajó la mirada, tenía ya casi los 30 años, pero seguía comportándose como una niña pequeña a veces. Se volvió triste por un momento, Regina había vuelto a su etapa de formalismo llamándola "señorita Swan" después de haber estado dos años casadas, eso le partía el corazón.
-Henry cariño, sube a tu habitación y prepárate el baño. Luego cenaremos.. –su tono dulce apareció para hablar a su hijo, guardando la frialdad de nuevo para la sheriff.
-Mm… Mamá, es que…ya hemos cenado –el chico miró a sus madres alternativamente, y lo que vio en los ojos de una de sus madres no le gustó nada, debía huir, por lo que corrió y subió las escaleras, con la mochila en los hombros, de dos en dos.
Regina esperó impaciente, rodando su anillo, como cada vez que se ponía ansiosa, a que la puerta de la habitación de Henry se cerrase, y entonces sus ojos ardieron de rabia mirando esta vez hacía la rubia.
-¿Pero y usted que piensa que está haciendo? –dio un par de pasos invadiendo el espacio personal de Emma -¿Vamos a jugar a eso? ¿De verdad? ¿Cree que no se lo que está haciendo? –acusó Regina enfadada –No pienso entrar en eso señorita Swan –su voz se relajó, dejando a la luz la serenidad de política de la mujer –Si usted piensa que voy a dejarla ser la mamá buena para que a mi me toque ser la mamá mala, está usted muy equivocada… -su voz se mantuvo relajada, pero sus ojos acusadores junto con su dedo índice apuntaban a Emma.
-¿Pe-Pero y que he hecho yo ahora? –dijo Emma con la boca entreabierta –Si solo lo he llevado a comer…creía que tu ibas a cenar, porque siempre cenas a las nueve y media y como se hacía tarde, hemos cenado yo…
-¡Cállese! –dijo interrumpiéndola –No es por la cena, ni por el hecho de que hayan llegado tarde, señorita Swan. Ambos desprenden un olor muy particular, que créame que después de dos años de convivencia, he aprendido a diferenciar muy bien; palomitas, gaseosa, y azúcar, venís del cine –dijo pronunciando el final un poco ahogada.
Emma se quedó paralizada, ¿cómo era posible que se hubiera dado cuenta? Se habían comido un chicle de menta para que no se notara el olor, su ex mujer era un hacha desvelando misterios, pero no le hacían tanta gracia cuando se trataban de sus misterios.
-Así que, claro, usted lo lleva al cine y le deja comer hamburguesas –dijo con una sonrisa fingida, sabia que habían cenado eso –mientras que cuando llega aquí yo le hago hacer deberes y comer verduras. Se está preparando muy bien ¿verdad?
-Regina…lo siento, pero no te sigo, ¿prepararme para que?
-¡No me venga con estas Swan! –Regina rugía cada vez que su boca se abría para dirigirse a Emma –Sabe perfectamente, igual que yo, que el año que viene Henry cumple los 15 años y podrá elegir con quien quedarse, y usted solo quiere quedarse la custodia –dijo enfadada y dolida a la vez.
-¿Qué? ¡No! Regina por el amor de Dios, ¿cómo iba a hacerte eso? Sé que Henry es la luz de tu vida, no te lo quitaría por nada de este mundo, sé que lo quieres.
Regina sin tener palabras que decir se rodó el anillo un par de veces más hasta que decidió cerrar la puerta sin dirigirle palabra a la rubia; dejándola allí de pié junto a la puerta cerrada.
"¡Mierda!" pensó Emma. Ya estábamos otra vez cómo al principio, cómo la primera vez que llegó a Storybrook sin saber prácticamente ni quien era, ya estaban de nuevo tratándose cómo si fueran desconocidas, y eso a Emma le empequeñecía el corazón.
Llegó a su pequeño apartamento depositando las llaves en el cenicero de cristal que tenía sobre el mueble. Anduvo a oscuras hasta que sus piernas toparon con el sofá y se sentó dejándose caer. Estiró la mano y sacó un vaso de cristal y una botella de Jack Daniels de la pequeña nevera que mantenía al lado del sofá conteniendo simplemente eso. Se sirvió líquido con un hielo y volvió a guardar el licor.
Beberse un vaso de alcohol antes de acostarse se había convertido en una costumbre desde que Regina y ella se habían divorciado. Y no pasaba ni una noche que no llorara, que no se retorciera en el sofá dándose golpes en la cabeza mientras escuchaba clásicos del rock en voz muy baja, maldiciéndose momento tras momento por ser como era, por hacer lo que hizo y por haber seguido a Regina aquella noche de tormenta donde toda su relación, la que tanto costó de formarse, se desmoronara junto a un simple estallido del viento.
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Regina cerró la puerta de su habitación después de haberse despedido de Henry. Su hijo estaba creciendo, y ella era consciente de ello, aun que no tenía aun aceptado que se fuera despegando de ella. Todos esos gritos cada vez que entraba en su habitación, la restricción de los besos y los abrazos cada vez creía más y a ella la dejaba en un segundo plano, después de sus amigos, sus abuelos, y después de Emma.
Emma era la divertida, claro, ¿cómo no? ¿Cómo iba a ser ella la divertida de la familia? ¿Cómo iba a ser ella la mejor amiga de su hijo si ella siempre había sido lo mismo? Ella siempre había sido la Reina Malvada.
Sus ojos se humedecieron mientras su cuerpo se resbalaba por la puerta hasta chocar contra el suelo enmoquetado. Hundió la cara entre sus manos mientras su mente le mostraba su vida de hacía más de treinta años, su vida durante los 28 años congelados en Storybrook, los años en los que se había sentido la persona más feliz del mundo y finalmente, su vida actual. Esa vida que se resumía en su hijo, la alcaldía y su hijo de nuevo; sumándole de nuevo ese dolor que creía haber olvidado mientras Emma la sostenía entre sus brazos y sus labios.
Intentaba siempre hacer lo mejor para él, mientras que él solo hacía que alejarse de ella cada vez más. Se mostraba bien e impasible por fuera, pero por dentro era una bomba, una bomba que solo le explotaba a ella, y cada vez que lo hacía, la hundía en un agujero, cavando su propia tumba.
¿Qué os ha parecido? Si os gusta en un rato os subo el segundo capítulo.
Si no, ya nos leeremos mañana. Besos!
