Mmm soy Naru, éste fic lo he deseado compartir, no ha sido escrito por mí... más bien para mí n////n y ha salido tan bonito que gustaría no quedase calladito. Sus criticas constructivas, vendrán muy bien, en éste y todos los fics que subamos. Sí, somos dos personas en una misma cuenta nwn. De veras me pone feliz compartir un regalo tan bonito y que disfruten tanto como yo lo hice n///////n. Y neee ¡adiba el Sasunaru! nOn


1

La noche ya había caído sobre el bosque y la luna inmensa si quiera estaba. Andaban a tientas, solo con el instinto.

-No, definitivamente no –se oyó una voz, grave.

-¡Que si!

Sonó un golpe suave contra la oscuridad:

-No hables tan alto, dobe, o terminaremos los dos en líos.

-¡Pero si es lo mejor! –repitió la otra voz, que obligándose a susurrar aún así no bajó el énfasis.

-Naruto, no es tan fácil. No todo será siempre como crees será.

-…

Hubo un prolongado silencio. Los ojos azules de Uzumaki Naruto giraron a un lado, tornándosele de pronto un seño afectado. Sus cabellos claros estaban aplastados, goteando y pegados algunos mechones largos a sus mejillas trigueñas.

-¿A qué quieres llegar, Sasuke? Si no vas a volver, dímelo de una vez y ya te dejo de insistir tanto con lo mismo –su voz se había enseriado. Temblaba levemente entre sus prendas naranja y negro.

Alrededor los arboles se mecieron con el viento frío de aquella noche, zarandeando también el empapado cuerpo de ambos jóvenes. El lago frente a ellos les había salvado una vez más de ser descubiertos por los ninjas de la guardia nocturna, y aunque esta vez Sasuke había sido el que había venido, normalmente el rubio era quien se escabullía por entre las plantas, los solares, los bosques y la luz de la luna para llegar a un rincón donde se podían encontrar, aquel donde se toparon después de tanto.

El Uchiha se incorporó momentos después, también con el cabello adherido a su nívea piel. Vestía una capa negra con broches a un lado para pasar desapercibido y bajo ella una camiseta blanca, de cuello subido, manga corta clásica y abierta hasta mitad de pecho. Los pantalones eran los mismos de siempre. Su katana se sostenía de un cinturón negro en su cadera, ya que no llevaba el shimenawa y su cordón.

Miró unos momentos a lo que era su viejo amigo y rival. Ya había pasado un año y meses desde que se habían encontrado:

"Me había llamado la Hokague. Una nueva oportunidad para mi, cada vez que había una misión nacía otra y otra, nunca perdiendo la esperanza de encontrarlo.

La vieja me dijo que sería una misión en los límites. De hace un año las relaciones con el resto de las aldeas se desgajó un poco por diferencias respecto a qué hacer con Akatsuki, y como eran el afectante número uno para todas las naciones, no hubo modo de remediar la decisión unánime de exterminarles. Konoha no estuvo de acuerdo, bueno, más bien Tsunade no estuvo de acuerdo, pasando incluso por encima de los consejeros. Ella, como yo, seguía confiando en que Sasuke en el fondo no había cambiado, y que aquellas repentinas ideas de meterse con Konoha del teme no eran más que mentiras para manejar a Akatsuki mismo y a Orochimaru. Pienso a ella cada vez se le estaba yendo más la esperanza, pero del mismo modo, la renovaba cuando veía mis ganas... sé en el fondo no ayudó a esa causa sólo por darme más tiempo, sólo por apoyar mis esperanzas, las de Sakura y Kakashi.

Sasuke de un momento a otro se había vuelto un pájaro que volaba a los vanos de Akatsuki tanto como a los de la villa del sonido, junto a Orochimaru, a pesar de haberle traicionado hace poco… A veces me pregunté qué habría sido si de verdad Sasuke hubiese sido otro y yo me pasé tanto tiempo asegurándoles a todos lo contrario, que hubiese sido si de verdad apareciese un día para destruirlo todo con ayuda quizás de quien.

Eso aún lo dudaba hasta el día de la misión, en que lo encontré. Y es que si bien Konoha no estuvo de acuerdo, las demás naciones por su parte si pactaron matarles ayudándose con los ninjas de elite y los escuadrones ANBU las unas a las otras.

Sakura, Kakashi, Sai y yo estábamos en el valle del fin. Vaya lugar al que había tenido que volver, pero quisiese o no, era el límite con el país del sonido. Este último fue blanco de todas las naciones por tener insinuaciones bélicas y por haber sido visto a un Akatsuki hablando con su gente. El otro punto era la zona de la base de dicho grupo. Nuestra misión y la de otros equipos era mantener la batalla plena entre ninjas del sonido y de otras naciones, limitadas respecto a Konoha: que nadie cruzase a nuestros territorios. Así esperé, estando al otro lado del valle del fin. Desde un risco, todos vimos la beligerancia campante desde altura tras instalar trampas e hilos que indicaran presencias ajenas en una gran extensión de territorio. Más allá el trabajo era de otro equipo y así, hasta cubrir toda la línea de límite entre nosotros y el sonido.

Hubo un momento en que dos inmensas invocaciones se presentaron, una serpiente y un rocoso armadillo que expulsaba destructivas ráfagas de viento por la boca. Era la invocación de otra nación, que terminó por acabar con el reptil y toda cimentación visible. Inició la evacuación de los del sonido, y al ser aislados por el monstruo vinieron justamente a donde no debían: el país del fuego. Estaba ansioso, sabía que por entre todos ellos podía venir Sasuke. Comenzaron a ser incontables los contactos con las trampas, hasta que cayendo el atardecer la invocación de la tierra se dirigió hacia nosotros a gran velocidad. Vimos un grupo pasar, cayendo entre las trampas, y mientras mis compañeros atinaron a detener a los pocos que las habían esquivado, vi saltar por sobre nuestras cabezas y a gran altura una figura, quien era sabía que a tal elevación estaría a salvo. Era él, justamente al que estaba esperando…

Sin previo aviso me separé, corriendo con toda mi capacidad. La bestia limpiaba el territorio aún del sonido con sus patas, avanzando hacia los que arrancaban; entonces fue cuando una gran serpiente azulina surgió, y me extrañé de que esta última parecía usar su longitud para formar una gran pared, cerrando disimuladamente en medio de su batalla el paso hacia el Valle del fin y mas allá Konoha. Busqué por todos lados, la cobra acababa de recibir un golpe y se arrastró por el bosque con el impacto. En vista del peligro subí un viejo árbol más alto que el resto y en la muesca de uno un poco más allá le encontré, apoyado en la corteza interna de éste y presionándose un brazo de espaldas a mí. Mirando alrededor para que mis compañeros ni nadie me viese me acerqué metiéndome dentro. Apenas le toqué el hombro se volteó increíblemente rápido, dándome un puñetazo bien puesto con su brazo bueno. Con la alegría de verle no pensé mucho lo que hacía, claro está…

-¡Sasuke! –le grité con la cara contra la corteza de la gran rama a la cual fui a dar… eso había dolido.

Él me miró un momento, deteniéndose de sacar su katana con la cual pretendía acabarme. Estrechó los ojos, como intentando ver bien, hasta que los abrió apenas unos segundos de nuevo.

-Naruto… -dijo bajo, pero en seguida pareció mareado y oscilándose tuvo que apoyarse en la rama base.

Le observé, poniéndome de pie de un salto para ayudarle a sostenerse. Por lo visto no me había reconocido de inmediato porque estaba realmente herido, y al mirarle a los ojos vi que estaba próximo a perder la conciencia.

-Sasuke, ¿estás bien?

Él entonces se alejó, rechazándome.

-Si… –más bien musitó, impregnado su tono de dolor mientras se presionaba el abdomen-, tú de nuevo… ¿no deberías… estar abajo?... ayudando a deten… -quiso decir uno de sus comentarios odiosos, pero no le dio para hacerlo porque le tuve que agarrar otra vez.

-Ya vas de nuevo –le dije, apresándole el brazo bueno al cual intentó dar fuerza para zafarse de mí una vez más-, quizás tengo suerte de pillarte en estas.

Él entonces me miró con mala cara, sin embargo, un poco de sangre le provocó toser haciéndole poner una expresión adolorida. El cómo estaba ahora no tenía nada que ver con esa imagen invulnerable de la última vez… verlo así de herido fue…

-Estoy… bien, torpe… debo irme… y ya deja de… buscarme de una vez…

No pude evitar sentir algo de punzadas al oír esas palabras de nuevo. Aún estando así no cambiaba su postura, no había caso de hacerle entender, incluso sabiendo que sin mí por fuerte que fuese no se salvaría fácilmente de esta.

Un agudo silbar de la serpiente azulenca nos hizo voltear: una ráfaga de viento le había cortado parte de la cola. Sasuke se levantó enseguida, usando nuevas y escazas fuerzas para ver mejor que había pasado.

-Tsk… demonios… -susurró por lo bajo, pero le oí. Miré unos instantes la gran víbora, viendo como seguía luchando al tiempo que empujaba una y otras vez con los fuertes músculos de su cuerpo al armadillo hacia los territorios del sonido.

-Sasuke… -le hablé cuando me aseguré-, tu… tu…

Él me miró, entendiendo enseguida, como siempre.

-Serás idiota… que… tsk… hacer tal estupidez… ¿para qué? –dijo, poniendo una débil sonrisa sarcástica, de esas características de él a pesar de que le dolía hasta hacer eso.

De pronto un gran impacto resonó y mas allá tres explosiones. Una gran ventolera me sacudió, aferrándome fuerte a la rama mientras Sasuke se apoyó contra el grueso tronco para evitar el arrasar tras él. Pasó y el armadillo recibió un golpe que le hizo rodar directo hacia nosotros. Me puse de pie enseguida y corriendo hacia Sasuke le agarré por la cintura en el momento exacto en que el árbol sobre el cual estábamos fue arrancado de raíz. El lugar era ya excesivamente peligroso y al aterrizar en otra rama me di cuenta que él ni fuerzas tenía ya para soltarse de mí, aunque las palabras de dejarle no paraba de repetirlas con unos insultos a media voz. Una herida estaba desangrándole, la que se presionaba en el abdomen, y por lo visto la había pasado a llevar al cogerle aumentando la abundancia de sangre. En vista de eso no lo subí a mi hombro y sólo le tomé en brazos, escapando de las ventoleras por entre la copa de los árboles hasta llegar al Valle del fin. Vi en el camino a muchos ninjas de Konoha acorralando a civiles del sonido –muy, muy pocos de por sí-, quienes más tarde serían seguro liberados tras un tiempo de interrogatorios en cautiverio. Una vez que pise la orilla de la cascada, Sasuke ya no estaba despierto. Bajé hasta los pies de las estatuas y pidiendo la ayuda de Gamabunta abrí una pequeña cueva tras la cascada.

-Veo te estás metiendo en líos, Naruto –me dijo el gran sapo a un costado-. Entiendo se trate de Sasuke, pero si te ven ayudándole meterás en líos a toda Konoha y a ti mismo.

-Lo sé –le contesté-, Sasuke es un gran problema y más ahora, pero es mi amigo, sabes lo he buscado por mucho. Ni tu ni nadie me convencerá de dejarle así como está.

-Lo tengo claro, por eso te advierto –Gamabunta sacó un bote tamaño humano de su inmenso bolsillo, echando en él un poco de aceite de sapo-. Te servirá para sus heridas. Nos vemos, si es que no te matan junto con el Uchiha.

-¡Gracias! –le dije, apurado porque Sasuke ya se moría. Vi a Gamabunta voltearse listo para desaparecer, pero antes de eso me habló:

-Y no necesitas hablar de amigo, a mí no me engañas: sé muy bien que no se trata tan solo de amistad, sientes más que eso, Naruto, por eso me asusta qué puedas llegar a hacer –y vi explotó la voluta blanca, desapareciendo el inmenso sapo-… y no creas soy el único que está seguro de ello…

Me quedé oyendo la voz que en un susurro dijo lo último. Sé mi cara se puso roja hasta más allá de las sienes, pero lo primero era lo primero y entrando en la cueva con el bote colgando de dos dedos terminé por recostar a Sasuke en el suelo. Mientras le quitaba las manchadas prendas pensaba una y otra vez en lo mismo: estaba conmigo, por fin. La última vez que lo había visto había sentido tanta derrota al no poder llevarlo de vuelta, que esta vez… no, fuese como fuese lo convencería.

Limpié sus heridas: las lavé con el agua de la cascada, las cubrí con aceite tras coser lo necesario y le vende. Luego enjuagué su camisa en la cascada y también el shimenawa que llevaba en la cintura. Recién entonces me agaché para sentarme, usando la Katana de Sasuke contra el suelo para apoyarme. Muchas cosas pasaron por mi cabeza en esos momentos, incontables recuerdos vinieron a mi mente, incluyendo cuando luché ahí mismo con él. Desenvainé la katana, viendo la extensión de su filo manchada de más que sangre. En esos momentos sentí tristeza… y me pregunté si alguna vez Sasuke la habría usado tan sólo por el gusto de hacerlo, me pregunté… si acaso era en todas sus palabras un asesino traicionero o si solo mataba porque lo ameritaba, así como yo hacía.

Tuve el impulso de limpiar el arma, pero seguro me acababa con ella misma cuando despertase por haberlo hecho. Me inquirí también si esta vez tendría la misma intención de la última vez de acabar conmigo. Lo observé un instante, ahora no era ni la mitad de la imagen de él que tenía: fuerte, pasota, engreído, aparentemente indestructible y que da miedo a todos menos a mí, hn. Ahora estaba allí, pálido, con una expresión de marcado dolor y vulnerable para cualquiera… definitivamente inconsciente o dormido era siempre agradable. Era mi compañero. En ese momento le coloqué una mano en la mejilla y entonces él reaccionó. Instantes después estaba despierto, pero no del todo, se notaba más que agotado: no tenía chackra y sabía perfectamente bien por qué.

-¿Estás mejor? –le pregunté. Él idiota si quiera me respondió, sino que miró alrededor ubicándose para luego sentir la gaza en las partes de su cuerpo.

-Joder… -dijo con la voz menos impregnada de dolor que en el bosque-, me vendaste… desde que te conozco nunca prestas atención a lo que te digo -si, tenía que ser un reclamo, y no solo eso, también fue cortante. Le vi sentarse costosamente, siéndole imposible guardarse la expresión de dolor.

Aún así yo me reí contento de estar con él.

-¡Tú serás el idiota, ¿de verdad pensaste te dejaría allá?!

Entonces él miró a otro lado.

-Ya deja de perseguirme, Naruto –dijo, frío, como la última vez que le vi-, no necesito tu ayuda.

Se paró mi risa y hubo un silencio en que pensé como reaccionar a esa acidez que parecía desde que se fue, inquebrantable.

-Sí, claro –dije, volviendo a reír, pero el volteó, enfocándome con una de esas miradas impacientadas que le vi cada vez que luchamos en serio.

-¡No estoy bromeando! –y levantó la voz, haciéndome acallar la risa definitivamente-. Te lo dije la última vez, no dudaré en matarte sino dejas de interferir y buscarme –terminó, poniéndose de pie apenas.

Algo dentro de mí volvió a punzar, pero también sentí enfado. Siempre, desde que le conocí, había comprobado una y otra vez que era difícil tratarlo, seguro como él también me encontraba a mí, pero aún lidiando con eso mil veces no le dejaría ir, no de nuevo.

Sin ponerme de pie sonreí un poco, con una irónica tristeza.

-Ya veo, seguirás con lo mismo… –dije, viendo como tomaba su ropa ya casi seca de donde la había puesto, comenzando a colocársela-. Eres un estúpido de los grandes.

Sasuke se detuvo volteando enfurecido, pero pareció controlar la voz fuerte que iba a salir de su garganta cambiándola por apatía:

-Como si me importara lo que piensas de mí.

Entonces se acercó, para tomar la katana que tenía en mi poder. Sentí dolor, esa punzada ya no solo estaba en mi pecho, había ya avanzado hasta mi garganta y se abrían paso sus consecuencias hasta los lagrimales de mis ojos. Bajé la cara, aguantando, y cuando él quiso quitarme su arma la mantuve con fuerza, sosteniéndola.

Sasuke pareció perder la paciencia.

-No me provoques, suéltala –me amenazó, con un tono casi intimidante.

No quise, no quería, pero entonces exploté, mi arrebato se salió de mis manos y me levanté de golpe, sacando la katana del envaine que fue lo que quedó en la mano de él.

-¡Ya deja de ser tan hiriente! –le grité con mi cara frente y muy cerca de la suya-, ¡deja de decir una y otra vez lo mismo, Sasuke! ¡Deja de mentirte alguna vez!

Sasuke me miró inexpresivo, pero su silencio me demostró que no se esperaba reaccionase así. Vio mis ojos unos segundos más y sonrió de medio lado.

-Sigues tal como siempre, usuratonkachi –dijo escuetamente, y aunque por segundos oír esa ofensa que durante tanto escuché en su voz provocó se humedeciesen mis ojos, el ver no conseguía de nuevo más que esa presunción no dejaba de darme más y más rabia… y tristeza…

Continuará...


Notas finales del capítulo:

Soy por acá abajo -nótese Naruhi se tomó arriba.

Si, ésta historia es de ella aunque yo se la sigo escribiendo, así que paz, esto tiene para mucho mas y si quiera tiene aún su final definitivo. "Continuará", hn.

Criticas constructivas: Favor de.

Adieu.