No consentirás pensamientos ni deseos impuros.
Resumen: Ese niño, definitivamente, iba a ser su perdición.
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Draco suspiró masajeándose el puente de la nariz.
Había pocas cosas que Draco se negara, como placer, pero estar frente a ese niño lo volvía loco. Él no tenía la culpa, claro está, la culpa era de su tía Lily por tener un hijo tan lindo como lo era Harry, su primo de doce años.
Además, estaba el terrible hecho de que Harry lo había tomado como algo así como un ídolo. Lo seguía a todos lados, se le quedaba viendo con esos hermosos y grandes ojos verdes que le hacían sentir incomodo.
¡Pero la edad de diferencia era abismal!
Para cuando Harry saliera de Hogwarts, él ya tendría casi treinta años.
No que fuera a parecer un anciano en esos tiempos y que no dudaba que podría volver loco a Harry entre las sabanas de su cama…
¡Fuera pensamientos calientes!
¡Harry era un niño!
-Pasa algo, hijo.
La voz de su madre lo trajo de regreso a la realidad, maldición, nuevamente se había quedado atrapado en sus lujuriosos pensamientos. Miró a su alrededor y todos le estaban dando una mirada rara, como si tuviera algo en la cara, claro, podría simplemente levantarse, disculparse con sus tíos y primo que estaban de visitas y abandonar el comedor para poder pasar sus vergüenzas en la privacidad de su habitación, pero estaba seguro de que todos, incluyendo al pequeño Harry, notarían la erección en sus pantalones si se ponía de pie justo ahora.
-Nada, madre –dijo tomando una copa de agua para enfriarse.
Ajeno a los pensamientos ardientes de su primo, Harry sonreía de lado, Draco era tan lindo, que no podía esperar a crecer para meterse en la cama de su primo.
Fin
