Nota de la autora: Hola a todos, en esta oportunidad tengo el agrado de presentarles mi propia versión del final de Inuyasha. Por supuesto, intenté ser lo más fiel posible a la serie de animé, fuente principal para llevar a cabo esta tarea. Tarea que me llevó un año completo, pero que, una vez terminada, me dio la mayor de las satisfacciones. Ojalá la disfruten tanto como yo.

El resplandor de la Perla de Shikon nos unirá para siempre

Introducción

El momento de la batalla final había llegado. Los fragmentos de la legendaria Perla de Shikon habían sido reunidos en su totalidad y la mágica esfera se encontraba ahora en manos de Naraku, quien planeaba emplearla muy pronto, tiñéndola aún más de maldad para así alimentarse con sus poderes. Sin embargo, Naraku, quien era una mezcla híbrida con un sin fin de demonios, no era la única criatura que deseaba apoderarse de la Perla; tanto humanos como espíritus malignos se la habían disputado por largo tiempo. Entre estos seres, existía un hombre mitad demonio, un monstruo con corazón humano, que necesitaba la Perla de Shikon para poder convertirse en un verdadero demonio. Su nombre era Inuyasha y la extensa lucha que venía sosteniendo con Naraku, a causa de la Perla, estaba a punto de dar un giro sorprendente…

Capítulo 1:

En la época de las guerras civiles, en Japón, Inuyasha y sus amigos se preparaban para el inevitable enfrentamiento entre el bien y el mal. Para ese entonces, Inuyasha había logrado perfeccionar al máximo las fabulosas técnicas de la espada Colmillo de Acero, volviéndose cada vez más fuerte, aunque él parecía no darse cuenta de su verdadero progreso.

"¡VIENTO CORTANTE!" vociferaba Inuyasha, una y otra vez, sacudiendo su espada para ejecutar la técnica que tanta fama le había traído como guerrero en más de una oportunidad.

Tras el vigésimo 'ataque', se detuvo, apoyando el filo de la espada en el suelo.

"¿Qué tal me sale, Kirara?" le preguntó a la espléndida criatura mágica que permanecía estática frente a él. Desde hace un tiempo atrás que Kirara venía acompañando a Inuyasha en sus sesiones de práctica, ofreciéndose ella misma a veces como blanco para que él pudiera simular sus ataques.

"Sé que he mejorado bastante, pero aún siento que me falta algo…" continuó diciendo, pensativo. "¿Quieres que lo intentemos de nuevo?"

Pero, al ver la expresión de súplica y cansancio en el rostro del animal, Inuyasha comprendió que ya era suficiente.

"Bueno" le dijo, sonriendo. "Está bien… Dejémoslo hasta aquí. Será mejor que volvamos a la aldea. Kagome ya debe estar esperándonos"

Fue así como Inuyasha y Kirara se encaminaron nuevamente hacia la aldea, dejando atrás el lugar de su entrenamiento diario. No habían avanzado mucho, cuando unas extrañas criaturas aparecieron de repente en el cielo, internándose luego en el bosque. Su aspecto era escalofriante.

"Las serpientes caza-almas de Kikyou…" murmuró Inuyasha, siguiendo a los espectros con los ojos. Su sola aparición no podía indicar nada bueno; algo le dijo que, una vez más, había problemas.

"¡Kirara, regresa a la aldea!" le dijo Inuyasha a la gatita. "¡Te alcanzaré enseguida!"

Inuyasha se dirigió entonces al lugar que le indicaban los espectros. Efectivamente, Kikyou lo estaba esperando, recostada sobre la gruesa rama de un árbol. El viento agitaba sus ropas y sus largos cabellos, dándole un semblante melancólico y sereno.

"Nos volvemos a encontrar, Inuyasha" le dijo ella, tranquilamente.

"Kikyou…"

"Se te ve muy animado" le dijo Kikyou, tras observarlo brevemente. "¿Puedo saber la razón?"

"Es que…" comenzó Inuyasha, sintiendo la mirada de ella fija sobre él "… finalmente, arreglaré cuentas con Naraku. ¡Llegó la hora de que ese maldito pague por todo el daño que ha hecho!" dijo, apretando el puño.

Kikyou suspiró.

"Ya veo… Pero no irás a derrotar a Naraku tú solo" le contestó, mirando a Inuyasha directo a los ojos. "Recuerda que seré yo la que se encargue de vengar nuestro cruel destino"

"¡Pero no es necesario que sigas luchando!" exclamó Inuyasha, interrumpiéndola.

Kikyou esbozó una irónica sonrisa. Luego, se puso de pie sobre la gran rama.

"Inuyasha, pero qué olvidadizo eres" le dijo, calmadamente. "Ya te dije una vez que era mi deber eliminar a Naraku, junto con la Perla de Shikon"

Inuyasha permaneció en silencio, viendo que era inútil convencer a Kikyou de lo contrario.

"La Perla de Shikon…" balbuceó Kikyou. "Dime, Inuyasha ¿Aún la deseas?"

Ahora era Inuyasha quien la miraba fijamente a los ojos.

"No te mentiré, Kikyou. Necesito la Perla para poder convertirme en demonio, y no dejaré que Naraku se quede con ella. Haré hasta lo imposible para recuperarla" le contestó, con tono serio y voz firme.

"¡No seas iluso!" le dijo Kikyou, cambiando repentinamente su propio tono. "¿Crees que permitiría que tú, Naraku o cualquier otro ser maligno utilice los poderes de la Perla? La Perla de Shikon tiene que ser destruida. Nunca debió haber reaparecido en este mundo… Al igual que esa mujer llamada Kagome nunca debió venir a esta época"

Dicho esto, Kikyou bajó del árbol con la ayuda de sus serpientes, las que depositaron suavemente su grácil figura en el suelo.

"Inuyasha, sabes bien que la Perla de Shikon fue traída nuevamente en circunstancias muy particulares, creándose una especie de puente entre esta época y la época del futuro. Pero lo que ignoras por completo es que, si la Perla desaparece, esa conexión entre mundos también dejará de existir…"

Inuyasha sintió una puntada en el estómago y el corazón se le aceleró de pronto.

"¿Qué?" dijo, confundido.

"Tienes que hacer que esa mujer regrese para siempre al lugar donde pertenece, antes de que sea demasiado tarde para ella" contestó Kikyou, recogiendo el arco y flechas que había dejado bajo el árbol.

"Pero… Kagome…" murmuraba Inuyasha, sin podérselo creer.

"El día está muy cerca. Ya no hay tiempo" continuó Kikyou, percatándose de su confusión. "Enviaré a Naraku al otro mundo, junto con la Perla de Shikon, y luego tú vendrás conmigo. Tal y como lo prometiste"

Y, antes de que Inuyasha pudiera gesticular palabra, Kikyou fue llevada por sus espectros, desvaneciéndose al instante, sin decir más.

Vendrás conmigo… tal y como lo prometiste… fue lo que resonó, finalmente, como un eco en la mente de Inuyasha.

Continuará…