Mi pequeña seductora

Notas: Esto es una pequeña historia de dos capítulos basada en un universo alterno en motivo de las festividades navideñas que ya se nos acercan. Todos los personajes pertenecen a Clamp y yo los he cogido prestados esperando crear una pequeña narración que deseo sea de su agrado. Por favor, lean y disfruten tanto como yo lo hago escribiendo.

Primera parte

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

Para ser totalmente sincero debo decir que siempre he odiado estas fechas. Ya no le importa a nadie si se hacen actos caritativos, o si se pasa más tiempo con la familia o la historia de Santa Claws. Hoy en día la navidad se ha convertido en una fiesta comercial, en el agosto de todos los centros comerciales. La gente compra regalos sin pensar en el precio, la utilidad o el sentido del objeto que compran. La mayoría de las familias gastan miles de yenes en comida y regalos. ¿Qué el marisco esta el doble de caro que el resto del año? ¡Qué más da! ¡Es navidad! ¿Qué pasa? ¿Los centros comerciales están plagados de gente y no nos dejan ni respirar? ¿Qué tengo que hacer cola durante treinta minutos en caja para pagar unas deportivas? ¡No importa! Es lo que tiene la navidad. ¿Qué las joyerías están llenas de hombres y las ferreterías de mujeres? ¡Es lo mágico de la navidad! Porque claro, a todo hombre le gusta que su mujer, que no tiene la más mínima idea de cómo se cuelga un cuadro, le escoja un taladro nuevo y un juego de brocas. ¿Y por qué nosotros tenemos que recibir siempre regalos prácticos y poco costosos cuando ellas siempre gustan de regalos ostentosos y caros? ¿Dónde esta la igualdad en un collar de oro blanco de diseño y un taladro con cuatro brocas que además no tiene la marca ni la potencia adecuadas? ¿Eh? ¡OH! Claro…se me olvidaba…¡Es navidad!

A ver… ¿y que me dicen de las eternas comidas familiares? Primero noche buena, luego navidad, luego fin de año y claro, siempre hay un día en el que tienes que reunir a toda la familia, y cuando digo toda, es toda, y alquilar toda una sala de un restaurante para soportar que todos tus sobrinitos te tiren del pelo una y otra vez. Sí… Que hermoso es reunir a la familia…¡y un cuerno! Y la cosa no queda ahí… hay comidas de empresa, comidas con el grupete de amigos que hace años que no ves, comidas con aquellos tíos que jamás has soportado y a los que tienes que sonreír una vez al año por una mierda de aguinaldo… y eso por supuesto si eres soltero, porque el que tiene pareja aún lo tiene más complicado. ¿Cuántas veces han tenido aquella discusión de "la noche buena en tu casa o en la mía"? ¿Y navidad? Es entonces cuando ella te suelta que no quiere perderse la cena de noche buena en su casa porqué le encanta la comida que hace su madre por esas fechas y que tampoco quiere perderse los regalos en familia al lado de la chimenea el día de navidad. Y tú la miras y le dices, "nena, decídete, porqué esta claro que si pasamos la noche buena en tu casa la navidad será en la mía. ¿Quieres que mis padres nos maten?". Pero ella pone ese puchero y esa cara que dice que no quiere decidir pero no le parece bien nada de lo que propones. Y por supuesto allí va la discusión anual que siempre acaba en una moneda al aire o los dos comiendo por separado. Y si al final os ponéis de acuerdo y decidís que en tu casa la noche buena y en la suya navidad, cuando algo sale mal o la llaman diciendo que la cena esta saliendo perfecta mientras que a tu madre se le ha quemado un poco el pollo relleno, ella te mira y dice. "Si ya te había dicho yo que teníamos que haber pasado la noche buena en mi casa". ¡Claro! ¡Es navidad!

Y ya puestos ¿porqué no hablamos de los adornos navideños? Te gastas un pastón en hacer que tu casa quede completamente ridícula, en poner luces de colores en los balcones soportando el frío viento y el terror que te dan las alturas. ¿Y todo para qué? para que el tuyo sea el más llamativo y el que provoque el mayor ataque de epilepsia a los transeúntes. ¿Y que es eso de comprar un árbol para el comedor? Nos pasamos todo el año diciendo que hay que cuidar nuestros bosques y llega diciembre y todo el mundo dice. "¡Corta, corta, corta!" No se plantan y se conservan para el año siguiente, claro que no…al pasar la navidad se coge el árbol, seco ya de la maldita calefacción y los miles de colgantes horteras, y se tira. ¡Venga! Y por supuesto a los dos días vuelves a decir a la hora del café; ¡Es que esto del progreso urbano se esta cargando todos los bosques!. Pero ¡Eh! ¡Insisto! Es navidad.

Y aquí estoy yo… maldiciendo estas malditas fechas en este maldito barrio de pijos a punto de entrar al piso de mi muy querida hermana y sus pequeños seis monstruos. ¡Seis! ¿Es que no sabe que ya existen los anticonceptivos? Gracias a dios estamos a 31 de diciembre y lo más gordo ya ha pasado. Además, me he ocupado de llegar lo suficientemente tarde como para que no tenga que soportar más de cinco horas a las bestias pardas de mis sobrinos. ¡Es que no están nunca parados! ¡Parece que hayan cogido los juguetes del día 25 de diciembre y se hayan puesto ellos las pilas duracel! El año pasado fue un infierno, creedme… pues a mi hermana no se le ocurrió otra cosa que comprar a sus niños todo un conjunto de instrumentos musicales. ¡Instrumentos! Seis niños sin el más mínimo conocimiento musical aporreando teclas de teclado, baterías, platillos, maracas, guitarras y vete tu a saber que más. No hay palabra posible para describir dicho infierno. Sólo espero que este año les haya regalado muñecas barbie y muñecos súper comando, de todas formas y a modo de prevención ya he comprado unos tapones para las orejas que me ayuden a reducir mi tendencia a las migrañas. Aún no entiendo como he accedido a pasar otra vez el año nuevo en esta casa…quizá porqué mi estúpido cuñado esta de viaje urgente a Nueva York y no ha podido encontrar un vuelo a tiempo para pasar aquí la noche vieja, con su esposa y sus monstruos. Juro que en cuanto vuelva le voy a repatear ese culo finolis y esnob hasta que empiece el año siguiente. Y para colmo me han cambiado al idiota del portero.

- Buenas noches. Vengo a ver a la Señora Yimou del 15-A – Yimou…vaya apellido le ha tocado heredar a mis sobrinos.

- ¿De parte de quién?

- Soy su hermano, Shaoran Li.

- Un momento señor.- No entenderé nunca esa manía que tienen los pijos de tener que avisar las visitas siempre. ¿Es que acaso no saben que hay porteros automáticos con pantallita para ver al visitante sin necesidad de un portero con uniforme hortera?- El teléfono no me da línea señor.

- No importa, me esta esperando así que voy tirando para arriba.

- No puedo dejarle subir si no le anuncio señor.- Eso… a esperar que funcione la maldita línea.

- Entonces suba usted y anuncie mi presencia.

- No puedo dejar la entrada sola señor.

- Madre mía. – cojo mi teléfono móvil y llamo a mi hermana.- ¿Fanren? Tengo aquí un portero al que no le funciona la línea telefónica y que no me deja pasar sin anunciarme.- oigo la risa de mi hermana pero yo no le veo la gracia.- ¿Bajas para que pueda pasar? Gracias. – Cuelgo el teléfono y miro al idiota novato. El otro era más amable. – Ahora baja. – Él me mira con cara de estúpido y asiente con la cabeza. Vaya personal más incompetente. Tanto edificio, tanto lujo y tantas luces para nada. Se abre el ascensor al cabo de un par de minutos y aparece mi hermana.

- Que gusto verte Shaoran!

- Supongo que me toca decir "igualmente".

- No seas cascarrabias, nadie te ha obligado a venir.

- Claro que sí, tú con tus pucheros diciendo que pasarías el fin de año sola.

- En realidad te mentí. Pero es que sino no hubieras venido y te hubieras pasado el fin de año solo y amargado.- la miro incrédulo.

- ¿Tu marido no esta en Nueva York?

- OH no, mi marido si esta en Nueva York. Pero tengo a cuarenta personas bailando salsa en mi apartamento. – rebufo indignado y ella me sonríe juguetona.

- Maldita seas Fanren. Me largo.

- No, no, no. Tengo a un montón de chicas preciosas allí arriba y espero que conozcas a unas cuantas. Además…he comprado el alcohol suficiente como para que puedas soportarlo. Este año no lo vas a pasar amargado y maldiciendo la navidad como si fueras el protagonista del cuento de Navidad de Dikens.

- Hermana, yo ago lo que me place y precisamente ahora no tengo ganas de fiestas. Además… ¿se puede saber como se te ha ocurrido montar un fiestón con los niños en casa?

- Los he dejado con mamá.

- ¿En nochevieja?

- Sí, lo hemos hecho todas.

- ¿Eh?

- Si hombre, tus hermanas están arriba y creo que ya van algo tumbadas a causa del ponche. Mis hijos se lo estarán pasando en grande en estos momentos correteando por la casa de su abuela con sus sobrinos. – La miro con cara asustada. Pobre madre mía… soportar a doce niños histéricos.

- De todas formas no pienso subir.

- Porfi Shaorancito… hazlo por mí… se lo prometí a todos. También están Eriol y Tomoyo. Vamos…

- He dicho que no.

- Te prometo que si subes este año no te molesto ninguno más. ¿Sí?

- ¿Se puede saber porqué tanta insistencia? No estas sola, te lo pasarás en grande y si yo subo cogeré migraña y rallaré a tus invitados con mis borderías.

- Están acostumbrados. Vamos… así te libras de mí para el resto de los fines de año que te quedan. – la miro cansado. Siempre se ha portado como una niña caprichosa, pero si una cosa ha heredado de la familia Li es la testarudez. Dejó ir un suspiro y me encojo de hombros.

- Me iré en cuanto suenen las campanadas.

- Esta bien, esta bien.

- Venga pues.

- Ves subiendo tú, yo tengo que ir a por un poco de hielo

- ¿A estas horas?

- Hay una gasolinera 24 horas aquí al lado. ¡Hasta luego!- la veo partir como una moto y me quedo allí deseando huir. Sin embargo es muy tentador pensar que será el último año de locura. Llamo al ascensor y espero paciente a que baje de nuevo. Tras unos minutos de espera por fin se abre la maldita puerta y aparece una pareja cogiditos de la mano y muy acaramelados. La chica me sonríe y el novio se para a desearme un feliz año. Les deseo lo mismo algo sorprendido y entro en el ascensor.

La gente se vuelve algo loca por estas fechas. Todos están alegres, todos sonrientes. Van saludando a gente que no conocen de nada y no les importa. Es todo felicidad y alegría. Como si los hospitales no estuvieran igual de abarrotados y no hubiera niños que pasaran hambre. Se empiezan a cerrar las puertas y suspiro cansado. No tengo nada de ganas de soportar una fiesta esta noche. ¿Es que acaso no puede ocurrir un milagro que me lo ahorre?

Las puertas estaban ya casi cerradas cuando veo un pie aparecer de la nada entre la ranura. Una bota de punta plateada se ha colado en el ascensor. Las puertas se paran de inmediato y se abren de nuevo dejando ver el propietario de ese pie. Un abrigo de dimensiones considerables de color blanco se cuela corriendo y temblando en el ascensor y deja escapar una disculpa con una vocecita muy dulce. Me quedo alucinado pero no digo nada. A mi lado hay lo que parece una muchacha joven cubierta de la cabeza a los pies. Lleva un enorme abrigo, de esos largos hasta las rodillas, un gorro del mismo color que le cubre parte de la cabeza y una bufanda en color rosado que solo deja al descubierto unos hermosos ojos verdes.

- ¿A que piso vas?- me siento incomodo preguntando eso a un montón de ropa móvil.

- Creo que al décimo.

- ¿Crees?

- Es que no es mi casa ¿sabe? Me han dado la dirección pero se me ha caído mientras venía y se ha borrado la tinta con la nieve. – la voz de la muchacha es realmente muy suave, casi infantil. La miro sorprendido.

- Entonces si no vives aquí ¿cómo es que el portero te ha dejado pasar?

- Ah, es que me he encontrado con la amiga que me ha invitado en la entrada y le ha dicho que me dejara pasar. – No se porqué he preguntado. No soy de los que gustan de dar conversación. Menos a montones de ropa blanca. Pero en vistas de que se ha encontrado esa chica en la entrada y que nos dirigimos al mismo piso, deduzco que su amiga no es otra que la loca de mi hermana, Fanren.

Le doy al botón y noto como empezamos a subir. La chica a mi lado sigue temblando, y sinceramente no lo entiendo porqué en este ascensor hace bastante calor, y con ese montón de tela encima debería estar sudando a mares. No es hasta entonces que me doy cuenta de una bolsa de color azul que reposa en una de sus manos enguantadas. Un objeto envuelto en llamativo papel fucsia asoma por un rincón. De seguro se habrá gastado el doble de lo habitual para hacer un regalo tonto a alguien que ni tan siquiera se lo debe merecer. Miro las puertas e intento distraerme pensando en algo. Cambio la dirección de mi mirada y la pongo en la pantallita que indica por qué piso vamos. Un enorme cinco aparece dibujado en color verde cuando un sonido estrepitoso nos asusta a ambos, al montón de ropa y a mí. El ascensor da un golpe seco y la luz se apaga dejando sólo la de emergencia.

- ¡Maldita sea! ¿Es que no funciona nada en este maldito edificio?- noto como la chica me mira y me giro para verla.

- ¿Se ha estropeado?

- Eso parece. – aprieto el botón de alarma pero no oigo nada.- Creo que este maldito botón no funciona.

- ¿Y que hacemos?

- ¿Qué mas que esperar?- La chica suspira y mira de un lado para otro. La luz vuelve y los dos damos un respingo de alegría. Pero el ascensor sigue sin moverse y la maldita alarma sin funcionar.

- Maldito aparato.

- Al menos ha vuelto la luz. Estoy más tranquila así que a oscuras.

- No le veo la diferencia, si esto se cae dará lo mismo si lo ves o no.- los ojos de la chica se abren asustados y me siento tonto. – tranquila mujer… no se va a caer.- Ella deja ir un suspiro de alivio. Una mano enguantada aparece de entre tanta ropa ayudando a la joven a quitarse el gorro. Una melena castaña con hermosos reflejos dorados cae por la espalda del abrigo hasta su cintura. Se quita con sumo cuidado la dichosa bufanda rosada y la enrolla entre sus manos. Ahora puedo ver perfectamente su cara sonrosada por el frío. No debe tener más de dieciocho años, creo, y desde luego muy alta no es. Sin embargo es poseedora de una piel blanca como la nieve, unos ojos brillantes y vivaces y unos labios rosados muy apetitosos. Debo admitir, que la chica es hermosa.

- Cuando al fin se libra de ese montón de complementos me extiende una mano enguantada en color fucsia acompañada de una gran sonrisa navideña, es decir, muy amable y exagerada.

- Me llamo Sakura Kinomoto.- Su voz es dulce y aniñada. Le estrecho la mano dudoso, con una gota resbalando por mi frente.

- Shaoran, Shaoran Li.

- ¡Es el hermano de Fanren!¡Vaya! Que coincidencia. Su hermana es amiga mía. Precisamente iba a una fiesta navideña que ha organizado. ¿Usted también?

- Sí. Por desgracia sí. – Veo su rostro contrariado y noto que he hablado de más.- No me gustan demasiado estas fechas ni sus fiestas.

- Pues es una pena, yo adoro la navidad.

- Sí, claro, no lo dudaba.- Ella debió notar mi tono huraño porqué se giró borrando su sonrisa y se dedicó a quitarse los guantes en silencio.

El reloj fue corriendo y nadie parecía darse cuenta de que el ascensor estaba parado entre el piso 5 y 6 con dos personas dentro. La muchacha a mi lado intentaba sin éxito que su móvil diera cobertura, pero por muchas vueltas que le diera, no había forma de que esas malditas rayitas aparecieran en la pantalla. Kinomoto parecía impacientarse por momentos y se veía a la legua que se sentía incomoda. No había intentado volver a dar conversación y en parte, sólo en parte, me sentía culpable. Aún así no hice nada para empezar una charla amigable. Al rato vi como la muchacha se desabrochaba el abrigo acalorada. Si de rostro era dulce como una niñita, de cuerpo debo decir que era todo lo contrario. ¡Esa joven tenía un cuerpo de diosa! Me sentí incómodo mirando, pero es que tampoco tenía otra cosa que hacer en un ascensor de cinco metros cuadrados. Llevaba una blusa en color plata muy sofisticada que resaltaba perfectamente su abultado pecho y unos pantalones negros ceñidos que lucían sobre sus marcadas caderas. Los pies estaban cubiertos por un par de preciosas botas también en color plateado y negro que hacían conjunto con su blusa y acababan sus perfectas piernas. Un collar negro y blanco destacaba en su esbelto cuello. Parpadee confuso y distraje mi atención mirando insistentemente el botón de alarma.

- Me temo que por mucho que lo mire no hará que salgamos antes. – en eso debo admitir, que el ex montón de ropa tiene razón. Pero es que si sigo mirándola creo que notará que mis ojos no esta atentos a los suyos sino que se pierden por el escote de la blusa.

- Eso supongo.

- ¿Entonces porqué lo mira?

- Por hacer algo, creo.

- No. Lo hace con la esperanza de que de un momento a otro empieza a sonar y así al fin salir de aquí. ¿Sabe que la esperanza es un símbolo de la navidad?

- No me digas.

- Ajá. Por eso me extraña que usted odie la navidad. No tiene pinta de alguien así.

- ¿Y según tu inteligente opinión de que tengo pinta? – la chica me mira con esos ojos verdes analizando mi expresión y concentrada en cada variación del timbre de mi voz.- ¿Qué? No me mires de esa manera. ¿Qué eres tú? ¿Psicóloga? ¿Soy tu nuevo objeto de estudio?

- Pues no. En realidad soy profesora.

- Alumna querrás decir. ¿No me harás creer que tienes más de diez años?

- Pues en realidad tengo veinticinco, veintiséis en Abril.

- ¿Mentir no es un concepto lejano de la navidad?

- No tanto como el sarcasmo. Además, si no me cree le puedo enseñar mi carné de identidad.

- Déjalo, prefiero ahorrarme tu foto, si es como la mía de seguro luce espantosa.

- No es usted muy dulce que digamos.

- ¿Es que lo bueno siempre tiene que ser dulce?

- Y usted que es. ¿Filosofo?

- Contable.

- ¡Ah! Claro… ahora entiendo muchas cosas.

- Ahora creo que tu eres la que esta siendo grosera.

- A espada matas…a espada morirás.

- ¿Eres psicóloga, profesora y además haces refranes?

- No. Los refranes ya existían antes de que yo los conociera.- levanto una ceja como muestra de mi disgusto. Ha entrado como si fuera una oveja y debajo del pelaje me he encontrado un lobo. ¡Hubiera preferido a caperucita!- ¿Y dónde trabaja usted?

- ¿Disculpa?

- He decidido que no voy a seguirle el juego. Si quiere ser rudo allá usted, no pienso rebajarme a su nivel.

- Joder, para no hacerlo ese comentario ha sonado bastante parecido a los míos.

- ¿Y bien?

- ¿Y bien qué?

- Le he preguntado dónde trabajaba. Me ha dicho que es contable pero no en que empresa.

- ¿Importa?

- No, pero me aburro.

- Trabajo en una de las empresas de Toshiba.

- Ahora es cuando usted finge amabilidad y pregunta donde trabajo yo.

- Yo no me aburro, no tengo porqué preguntar. – la veo rodar los ojos en señal de frustración y cruzar los brazos soltando un suspiro. Dejo escapar una sonrisa triunfante y poniendo una de mis voces más sarcásticas le sigo el juego- A ver…¿dónde trabajas?

- En un pequeña guardería de Tomoeda. "Bebé a bordo".

- A ver si lo adivino, es una autoescuela ilegal para bebés superdotados.

- Ja…, ja…, ja.

- Vamos hombre, si era buena.- la chica me mira con tal cara de asco que me recuerda a mi profesora de cuarto. Tenía unas gafas de culo de baso increíbles y la mirada perdida en algún punto de la roña que las cubrían. Sí, es una buena comparación, claro que en versión aniñada y sin gafas con suciedad acumulada en años. Pero mejor me la guardo. Digamos sólo que tuvo que contar hasta diez para volver a sentirse con fuerzas para continuar soportándome. Muestra de ello, fue su gran sonrisa irónica. Cuando creo que ha tomado suficiente aire, vuelvo a hablar. Aunque la verdad no entiendo ni porqué sigo con esta charla absurda. – Ahora en serio, como una chica como tú decide cuidar a babosos calvos.

- Pues supongo que porqué me gustan los niños y porqué necesitaba volver a creer en la magia. Los adultos acostumbran a ver el mundo en tonos grises, pero los niños aún distinguen perfectamente los colores. Así, de tanto en tanto, cuando estas con ellos puedes ver un poco de verde, un resto de rosa y si tienes suerte, a veces puedes ver durante todo un día el cielo de un hermoso color azul.- Vaya… la chica es profunda. A lo mejor si que tiene más de diez años.- Pero llamar a los bebes calvos babosos no es muy correcto, yo creo que es una definición perfecta para una moderadora de un grupo de autoayuda para cerdos machistas o para una residencia de ancianos, sin intención de faltar al respeto.- sonrío un poco ante su ocurrencia y ella parece animarse un poco.- Y dígame, como un hombre con su físico se hace contable?

- ¿qué le pasa a mi físico?

- Pues, no lleva gafas, tampoco usa ropa del siglo pasado, se lava el pelo, no lleva traje, usa un perfume caro y lo más importante, tiene usted la pinta de ser alguien que se divierte mucho.

- ¿Y eso es contrario a los números?

- Supongo que no, pero si dista de la media. Sólo conozco a un par de contables, pero le puedo asegurar que ninguno de ellos tiene vida propia. ¿Usted la tiene?

- Pues depende de lo que consideres tú tener vida propia.

- Con eso me ha respondido. ¿Esta casado? ¿Tiene esposa?

- ¿Y tú modales?

- Vamos, estamos atrapados en un maldito ascensor, pasan de las diez y nadie parece haber notado nada. Deben estar hasta el culo de ponche bailando la conga en el salón. ¡Me aburro!

- ¿Y tu forma de combatir el aburrimiento es meterte dónde no te llaman?

- No creo ser demasiado atrevida al preguntarle su estado civil.

- No. No estoy casado. ¿Me dejas ya tranquilo?

- ¿Separado?

- No.

- ¿Viudo?

- ¿Tienes un número mínimo de palabras que alcanzar antes de la media noche o es que simplemente hablas por los descosidos?

- Me gusta hablar.

- Ya, pues guárdate tus aficiones para ti.

- Uno de los objetivos de la navidad es compartir.

- Se comparte con la gente necesitada, y te puedo asegurar que yo no estoy necesitado de conversación.

- No quería molestarle. Sólo le he preguntado cosas triviales. No le veo el problema. – Suspiro con resignación. Esta chica parece disfrutar irritándome.- ¿O si le resulta un problema?

- Oye, me parece muy bien que creas que la navidad es maravillosa o que gustes de conversar, pero si no te importa yo prefiero el silencio.

Y así, gracias a Dios, la muchacha a mi lado agacha la cabeza y toma la mejor decisión desde su entrada en este jodido aparato. El silencio. Pero no parece llevarlo muy bien. Mira en todas direcciones buscando algo que hacer. Juega con los botones de su abrigo blanco durante un rato pero parece aburrirse. Cambia de distracción y empieza a enroscarse el pelo mientras observa los puntos de luz del techo. Oigo sus suspiros de aburrimiento y frustración en intervalos de aproximadamente treinta segundos. No se que me impulsa a lo que estoy a punto de hacer pero tampoco lo pienso mucho. Dejo mi abrigo en un rincón y me siento en el suelo del ascensor desabotonando los primeros botones de mi camisa. La chica me observa de reojo pero disimula cuanto puede para que no lo note.

- Se llamaba Shara.

- ¿Disculpe?

- Mi mujer. Ese era su nombre. Murió hace poco más de cuatro años.- veo como su rostro palidece y no puedo evitar mostrar una mueca de disgusto. Odio ver como las caras de la gente cambian de la normalidad a la sorpresa y de la sorpresa a la tristeza en tan solo dos segundos para mostrar finalmente un rostro de profunda compasión. Jamás he querido que nadie me compadezca, mucho menos una desconocida.

- Yo… Dios, lo siento. Jamás creí… es decir…

- Lo sé. Borra esa cara de compasión, se que es otro símbolo de la navidad pero me asquea. No tienes porqué compadecerme.

- Yo… lo siento. No era mi intención. – la chica no sabe donde ponerse ni cómo actuar. Muy típico. Pero para mi sorpresa deja su abrigo blanco como la nieve en un rincón junto a la bolsa con el regalo y toma asiento a mi lado.

- Se te va a ensuciar el abrigo.

- No importa. No aguantaba ni un segundo más en pie. – la miro durante un instante. Sigo pensando que es hermosa, aunque también alguien muy peculiar. Y pasan los minutos, todo en silencio. Esta vez soy yo el que se siente incómodo.

- ¿No piensas seguir con tus preguntas?

- No. Usted me ha dicho que prefiere el silencio y tras mi… desafortunada pregunta, creo que es mejor que mantenga mi boca cerrada.

- Tu pregunta no ha sido errónea. Tampoco me ha molestado.

- Pero usted ha dicho que…

- He dicho que dejaras de hablar como una posesa. Pero en vistas de que tenemos para rato y de que estamos muertos de aburrimiento, todo será más soportable que ver el movimiento lento de las agujas del reloj o tus intentos frustrados para distraerte.- Se le escapa una sonrisa preciosa y muy calida que me deja anonado. Hacía mucho tiempo que no compartía tanto tiempo a solas con alguien, mucho menos con una mujer. Y es que hay cosas en la vida que cambian a las personas, cosas que destruyen un alma en dos. A mí me pasó y aún no consigo recuperar todos los pedazos. Aún menos en fechas señaladas como estas, pues debo confesar que si bien a mí nunca me dijeron nada, Shara estaba loca por ellas. Eso ha hecho que aún me guste menos la navidad.

- No me atrevo a preguntarle nada.

- Esta bien, pues voy a hacer un esfuerzo y preguntaré yo primero. – Ella se ríe de nuevo.- ¿Qué te hace tanta gracia Kinomoto?

- Pues que plantea una conversación como si fuera un gran esfuerzo para usted.

- Para serte sincero, lo es. No tengo conversaciones demasiado a menudo con las personas.

- ¿Y eso porqué?

- Bueno, soy contable, no tengo vida social.- mi voz pretende ser de broma pero ella cambia su rostro juguetón por uno de preocupación.

- Yo no quería decir… era sólo una broma… en realidad mi mejor amiga dirige una empresa y también supervisa la contabilidad y no tiene para nada el perfil de empresaria seria y adicta al trabajo. Todo lo contrario. Es la mujer más hermosa que he visto jamás. Y todo lo que tiene de bella lo tiene de jovial. Fíjese usted que tiene la manía de filmarme donde quiera que voy.- Una gota resbala por mi cabeza al reconocer la persona de la que habla tan efusivamente.

- Eso sólo lo puede hacer una persona sobre la tierra.

- ¿Disculpe?

- Tomoyo Daidouji. – La señorita Kinomoto abre los ojos con sorpresa y se acerca a mi exageradamente obligándome a retroceder unos centímetros para no chocar su nariz con la mía. – ¿Puede respetar una distancia mínima?

- ¿Conoce a Tomoyo?

- Por supuesto, es la esposa de mi mejor amigo.

- ¡Eriol! ¿En serio? ¿Y cómo no he sabido nunca de usted? Es decir… Tomoyo y yo somos inseparables.

- Pues no lo sé. Es muy cierto que desde que murió Shara no estoy nunca en Japón. Soy originario de Hong Kong y ahora prácticamente vivo allí.

- Pero aún así… Aunque…ahora que lo pienso… es cierto que Eriol ha mencionado varias veces a un amigo de Hong Kong… si… quizá el apellido fuera Li. Soy un poco despistada con los nombres.

- Y atolondrada. Mala combinación.- la chica frunce el ceño con fingida molestia haciéndome sonreír de nuevo. Es raro ese estado en mí. – Pero cambiando de tema y dejando a parte nuestros amigos comunes, ¿estas casada? ¿Tienes novio? ¿divorciada? ¿viuda?- esperaba una risa tras mis juguetonas preguntas pero en vez de eso la chica deja escapar una sonrisa triste. – Vaya… creo que yo también metí la gamba.

- No… en absoluto. Estoy saliendo con un chico desde hace dos años.

- Pues no pareces muy feliz al decirlo.

- Ya… ¿tiene hijos?- la miro sorprendido por el cambio de tema. No entiendo porqué me lo preguntó a mí si la pregunta al revés a ella le molesta. Es una chica rara, sin duda.

- No, jamás los he querido. Shara tampoco los quería.- llevo los dedos hasta mi mentón mientras reflexiono algo preocupante.

- ¿Le pasa algo?

- Solo pensaba.

- ¿En?

- Pues… no tiene importancia.

- Si la tiene. Cuénteme.

- No…solo pensaba que… jamás había mencionado tanto a Shara con nadie desde su muerte. Es…raro…- La chica muestra una sonrisa tímida y me sorprende no ver compasión en sus ojos. Sólo comprensión.

- Será porqué pensó que era psicóloga.- dejo escapar una media sonrisa. – entonces quizá deba aprovechar para hablarlo con alguien. A veces nos resulta más fácil aceptar las cosas dolorosas si las decimos en voz alta.

- Jamás aceptaré su muerte, sólo me resigno.- La señorita Kinomoto se recuesta en la pared y levanta la vista mientras parece pensar en algo.

- Mi madre murió cuando yo era muy pequeña y apenas la recuerdo. Cuando era una niña muchas veces lloraba porqué extrañaba tener una madre y me dolía jamás haberla conocido. Cuando le decía a mi padre que no era justo y que no me lo merecía porqué yo era una niña muy buena el siempre me contestaba esto; "Las cosas buenas existen porqué existen las malas. A las personas malas siempre les ocurren cosas malas, pues es su karma, pero a veces, a las personas buenas también les ocurren cosas malas. No sabemos porqué, y nos cuesta aceptarlo. Pero debemos entender que sin cosas malas en nuestras vidas no sabríamos lo que es el dolor, ni el sufrimiento, y por tanto no entenderíamos la compasión, ni la pena, ni la nostalgia o el concepto de echar de menos a alguien. No seriamos personas completas"

- Eso no alivia el dolor de los que sufren.

- Eso le decía yo.

- ¿Y que te contestaba?

- Que añadiría mi sufrimiento al suyo si pudiera, pero que si eso fuera posible yo jamás sabría lo mucho que amé a mi madre.

- tu padre era un hombre sabio.

- Sí. Pero yo diría más bien que se le daba mejor girar las conversaciones y ponerlas siempre a su favor para que al final tu asintieras a todo creyendo que te había contestado, pero en realidad jamás pudo explicarme porqué mi mamá tubo que morir y las de mis amigas no.

- Muy cierto.- Sonrío abiertamente. No me puedo creer el hallazgo que he hecho. Una mujer hermosa, lista y profunda. Todo en uno. Eso, amigos míos, no pasa a menudo. Eriol me diría que cuando eso ocurre es mejor no dejar pasar la oportunidad pero… yo jamás lo haría.

- Ya son las once… es muy tarde.

- Si, lo es. A este paso celebraremos las campanadas entre estas cuatro paredes diminutas.

- No diga eso, seguro que nos encuentran antes.

- A ver si lo adivino ¿la fe también es un símbolo de la navidad?

- Pues ahora que lo dice sí. Disculpe pero… se me hace raro hablar tanto rato de usted a una persona casi de mi edad. ¿le importa si le trato de forma informal? Al fin y al cabo usted lo hace.

- Pues…- eso jamás lo permitía. No un Li. – por supuesto.- pero supongo que siempre se pueden hacer excepciones. Sobretodo con una sonrisa y unos ojos como aquellos.

-¡Genial!

- ¿Siempre te emocionas por todo?

- Sí.- vaya, una respuesta sincera.- ¿Y tú siempre tienes ese ceño arrugado entre ceja y ceja?

- Sin duda.

- Es una lástima, luces mejor con una sonrisa. Aunque no te he visto ninguna de verdad. ¿Te explico un chiste a ver?

- Mejor déjalo, no tienes pinta de ser chistosa.- Sakura pone una mueca de niña regañada y sonrío.

- Bueno, esa esta mejor. – parpadeo confuso y entiendo que se refiere a mi sonrisa. La borro veloz, aunque no sé porqué.

- Vaya, si lo sé me callo Shaoran.- Algo remueve mi estomago cuando oigo su voz dulce pronunciar mi nombre. Ella no parece notar mi sobresalto así que intento seguir como si nada.

- Pero volviendo a los temas eludidos y queriendo ser tan entrometido como tu conmigo. ¿Qué tal tu novio? – una vez más una sombra cruza por sus ojos antes brillantes, no me siento culpable a pesar de que debería sentirlo. Pero es que el monstruo de la curiosidad se ha instalado en mi estomago y pide información. Realmente debe haber un gas nocivo en este cuarto o debo haber ingerido demasiado licor en la tarde pues estoy actuando de una forma completamente inusual en mí.

- Pues es alto, de pelo casi plateado y ojos azules.

- Vale… ¿y de carácter?

- Pues… es serio, responsable y muy trabajador.

- Es curioso doña amor, paz y alegría, pues no noto nada de brillo en esos hermosos ojos.- ¿he dicho yo hermosos ojos? Un sonrojo por parte de ella me confirma que efectivamente lo he dicho- ¿Estáis peleados?

- No, en realidad Yue y yo jamás discutimos.

- ¿Entonces?

- No creo que deba comentarlo contigo. No es un tema para hablar con cualquiera.

- No, con cualquiera no. Pero a veces va bien desahogarse para aceptar las cosas.- una sonrisa débil escapa de sus labios al oír sus propias palabras en mi boca.- además, soy un desconocido pero no un cualquiera.

- Supongo que tienes razón.

- Entonces déjame hacer una buena acción para honrar esta navidad y así acabar bien este año horrible.

- ¿Horrible? ¿Por qué ha sido horrible para ti este año?

- No me cambie de tema señorita Kinomoto, a diferencia de tu padre no eres nada buena para girar la conversación y ponerla a tu favor.- Sakura ríe y me siento aliviado. Al fin y al cabo por mi culpa se ha puesto triste antes.

- Eso es verdad.

- Pues cuéntame.

- Pues… Yue y yo nos conocemos de siempre. Es amigo de mi hermano y lo he visto desde niña. Nos llevamos ocho años.

- ¿Ocho años? No es poco…

- Tampoco mucho. En fin, yo siempre había estado enamorada de él. Era el hombre perfecto. Un poco serio, eso sí, pero tenía un brillo especial, y conmigo siempre fue amable. Los años pasaron y un día me atreví a decirle que le quería. Él me dijo que también me tenía mucho cariño y que si podía empezar una relación con alguien esa sería yo. Y empezamos a salir.

- ¿Te tenía mucho cariño?

- Sí…lo sé… cariño no es lo mismo que amor pero… pensé que aprendería a amarme con el tiempo.

- Pero… ¿no ha pasado así?

- Bueno… me quiere mucho pero… no se como decirlo… no hay… pasión.

- ¿No hay pasión?

- No. Supongo que por dentro le gusto mucho pero que exteriormente no soy la mujer de sus sueños. No debo atraerle mucho. Mi físico no es como el de Tomoyo.

- ¿Estas loca? Tienes un cuerpo divino y los ojos más verdes que he visto jamás. –noto un sonrojo en sus mejillas y me doy cuenta que he sido demasiado sincero. – Yo… es decir… no es por físico. A veces hay química y otras veces no. Hay muchas parejas que se quieren pero falta esa chispa entre ellos.

- ¿Tú y Shara erais también una pareja sin pasión?

- No, Shara y yo sentíamos un hambre animal hacia el otro. – otra vez esa sombra en sus ojos. También debe haber aparecido en los míos. A pesar de que han pasado más de cuatro años sigo sufriendo al hablar de ella, y aunque jamás había hablado de temas íntimos con nadie, sabía que si alguna vez lo hacia me dolería aún más. – Supongo que cada pareja es un mundo. Pero lo importante en una pareja es que te llene. ¿Ese tal Yue te hace sentir especial?

- En realidad no. Cada vez nos vemos menos… le quiero pero… no veo un futuro a su lado. No me siento tan fuerte como para soportar todos los días la duda en mi cabeza.

- ¿Duda?

- Sí, la duda de si me ama o no.

- Bueno… la decisión es solo tuya Sakura.

- Me gusta como suena mi nombre en tus labios.- ahora soy yo el sonrojado.- ¡OH, perdón! No quería ser demasiado atrevida. ¿Te he avergonzado?

- No, tranquila.

- Es que tienes una voz hermosa. Apaciguadora y suave.

- Gra…gracias.

- No hay de qué. ¿Y mi voz que tal te suena?

- Aniñada.- otro puchero de niña pequeña.- Y muy dulce. Ideal para ser profesora de guardería. Los niños deben adorarte.

- Eso me gusta pensar.

- Yo creo que no existe ninguna duda. – Y otra sonrisa de anuncio de dentífrico.

- ¿Puedo preguntarte tu edad?

- Tengo 29 años. Camino a los treinta.

- Cinco años más. No los aparentas.

- ¿Eso es bueno, o malo?

- Para mí, que parezco una niña de primaria según tu opinión, supongo que bueno.

- Era una broma. En realidad pensé que debías tener dieciocho más o menos.

- Sí… mucha gente lo piensa… aún me piden el carné en las fiestas. Vaya… ¿eso que veo es una sonrisa señor Li?

- Pues es posible, de vez en cuando se me escapa alguna.

- Pues te propongo uno de tus propósitos de año nuevo. Sonreír al menos cinco veces al día.

- ¿Cinco? Eso es mucho

- ¿Cinco veces es mucho? ¡Yo no puedo ni contar las veces que sonrío!

- Pero tú eres un caso a parte.

- Eso también es verdad. Yue dice que si la gente fuera la mitad de feliz que yo el mundo estaría salvado.

- ¿y tiene razón? ¿Eres feliz?

- Supongo que sí. Tengo a mi familia, a mis amigos y a un hombre que me quiere… quizá no me ame pero…quizá no sea capaz de hacerlo. Es decir…puede que Yue tenga esa capacidad de amor y no sepa o no pueda expresar bien sus emociones. Puede que en verdad si me ame… ¿No?

- No lo sé. Me temo que no puedo juzgar a una pareja que no conozco y aunque fuéramos amigos desde siempre creo que tampoco me atrevería a decidir por ti. Es algo que debes valorar y ver por ti misma.

- Pero tú has dicho que entre tu pareja y tú había pasión.

- No todas las parejas son iguales.

- Lo sé pero… eso es lo que yo quiero en una relación. Pasión…deseo… amor y lujuria. – un sonrojo se posa en sus mejillas haciéndola lucir adorable.- ¿Crees que pido mucho?

- No. No lo creo. – veo una sombra de duda cruzar por su rostro y noto que hay algo que no me ha contado.- ¿Hay algo más, Sakura?

- Pues…- se muerde el labio seductoramente y noto otra vez ese revoloteo en el estomago. – me ha pedido que me case con él.

- ¿En serio? Vaya… ¿Le has contestado?

- Le dije que sí.

- Ya veo… ¿se lo dijiste por compromiso?

- ¡No! Realmente lo sentí así. Yue se esfuerza mucho por hacerme feliz, siempre esta pendiente de mi e intenta ser dulce y tierno cuando estamos solos.

- ¿Intenta?

- Si…me temo que la mayoría de veces le sale el tiro por la culata… es como si no estuviera hecho para demostrar afecto. Pero se esfuerza y eso es lo importante.

- ¿Y ahora te arrepientes del "sí quiero"?

- No es que me arrepienta… es sólo que…

- No le ves futuro.

- Pues… no…la verdad no. Le amo, insisto, pero me veo cansándome de una relación que no me da calor humano. ¿Sabes?

- Entonces, si tienes dudas yo retrasaría la boda por el momento y le comentaría todas tus dudas y miedos. A le mejor los dos descubrís algo.

- ¿Cómo qué?

- A lo mejor ese tal Yue descubre lo mucho que te ama al temer perderte o tú descubres que estas muy sola sin él. O todo lo contrario, a lo mejor ambos o uno de los dos descubre que es mejor así. Dejar todo en una amistad y buscar esa pasión que tanto echas en falta.

- Tengo miedo de perderle…aún le quiero mucho.

- Sí… supongo que es duro. Amar a alguien y saber que no te conviene…

- ¿Has pasado por algo así?

- No…nunca.

- Ya….

- Pero me imagino que es duro.

- Sin duda…

- ¿Le temes a la soledad?

- Más que a nada…

- Sí…es dolorosa. – Sakura me mira con ojos tristes pero de nuevo no veo compasión, ni pena, sólo comprensión.- Pero yo prefiero estar solo mil veces que en mala compañía.

- Seguro que has conocido personas maravillosas y no las has dejado entrar tan siquiera en tu vida, Shaoran. El dolor es muy peligroso. Nos encierra en nosotros mismos y nos hace perder las ganas de vivir. Queremos refugiarnos en nosotros mismos y creemos que si las personas no entran en nuestras vidas no pueden hacernos daño. Es un escudo de defensa pero… me temo que si no entra lo malo…tampoco entra lo bueno.

- ¿Qué intentas decirme?

- Que la muerte de un ser querido es dolorosa, a veces parece insuperable. Pero la gente que vive merece recibir amor. Si tú te niegas a dar el tuyo de seguro alguien, seguramente esa persona destinada a encontrarte, se quedará sin recibirlo. Y no sólo te harás desgraciado a ti mismo, sino también a esa persona.

- Dicho así parece que sentirse desgraciado es un acto egoísta.

- Y en parte lo es. Shara no querría verte triste o sólo. Ella querría verte feliz.

- Tú no sabes lo que ella hubiera deseado. Imagina morir pero no irte, quedarte en presencia y poder ver todo lo que las personas amadas hacen. ¿Te gustaría ver a tu pareja rehacer su vida como si tú no hubieras importado nada?

- Creo que si Shara puede verte, ya sabe de sobra lo mucho que la amabas y lo mucho que aún la amas.

- Pues pienso seguir demostrándoselo hasta que pueda reunirme de nuevo con ella.

- Por desgracia es tu decisión. Pero que no ames a otra mujer no significa que tengas que estar sólo. Hay otras clases de amor Shaoran.

- ¿La familia? ¿La amistad?

- Por ejemplo.

- ¿Y que te dice que no las disfruto?

- Tu soledad…

- Mi soledad sólo tiene una cura y se llamaba Shara. – la veo sonreír tristemente pero no dice nada. Me siento idiota con esa conversación. Por muy pesada que se ponga no tiene ningún sentido. He oído esa charla recriminativa miles de veces en distintos labios. Los de Eriol y Tomoyo por ejemplo, o los de mis hermanas, mi madre o amigos. Pero ellos no lo entienden. Shara murió, y mi amor se fue con ella. Jamás amaré a alguien de nuevo. Ni aunque un ángel cayera del cielo echo para mí. El silencio cae entre nosotros y pasan varios minutos de reflexión.

- Faltan diez minutos para las doce.

- ¿Ya?

-Sí.

- Parece que nos quedaremos aquí sentados. Vaya inicio de año. Sin campanadas, sin uvas ni regalos.

- En realidad no es tan malo. Espera…- la chica empieza a rebuscar entre los bolsillos del abrigo y tras unos segundos de cansada búsqueda encuentra algo y sonríe triunfante. - ¡Ajá! Sabía que los tenía por aquí.

- ¿Lacasitos?- Sakura asiente con la cabeza.- ¿Vas a celebrar las campanadas con lacasitos?

- Nop. Vamos a celebrar las campanadas con lacasitos.

- OH, gracias por compartirlos conmigo. Eres muy amable. –el sarcasmo nace de mi boca de nuevo.

- Vamos, no seas huraño.

- ¿Y como vamos a oír las campanadas si puede saberse.

- Pues… hagamos una cosa… un minuto tiene 60 segundos no?

- Por supuesto.

- 60 dividido entre doce son 5. ¿Me equivoco?

- No, no te equivocas.

- Pues bien, cuando mi reloj marque exactamente las doce menos un minuto comeremos un lacasito cada 5 segundos. Así nos comeremos el 12 a las doce en punto.

- En realidad a las doce menos cinco segundos, pero bueno.

- ¡Vamos! No seas aguafiestas. Empezaremos el año de una forma muy dulce.

- Si… y encerrados en un ascensor. Es perfecto.

- Oye podría haber sido peor.

- ¿Cómo?

- Pues… podría haberme quedado sola en este ascensor, con la luz apagada y sin calefacción.

- Es cierto… pero entonces yo estaría allá arriba hasta el culo de alcohol, con un dolor de cabeza insufrible y evitando a toda mujer que me presentara mí hermana.

- No suena demasiado bien…

- Pues ahora que lo dices…no… no suena muy bien.

- Pero no entiendo…sino tenías ganas de venir ¿porqué lo has hecho?

- Por engaño, mentiras y chantaje emocional.- una sonrisa escapa de sus labios.

- Eso es cosa de Fanren, sin duda.

- Has acertado. ¿No deberías empezar a contar lacasitos?

- Pues sí. A ver…- Sakura se centra en su tarea de contar chocolatinas y yo puedo observarla sin intromisiones. Sus ojos se mueven frenéticamente en la búsqueda de los lacasitos y los dedos trabajan como locos separando y contando los montoncitos. Veo unas cuantas pecas en su nariz que antes me habían pasado desapercibidas y puedo percibir un perfume dulce, como a fresas o cerezas, no lo sé. Pero si sé que apetece darle un mordisco. – Ya está. Estaban justos, que suerte.

- En ese caso espero que no se te haya caído ninguno al suelo.

- ¿Cómo crees? Anda, coge tu montoncito y deja de quejarte.

- Esta bien, esta bien. Vamos a prepararnos para las campanadas que no oiremos.

- Eres cero positivismo ¿verdad? Estoy segura de que han ocurrido cosas buenas en tu vida, sólo es cuestión de perspectiva. Ver el baso medio lleno, o medio vacío. Además, si tanto te molesta no oír las campanadas puedo hacer un ruido similar entre lacasito y lacasito.

- Es igual, mejor no lo hagas. ¿Cuánto falta?

- Seis minutos.

- Sí, definitivamente vamos a pasar las campanadas aquí encerrados. Puedo probar de apretar el botón de alarma otra vez.

- No… es igual. Todo el mundo debe estar con la copa de champán en una mano y las uvas en la otra mirando la televisión. Si la alarma suena les vamos a estropear las campanadas a los demás.

- Eres demasiado generosa.

- Nah, no es eso. Es que no me las quiero perder, aunque sea con lacasitos y con mi voz imitando las campanadas.

- Ya te he dicho, que no lo hagas. Nada de poner vocecitas imitando campanas. Además, podrías atragantarte con los lacasitos y yo tengo el curso de primeros auxilios algo olvidado.

- Esa sería la única forma de conseguir un beso tuyo de navidad, ni muerdago, ni buenas voluntades, ni nada, el boca a boca y eso si tengo suerte y no prefieres dejar que me ahogue.- levanto una ceja con una sonrisa traviesa.

- ¿Es que acaso deseas un beso mío?- me río abiertamente ante el sonrojo de sus mejillas. Sakura gira la cabeza y mira otra vez los números que indican que estamos entre los pisos 5 y 6. – Sí que lo quieres…estas rojita como un semáforo. ¿Con o sin lengua?- Sakura se gira bruscamente y abre los ojos alterada. Ni que fuera una niña, no he dicho una broma tan subidita de tono como para que se escandalice así.- ¿Qué?

- ¡Eres un grosero! Y no, no deseo un beso tuyo. Pero tras las campanadas la gente se abraza y se dan besos navideños, en las mejillas so memo, y no, si puedo prescindir de uvas y campanas, también puedo dejar olvidados los abrazos y los besos.

- ¿Por qué? Si tanto lo quieres puedo abrazarte y besarte. Será divertido verte como farolillo de nuevo. ¿No dices que tengo que ser navideño? Vamos a empezar por ahí.

- Tú empiezas por donde te da la gana, eres un interesado. No pienso dejar que me beses, creído.

- ¿Por qué? Si será divertido.

- ¡Qué no! – sólo le estoy tomando el pelo, obviamente no voy a besarla, aunque pensándolo bien tampoco sería un gran sacrificio, pero ella se ha puesto como una moto, indignada y molesta por mi atrevimiento. – Mira, ya faltan tres minutos.

- También podríamos celebrar las campanadas con besos en vez de con lacasitos. ¿Qué opinas?- Sakura me mira cono los ojos achicados y no puedo evitar reírme de nuevo. - ¿Tan feo soy que no quieres besarme?

- Para tu información tengo pareja, y no voy besando a otros por ahí, menos a desconocidos bordes que odian la navidad y miran sólo la parte negativa de la vida.

- Tranquila niña, que solo bromeaba. No voy a besar a una muchachita inocente, es más, me apuesto a que ni siquiera sabes besar bien. ¿Te besas a menudo con tu "prometido" o vuestra pasión no llega a eso?

- Sé besar muy bien, para tu información, y lo que yo haga o deje de hacer con mi novio no es asunto tuyo.

- No me creo que beses bien… no pareces una chica "apasionada", debes quedarte quieta con los ojos cerrados esperando que tu príncipe recoja un beso de amor verdadero en tus castos labios cerrados. ¿Abres la boca cuando besas?- no se como hemos empezado esta conversación, ni cuando mis bromas se han convertido tan picantes o tan sugerentes, pero me estoy divirtiendo como nunca viendo su enojo, vergüenza e indignación. Todo a la vez. – No, seguro que no. A eso no se le llama beso, se le llama "pico" y se lo dan también los amigos, los padres con sus hijas e incluso entre amigas. No tiene la menor importancia y no me voy a molestar para eso. Pero si quieres una clase de cómo se debe besar a un hombre puedo darte una y quizá así levantes pasiones con tu prometido de hielo.

- ¡Yue no es de hielo! Simplemente…simplemente…

- Simplemente no sabe darte el calor y la caña que una chica joven como tú necesita.

- ¡Eres un degenerado!

- ¡Claro! Si no habéis pasado de castos besos de seguro tampoco os habéis acostado. ¡Eres virgen!- esto esta siendo muy divertido, no recuerdo cuando fue la última vez que me metí con alguien de este modo. Y ella es tan graciosa, ese mohín que hace con sus labios es realmente encantador y a la vez tentador. Si fuera otro y no yo el que estuviera aquí encerrado con ella, de seguro ya se lo habría borrado a besos.

- Yo no…yo no…no soy virgen.- Anda, esta súper avergonzada y parece algo alicaída de golpe, ¿será verdad que es virgen? – Bueno… técnicamente quizá pero… yo no…

- Un momento, un momento, ¿qué es eso de técnicamente? O lo eres o no lo eres.

- ¡Pero es que no lo sé!

- ¿Eh?

- Es qué… Yue y yo nos acostamos una vez pero… el estaba muy ebrio porqué mi hermano lo llevó engañado de copas y yo, bueno… como estaba tan cariñoso no pude negarme, en realidad no quería negarme pero… cuando estuvimos ya…Dios…

- ¿qué? Termina que somos adultos, no me voy a asustar. ¡Claro! ¡No se le levantó!

- ¡Por supuesto que sí! – esta tan roja que temo por su salud. – No es eso es que… cuando…bueno cuando estaba… ya sabes…

- ¿Penetrando? ¿Metiéndola? ¿Acertando en el hoyo?

- ¡Marrano!- sí, esto es realmente divertido, quién me iba a decir a mí que terminaría el año hablando de guarrerias con una desconocida. Y lo cierto es que yo jamás hablo de estos temas pero es que es súper divertido ver sus reacciones.

- ¿Es eso o no?

- Sí.

- ¿Qué pasó? ¿Te dolió tanto que lo dejaste ahí?- Sakura agacha la cabeza avergonzada y muy nerviosa. Parece sentirse tremendamente mal por ello. - ¿Tienes veinticinco años y jamás has hecho el amor?

- Bueno… aguantamos un rato pero al ver que yo lloraba un poco por el dolor Yue paró y…jamás volvió a intentarlo.

- ¿Y no has puesto tú la iniciativa?

- Bueno es que… Yue es muy serio y formal…lo he intentado a veces pero…nunca me atrevo a insinuarlo… me siento tonta y demasiado obvia.

- ¡Es lo más fácil del mundo! Te acercas así, - me acerco a ella y la cojo por la cintura contemplando su rostro perplejo. Luego pongo mis labios en su oreja y le susurro - Y le dices al oído sensualmente, "cariño, quiero que esta noche tu y yo nos convirtamos en uno entre jadeos, besos y fluidos de pasión. Voy ha darte tanto placer que no vas a poder levantarte de la cama en una semana". – Sakura me aparta de un manotazo y noto como todos los lacasitos se estrellan contra mi cara. - ¡Eh! Los lacasitos. ¿Y ahora como vamos a celebrar las campanadas?

- ¡A la mierda las campanadas! Eres un grosero y un maleducado.

- Nah, lo que te pasa es que quieres celebrarlas con besitos y esta es tu excusa.

- ¡No quiero celebrar nada contigo! Yo te cuento mis más profundos secretos confiando en tu persona o más bien siendo presa de un choc de debilidad mental causado por el estrés y aburrimiento de estar encerrados en este maldito ascensor y tu lo aprovechas para burlarte de mí e irritarme con comentarios crueles.

- ¿Crueles? No preciosa, no voy a ser cruel. Prometo que cada beso te hará sentirte especial. Estas cuatro paredes se convertirán en tu paraíso. – vale…el juego se me esta hiendo de las manos, lo digo más que nada porqué la he acorralado contra las puertas del ascensor y estoy tan cerca que me embriaga su perfume dulzón.

- ¡Jamás!

- ¿Jamás? ¿Eso es todo lo que se te ocurre? Nena…soy más fuerte y más ágil que tú, si quiero te besaré hasta dejarte sin aliento. Tranquila, tu novio no se enfadará, es más, seguro que me da las gracias por enseñarte a besar como una diosa.

- Eres el ser más despreciable que conozco. No me extraña que prefieras pasar las navidades encerrado en una fosa que con tú familia.

- En estos momentos prefiero pasarlas en una cama contigo. – Chaval para el carro, esto se te esta saliendo de las manos. - ¿Y bien? ¿Vas a poner resistencia? – Me acerco hasta casi tocar su nariz con la mía y veo el pavor en sus ojos, sin embargo hay algo en ellos, algo extraño…algo que no se descifrar. Y justo cuando ella cerraba los ojos con fuerza esperando sin remedio que la besara, me hecho a reír a carcajada batiente. Ella me mira completamente alucinada y confundida, esta aún más roja si eso es posible y el mohín ha sido substituido por perplejidad. - ¡Serás tonta! ¿De verdad pensabas que iba a besarte? Eres muy niña para eso.

- ¿Co…cómo?

- Jugaba contigo mujer…me estaba aburriendo y eres fácil de irritar. Tendrías que haber visto tu cara. ¡Eres muy divertida!

- ¿Di…divertida?

- En el buen sentido. No me extraña que tu novio no te toque, eres tan adorable que pareces más una hermana pequeña que no una mujer. – Sigo riéndome, como hacía años atrás, cuando no había tristeza en mi alma, y me pregunto que ha pasado esta noche para que mi ser sombrío haya decidido tomarse unas vacaciones. Pero al contemplar el rostro serio de Sakura y su mirada perdida dejo de reír para observarla dudoso.- ¿qué?

- Nada… no pasa nada.

- ¿Qué no pasa nada? Hace unos segundos querías sacarme los ojos y ahora ¿no pasa nada?

- No.

- Yo… oye… si he dicho algo que te ha herido yo…

- No, has dicho la verdad. No puedo culparte por ser sincero.

- Yo no… no entiendo…

- Es cierto, no parezco una mujer, sólo una hermanita pequeña a la que cuidar. En realidad, ese ha sido siempre mi mayor temor. Creo que Yue piensa igual que tú… seguramente todos piensan igual que tú.- Vale, ahora si que metí la pata, es normal en mi porqué soy un insensible cruel y borde pero…esta noche no era ese yo…era más bien mi antiguo yo…el yo que amaba, soñaba y confiaba. Sí… no sé porqué pero… esta noche todo parecía haberse borrado un poco…

- Sakura yo… de verdad que no…sólo era una broma.

- Muy acertada.

- Mira no… de verdad que no opino eso.- levanto su rostro acariciando su menton con mis dedos y miro sus ojos. ¿Cómo puede creer ella que es una niña? ¿no se ha visto? Por Dios, si es tentadora se mire por donde se mire. No la conozco de nada pero, he podido ver varios gestos, varias reacciones, y puedo decir que de ser otra época, de estar años atrás, esta chica me habría encantado. Pero ahora...- Eres muy hermosa, eso lo sabes, eres ingenua pero no tanto. Y de seguro los tíos no te dejan tranquila ni cinco segundos.

- No me importan los tíos que no conozco Shaoran, ni tampoco lo que veo en el espejo, cuando los chicos me conocen pierden el interés por mí. Creo que es por mi carácter aniñado e infantil. No sé…- ¡Esta mujer es tonta! ¿Cómo puede pensar que su carácter frena a los tíos? Vale, es especialmente inocente pero…¿es que acaso eso no es increíble en una mujer? Bueno…es cierto que yo prefiero a mujeres más…bueno…más picaronas y experimentadas pero… seguro que a muchos hombres les volvería loco. A mí me tienta muchísimo y tengo unos gustos completamente diferentes. ¡Imaginate! Pero es que en verdad atraen esos ojos…más aún ahora, son dos lagunas de melancolía, y sus labios… tan carnosos, de un rosa pálido que pide ser sustituido por el rojo de un apasionado beso.

- Sakura…eres tonta.- Ella me mira a los ojos. Parece estar pidiendo algo, no es ayuda, ni comprensión, no se que me pide, pero Dios sabe que quiero dárselo.- Eres el sueño de cualquier hombre.

- Eso no te lo crees ni tú. Como tú eres joven, alto y apuesto y tienes facilidad para decir memeces sexuales sin problemas, crees que es muy fácil conseguir que el sexo opuesto te encuentre atractivo, pero para mí es diferente. Jamás he sabido ligar o atraer. No soy un imán sexual como tú. – sus ojos están observando mis labios, lo puedo notar, no soy idiota. ¿es eso lo que me esta pidiendo? ¿quiere que la bese? Si es así, no veo porqué no puedo satisfacer sus deseos. Es más… creo que eso también convertiría en realidad los míos… sí… - Acaricio su mejilla con dulzura, no sé que me impulsa, ni porqué lo hago. No me entiendo a mí mismo pero, lo deseo. Deseo besarla tanto como ella a mí. Porqué lo desea ¿no? ¿O soy yo que estoy tan deseoso por tenerla más cerca que veo cosas dónde no las hay? Me refreno. No esta bien, ella es joven y hermosa. Yo cumpliré la treintena y hace cuatro años que no me permito sentir nada por nada ni nadie. ¿cómo una chiquilla como ella puede inspirar en mí todo esto? Es igual, siempre estoy pensando en lo correcto. Por una vez dejaré de pensar en el motivo o en las consecuencias y me dedicaré a disfrutar de su boca de fresa. Agacho la cabeza lentamente, ella tiene los ojos entre abiertos y la boca húmeda, Dios, sí, quiero hacerlo. Allá voy.

¡Ding!

Sakura da un respingo entre mis brazos alejándose de mí y yo parpadeo confuso. ¿Qué ha sido ese "ding"? Pero la respuesta llega sola al girarme y notar como las puertas del elevador se están abriendo y cuatro figuras nos observan desde el otro lado. Una es mi hermana Fanren, los dos de más atrás son Eriol y Tomoyo y la otra un chico de cabello ¿plateado? Y ojos grises.

- ¡Al fin! ¿Shaoran estas bien? – no entiendo nada. Estoy descolocado.

- ¿Fanren?

- Hay, que están delirando Yue. Te dije que llevaban mucho rato.- Yue…así que el chico es…

- Sakura pequeña, ¿estas bien? – vaya, el chico frío dice apodos cariñosos. ¿Será tan ciega Sakura con los sentimientos del chaval como consigo misma? La chica se levanta del suelo alterada y toma la mano que le extiende su "prometido". Yo aún no reacciono.

- Sí, solo algo mareada.

- Tranquila, ahora entras y te sientas en el sofá. Yo te traeré un poco de agua. – Yue pasa un brazo por encima de sus hombros y sin mirarme siquiera se lleva a Sakura al interior. ¿Cuándo hemos subido hasta el piso diez? Tomoyo entra con ellos quedando sólo mi hermana y Eriol.

- ¡Shaoran!

- ¡Eh! No grites que no estoy sordo.

- Hay, es que no respondías. ¿Estas bien?

- Sí, sí. Sólo fastidiado. No es agradable quedarse encerrado tanto rato.- mentiroso, si ha sido agradable, aunque tu mismo te lo niegues.- ¿Dónde estabais?

- En la fiesta, ¿dónde sino?

- Vaya, si que me has echado de menos.

- Fanren pensaba que te habías escaqueado, pero al venir Yue y preguntarnos si habíamos visto a Sakura recordó que ella había entrado detrás de ti. Así que pensamos que seguramente había pasado algo como esto. – Eriol entra en el ascensor y empieza a recoger las cosas de Sakura. Yo me levanto y miro a mi hermana.

- ¿Ya han sido las campanadas? – Ella mira su reloj alarmada y tras gritar un "maldita sea" sale corriendo hasta el piso. Por la gente abrazada y sonriente y la gran cantidad de confeti, deduzco que nos las hemos perdido.

- Que putada tío, te has quedado aquí un buen rato. Bueno, al menos has tenido compañía. Quería presentarte a Sakura y a Yue esta noche. Se que no ha sido en las mejores circunstancias pero ¿te ha caído bien?

- ¿Sakura?

- ¿Cuánta gente más había en este ascensor?

- Idiota.

- Grosero.

- Es una chica muy…especial.

- ¿Especial? Vaya… viniendo de ti no se si eso es bueno o malo.

- Es bueno. Me ha caído bien.

- Genial. Sabía que Sakura conseguiría llegar a ti de algún modo. Poca gente es como ella. Adoro hacerla rabiar, tienes que probarlo, es tan inocente… ¿te puedes creer que cae igual que tú en las mentiras de Yamasaki? La única persona que recuerdo caer en sus mentiras como ella era… bueno…

- Era Shara.

- Sí… lo siento… no quería…

- Tranquilo, ya han pasado cuatro años… estoy bien.- Es verdad, ahora recuerdo cuando fue la última vez que disfruté así metiéndome con alguien. Ese alguien era Shara, siempre era Shara. Sin embargo, ella y Sakura no se parecen en nada. No… en nada.

- Bueno… ¡mira! El regalo de Sakura era para ti.

- ¿Eh?

- Si hombre, el amigo invisible. A Sakura le has tocado tú. Toma, ya nos los hemos entregado todos. – cojo el paquete envuelto en fucsia entre mis manos y me siento raro. ¿Amigo invisible? Fanren no me había dicho nada. – ¿Vamos a dentro?

- No yo…yo me voy a casa.

- ¿Eh?

- Despídeme de Fanren.

- Shaoran pero…

No le doy tiempo para que termine la frase, aprieto el botón del ascensor y bajo a la planta baja en completo silencio con el regalo de Sakura entre mis dedos. Me puede la curiosidad y lo abro con cuidado. Es una bufanda en color verde, creo que hecha a mano. Un regalo muy simple, pero encantador. Me la pongo en el cuello justo al mismo tiempo que se abren las puertas. No miro al portero que se acerca con la caja de herramientas y me pregunta como lo hemos arreglado, ni pienso en la fiesta que deben estar montando mis hermanas locas arriba. Sólo puedo pensar en ese par de ojos verdes que han puesto mi noche patas arriba. ¿Pero porqué? Eso…y sólo eso…es lo que no me dejará dormir esta noche.

·······························································································································································································································································································

- ¿Sakura? ¿Te encuentras mejor?

- Si Tomoyo, tranquila. Sólo ha sido una noche extraña.

- ¿Qué te ha parecido Li? Serio y soso ¿verdad? Es que el pobre no ha tenido mucha suerte.

- Lo sé.

- ¿Lo sabes?

- Sí, me contó lo de Shara.

- ¿Qué Shaoran hizo qué? ¡pero si no habla del tema con nadie!

- No sé, conmigo lo comentó. – Tomoyo me mira algo pensativa y puedo deducir que una vez más se esta montando una película en su cabecita. Eriol llega hasta nosotras y deja mis cosas en el sofá. Puedo ver que la bolsa azul esta bacía. - ¿Y el regalo?

- Se lo di a Shaoran. Ponía su nombre y como todos nos los habíamos dado ya…no se quien tiene el tuyo… puede que Shaoran ya que no salió tu nombre entre los paquetes.

- Ah…

- ¿Querías dárselo tú?

- No…esta bien. No importa. Y…¿dónde esta?

- Se ha ido a casa. Él es así, odia estas cosas.- Siento algo parecido a la tristeza al saber que se ha ido, no sé porqué pero…me gustaría verle otra vez… quién sabe… puede que vuelva a Hong Kong y no le vea nunca más. - ¿Ha sido muy duro contigo?

- No…bueno… tiene un sentido del humor algo retorcido y disfruta metiéndose con la gente pero… nada serio.

- ¿Se ha metido contigo?

- Me ha embromado todo el rato que ha podido

- ¿Li? Increíble… no ha hablado con una chica ni dos palabras desde…bueno…

- ¿Desde lo de Shara?

- ¿Te lo ha contado?

- Yo me mostré igual de sorprendida.- Tomoyo y Eriol se ponen a hablar pero la verdad no me importa. Yue se sienta a mi lado con un baso de agua y aparta el cabello de mi rostro con una leve sonrisa.

- ¿Mejor?

-Sí.

- No tenía idea de donde estabas, me has preocupado.

- Lo siento.

- No ha sido culpa tuya pequeña.

- Yue…¿puedo hacerte una pregunta?

- Claro.

- ¿Por qué siempre me dices pequeña?

- Es un apodo cariñoso, ¿no te gusta?

- No es eso…es que siempre me dices así, no me llamas de otra forma. Nunca me dices cariño, o cielo, o princesa. Siempre me llamas "tu pequeña". ¿Por qué?

- Porqué lo eres. Eres mi pequeña y dulce Sakura.

- Ya…

- ¿Estas bien?

- Sí, sí. Tranquilo. Era curiosidad. ¿Podemos irnos? Estoy algo cansada y…

- Sí, por supuesto.

Me despido monótonamente de Eriol y Tomoyo. Oigo sus voces, incluso contesto mecánicamente a ellas pero, en mi cabeza, las palabras de Shaoran retumban una y otra vez. Puede que él quisiera embromarme con sus insinuaciones pero… no puedo negar que por un momento… sentí que quería besarme de verdad. Pero no es posible, seguro que mi deseo por atraer a alguien es tan grande que me parece ver cosas dónde no existen. Sí… es eso. Además ¿qué importa? Seguramente no lo volveré a ver. No al menos en mucho, mucho y mucho tiempo.

Continuará….

Comentarios de la autora: Vale, esto tenia que ser una historia de un solo capitulo, pero como siempre me alargué mucho y he decidido dividirlo en dos. Es una historia inspirada en las épocas navideñas que se nos acercan ya. Espero que les haya gustado y que lean el siguiente capitulo, será el segundo y último capitulo. Les deseo felices navidades adelantadas y les agradezco su atención. Si quieren dejar un review adelante, me encantan y me animan mucho a seguir escribiendo. Un beso muy grande y hasta pronto.

Carrie