Magi no me pertenece. Fic de capitulos cortos -el cel no le deja escribir demasiado asi que piedad y no le maten.
Capitulo 1: Lo que pasa una vez, quizás puede volver a ocurrir
Sindria. El lugar en el que habitaban todo aquel que no era aceptado por su propia nación. Sinbad, el Rey de los siete mares -también conocido como el "galán y mujeriego" de los siete mares- es lo que para su gente se considera un buen gobernante, uno justo, que protegería Sindria, por ende, eso significaba, que el rey Sinbad no sería capaz de cometer un acto que pusiese en peligro a su país. Sinbad amaba al país que con tanto esfuerzo llevaba a la gloria.
El pueblo lo adoraba, especialmente las mujeres.
¿Entonces... por qué...?
Dejavú.
Ja'far corrió hacía la esquina de la habitación, acogiendo al pequeño Aladdin -quien tenía una expresión de haber visto algo que le dejaría un grave trauma con una profunda cicatriz-, el pobre niño se encontraba en un shock profundo.
Masrur cubría con sus manos los ojos de Morgiana.
Alibaba estaba convertido en una estatua de piedra, intentando por todos los medios procesar lo que veía.
Yamuraiha junto a Pisti, cubrían sus rostros con los dedos separados y un sonrojo en sus mejillas; ese par de mujeres parecían... escandalosamente emocionadas. Spartos miro hacía algún punto de la pared, nervioso, repitiendo lo vergonzoso que era encontrarse al rey al que servía con tanta devoción en tal circunstancia. Sharkan, él sonreía, ya se sabía a la perfección de las mañas de Sinbad. -después de todo estos dos eran compañeros de juerga- El resto de los generales se limitaban a suspirar, era siempre lo de todos los días.
Ja'far era él único que parecía notar la gravedad de todo lo acontecido. Así que, con toda la amabilidad del mundo -no sin antes dejar el cuidado de Aladdin a su maestra que ya se preocupaba por la falta de reacciones del joven magi y luego mandar a todos a que desalojaran la habitación- pateo, si, pateo, mando al suelo al rey, quien al caer trágicamente despertó de una, levantándose con gran rapidez, dejando al descubierto su desnudes.
- ¡¿Cómo es posible que hayas cometido el mismo error, Sin?! -el grito del visir resonó entre las paredes, despertando y sobresaltando al cuarto príncipe que trataba de ubicarse, horrorizándose al reconocer el lugar y su estado.
¡Dolía, a Hakuryuu le dolía todo! En especial la zona trasera. Que no le jodan. ¿Por qué le pasaba eso a él?
Como si tener a Judal acosándole no fuera suficiente castigo ya, el destino le mandaba un nuevo desafío mental para sobrellevar.
Sinbad iba, iba a hablar a Ja'far, pero con solo ver a la persona con la que al parecer compartió el lecho, quedo anonadado- ¿Príncipe Hakuryuu..?
- ¡Acabas de traer la desgracia a Sindria, le diste al Imperio Kou una razón para atacarnos! -el segundo al mando gritaba- ¡Pero no, la confusión con la princesa Kougyoku no era suficiente para ti. Debías volver a hacer de las tuyas!
Ya un poco más despierto y con la facultad suficiente para razonar, Sinbad se defendió- ¡No es lo que parece! -sonrió- Seguro y es otra confusión
Ja'far enarco una ceja, e hizo una mueca de disgusto con los labios ¿Eso era enserio?- Yo creo que las marcas en el cuerpo del príncipe hablan mejor sobre tus indebidos actos
Silencio.
Ja'far pretendió seguir regañando, esta vez, al cuarto príncipe- Pero príncipe Hakuryuu, no me esperaba que usted... -¿Ah? ¿Cuándo..?
Oh, oh.
Hakuryuu ya no estaba, el joven ya había emprendido la fuga.
Y, claro también, en conclusión, Sinbad debía de despertar aún más para percatarse de ese detalle.
En otra parte de Sindria, en el mismo palacio real, Kougyoku despertaba. La resaca, la resaca le atacaba como una bestia. La joven princesa bostezo, estiro los brazos, dio un vistazo a toda la habitación que se le fue asignada y suspiro de alivio. No deseaba otro día en el que fuera a despertar en habitación ajena con un hombre desnudo a su lado. Seguro y ella era la única princesa a la que le sucedía semejantes barbaridades.
Ya arreglada y aseada para un nuevo día, Kougyoku abrió la puerta de su alcoba y, apenas lo hizo, la imagen de su primo Hakuryuu con el rostro completamente ruborizado y con una sabana cubriéndole de la cintura para abajo, corriendo como alma perseguida por el diablo fue lo que la recibió.
¿Eh? Esperen ¿Qué?
Luego, el diablo, Sinbad, apareció también frente a ella, corriendo, tratando de darle alcance al pobre Hakuryuu, el hombre estaba completamente desnudo, ¡Sinvergüenza!
- ¡AHHH! -Kougyoku grito, y como buena prima que apoya a su familia -se refiere al escape de su primo-, arrojo el primer jarrón de porcelana fina con el que se obtendría buenas ganancias al ser vendido y con flores, hacía el depravado rey.
Que puntería tan genial, el objeto dio directo a su objetivo.
Sinbad estaba desnudo y desmayado en medio pasillo.
Seguro su grandiosa alteza cogería un maravilloso resfriado que este a su altura, así ambos estarían en guerra. Nada mejor que un oponente digno para el rey.
Tonto.
Se lo merecía.
