LA DECLARACIÓN DE INDEPENDENCIA


Jaim no había creído lo que estaba a punto de pasar allí hasta cinco minutos antes de que el anciano Primer Ministro David Ben-Gurión (1) se hubiera puesto de pie, justo debajo de aquel retrato de Binyamin Ze'ev Herzl (2), el hombre que había hecho posible que la Tierra de Israel estuviese a apenas unas horas de ser un país libre. Jaim Benzekri, la representación de Israel, estaba sentado justo a su derecha, a la derecha de Ben-Gurión, mientras lo miraba como si fuera la reencarnación de Dios. A sus ojos, lo parecía. Al levantarse hizo callar a toda la gente que estaba allí reunida, en el museo de arte de Tel Aviv. A Jaim lo emocionó.

-Eretz Israel ha sido la cuna del pueblo judío. Aquí se ha forjado su personalidad espiritual, religiosa y nacional. Aquí ha vivido como pueblo libre y soberano; aquí ha creado una cultura con valores nacionales y universales...

Al comenzar a hablar, todas las miradas de la sala se dirigieron hacia Ben-Gurión. Era increíble. Para haberse organizado todo apresuradamente y sin demasiada organización, lo cierto es que había mucha gente allí, unas trescientas personas entre políticos, líderes religiosos, periodistas de todo el mundo y algunos ciudadanos. Había dos grupos de sillas, los que estaban frente a la mesa principal, donde estaba sentado el joven país, y los de detrás de la propia mesa. Sumaban catorce asientos. Y todas esas personas, todas a una, se habían vuelto para escuchar hablar al anciano ministro.

La joven personificación de Israel, que aparentaba unos quince años humanos, también estaba prestando toda su atención, y por increíble que pareciera, se había olvidado momentáneamente de que estaba a punto de ser invadido por sus enemigos, aquellos contrarios a que fuera un país libre. Ahora sólo tenía oídos para escuchar.

-...el Primer Congreso Sionista proclamó que los judíos tenían derecho a renacer como nación en su propio país…

Nación. Jaim casi había olvidado lo que era aquello, desde aquel día en que fue invadido por primera vez...hacía tanto tiempo que eran recuerdos borrosos en su cabeza, no podía evocarlo bien en su mente. Lo único que recordaba era que había llorado, porque le habían pegado. Recordaba eso, y que su rey había sido asesinado. Ahí había comenzado su vida de esclavo. Esclavo, porque había sido eso y no otra cosa. Apenas tenía recuerdos de David y de Salomón, a los que podía llamar los únicos que le habían querido y que se habían preocupado por él. Recordaba cuando había sido conquistado por los romanos.

Casi todas las noches lloraba, sintiéndose pequeño, solo y abandonado, (aunque Roma iba a verle con mucha frecuencia, intentaba hacerle compañía y animarle y, muy en el fondo, Jaim, que en ese entonces aparentaba diez años, se lo agradecía), y cuando lloraba, repetía sus nombres continuamente, como si esperara que sus dos reyes fuesen a buscarle y le despertaran de aquella pesadilla. Pero aquello nunca pasó.

Más imperios lo controlaron, y podría decirse que cuando fue ocupado por los turcos otomanos llegó la estabilidad a su tierra, y pudo vivir relativamente tranquilo, pues contrariamente a lo que creía, Sadiq era muy tolerante con las religiones y le permitió practicar abiertamente el judaísmo e ir a donde quisiera, siempre y cuando tuviese bien controladas las rebeliones y actos hostiles.

-La catástrofe que se abatió sobre el pueblo judío, que muy cerca estuvo de erradicarlo de esta Tierra…

Un escalofrío recorrió todo el cuerpo del muchacho. Israel había hecho todos los esfuerzos posibles para borrar de su mente aquellos recuerdos. No lo había visto con sus propios ojos, y se odiaba por alegrarse de ello. Pero aunque no lo había visto, sí había sentido en su cuerpo el dolor y la muerte de cada uno de los millones de judíos exterminados por Alemania. Habían sido seis años de angustia y una agonía interminable que le hicieron querer morirse y suplicar a Dios que acabara ya con aquella tortura y le llamase a su lado. Por fortuna, sobrevivió, y en 1945 todo terminó. Tardó muchísimo tiempo en recuperarse, y todavía hoy, tres años después el cuerpo todavía le dolía un poco si hacía movimientos bruscos.

-Depositando la confianza en "La Roca de Israel" (3), suscribimos esta declaración en la sesión del Consejo Provisional del Pueblo, a día de hoy, 5 de iyar del año 5708 (4).

David Ben-Gurión terminó de hablar y Jaim Benzekri notó que tenía los ojos húmedos por la emoción. Los asistentes empezaron a aplaudir suavemente y sin hacer mucho ruido, pero con sentimiento. La joven nación tuvo que contenerse para no llorar. Entonces Ben-Gurión le miró y le pidió que se levantara. Jaim se levantó, tragando saliva. Su anciano Primer Ministro lo abrazó, y para Israel fue imposible contener las lágrimas. Estaba abrazando al que, para él, sería su tercer rey (5).

-Ahora sólo podrás ir hacia arriba, Jaim. A mí llegará un día en el que Dios me llamará a su lado, pero tú vas a continuar aquí, siendo la nación que desciende directamente de Yahvé. Nunca olvides esto, ¿de acuerdo?

-No, lo prometo -dijo Jaim, entre sollozos, mientras se separaba de Ben-Gurión e intentaba limpiarse la cara a tiempo para que nadie más le viera llorar. Se volvió a sentar, y mientras su jefe continuaba hablando, aunque ya no de declaraciones sino de derogar leyes y cosas parecidas, la mente de Jaim empezó a divagar, pensando en lo que podría ser ahora. ¿Quién le reconocería? ¿Lo haría alguien? ¿Alguien le protegería de la amenaza árabe que negaba su existencia? Esperaba que sí. Ahora que había recuperado su libertad haría cualquier cosa para mantenerla. Cualquier cosa.

De pronto, sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de una suave música. Todos en la sala se habían puesto de pie, y Jaim al verlo los imitó. Aunque nadie le hubiera dicho lo que era aquella melodía, él ya lo supo. Era su himno. Su bandera estaba detrás de él, azul y blanca con la estrella de David, y su himno, aunque suave, retumbaba en toda la sala. Aquella vez no le importó que le vieran llorar.


Hasta aquí este episodio, ahora procedo a aclarar las palabras con números entre paréntesis:

(1) David Ben Gurión fue el primer dirigente del estado independiente de Israel. Ostentó el cargo de Primer Ministro.

(2) Binyamin Ze'ev Herzl es el nombre original de Theodor Herzl, el fundador del sionismo moderno. Su retrato presidía la ceremonia de la declaración de la independencia de Israel.

(3) Es una referencia a Dios, el cual no podía figurar en un documento político.

(4) 14 de Mayo de 1948.

(5) Los dos reyes que trajeron más prosperidad, importancia, poder y riqueza al Reino de Israel fueron David y Salomón. Ben-Gurión es el artífice de la independencia tras más de mil quinientos años de ocupación. Jaim lo considera su tercer rey.