Resumen: Jacob, Bella y Edward son amigos inseparables en el instituto. A Edward le gusta Bella, a Bella le gusta Jacob y Jacob no sabe nada de todo ello… Aún. Si fueras Edward, ¿Qué harías? EPOV. Todos humanos.

Advertencias: Los personajes de Twilight no me pertenecen.

Bueno, pues esta es una nueva historia. Una de las muchas que te pasan por la cabeza y una de las pocas que vuelven una y otra vez a ella. He decidido empezar a escribirla ya, aunque por supuesto, "El color de tus ojos" va a seguir siendo mi prioridad hasta que termine. Pero quería saber vuestra opinión sobre ésta.

Prefacio:

Jacob es mi mejor amigo. En mis primeros recuerdos, a parte de mis padres y de mi hermana, aparece su fea cara llena de mocos. Se lo digo cuando tengo ganas de meterme con él, y él, en lugar de enfadarse, me suele responder que el primer recuerdo que tiene de mí es el de mi trasero pateado por James, el día que no pude marcar aquel gol cantado y nos eliminaron de nuestro primer campeonato de futbol. Soy bueno con el balón, así que le contesto que no me lo creo y se ríe de mí.

A continuación, yo le doy un puñetazo suave en el hígado y él responde de la misma manera, sobre todo si tiene que enseñar musculitos porque están pasando las chicas del instituto, de nuestro instituto.

Eso suele ser a primera hora, antes de empezar las clases, cuando Jacob acaba de llegar con su flamante moto y la ha aparcado a la puerta. Las tías le miran a él: Jessica, Lauren, Ángela, Leah, y un larguísimo etcétera se ríen con una risita tonta al pasar por su lado y miran de reojo sus bíceps y, su moto, que todo influirá.

- Las tienes todas a tus pies-. Le comento en el oído cuando lo abrazo porque Jacob se ha entusiasmado con los puñetazos y, o lo abrazo, o me destroza el costillar entero.

-Ya han pasado todas, podéis dejar de hacer el gallito –escucho decir a una vocecita suave y encantadora. Mi sonrisa se hace amplia a más no poder y completo la frase en el oído de Jacob-. A todas menos a una.

Me separo de Jacob y miro a la recién llegada.

-Bella, cuanto tiempo sin verte.

-Ya ves, desde ayer –dice ella. Esta seria y, aferrada a su carpeta, nos mira con desaprobación.

-Te refieres a que han pasado todas las chicas menos tú, ¿no? –bromeo. Tengo un cosquilleo en el estómago. Para disimular, esbozo mi sonrisa más truhan, torciendo un poco la boca.

-Me refiero a todas, todas. Yo no cuento como "chica" en este caso –responde Bella, pero me mira deliciosamente. Debo trabajar esta sonrisa. Parece que funciona.

-Hola, Bella –saluda Jacob.

La mirada que Bella le dirige a Jacob me llena de envidia, como siempre. Bella es mi amiga, bueno, nuestra amiga. Vino a principio de curso desde Phoenix; se mudó a vivir con su padre, y enseguida los tres nos hicimos inseparables. Se lleva mejor con nosotros que con "las chicas", aunque algunas, como Ángela, la quieren de verdad.

Es tímida, le gusta estudiar, tiene el pelo castaño y los ojos, color chocolate, más bonitos que he visto en mi vida. ¡Ah, lo que daría en estos momentos porque me miraran a mí de la misma forma que están mirando a Jacob! Y el tonto no se entera, y yo no se lo voy a decir, por muy amigo mío que sea porque Bella también lo es, y porque la esperanza es lo último que se pierde.

Yo soy Edward.