Del libro original amo a Cheshire. De toda la novedosa película, lo que más adore fue a éste y su admiración por cierto sombrero. La vería un par de muchas, demasiadas, veces sólo por él xD. Fomentando ese amor, he aquí este fic.

El Gato Cheshire es propiedad de Lewis Carroll y le doy crédito a Burton por el toque que le dio al felino.


Obsesión

Terso en múltiples zonas, duro en algunas otras, ajustado y con forma en donde debía pero terriblemente flexible en donde menos se esperaba...

Su pelaje se erizaba y los bigotes aún le temblaban por entero cuando pensaba en la sensación de aquel sombrero de copa bajo sus patas. Imaginando que lo tenía consigo, entre sueños amasaba el aire cuando dormitaba sobre alguna rama a la sombra pero, y no había día que fuera la excepción, siempre despertaba estirándose añorando ser dueño, amo y señor de aquella belleza.

Desde ese día en que el sombrero rodó hasta los pies de su árbol, tenía la obsesiva necesidad de juntar sombreros.

Algunos tenían fetiches con los zapatos, otros con la ropa, y para él... estaban los sombreros. No, ¿pero a quién le mentía? En realidad, existía EL SOMBRERO y todos los demás eran sustitutos temporales e incompletos del que verdaderamente deseaba.

Así que lo buscaba, e iba tras éste.

-Buen día- primero surgía su sonrisa y luego él –Sombrerero-

A veces aparecía de la nada para ver, a corta pero dolorosa distancia, a su adoración.

Girando en el aire su sonrisa se torcía en una mueca fugaz, cuando notaba al astuto hombre elevar las manos como si temiera que un viento fuerte le hiciera repetir la escena, perdiendo así la cabeza con todo y sombrero.

Y es que él había visto algo, de lo que los otros sólo habían escuchado hablar.

-Ches- éste le saludaba, cuidando su preciada posesión.

Acercándose, y como si de una pata extra se tratara, con la esponjada cola rozaba el rostro del humano.

-¿Por qué tanta alarma?- casi se le escapaba un ronroneo burlón -Sí ya todo está tranquilo, tan pacífico y... vacío... no hay nada- canturreaba la última palabra.

Aquella frase siempre hacía saltar al Sombrerero.

-Oh, no todo. No todo- miraba a un lado y luego al otro, temiendo que algo apareciera de entre las sombras del bosque.

-¡Miauuuuugh!- arrastrando el maullido, él se retorcía fingiendo preocupación.

¡Qué lamentable que el amor de su vida, y no decía en serio lo del lamento, fuera la cordura del hombre que consideraba lo más cercano a un amigo! Si el Sombrerero perdía ese tesoro, sería como decapitarle y dejarle con vida.

Mas, sus orejas se sacudieron...

Tap, tap, tap, clap.

... ese sería el sonido de la cabeza rodando, escaleras abajo, hasta detenerse.

Los ojos vacios del hombre delirante le mirarían mientras él, como atragantado de hierba gatera, acariciaría el sombrero sintiendo las patas cosquillear, ronroneante y con el cuerpo entero entumido de emoción.

Sí, él le daría un buen hogar a ese Sombrero.

Sus orejas se aplanaron y esfumándose lentamente de sur a norte, o lo que era igual de la cola a la cabeza, otra vez permaneció flotando en el aire sólo la sonrisa y el rastro de su semblante.

-Sombrerero- se despidió de éste pero, habiendo algo más importante presente, sus ojos brillantes subieron hacia el forrado y algo maltratado sombrero –Adiós- ronroneó la palabra, al no poder tocarlo, acariciaba el aire con la voz –prrrecioso-

Y así desapareció.

Podían llamarle cobarde o traicionero pero, él tenía sus prioridades y no era su culpa ni responsabilidad el que éstas chocaran con las del resto del mundo.

Tap, tap, tap, clap.

Él, era el gato Cheshire.

~* FIN *~