Los personajes de Card Captor Sakura no me pertenecen, sino a Clamp, y yo no obtengo ninguna ganancia con esto. ^.^

Esta es una historia que no tiene nada que ver con el anime o manga; tan sólo he tomado los personajes y he cruzado varias ideas de libros de ciencia ficción para hacerla.

De todo corazón, espero que les guste.





Capítulo Uno: Visitas.

Daidouji Tomoyo miró a través de la ventana, el paisaje que le ofrecía la campiña inglesa, mientras esperaba pacientemente a su prima.

Era una hermosa jovencita de 18 años, con cabello negrísimo y pupilas de amatistas reflejos. Sus rasgos eran tan perfectos que parecían irreales, y la fineza de su cuerpo se resaltaba en el vestido de seda que llevaba en aquella ocasión.

Nunca se había llevado bien con su prima; y tal vez por eso; aunque su semblante lucia tranquilo, por dentro estaba impaciente. Le parecía extraño haber sido invitada a su casa, cuando usualmente siempre trataban de evitarse.

Y era normal, hasta cierto punto; ya que Kaho Mizuki, su prima, que ahora era, Lady Mizuki; siempre había sido altiva y elegante; además de un poco (más bien, mucho) vana. Kaho le llevaba cuatro años; y, a pesar de ser primas hermanas, nunca lograron agradarse. Tomoyo había quedado huérfana desde bebé; y fue adoptada por su tío: Kinomoto Fujitaka. El era un arqueólogo muy estudioso y transmitió esa pasión a la joven que quiso como a una hija, porque no tuvo propios. Por eso, Tomoyo no tenía nada de vana ni de altiva; vestía la mayoría del tiempo con ropa de hombre, ya que así se sentía más cómoda para trabajar en las excavaciones con su tío; y el ayudante de este; Yukito Tsukishiro, un joven estudiante de 22 años.

Tomoyo llevaba el cabello hasta la altura del hombro y casi siempre recogido. Sus modales eran educados pero bastante alivianados en una señorita de principios del siglo XX. Pero, siendo criada en un ambiente de hombres, era lógico aquel comportamiento. Más, en ningún momento la joven caía en la vulgaridad o malas costumbres. Aún en su aparente falta de etiqueta social, era sencillamente encantadora; fresca y natural.

Todo lo contrario a Kaho.

Kaho era una mujer muy hermosa; tan hermosa, que logró conquistar a un conde y casarse con él. Pero su hermosura terminaba en el terreno físico. Su carácter era arrogante y vanidoso. Su risa podía ser cruel si ella lo deseaba; y su inteligencia solía ser siempre maquiavélica. Pero en la sociedad de Londres, ninguna dama hubiera osado competir con ella; era la reina y señora de aquel círculo efímero y superfluo en el que los nobles ingleses de 1920 se desenvolvían. Tenía a sus pies a todo los caballeros de la corte de Jorge V, además de su esposo, y le gustaba jugar con ellos.

Sin embargo; aún siendo la mujer más codiciada y más hermosa; no estaba satisfecha. Se sentía amenazada en su poder; y no exactamente por las mujeres de la nobleza; sino por alguien en especial. Una jovencita a la que ni siquiera le interesaba entrar en aquella sociedad, una niña a la que ella consideraba estúpida:

Su prima; Tomoyo.

Por eso, aquella tarde, Tomoyo sentía ansiedad ante la invitación de Kaho. Había cambiado sus ropa de trabajo por un sencillo vestido de seda; con el que se sentía más a tono en aquella enorme mansión. Incluso peinó su cabello suelto, para ponerse al nivel de las circunstancias.

Pero no eran cualquier circunstancias.

Hace tres meses, había fallecido el hombre que consideró como un padre; su tío Fujitaka. Y en el lecho de muerte, sonriéndole a su sobrina, le pidió que dejara la actitud de muchacho que tenía y se comportara de vez en cuando, como una damita. Ella lo prometió, aunque odiara hacerlo. Se lo prometió, a pesar de que no tenía la más remota idea de cómo se debía comportar una "damita". También, sonriéndole, el hombre le contó cuál había sido su sueño, y le indicó donde podía encontrar el diario que le relataría a detalle las circunstancias de este.

Tres meses, y aún ella no lo creía. Si no fuera porque sentía la existencia de una vida mejor y plena, después de la muerte, se habría vuelto loca de dolor. Pero su naturaleza exenta de egoísmo le decía que su tío era ahora feliz, total y completamente. Y eso la hacia feliz a ella, al menos la aliviaba del dolor de la ausencia.

Y todo eso le venía al la cabeza mientras seguía esperando la llegada de Kaho, que se produjo casi 10 minutos después.

-Oh!! Cuánto lo siento querida!! Tuve que atender asuntos urgentes. ¿Cómo estás?- Entró sonriendo como siempre y besó a Tomoyo sin entusiasmo. La jovencita reconoció sinceramente que su prima lucía siempre perfecta.

-Estoy bien, gracias; y tú, por lo que veo, no necesito preguntar-

Kaho soltó una risita apropiada e invitó a la otra a subir a su dormitorio. Esto logró que Tomoyo se extrañara aún más pero aún así, la siguió escaleras arriba.

Cuando entraron en la amplísima habitación; Lady Mizuki cerró la puerta con llave y le indicó a su prima un pequeño cofrecito de plata que estaba sobre la cama.

-Tengo algo para ti-

-¿Para mi?...pero...- Ahora si que estaba anonadada, sin embargo, pudo más la curiosidad y se adelantó hasta abrir el cofre, encontrando en su interior un magnifico medallón de zafiros.

-¿Qué.rayos...?- Preguntó, aunque ya se imaginaba la respuesta.

-Dice que combina con tus ojos- Contestó Kaho con aparente amabilidad, en la que Tomoyo percibió una nota de ira.

-Debí suponerlo- Y con un ademán indiferente dejó el regalo en su lugar, encaminándose a la puerta.

Kaho se atravesó.

-No seas estúpida Tomoyo, tu anacrónica dignidad no te servirá en absoluto-

Pero la joven, ya bastante enojada, le dio un empujón para apartarla.

Tratando de mantener el equilibrio, Kaho empezó a reír.

-¿Te vas? Qué pena; yo te tenía una propuesta interesante...-

-Como si me importaran tus propuestas- Contestó Tomoyo, abriendo la puerta.

-Pensé que esta si. Supe que los bancos rechazaron todas tus peticiones- Continuó Kaho, acercándose a la ventana.

Tomoyo se detuvo, girando lentamente hasta dar la cara de nuevo a su prima.

-Deberías dejar de meterte en mis asuntos- Concretó la joven con rabia, deseando infinitamente golpear el hermoso rostro de Lady Mizuki.

Kaho rió aún más fuerte.

-¿Se puede saber que diablos te causa tanta risa? -

-Tu estupidez para empezar. Si fueras más lista ya tendrías resuelto el problema, para llevar a cabo "el sueño de tu vida" y de la de Fujitaka-

-No lo menciones- Ordenó con frialdad Tomoyo.

-De acuerdo, como quieras..sólo te digo que tengo una propuesta interesante para ti..quizás quieras escucharla-

Por un momento Tomoyo se debatió entre el deseo de salir de ahí inmediatamente y reprocharse a solas el haber aceptado la invitación...

Pero por otro lado..

Lentamente cerró de nuevo la puerta; aceptando estoicamente la sonrisa burlona de Kaho.

-Sabía que te quedarías-





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Holas!!!!!!!!!!

Me llamo María, y tengo 15 años...este es mi primer fic y estoy super nerviosa. Recibí un poquitín de ayuda de mi hermana para escribirlo, así que este capítulo se lo dedico a ella.

Si por casualidad llegaron hasta aquí, espero que lo sigan leyendo, prometo subirlos tan rápido como me permita el colegio..

Muchas gracias por leer.

Ah!! En esta historia todos los personajes cambian bastante su forma original de ser, así que espero que les guste.