NARUTO HAKITORI: LAS CRÓNICAS DEL FÉNIX
PRÓLOGO: UNA NUEVA PROMESA
Sakura suspiró. Estaba totalmente agotada. Desde muy temprano el día había sido un no parar. Desde antes del amanecer había estado trabajando en el hospital: atendiendo a los heridos provenientes del campo de batalla, operando a los casos más graves, sanando heridas mortales… Su chackra estaba a un nivel muy bajo, pero por lo menos esta había sido la última operación de su turno.
- ¿Sakura, te encuentras bien?- preguntó Shizune.
- Si, es sólo que estoy cansada.
- Entonces sería conveniente que descansaras. Estás muy pálida.
La muchacha miró al techo. La mortecina luz del quirófano, ahora ya vacío, caía sobre sus hombres dando a su piel un tono más blanquecino casi de un color enfermizo. Sakura aceptó el consejo y decidió volver a su casa para descansar.
Al salir del hospital comprobó como el sol se marchaba dejando paso a la noche en un bello crepúsculo que nada tenía que ver con la batalla que se estaba librando a las afueras de Konoha. No había trascurrido ni una década desde que Naruto pusiera fin a la Cuarta Gran Guerra Ninja cuando la sombra de la guerra volvía a caer sobre el mundo.
"Vendrán otros como yo. Aunque me derrotéis, el ser humano es codicioso y busca ser superior a sus iguales. Mientras esto sea así, Madara Uchiha seguirá vivo". Aquellas fueron sus últimas palabras… ¿Volvería estar detrás de aquella situación?
Tranquila y sin ninguna prisa, reflexionando conforme caminaba, llegó a su casa. Allí sus padres la recibieron cariñosamente y la invitaron a cenar. Ella les devolvió el saludo pero declinó la oferta alegando cansancio. Ya en su cuarto miró una foto que nunca olvidaría. En ella estaba el Equipo 7 que tiempo atrás había estado unido y ahora lo separaba una guerra. Se tumbó sobre la cama y se durmió entregándose a los brazos de Morfeo por completo tan sólo con una débil súplica en sus labios:
"Por favor, que no les pase nada…"
De nuevo se encontraba trabajando pero en esta ocasión eran las cuatro de la mañana. Los heridos no paraban de llegar de la batalla, que según relataban los que en mejores condiciones estaban se estaba viendo a favor de Konoha.
Todo el hospital de Konoha era un caos. Sakura apenas había dormido pues a mitad de la noche varios ANBU habían venido para devolverla a su puesto de trabajo. Y así, llevaba dos horas. Se acercó al mostrador cuando un grupo entró armando un gran revuelo. Un corro se formó en torno a los recién llegados.
- ¡Rápido, rápido! ¡Un médico! – pedía una enfermera.
Sakura corrió a atender a los heridos que venían del frente. Entre el corrillo que se había formado pudo ver a un chico rubio. Entonces se temió lo peor. Corrió a por él, no podía ser… Cuando lo vio se tranquilizó pero este estaba manchado de sangre y en shock. Al lado de él se encontraba un gennin de pelo negro sobre la camilla y otros dos jóvenes ninjas totalmente idos. Una fea herida le cubría todo el lado derecho izquierdo.
- Naruto, Dios mío…
- ¡Sakura-chan!, cúrale…- la interrumpió con las lágrimas en los ojos.
Sakura se dispuso a hacerlo. Se concentró y reunió rápidamente su chackra para poder curar al pupilo de Naruto. Sin embargo cuando ya había comenzado la técnica una de las enfermeras detuvo a la kunoichi indicando que el joven había muerto.
Sakura no le hizo caso. Intentó usar su jutsu curativo. El chackra fluyó hacia el cuerpo del gennin. No ocurría nada. Volvió a intentarlo con más insistencia mientras llamaba a dos médicos más. No sucedió nada.
"Por favor, por favor" rogaba la joven.
Sus ruegos resultaron en vano. Sakura le cubrió con una sábana y al instante su corazón se partió en dos cuando escuchó un desgarrador grito de dolor proveniente de Naruto.
- ¡HIKARU!
Los dos compañeros del Equipo de Naruto comenzaron a llorar. Sakura notó como el dolor le asaltaba también.
- Yo me encargaré de ellos, ustedes prosigan con los demás heridos – ordenó Sakura a los enfermeros.
- ¿De nuevo la guerra llama a nuestras puertas?
- ¿No sirvió de nada el sacrificio de los valientes shinobis que dieron su vida luchando contra Madara?
- Es cierto… Ni siquiera nuestro Hokage ha podido evitarlo.
- La oscuridad vuelve a azotar este mundo…
- Hemos ganado hoy, pero, a qué precio.
Y otro tipo de comentarios fueron los que Sakura evitó para Naruto y sus aprendices. En un cuarto a parte Naruto les sirvió una taza de té y una manta a los pequeños que tras hincharse a llorar se acurrucaron entre el calor de la ropa y se quedaron dormidos, exhaustos del combate.
Naruto no había dicho nada más. Estaba hondamente deprimido y Sakura podía saber que estaba al borde del colapso. Se agachó y se quedó mirando a sus ojos del color del cielo cuando le dio un débil beso en la mejilla. El chico respondió con una caricia y una melancólica sonrisa que al instante desapareció. Sakura se sentó a su lado y le cogió de las manos mostrándole su apoyo.
Habían pasado diez años desde que la 4ª Guerra Ninja terminara. Hacía poco más de seis meses se le habían confiado tres gennin al Hokage, Naruto Uzumaki: Hikaru, Sora y Yuna. Naruto se había esforzado en instruirlos adecuadamente.
Naruto la miró y buscó con la mirada su hombro. Sakura se lo entregó acariciando su pelo mientras lo consolaba. Cuando se hubo tranquilizado le preguntó:
- ¿Qué sucedió, Naruto?
El rubio tragó saliva y soltando el nudo de su garganta se lo contó todo.
- Nos vimos rodeados… Quedaba él, todos los mercenarios que habían contratado estaban huyendo o muertos… ¡MALDITA SEA! Maldita sea, Sakura-chan, se lo advertí les dije: Dejadme al Señor de los Siete Rostros a mí, corran a pedir refuerzos, pero maldita sea la hora en la que les enseñé que lo más importante era el trabajo en equipo. Hikaru tomó la decisión de no abandonarme y… y…
- Y como era lógico, Sora y Yuna también.
- Si, amenacé con convertirlos en sapo pero dijeron: Sensei, respetar las normas es importante, pero luchar por amigos lo es más… ¡MALDITA SEA! ¿Para qué me sirvió controlar el chackra del Kyuubi?
- No es cierto, Naru…
- ¡Sakura-chan! Lo soy. Si hubiera sido fuerte les habría dicho que no pero por qué no lo hice, por qué vi en ellos la esperanza que tanto tiempo yo había guardado. Maldigo todo. Sakura-chan, todo iba bien, comenzamos peleando y vigilé su todos sus movimientos. No estaba dispuesto a perder. Me jugaba mucho. ¡MALDICIÓN! Soy el Hokage, yo debo protegerlos. Y sin embargo, hemos sufrido uno de nuestros peores ataques. Soy el Hokage, el Hokage que no cumplió su palabra: no traje a Sasuke de vuelta…
- ¡Deja de culparte por lo de Sasuke! – le reprendió Sakura, no quería volver a saber de él, pero Naruto parecía que no se lo perdonaba. Ella sólo sabía, o quería saber, que Sasuke había desaparecido tras derrotar a Obito y a Madara
Sakura se imaginó el resto pero Naruto prosiguió su explicación.
- Nos enfrentamos a muerte. Otro cobarde que se esconde bajo una máscara, una máscara de siete rostros. Sakura-chan, fui un estúpido. Utilizó su genjutsu y atrapó a mis alumnos pero yo resistí. Continué peleando contra él. Ni siquiera el modo Kyuubi me permitió obtener una ventaja. Era como si volviera a enfrentarme a…
- ¿Madara? – anticipó Sakura temiendo lo peor.
- No. No lo sé. ¡DIABLOS! Alguien me atacó por la espalda dejándome paralizado.- Sakura se sorprendió. - No sé cómo pero Hikaru rompió el jutsu del Señor de Siete Rostros y se enfrentó a ellos. Obviamente no les costó derrotarlo. Casi a punto de morir, Hikaru utilizó un rasengan impactando en el pecho de de éste liberando a sus compañeros.
- ¿Ellos lo vieron? – dijo aterrada al ver a los gennin.
- Si, vieron como se sacrificaba por nosotros. Con lo que le restaba de energía invocó un sapo que nos trajo hasta aquí.
Los ojos de Sakura se llenaron de lágrimas y entonces abrazó a Naruto con todas sus fuerzas diciéndole:
- Lo siento, Naruto, lo siento tanto.
– Sakura-chan no tienes que sentir mis errores. Voy a resolver este asunto. Soy el Hokage. Mi deber es proteger a la aldea y a sus aldeanos como si fueran mi familia. No les fallaré. La muerte de Hikaru no será en vano. Te lo juro. Acabaré con esta nueva amenaza que es el Señor de los Siete Rostros.
- No hagas estupideces. Por favor, te lo pido por los dos.
- ¿Los dos?
