El Potterverso es de Jotaká.


Este fic participa en el minireto de noviembre para La Copa de las Casas del foro Provocare Ravenclaw.


"GILDEROY"

Por Victoire Black.


Me miro en el espejo y no me reconozco. Es imposible que sea yo. Es imposible que eso sea yo. Todo está mal. ¿Por qué está pasando esto? ¿Por qué a mí? ¿Por qué ocurre? Mis dorados rizos dejaron paso a unos color marfil que se agitan en silencio, como si una suave brisa pasara sobre mi cabeza, sin llegar a despeinarme. ¿Por qué mis ojos me miran vacíos por el espejo? ¿Por qué mi rostro traslúcido está contraído en una mueca de dolor? No puedo evitarlo.

Gilderoy.

La voz se siente como si alguien me hablase al oído. Mi ingrávido cuerpo se voltea con rapidez, pero mis ahora transparentes ojos no ven absolutamente nada más que un corredor vacío.

Gilderoy.

Esa maldita voz vuelve a llamarme, y un escalofrío recorre mi columna vertebral. O lo más cerca a un escalofrío en la columna que puedo sentir siendo un... ¿Qué soy? Sigo sin comprenderlo.

Eres un fantasma, Gilderoy. Eres un fantasma porque siempre estuviste obnubilado por la vida, y no te atreviste a mirar más allá.

No doy crédito a las palabras de esa voz, aunque me ponga los pelos de punta.

—¡¿Dónde estás?! ¡¿Quién diablos eres?!

Mejor será que me preguntes qué soy, Gilderoy.

Eso me descoloca por completo. "Una mierda, eso es lo que eres", pienso responderle, pero esa entidad se ríe antes de que sea capaz de abrir la boca. Comienza como una risilla suave, pero terminan por ser carcajadas las que retumban en mis oídos como si de una campana especialmente molesta se tratase.

Eres deplorable, Gilderoy.

Maldigo en voz alta. Una voz no va a venir a insultarme como si nada. Pero, muy dentro mío, creo que esa voz tiene razón. Y mucha más de la que me gustaría aceptar.

Eres un fantasma deplorable, Gilderoy. Un fantasma que se empeña en aferrarse a la vida como si eso fuera a servir.

Su aclaración no me afecta para nada. Sin embargo, más escalofríos recorren la que ahora es mi figura incorpórea. Tiene razón. Mucha.

Detrás mío, en el espejo, veo un cuerpo manchado con sangre que aún sale a borbotones. Su corazón, destrozado a cuchilladas, está tirado a su lado. Y, pocos pasos más atrás, una cruel figura me observa riendo.

—Estás acabado, Gilderoy —pronuncia esa persona.

Tiene la misma voz que La Voz.

Él es esa Voz.

Él es mi asesino.