Esta es una historia SLASH, YAOI, eso quiere decir que contiene relación HOMBRE CON HOMBRE.
A cualquiera que comente algo homofobico sera invitado a que se vaya a la puta verga y por supuesto su comentario sera borrado.
Resumen:
Merlín, siendo simplemente un adolecente que sufre la prepatoria como los demas no se podía esperar descubrir que el mundo podia ser tan escabroso. "¿Quieres vivir una vida normal, Merlín?- Quebró el espejo con su puño. -Mala suerte.-"
Personaje: Merlín Emrys.
Genero: Romantico, Aventura, Drama.
Advertencia: Violencia, Groserias, Muerte de personaje.
Estatus: En Progreso.
Desclimer: La serie no me pretense, si no la BBC. Solo uso sus personajes para historia inspirada de la cual no obtengo ningún beneficio mas que el de entretener a los lectores.
Ojala la disfruten.
D.W.
Capitulo 1.- El Príncipe En Brillante Armadura.
Merlín era un chico responsable, siempre se levantaba a tiempo, se arreglaba para la escuela sin quejarse, desayunaba lo que sea que su madre le haya preparado y llegaba a la escuela a tiempo, muchas veces incluso con tiempo de sobra, sin embargo hoy había sido un poco diferente.
Su despertador decidió, no despertarlo (ok, había olvidado cambiarle las pilas), se golpeo el dedo chiquito del pie y la cabeza intentado vestirse rápidamente, su madre había salido a visitar a su prima a Elador y no iba a estar toda la semana por lo que solo pudo desayunar una manzana y llevaba veinte minutos de retraso.
Simplemente perfecto.
Agradecía a los dioses que tuviera su siempre confiable bicicleta azul que le llevaba a donde quisiera en la mitad del tiempo o menos. Usualmente no manejaba rápido pero este día era una excepción, lo que lo llevó a casi tres accidentes y tirar a un hombre distraído.
Se tuvo que quitar el cabello negro de la cara varias veces, ya lo tenia ligeramente largo y tendría que cortarlo pronto. Merlín era un chico sencillo en realidad, traía unos jeans rotos en una rodilla por el uso, una sencilla playera roja con alguno que otro dibujo en ella, una sudadera azul rey lisa y unos converse negros. En conjunto bastante sencillo, quizá lo único realmente llamativo eran sus audífonos de dj negros con dibujos en azul que llevaba al cuello, regalo de su tío en navidad junto con si iPod.
Sus ojos azul griceasos se iluminaron al ver la escuela a lo lejos y aceleró un poco más hasta por fin poder entrar al patio vació. Buscó lugar en el apartado para bicicletas, para después de haberla asegurado correr a su salón de clases; el cual divisó al final del pasillo y entro sin siquiera tocar la puerta.
-Un placer, el que se nos una señor Emrys.- Dijo el profesor de historia cruzándose de brazos y viéndolo de manera severa. –Estoy seguro que fue muy difícil encontrar un espació es su apretada agenda.- Varios de sus compañeros rieron ante el comentario.
Con las mejillas rojas por la pena agachó la cabeza. –Discúlpeme, no volverá a ocurrir.
-Eso espero. Tome asiento.
Suspiró aliviado y se dirigió a su asiento casi hasta al frente del salón, juntó a su mejor amiga Guinevere, normalmente conocida como Gwen, la cual le sonrió divertida a lo que Merlín no pudo mas que devolverle la sonrisa.
-¿Qué sucedió?- Murmuró muy bajito la de piel morena.
-Me quede dormido.
Lo miró sorprendido pasándose un mechón rizado detrás de la oreja. -¿Tu quedarte dormido? Eso es algo que jamás llegue pensar escuchar… ¿Qué sigue, te harás un tatuaje?
El moreno bufó molesto sabiendo que su amiga se burlaba de que era "buen chico" en todo el sentido de la frase. –Muy graciosa.
-No, en serio… me alegra saber que te estas volviendo rebelde. Quizás la siguiente vez no entregues una tarea.
-¡Emrys! ¡Coulby! ¿Algo que deseen compartir con la clase?
Ambos se sobresaltaron con la voz del profesor y se limitaron a murmurar un "No" y guardar silenció. No fue hasta la hora del almuerzo que pudieron volver a entablar una conversación adecuada.
-¿Así que no vuelve hasta dentro de una semana?
-Si…- Suspiró algo cansado. No le molestaba estar solo, de hecho era muy bueno para cuidarse, lo único que no le gustaba era mantener limpia la casa. –Tuvo una semana libre del trabajo y fue a visitar a su prima.- Ambos se sentaron en una mesa junto a la venta con sus respectivos almuerzos. –De hecho, te iba a decir que si no querías quedarte este fin de semana conmigo.- Que no le molestara quedarse solo no significaba que le gustara.
Gwen le sonrió algo triste. –Me encantaría, Merlín pero no puedo, mi tía esta de visita y voy a tener que estar con ella y mi papá todo el fin de semana.
-Esta bien.- Murmuró algo triste.
-¿Por qué no le pides a Will?- Sugirió la castaña notando como las mejillas del ojiazul de predian de un ligero rosa.
-¿Pedirme, qué?
Merlín saltó un poco cuando alguien se sentó a su lado y ese alguien pasó su brazó alrededor de su cintura acercándolo mas.
-Will…- Murmuró sonrojado pero sonriendo.
-Hola, amor.- Sonrió el castaño para después depositar un casto beso en los labios de su novio. –Ahora…. ¿Qué es lo que querías pedirme?
-Bueno, yo…- Balbuceaba el pelinegro con la cara prendida.
-Quiera pedirte que si te querías quedar con él este fin ya que su mamá no va a estar.- Gwen sonrió divertida ante la mirada de odio que su amigo le dedico que perdió efecto bajo el rojo de sus mejillas.
El castaño abrió los ojos algo sorprendido y luego sonrió triste. –No puedo, amor.- Suspiro levemente. –Es el concurso de belleza de mi hermana en Albión y vamos a pasar alla el fin de semana, pero creo que regreso el domingo temprano.
Merlín suspiro y se dejó caer su cabeza en la mesa. –Creo realmente no voy a tener nada que hacer este fin de semana.
-Ahora ya vas a tener algo que hacer.- Dijo una voz junto a su mesa haciendo a todos voltear. –Vas a ser mi pareja para la fiesta del sábado.
-Morgana.- Saludaron la castaña y el pelinegro mientras que Will solo frunció el ceño.
Junto a ellos estaba una de las chicas mas populares de la escuela, Morgana LeFey. Cabello negro, largo y brillante; cuerpo delgado y bien proporcionado y una apariencia que gritaba clase y estilo.
Los tacones de la chica resonaron en el piso mientras le daba la vuelta a la mesa para poder sentarse junto a Merlín. –Asi que arréglate y paso por ti a las siete en punto.
Gruño un poco. –No se, Gana. Sabes que yo no hago fiestas.
-Eso es justamente lo que vamos a cambiar, pequeñin.- Le revolvió el pelo haciendo que la viera de mala manera.
Will bufó molesto y Morgana le devolvió una mirada de desagrado.
-Vaya, ya llego el resto de la caravana.- Mustió el castaño molesto viendo a la entrada de la cafetería, haciendo que los otros tres le siguieran la mirada.
Atravesando la puerta del comedor estaba el resto de la realeza de la escuela; empezando por el rey: Arthur Pendragon. Alto, de cabello dorado y ojos azul cielo, cuerpo musculoso y delgado, espalda ancha, capitán del equipo de americano y básicamente el sueño de prácticamente cualquier chica de la escuela; lo cual lo convertía en el cliché mas grande del mundo, según Merlín.
Por supuesto que es un rey sin su corte. Juntó a Arthur iban sus mejores amigos: Lancelot Cabrera: tranquilo y amable, mejor promedio de la escuela y presidente del consejo estudiantil; Gwaine Macken: alegre, bromista, coqueto, playboy por excelencia y capitán del equipo arquería y por ultimo Percival Hopper: serio, distante, callado y campeón de artes marciales.
-¡Mer!- Grito un alegre pelilargo acercándose a su mesa, sacándole una mueca entre divertida y molesta al pelinegro.
-Hola, Gwaine.- Sin embargo le dedico una linda sonrisa.
-¿Qué te parece si saliendo vamos al cine solo tu y yo?- Le dijo coquetamente.
Antes de que Merlín pudiera hablar su novio se levanto de su asiento y alejo al otro de un empujón.
-¿¡Cuantas veces te he dicho que dejes de coquetearle a mi novio, Macken!- Rugió molesto.
El aludido solo alzó las manos en señal de paz y le sonrió divertido. –Relájate, Dempsie.- Se cruzó de brazos y lo miro con aire superior a pesar de ser un año mas abajo que él. –Pensé que Mer se había dado cuenta que tu eres un pobre diablo y te había dejado, pero puedo esperar.
-Tu, desgraciado de mierda…
-¡Will!- Merlín detuvo a su novio del brazo antes de que golpeara.
-Deja de hacerte el tonto y vamos, Gwaine.- Hablo Arthur con autoridad resonando en su voz. –Tenemos mejores cosas que hacer.
Tanto Merlín como Morgana bufaron con burla. –Idiota pretencioso.
El rubio le devolvía la mirada al para. –Tarados.- Se dio la vuelta y el resto de sus amigos lo siguieron a su habitual mesa.
-Adios, Mer Mer.- Le dio un beso en la mejilla antes de alejarse. -¡Ah! ¡Por cierto! Se cancela la practica de hoy.- Agregó alejándose.
-Menos mal.- Murmuró el castaño molesto.
El pelinegro solo negó con la cabeza. –Sabes que solo lo hace para molestarte, Will. Si no respondieras no lo haría.
-Si no le dijera nada ya te hubiera violado.- Respondió con veneno haciendo que su novio se sonrojara.
-Todos ellos son una bola de idiotas con demasiada testosterona.- Dijo Morgana viendo distraídamente la ventana. –Excepto Percy y en especial el prepotente de Arthur. – Cabe destacar que es su hermanastro.
-No creo que Lancelot sea tan malo.- Dijo Gwen recibiendo tres paredes de miradas y sonrojándose. –Bueno, e-eso parece.
La mano con perfectas uñas francesas dio golpe en la mesa. –Solamente hay una persona peor que ellos y es…
-Vivian.- Acabo Merlín por ella viendo sobre su hombro haciendo que una vez mas todos miraran hacia la entrada.
Por la puerta iba entrando el mismo diablo encarnado, la archi-nemesis de Moragana, Vivian Moffett: capitana del equipo de porristas, rubia plástica y perfecta, maldad pura; en otras palabras, zorra de clase y como siempre la rubia se iba a sentar con Arthur y sus secuaces, seguida de sus asistentes que realmente nadie conoce ya que cambian cada semana.
-Aun no puedo creer que siga tras tu hermano, Morgana.- Comento la castaña.
La pelinegra dejo de matar con la mirada a Vivian para mirar a su amiga. –Eso es algo que le doy al idiota, no se ha dejado engatusar por la señorita-pechos-de-piedra.
Merlín sonrió divertido. -¿Crees que tenga miedo de contagiarse de algo?
-Seguro.- Contesto Morgana.- Con Vivian solo basta con caminar junta a ella para contraer herpes.
Todos en la mesa rieron para después empezar con sus almuerzos que ya se habían empezado a enfriar.
No fue que hasta que Merlín iba caminando de regreso a sus casa que se sintió realmente triste. Su novio se había ido de viaje, su mejor amiga iba a estar ocupada todo el fin de semana empezando desde hoy y Morgana había tenido… algo que hacer.
-Vaya amigos.- Mustió no realmente triste. –Y vaya forma de empezar una tarde de viernes.
Un suspiro escapo de sus labios y miro la bicicleta que llevaba junto a él. Justo después de haber salido de clases se encuentra con la llanta de su bicicleta completamente ponchada por lo que ahora la tenía que llevar a la pequeña tienda que quedaba del lado opuesto a su casa.
Había decido tomar un pequeño atajo y caminaba entre callejones tarareando una canción que había escuchado el otro día en el radio. Tuvo que acelerar el paso ya que estaba empezando a nublarse, además de que estaba algo solitario el lugar.
Solo tenía que dar vuelta en la siguiente callejuela a la derecha y todo derecho salía a la avenida principal.
Se detuvo en seco.
Frente a él, estorbándole el paso estaban tres sujetos probablemente un poco más grande que él, los tres con sudadera grande y floja y casi no se les podía ver la cara. Tragó en seco y siguió caminando mirando al frente, solo pasaría junto a ellos tranquilamente sin siquiera voltearlos a ver.
A la mitad del camino los tres sujetos voltearon a verlo y le sonrieron. Nada amistosamente.
Merlín empezó a sudar frio y dio un par de pasos hacia atrás. Un escalofrió le recorrió la espalda al notar que estos caminaban hacia él y uno de ellos tenia un bate de madera.
-Mierda.- Pensó el pelinegro retrocediendo pero un sonido detrás de él lo hizo girar y sintió como el corazón se le detenía.
Otros dos parecidos al grupo caminaban hacia el con la misma sonrisa.
Mientras ellos seguían avanzando él siguió retrocediendo pero esta vez hacia los lados hasta su espalda choco contra la pared y lo único que lo separaba de uno de ellos era su bicicleta.
El que tenía enfrente poseía unos ojos cafés muy oscuros casi negros y de la gorra de la sudadera alcanzaba a distinguir unos mechones rojos. Le sonrió aún más a Merlín y toma la bicicleta para después lanzarla a un lado.
-Pero que tenemos aquí.- Murmuró el pelirrojo casi sobre la cara del pelinegro haciendo que este temblara de terror. –Un gatito, perdido.
-Yo-Yo… s-solo…- Fue callado por el frío de una navaja que estaba siendo apuntada a su garganta.
-Shhh.- Le digo el pelirrojo. –No tienes que decir nada, gatito.- Los labios rozaron los contrarios. –Yo seré el que hable aquí ¿De acuerdo?
Con los ojos vidriosos el pelinegro asintió. No entendía que estaba pasando, él no los conocía, no había hecho nada para enfadarlos y ni siquiera se veía como alguien de dinero.
-S-Solo traigo unos cuantos d-dólares… y-y… mi celu-
Se calló al sentir la navaja en sus labios, sus ojos abiertos con terror.
-Te dije que yo era el que iba a hablar, aquí gatito.- Gruño en su oído. –Si vuelvo a escuchar otro sonido de ti, te voy a cortar los labios.- Remplazo la navaja por sus labios sin realmente hacer presión. –Lo cual sería una pena, ya que son realmente preciosos.
Antes de que Merlín siquiera pudiera pensar en algo más el pelirrojo agarro sus dos manos y con una las sostuvo sobre su cabeza.
-Ahora…- Siguió hablando sobre los labios del otro. –Vamos a divertirnos un rato.- El resto del grupo rio divertido.
Las lágrimas empezaron a caer al sentir como la punta de la navaja bajaba por su cuello y luego por su pecho y como esta iba cortando su playera. Sus ojos azul-griceasos se abrieron con miedo.
-Acaso me va a…- Un escalofrió le recorrió la espalda y apretó los ojos con fuerza. No, tenia que hacer algo. ¿Pero qué?
Cuando la navaja había acabado de cortar su playera sintió como el agarre en sus manos se aligeraba un poco y fue que sin pensarlo le soltó un rodillazo al pelirrojo logrando que este lo soltara por la sorpresa y el dolor y pudiendo correr hacia la salida del callejón; pero apenas dados unos cuantos pasos sintió como lo agarraban de su chamarra y lo jalaban y a pesar de que se logró zafar de la prenda alguien le tiró al suelo y lo apreso con su peso y sus manos.
-Me sorprendiste, gatito.- La voz del pelirrojo le hizo temblar de miedo. –Pero esta vez no te vas a escapar.- Una lengua en su oreja logro sacarle otras lágrimas y un grito ahogado. –Ahora me agradas más.
Volvió a sentir la usual navaja en su cuello lo que logro que dejara de forcejar.
-Por favor… no…- Murmuró entre sollozos.
-No llores gatito.- El pelirrojo le dijo divertido a la vez que le dio un beso en el cuello. –Prometo que te divertirás.
-¡Oye!
El grito inesperado hizo que todos los presentes alzaran la vista para toparse con una silueta disfrazada por la luz detrás de esta.
Merlín aprovecho la distracción del pelirrojo para pegarle en las costillas y zafarse del agarre, pero una vez mas este reacciono agarrándole un tobillo.
-No te escaparas, gatito...- Antes de que pudiera seguir recibió una fuerte patada en la cara haciendo que soltara al pelinegro que se arrastró hasta la pared y quedarse ahí temblando de miedo.
El pelirrojo se levanto acariciándose la mandíbula y escupiendo algo de sangre.
-¿Así que tenemos un héroe?- Bufó con burla. -Sera mejor que te vayas ahora que tienes oportunidad, güerito, antes de que salgas lastimado.
Fue hasta ese momento que Merlín recayó en su salvador y sus ojos se abrieron con sorpresa y quedo boquiabierto.
El rubio devolvió el bufido y sonrió de lado. -¿Crees que me asustas, imbécil?
El pelirrojo solo hizo una seña y uno de los que lo flanqueaban se lanzo contra el héroe con bate en mano.
-¡Arthur! ¡Cuidado!- Grito Merlín al ver la velocidad del otro pero antes de que si quiera pudiera decir algo mas se escuchó un golpe seco que resonó en todo el callejón seguido de una mitad del bate de madera golpeando el suelo.
Todos los presentes vieron sorprendidos a Arthur apuntando la punta de un florete a la garganta del que lo había atacado.
-Te sugiero que te vayas antes de que salgas seriamente lastimado.- Se burlo el rubio.
El pelirrojo chasqueo la lengua molesto. -No vale la pena perder el tiempo.- Hizo una seña. -¡Vámonos chicos!- Todos se apresuraron a salir del callejón, dejando al pelirrojo que le sonrió a Merlín. -Nos vemos, gatito.- Seguido de un giño para después escapar.
El pelinegro que quedo viendo por donde se fueron los delincuentes temblando un poco.
-Simpáticos tus amigos.- Fue la voz del rubio que saco a Merlín de sus pensamientos y fue cuando noto como este enfundaba su arma para después guardarlo en un estuche negro que llevaba al hombro. -¿Te encuentras bien?- Se acercó a él con una mirada preocupada que le sorprendió.
-S-Si...- Se levanto con ayuda de Arthur. -Gracias.- Dijo sinceramente. Sintió una mirada fija en su pecho y no pudo evitar sonrojarse cuando se dio cuenta de que su pecho estaba descubierto.
-Toma.- El rubio se quito su chamarra roja con el escudo de la escuela pasándosela a Merlín.
Le agradeció en silencio y se cubrió rápidamente aun con las mejillas prendidas.
El rubio lo miraba fijamente incomodándolo aun más. –Si que sabes como meterte en problemas; Emrys.- Levantó la bicicleta del moreno.
-No fue mi culpa.- Se defendió frunciendo el ceño. –Yo solo estaba cruzando.
Arthur miró a su alrededor con la ceja alzada. -¿Tenias idea que estos callejones son muy peligrosos?
En respuesta bajo la mirada apenado. –Bueno… no…
El rubio soltó un suspiro para después empezar a caminar fuera del callejón aun llevando la bicicleta. –Vamos, no tengo todo el día.
Merlín lo vio incrédulo. -¿Pero qué?- Alcanzó al rubio. –Espera, yo no…
-No te puedo dejar solo, ahora.- Le cortó sin voltearlo a ver. –Esos tipos pueden regresar al verte solo otra vez.
El pelinegro no supo que contestar y solo se limitó a suspirar y seguir al rubio. No pudo evitar mirar sobre su hombro e instintivamente se acercó al rubio. Concentro su atención en Pendragon; la verdad era que se la había hecho bastante extraña la oferta de este ya que nunca se habían llevado bien, de hecho habían tenido varias peleas a lo largo del año.
No se había percatado que se le había quedado viendo hasta que una mirada azul brillante se enfrentó a la suya enmarcada por una ceja alzada y su respuesta fue sonrojarse y desviar la mirada.
Después de unos minutos en un incomodo silencio, Merlín no aguanto mas. –A todo esto ¿A dónde vamos?
-Me vas a acompañar a mi práctica de esgrima.
-¿Practicas esgrima?- Preguntó asombrado recibiendo una ceja alzada y una mirada de circunstancias. Un sonrojo regreso a sus mejillas recordando hace unos momentos. –Oh… es verdad.- Se rasco la mejilla algo incomodo. –Eres bueno.
El rubio soltó una leve carcajada dejando que la conversación muriera nuevamente. Después de unos minutos mas se detuvieron frente a una sencilla casa cerca del centro.
Los ojos azul claro examinaron el lugar y estaba algo sorprendido. Honestamente esperaba alguna clase de club elegante con la puerta de oro, el piso de mármol y cosas así que al Pendragon podrían gustarle; pero no. Lo que encontró era un portón de madera pulida que parecía algo viejo.
Arthur tocó el timbre dejando que el zumbido siguiera por varios segundos hasta que una voz respondió que esperaran. A los pocos momentos abrió la puerta un hombre que seguramente no pasaba de los cuarenta pero ya con algunas canas en su largo, atado y negro cabello. Una barba, igual algo canosa, adornaba su cara y unos ojos chocolates miraban vivos a los recién llegados.
-¡Arthur, muchacho!- Le saludo con una sonrisa moviéndose de la entrada para dejarlos pasar. –Pensé que ya no vendrías.
-Disculpe maestro.- Respondió el rubio con amabilidad que Merlín no lo creía capaz de tener. –Es que mi amigo…- Lo señalo con un cabeceo. -…tuvo algunos problemas y me detuve a ayudarlo.
El hombre miró con cierta preocupación entre ambos y luego enfocó su mirada al pelinegro. –Nada grave, espero.
Pero antes de que si quiera pudiera abrir la boca para responder el otro le corto. -Nada que no pudiera manejar.- Una sonrisa ladina en sus labios.
-Arthur…- Empezó el "maestro" frunciendo el ceño y con tono de reprimenda, sin embargo el aludido lo corto encogiéndose de hombros.
-Nada serio, lo juro.- Empezó a caminar hacia la casa. –Sera mejor que empecemos que se esta haciendo tarde.
Fue hasta entonces que Merlín reparo en el lugar. Detrás del alto muro había un pequeño jardín con unas cuantas plantas y un corto camino de piedras que llevaban a una casa que no podía pasar de los dos pisos y que de hecho lucia algo estrecha y también notó como el jardín parecía rodear toda la casa al ver como Arthur caminaba por un pasillo enmarcado de bamboo que se extendía junto a la casa.
-¿Así que tu eres amigo de Arthur?- La voz del hombre lo saco de sus pensamientos.
-Eh… si…- Contestó algo inseguro pero aun as le sonrió.
-Kilgharrah Hurt, un placer.- Le extendió la mano con una sonrisa. –Pero si mi nombre es muy complicado para ti, puedes solo llamarme Maestro Hurt.
El pelinegro le devolvió el saludo sintiendo el firme agarre del hombre, sin embargo no pudo evitar encarnar una ceja. –Merlín Emrys.
Por un segundo juro ver algo brillar en los ojos chocolate pero fue tan rápido que pudo estar seguro, de lo que si esta seguro es la sonrisa divertida y misteriosa que le estaba dando el Maestro.
-Vamos, que Arthur se desespera con facilidad.- Empezó a caminar por el mismo camino que el rubio había tomado hace poco con Merlín detrás de él. –Es la primera vez que trae algún amigo, debes agradarle bastante.
El otro abrió la boca para responder pero enmudeció al ver lo que había del otro lado del pasillo.
Un enorme jardín rodeado de los altos muros blancos, con flores de colores a todo su alrededor y varios árboles de cerezos y jacarandas esparcidos por todo el lugar, además de lo que parecía ser un pequeño estanque rodado de piedras de rio y justo al centro había un circulo de tierra enmarcado igual por piedras de rio; sin mencionar el canto de varias aves que ambientaban.
-Me dedico a la jardinería en mis ratos libres.- Le dijo el maestro con una sonrisa para después encogerse de hombros. –Un pequeño hobbie.- Camino hacia la arena donde estaba el rubio parado con cara de molestia, dejando atrás a un boquiabierto pelinegro.
Cuando salió de su estupefacción caminó hasta la jacaranda mas cercana a lo que parecía ser una arena, aun asombrado de como el rosa y el morado adornaban el lugar. Dejándose caer al suelo y recargándose en el tronco observó al par.
El Maestro Hurt tenia una espada parecida a la de Arthur que había sacado de quien sabe donde y el rubio tenia la propia; ambos con la misma pose: viéndose ligeramente de lado, un brazo detrás de la espalda y el que sostenía el arma ligeramente estirado hacia el oponente.
-¿Vamos a comenzar por fin?- Preguntó Pendragon algo irritado.
-Empecemos con un breve calentamiento.- Sonrió divertido.
Merlín vería la escena con bastante asombro, nunca había visto una práctica de esgrima. Un pequeño cosquilleo en sus manos le hizo rebuscar en su mochila y sacar su cuaderno de dibujo y lápiz HB.
Procurare actualizar la historia cada semana.
Por cierto, me gustaría que alguien fuera mi Beta Traductor para hacer esta historia en ingles. Domino muy bien el idioma pero mi gramática es algo… decadente, además de que no me da tiempo, así que alguien interesado envíeme un PM.
Gracias.
D.W.
