Disclaimer: Nada me pertenece todo es propiedad de J. K Rowling.

Aclaraciones: Esto es en parte un AU donde la tecnología forma parte de Hogwarts. No cambié la perspectiva del mundo que nos dio Rowling, solamente le agregué wifi al asunto. No encontrarán nada extravagante, ni cosas fuera del ámbito que se lo conoce y traté de ser lo más canon posible con las personalidades de los personajes. Simplemente escribí un "que hubiera pasado si los magos usaran las mismas cosas que nosotros sin cambiar sus costumbres". En su mayoría traté de poner humor, no todos como ya verán. Nada más. Eso sí, ships y/o insinuaciones son a mí gusto.

Drabbles independientes -algunos- divididos en categorías según se trate el personaje: Estudiantes, miembros de la Orden del Fénix y Mortífagos.

Esperando que no se les desconecte el módem y puedan disfrutar, los dejo sin más con esta locura que salió una tarde de marzo con una grandísima amiga a la que va dedicado este fic y a la que no diré más cosas de las que ya sabe. Que son muchas y muy lindas. Te adoro, pequeña.

Sin más, arrivederci.


Estudiantes.


Draco Malfoy

San Potter. ¿Cómo podía ser posible que tuviera más amigos que él? ¿En que universo? ¡El amigo de los sangre sucias y traidores! Como esa Granger y el pelirrojo Weasley. ¿Alguien había visto el patético aparato que usaba el pelo de zanahoria? ¡Era de la época de la Santa inquisición, más o menos!

Draco Malfoy volvió a abrir su cuenta de facebook. Pansy había vuelto a firmarle el muro con un corazoncito. Hizo una mueca. Últimamente había comenzado a sospechar que Parkinson comenzaba a sentirse atraída por por él aunque desde ya no era mutuo. No le gustaba, o no todavía, porque aunque fuera guapa tenía otras cosas en la mente que la falda de las chicas.

—A veces pienso que estás un poco obsesionado con Potter —le dijo ella un tarde en que él no aceptó su invitación de ir con ella al Lago.

—¡Claro que no! —bramó Draco yéndose de allí.

Pero sí lo estaba. Potter de acá, Potter de allá. Que si Potter había publicado algo, que si Potter había sido elogiado por atrapar la Snitch, que si Potter había cambiado su portada o que si Potter usaba calzoncillos negros.

Sacó su teléfono móvil táctil y de última generación del bolsillo de su túnica y deslizó su fino dedo para abrir la aplicación que él quería. Harry no lo había aceptado como amigo en Facebook -así como tampoco había aceptado ser su amigo en primer año - por lo cual para ver las cosas de su enemigo había tenido que crearse un perfil falso. Merlín sabía las horas que había gastado por las noches mirando las cosas que publicaba el Gryffindor.

Pansy Parkinson no había sido la única que pensaba que lo de Draco ya había sobrepasado el límite de la obsesión. Algún malpensado creería hasta que el rubio podría estar enamorado del otro. Pero no… Por supuesto que no.

—Un día me dirás que lo amas —bromeó Nott con una sonora carcajada que se vio aplacada por un hechizo que le lanzó Malfoy con el ceño fruncido.

No, Draco jamás se fijaría en San Potter. Nunca.

Esa noche, como para que cualquiera le dé la razón a Nott, bajo las mantas de su cama, volvió a mirar el de perfil de Harry.


Harry Potter

—¿Otra vez, Harry?

Hermione puso los ojos en blanco mientras volvía a concentrarse en la tarea de Astronomía y Ron trataba de copiársela sin mucho éxito aparente porque la mirada furiosa que ella le dirigió hizo que el pelirrojo se apartara.

—Planea algo… estoy seguro. Debería investigar.

—No creo que pueda planear nada, Harry —contestó esta vez su mejor amigo, dejando de lado su pluma.

—Ya sabes de quién es hijo, veo perfectamente normal que pretenda hacer algo. ¡Es un Malfoy!

—Harry, ¡ya basta! ¡Eres compulsivo cuando de Malfoy se trata! —intervino de nuevo Hermione, golpeando al mismo tiempo la mano de Ron que intentaba arrebatarle la hoja —¡Ronald!

—Claro que no, claro que no.

Pero, como con el rubio pasaba, sí lo era. Draco lo obsesionaba. Creía frecuentemente que ocultaba algo y debía averiguar qué era. Siempre que lo veía andaba con su afilada nariz metida en la pantalla de su Iphone y nadie que tuviera nada que ocultar pasaría tanto tiempo así. Seguro se mensajeaba con algún mortífago o con el propio Voldemort. Y eso lo llevaba a revisar el perfil del Slytherin con mayor frecuencia del que una persona normal haría. Luna Lovegood había dicho que parecía una de sus compañeras que revisaba el perfil del chico que le gustaba a cada rato. Harry no había sabido que responderle así que simplemente se lo negó porque no estaba dispuesto a ser comparado con una niña enamorada. No era así. No.

—averiguaré qué trama, con o sin ayuda de ustedes —dijo Harry —y si es solo mejor, así no los involucro.

Hermione suspiró, conocía a su mejor amigo más de lo que él creía. ¿Justamente Malfoy?

—Ay, Harry…


Cedric Diggory

En la oscuridad del pasillo del cuarto piso Cedric estaba besándose con alguien. Oh, Merlín sabía que lo quería. Los últimos tiempos se había vuelto un obsesivo compulsivo, debía admitirlo y era verdad que la tensión iba a explotar de un momento a otro.

La cosa había comenzado con un simple "Me gusta" en su comentario. Cedric era un muchacho popular dentro y fuera de Hogwarts y la red social lo demostraba. La mayoría eran chicas que trataban de seducirlo a toda costa y llenaban su muro de frases cursi o fotos de corazones y ositos para demostrarle su amor. No importaba qué idiotez publicara los likes no tardaban en multiplicarse en poco minutos. Y Cedric que no era un muchacho banal, ni mucho menos, encontraba eso un tanto molesto.

Hasta que le llegó una nueva solicitud. Sabía quién era, por supuesto. El primer like de su nueva amistad fue cuando Cedric publicó que su trabajo de Pociones había recibido un extraordinario en Pociones -porque no era Snape un tipo que se destacara por su bondad a la hora de calificar-. Todo comenzó ahí, todo.

Meses hablando en su mayoría por vía virtual. Algunas pocas cara a cara. Pero bastaba para que todo se fuese puliendo hasta llegar al momento donde estaban ahora. Porque Cedric podía verse rodeado de muchas personas pero apreciar, apreciaba solamente a las que valía la pena. Lo mismo pasaba con su amistad. Bueno… "amistad".

¿Cómo disimular lo indisimulable?. Cedric tomó al toro por los cuernos y citó a su contacto al cuarto piso. Su condición de prefecto le daba ciertas libertades y quien estuviera con un prefecto no corría riesgo de ser pillado por otro y castigado por andar fuera del horario permitido.

Cedric lo protegería, claro que sí, pero eso se lo diría luego de que rompiera el beso con…

—Al fin, Justin Finch-Fletchley —murmuró Cedric contra él —al fin.