¡Hola! Les acerco aquí una nueva historia, espero les agrade y... si gustan... la continúo.

Disclaimer: todos los derechos del universo de Harry Potter le pertenecen a Rowling, sólo juego en su caja de arena.


Volver a empezar

Estaba preocupada. Había encontrado a sus padres después de rastrearlos durante semanas, no sabía cómo proceder correctamente dada la revolución de emociones que bullían en su interior, no tuvo más opción que pedirle ayuda a la profesora Mcgonagall. Juntas trasladaron a sus padres a San Mungo y ahora aguardaba en la sala de espera el diagnóstico de los medimagos, ellos le dirían si era reversible o no el 'obliviate'. En ese momento se recriminaba ser tan buena con sus hechizos, rogaba que ellos regresaran, la guerra había terminado, pronto volvería a Hogwarts a cursar su séptimo año y los necesitaba.

No había hablado ni con Harry ni con Ron al respecto, ambos estaban pasando por terribles momentos y ella no quería angustiarlos aún más. La familia Weasley había perdido un hijo en esa terrible guerra, Harry estaba con ellos para apoyarlos y darles fuerzas. Nunca les dijo sobre sus intenciones de rastrear a sus padres, simplemente emprendió la búsqueda con la profesora Mcgonagall como único contacto. Verlos desde la distancia fue más doloroso de lo que creía, incluso se preguntaba si era justo sacarlos de la vida que estaban llevando ahora, se veían tan felices y se cuestionaba si no era un acto egoísta de su parte. Su consuelo fue pensar, por primera vez en su vida, en el destino, si ellos debían volver a su vida, los medimagos serían capaces de devolverles sus memorias.

Cuando vio a una joven salir de la sala corriendo en busca de otro medimago y atrás de ella a Mcgonagall su corazón dio un vuelco, el miedo se estaba apoderando de ella, las lágrimas estaban listas para salir.

-Cálmate querida, se recuperarán-

El alivio inundó el corazón de Hermione, se dejó caer en uno de los sillones, su cuerpo se relajaba y sintió el cansancio por primera vez en días.

-Sólo… sólo hay detalle que debemos atender-

-¿Hay…- tragó con temor-… alguna secuela?-

-No, no que se pueda ver en este momento- la mujer se sentó junto a ella antes de continuar- sólo descubrimos algo-

La joven abrió sus ojos e inquirió a su mentora.

-Tu madre… ella, ella es una bruja-

La castaña creyó alucinar en ese preciso instante, repasaba en su mente las palabras de la profesora pero le pareció que había entendido mal.

-Disculpe, ¿acaba de decir que mi madre, Evelyn Jean Granger, es una bruja?-

-Sí Hermione, aún no sabemos cómo se ha mantenido oculta del Ministerio durante todo este tiempo pero sí, es una bruja-

Las palabras zumbaban en sus oídos, miraba desconcertada un punto fijo del suelo preguntándose qué significaba todo eso, cómo era posible que su madre perteneciera al mundo mágico y que nunca, nunca le dijera nada.

-¿Mi padre?-

-Él es muggle mi niña-

En parte se sintió aliviada, quería aferrarse a algo antes de que su mundo continuara desmoronándose como parecía que lo estaba haciendo.

-¿Puedo verlos?- se irguió con premura.

-Aún no, recién acaban de devolverles los recuerdos, estarán dormidos hasta mañana y, seguramente, despertarán desorientados. Te pido que seas paciente querida Hermione, aguarda hasta mañana-

-Tiene… tiene razón, esperaré- volvió a sentarse, pasaba sus manos por sus muslos en un intento de secarse el frío sudor que las mantenía heladas.

-¿Tienes dónde quedarte? ¿Irás con el joven Weasley o con Potter?-

-No, no- respondió inmediatamente- iré al Caldero Chorreante, tengo pagada una habitación ahí-

-Entonces hasta mañana, intenta descansar y, si de algo sirve mi consejo, no le des demasiadas vueltas al asunto antes de conocer los hechos-

Ella simplemente asintió, aún no tenía fuerzas para dejar San Mungo, aguardó unos momentos antes de ir a la habitación rentada para dormir.

No pudo.

Llegó, se recostó, cerró sus ojos y simplemente no pudo conciliar el sueño. Desde los días en que buscaba afanosamente los horrocruxes, debía tomar la poción de descanso sin sueños pero, a esta altura, ya no le hacía efecto, no completamente. Se levantó y decidió ir a tomar algo, tal vez un poco de alcohol y reflexión le trajera las necesarias ganas de dormir.

-"¿Cerveza de mantequilla? No, tiene el mismo efecto que la poción, no me haría nada por lo suave que es, mejor será un whisky de fuego"-

Con ese pensamiento en mente hizo su pedido y se dirigió a un solitario rincón a beber con tranquilidad.

No podría decirse que su estancia era silenciosa, después de todo era una de las heroínas del momento pero para su suerte, ninguno se le acercó para incordiarla con preguntas o conversaciones de la guerra. Había pasado muy poco tiempo aún y muchos todavía lloraban a sus muertos. Sin embargo, no era la única que buscaba en un whisky de fuego el fatídico y escurridizo sueño, cerca de ella estaba Theodore Nott, le intrigó la presencia solitaria de la castaña y sin pensarlo mucho se dirigió hacia ella.

-¿Te molesta si te acompaño?- preguntó con amabilidad.

La castaña lo miró con cierta incredulidad, Nott era su compañero e hijo de un mortífago, nunca habían hablado, casi diría que nunca se habían mirado pero ahí estaba, frente a ella. Consideró que sería descortés rechazarlo así que asintió a pesar de que deseaba estar sola.

Ambos consumían su bebida abstraídos, acompañándose sin decirse nada en un silencio acogedor.

La joven imaginaba que de estar Ron o Harry presentes, no habrían permitido que Nott estuviera siquiera en el Caldero Chorreante, ambos son muy tercos y lamentablemente prejuiciosos. Ella le prestó atención, se preguntó cómo habría sobrevivido a la guerra, no debió haber sido fácil para él siendo quien es, ¿qué cosas habrá hecho?

-Pregúntame, no te contengas- dijo Nott en un determinado momento al sentir la mirada de la joven.

Ella miró su vaso, jugaba son sus dedos.

-¿Cómo has estado?-

Él hizo una mueca, se preguntaba por qué la castaña rehuía la verdadera pregunta, aquella que ronda la cabeza de todos '¿Eres o no un mortífago?', pero inmediatamente recordó que ella era algo particular y, tal vez, realmente deseaba saber cómo estaba.

-Sobreviviendo- respondió con soltura.

Ella hizo un gesto de desdén con sus hombros.

-Como todos ¿no?-"Eso hemos hecho y eso hacemos, sobrevivir"-

-Puede ser- "Cada uno con su drama de la vida, ¿no Granger?"

-¿Qué haces aquí?- preguntó ella con sincero interés.

-Vivo aquí- vio que la chica no indagaría a pesar de que seguramente deseaba saber así que decidió darle un poco más de información personal- la Mansión está confiscada por el Ministerio hasta que mi padre sea sentenciado y me conviertan en la nueva cabeza de los Nott, así que vivo aquí hasta que inicie la escuela-

Jamás había escuchado tantas palabras juntas salir de su boca, se sintió un poco incómoda y con la obligación de decirle algo personal también.

-Lo… lo lamento-

-Yo no, no deseaba volver igualmente, no aún- sorbió un poco del Whisky de fuego mientras pedía más- ¿Tú? ¿Qué haces aquí?-

Suspiró, apoyó el codo en la mesa y su cabeza en su mano, esperó a que Nott le sirviera un poco más y confesó.

-Mis padres están en San Mungo-

La miró con algo de incredulidad.

-¿No son muggles? ¿Qué hacen en San Mungo?-

-"Aparentemente mi madre no es muggle"- Sí, pero… hace un año usé el encantamiento 'obliviate' para salvarlos de la guerra, me perseguían y ellos eran el medio para llegar a mí o simplemente para dañarme. Los encontré hace poco y…- guardó silencio esperando que sea suficiente para su inesperado interlocutor.

-¿Aún no saben si podrán recuperar sus recuerdos?- preguntó mientras admiraba la determinación de la chica y su capacidad, no cualquiera a los diecisiete años hace ese encantamiento con tal grado de éxito.

-Sí, ya los recuperaron, mañana debo verlos-

-Deberías celebrarlo con un poco más de alegría- le dedicó una sonrisa- lo que me extraña es que estés aquí y no con el clan Weasley o con Potter-

-No deseo involucrarlos-

-Entiendo... hay cosas que uno debe hacer solo- resolvió, logrando una cómplice sonrisa en Hermione.

-Sólo que…- se detuvo preguntándose si sería correcto compartir con él sus actuales preocupaciones- sólo que no todo parece ser como creía que era-

Él sólo la miraba con atención, se notaba que algo la incomodaba, la estaba preocupando, él la escucharía, aún no sabía por qué pero lo haría.

-Me dicen que mi madre es una bruja también-

El parpadeo de Nott indicaba su sorpresa, descubrir eso después de tantos años sólo hace que te surjan miles de preguntas y sentimientos encontrados.

-Sus razones habrá tenido para ocultarte algo tan importante-

Era verdad, la profesora Mcgonagall le dijo algo parecido pero ella enojo, quería enfrentarla pero también tenía miedo.

-Lo sé-

Ambos terminaron su segunda botella, él la acompañó a su habitación, evidentemente la castaña no tenía costumbre alcohólica y casi no llega a su cama. Le dejó una poción vitalizadora para el siguiente día, la necesitaría, antes de retirarse a la propia. Desde la puerta la observó, tenía frente a ella a la heroína del mundo mágico, la chica adoptada por el clan Weasley, aquella cuya inteligencia le permitió a Potter acabar con el megalómano y, sin embargo, se veía tan pequeña y frágil, tan sola como él. Decidió alejar esos pensamientos de su cabeza, ambos eran de mundos completamente diferentes.

Al día siguiente su cabeza se partía en mil pedazos, todos los ruidos estaban ampliados, podía sentir los cuchillos sobre los platos, el vuelo de las lechuzas, las risas y todo el escándalo del lugar. Se incorporó y vio la poción, sólo se sonrió y la bebió, Merlín sabía cuánto la necesitaba. Sus pensamientos se concentran en Nott y la extraña compañía que se hicieron la noche anterior, ella no recordaba haber llegado a su cama y debía agradecerle al chico su amabilidad. Cuando comenzaran las clases, se acercaría a él, eso si el chico la acepta.

Decidió no desayunar y sólo ir directamente al hospital después de darse un baño.

Llegó y preguntó si podía ingresar a ver a sus padres, se le informó que ambos estaban separados para un chequeo, su madre ya había salido y podía ingresar a verla. El momento de la verdad había llegado.

-¿Mamá?-dijo con timidez y temor.

La mujer estaba sentada en la cama observando el exterior, se giró al escuchar a su niña, las lágrimas brotaron, extendió sus brazos anhelando tener a su hija entre ellos.

-¡Oh Mamá!- corrió hacia ella y la abrazó, no importaba que fuera una bruja, era su madre, aquella que siempre estuvo apoyándola desde la distancia, aquella que la escuchaba siempre.

-Mi pequeña, mi niña… ¡Cuánto te he extrañado mi pedacito de cielo!- Besaba la cabeza de su hija mientras la acunaba, había sobrevivido y ahí estaba con ella una vez más.

-Per-perdóname mamá… yo… yo no quería hacerlo pero… pero de sólo pensar que ustedes… ¡oh Godric!... debí hacerlo, ¡perdóname!-

-Calma hija… calma…- suspiró y la abrazó con mayor fuerza- hiciste lo que creías que era correcto, hiciste lo que tu corazón te dijo para cuidar aquello que amas- la separó y miró a los ojos -¿Qué derecho tengo yo de reclamarte? Sólo puede agradecerte todo ese amor que nos has brindado y agradecer a la vida porque volviste a nosotros-

Hermione se dejó contener, con su madre era frágil, con ella se desnudaba de toda fortaleza, con ella podía ser contenida y no contener, era su bastión.

-Mi niña… sé que debes tener preguntas, a esta altura ya debes saberlo, a los medimagos no se les escaparía algo así-

-Tú… tú…- decía mientras hipaba- eres una bruja-

La mujer asintió.

-Papá… papá, ¿él lo sabe?-

-Sí, él siempre lo supo- se acomodó un poco y tomó a su hija de los hombros- escúchame Hermione, no puedo confesarte todo aquí y ahora, no es lo correcto ¿podrás esperar? Sé que te pido mucho pero es necesario-

La castaña miraba a su madre, todo atisbo de dolor y enojo se fue sólo con ver sus ojos, no importaba que fuera una bruja, era su madre y eso no cambiaba, así que asintió y volvió a abrazarla.

No la sorprendió que al salir Minerva Mcgonagall estuviera presente, la observaba con ansia contenida, la bruja mayor estaba tan intrigada como ella por el descubrimiento.

-Buenos días profesora- dijo antes de tomar asiento.

-Buenos días Hermione- siguió a la pequeña- ¿Cómo está tu madre?-

-Bien, bien… creo. La vi… tranquila- se mordía el labio y acariciaba su frente.

-¿No ha dicho nada, verdad?- tras los lentes se veían unos ojos agotados por todo lo sucedido. La guerra había terminado pero el proceso de reconstrucción apenas sí estaba en marcha.

-No, dice que no es el momento ni el lugar. Creo… creo que tiene razón, mi padre no estaba y, después de todo, no puedo reclamarles mucho después de haber borrado su memoria sin su permiso ¿no?-

-Me tranquiliza que te lo tomes así. Seguro tienen mucho de qué hablar-

-Sabe profesora, desde anoche pensaba en los detalles, cosas que pasé por alto y que no eran normales-

La bruja mayor la observaba con paciencia, aguardando las palabras de la joven.

-Usted fue a visitarnos, fue usted la que se reunió con mis padres y les explicó que era una bruja, aún lo recuerdo-

-Yo también recuerdo ese día-

-Entonces reconocerá que se lo tomaron con demasiada calma y aceptaron sin mayores dificultades que su hija se fuera a otro mundo, que prácticamente no me comunicara. Todo lo aceptaron sin reclamar ni preguntar, ellos… ellos simplemente me dejaron ser-

-Oh, entiendo. Sí, reconozco que generalmente los padres muggles se asustan y miran con cierto recelo a sus hijos, incluso les cuesta aceptarlo aunque terminen haciéndolo-

-¡Ve profesora! A eso me refiero. Ellos nunca, nunca me preguntaron mucho sobre la escuela más allá de cómo me sentía. Cuando les hablaba de mis aventuras con Harry sólo escuchaban, al principio creí que eran demasiado permisivos o que tal vez no les importaba pero no, me convencí de que confiaban plenamente en mí… y ahora, ahora…-

-Ahora piensas que es porque tu madre conocía este mundo y no le temía-

-¡Exacto!-

-Aun así, no me adelantaría demasiado. Piensa que al ser tu madre una bruja, conocía los peligros a los que te enfrentabas y aún así decidió confiar en ti, en tus decisiones y en tu juicio-

-Creo… creo que debo pensar en eso-

Mcgonagal le sonrió antes de retirarse, la castaña tenía mucho en que pensar.

Los días pasaron, los visitaba todo el tiempo posible. Su padre tenía un semblante agotado, le costaba movilizarse, se veía como si le hubieran arrebatado toda la energía. Al cabo de unos días le dieron el alta, Hermione pensó que querrían volver a su casa pero no, su madre le solicitó ir a Hogwarts para hablar con Mcgonagall, intuía que el momento de la verdad se acercaba.

Llegaron a la escuela, la reconstrucción avanzaba aunque aún se veían los despojos de la guerra. Su padre palideció al ver las condiciones del edificio y los alrededores y miró a su hija con apremio y angustia al dimensionar el peligro en el que se había involucrado. Su madre tomó con firmeza la mano de su esposo, ella imaginaba como había sido y agradecía que todo hubiese terminado al fin.

-Por favor, pasen, tomen asiento-

Los tres avanzaron y se ubicaron juntos, la bruja mayor observaba de pie, intrigada al igual que Hermione. Su madre besó en la mejilla a su padre y luego se levantó.

-Gracias por recibirnos profesora, es muy amable de su parte aceptar nuestra presencia sin mayores explicaciones-

-No se preocupe señora Granger, su presencia es bienvenida y si está en mí colaborar en lo que sea, dispone de toda mi voluntad-

Simplemente asintió, miró a su hija y suspiró, con dolor en su corazón iba a explicarle acontecimientos previos a su nacimiento, iba a revelar hechos que creía que morirían con ella, sabía que a partir de ese momento podría perder para siempre a su hija, sabía que cambiaría para siempre su vida.

-Profesor Dumbledore, ¿cómo está usted?- saludó al cuadro que estaba a un costado ante el asombro de Mcgonagall y Hermione.

-Evelyn, tanto tiempo sin verte, esperaba que este día no llegara pero aquí estás-

-Gracias por cuidar a mi hija durante tantos años-

-Lo prometí, ¿recuerdas?, ahora… creo que no deberías dejarla en suspenso durante mucho tiempo. Hermione es una joven inteligente, sabrá entenderte-

-Lo sé- giró hacia su hija aunque el señor Granger comenzó a hablar.

-Mi pequeña, quiero que sepas que lo que tu madre va a decirte no cambia en nada el profundo amor que sentimos por ti, mucho menos el mío, puede que tú no nos perdones por eso pero, antes que nada, déjame decirte 'lo siento', lo siento mucho mi niña-

-Mamá… papá… yo… yo no sé qué me dirán pero prometo que sea lo que sea, trataré de tomarlo con calma- los tres se sonrieron.

-Hija, ¿me permites tu varita?-

Hermione la miró con asombro, su madre era una bruja y podría manejar una varita sin problemas pero esa imagen nunca había estado en su mente. Con un poco de temor se la entregó y observó la cálida sonrisa en el rostro de la mujer al ver ese objeto en sus manos, ¿Quién sabe hace cuánto no siente su poder canalizado?, la castaña conocía la sensación que provoca tomar una varita, ese cosquilleo que nace en el pecho y recorre cada centímetro de tu cuerpo, ese éxtasis incomparable. Observó cómo movió su muñeca, hacía un delicado movimiento mientras pronunciaba un hechizo desconocido. Ante ella su madre iba cambiando sus facciones, su cabello se volvía negro y totalmente lacio, sus ojos antes café ahora se aclaraban hasta llegar a ser un verde grisáceo, su rostro cambiaba levemente pero lo suficiente para volverla una extraña ante su hija. En ese momento la joven escuchó el suspiro de su profesora.

-No… no puede ser… esto, esto es imposible- decía Mcgonagall con su mano en la boca, sosteniéndose del respaldo de la silla, parecía estar viendo un fantasma.

-Profesora, ha pasado mucho tiempo- dijo su madre ante el rostro asombrado de su interlocutora.

-Evelyn Eleonora Briana Prince- susurró la directora y miró a una sorprendida Hermione que no retiraba los ojos de la que consideraba su madre- entonces… ella… ella…-

-Sí, ella es mi hija y…- ahora mirando fijamente a Hermione- y de Evan Rosier-

La castaña escuchó como crujía dentro suyo todo su mundo y lo que conocía, palideció ante las palabras de su madre y las lágrimas comenzaron a surcar su rostro, sintió una tristeza añeja y ajena que no podía contener. Simplemente se sentó, ocultó su rostro entre sus piernas y se dejó llevar por un llanto silencioso de otra época.


Comentarios: Bueno, espero estén interesados en esta historia. Hace tiempo le daba vueltas y me decidí por escribirla. Aquí tienen a otra Hermione que descubre que es sangrepura, una de tantas... jejeje!

Si alguno desea que la continúe, no tiene más que dejar un review.

Muchas gracias =)