Lovino Vargas era un italiano que pasó por ciertas dificultades en su vida; desde que nació hasta su edad actual, de 17 años.

Él tenía un hermano gemelo llamado Feliciano, ambos vivieron juntos hasta los 3 años. Sin embargo, los padres de ambos se divorciaron; se separaron y decidieron vivir por su cuenta, cada uno viviendo con uno de los hijos. Así fue que Lovino se quedó a vivir con su padre en Roma, mientras que Feliciano fue a vivir con su madre en Venecia. Desde ese entonces, Lovino ha estado solo porque su padre no le prestaba mucha atención, apenas para satisfacer sus necesidades primarias.

A la edad de 5 años, Lovino comenzó ir al kindergarden, pero no le fue muy bien que digamos. Sus habilidades sociales eran muy escasas, lo cual varios de sus compañeros aprovecharon para molestarlo y acosarlo. Lo golpeaban, lo insultaban, le ocultaban sus cosas, e incluso le quitaban su comida. El pequeño italiano no hacía nada más que quedarse callado y llorar al llegar a casa en su habitación desahogándose sin que su padre se dé cuenta porque sabía que nada iba a cambiar al respecto.

Hasta que llegó ese día...

Un nuevo alumno se incorporó al nido donde iba Lovino, parecía ser mayor que todos los del salón. Se presentó como Antonio Fernández Carriedo. Este era de España, era un poco más alto de lo que su edad pretendía, su cabello ondulado era de color castaño oscuro, su piel era semi-bronceada y presentaba unos ojos esmeralda capaces de cautivar a cualquiera.

No era un secreto que varios quedaron encantados ante su presencia, el español lucía muy feliz y con esa radiante sonrisa que era lo que lo caracterizaba principalmente. Era amigable, carismático, extrovertido y popular. Varias niñas del aula suspiraban por él, se llevaba bien con casi todos de sus compañeros. Pero había alguien que desde el primer momento que lo vio le llamó la atención, era Lovino.

Tocó el timbre del refrigerio y todos salieron a jugar, mejor dicho, casi todos. Lovino se quedó en su escritorio esperando a que todos salgan para poder salir tranquilo sin que nadie lo moleste y que a lo mejor pueda comer su almuerzo ese día. Sin embargo, al salir de la puerta...

-Esperabas a que no estuviera acá, ¿verdad?- intimidó cierto niño mucho más alto que el italiano, cuya apariencia le aterraba- Es muy triste que no puedas comer hoy... ¡tampoco!

Aquel niño comenzó a reír cruelmente mientras le arrebató el almuerzo al más pequeño, pero fue cuando él ya no pudo más y decidió tirarse sobre él liberando su mínima valentía tratando de recuperar su comida.

-¡Dame mi comida, bastardo!- gritó- ¡Que tú no tengas qué comer no es mi problema!

No obstante, fue un error lo que hizo; en un abrir y cerrar de ojos, vio como varios niños más aparecían intentando detener a Lovino de su ataque; ellos contraatacaron y formando un círculo rodeando al italiano, lo golpearon de la peor manera mientras el menor intentaba defenderse. Era inútil, Lovino estaba siendo cada vez más lastimado, parecía que iba a desmayarse...

Hasta que un chico más alto que ellos apareció de manera repentina; aquel niño cuyos ojos verdes y cabello oscuro resaltaban se metió al círculo y comenzó a golpear a los que atacaban a Lovino con unas técnicas increíbles de pelea evitando salir muy lastimado.

Todos gritaron intentando huir del mayor, debido a que este logró intimidar a todos y prefirieron no enfrentarlo. Finalmente, sólo quedaron él, Lovino y el primer niño que lo atacó. El italiano estaba con varios moretones, las lágrimas salían de sus ojos y al ver a aquel chico nuevo, decidió cubrirse la cara temeroso gritando:

-¡No me hagas nada, por favor!- suplicó mientras lloraba- Te daré toda mi comida, pero por favor... No me hagas daño.

A medida que el ojiverde se acercaba, Lovino suplicaba más llegando a arrodillarse y temiendo más que nunca. Mientras tanto, el abusador no paraba de reír burlándose de la debilidad de Lovino. No obstante, en un corto periodo de tiempo, el castaño derribó de un solo golpe al niño que molestaba a Lovino. Ante esto, el italiano quedó boquiabierto porque nunca pensó que alguien lo iba a defender. Justo después, aquel niño comenzó a llorar y salió corriendo.

Lovino comenzó a identificar a su "salvador", y se dio cuenta que era el chico nuevo de su aula, el que era reconocido por ser amigable y llevarse bien con todos, por lo que se sorprendió ante tal acto de violencia, ya que era Antonio. Lucía demasiado diferente a como solía ser siempre, ahora este lucía muy furioso y presentaba cierto aura escalofriante, pero cuando comenzó a fijarse en Lovino, poco a poco regresaba a su apariencia normal.

-¿Estás bien?- preguntó el mayor preocupado- ¿Te has lastimado mucho?

-N-no...- continuó Lovino- Estoy bien.

-¡Eso espero!- respondió alegre el español- He estado muy preocupado por ti porque he visto cómo te molestan, te he estado observando vigilando qué haces y...

-¡¿Me has estado observando?!- preguntó exaltado- ¡¿Qué clase de acosador eres?!

-¡No te estoy acosando!- comenzó a reír Antonio- Es solo que... me llamaste mucho la atención.

Ante esto, Lovino no pudo evitar sonrosarse e intentando disimular su vergüenza...

-¡Ni creas que por lo que hiciste por mí te daré mi almuerzo, bastardo!- ante esto, Antonio comenzó a reír más- ¡¿De qué te ríes?!

-De lo ingenuo que eres- siguió el mayor-. No quiero tu comida, lo que yo quiero es ser tu amigo.

De lo rosa que estaban las mejillas de Lovino, ahora se habían puesto rojas; el español se dio cuenta de esto y no pudo evitar sentir ternura hacia él.

-¡Aw!- dijo Antonio- ¡Pareces un tomatito, qué lindo!

-¡C-cá-cállate, bastardo!- sonrojándose más- ¡Déjame en paz!

-¡Mi nombre es Antonio, mucho gusto!- luego, el ojiverde estrechó su mano hacia Lovino, queriendo realizar su nuevo pacto de amistad y dijo- Si eres mi amigo, te protegeré por siempre y estaré contigo.

Lovino quedó anonadado ante esta aclaración, nunca nadie se había interesado en él, mucho menos en defenderlo y querer ser su amigo.

-Yo... yo soy Lovino, maldición- el tímido italiano correspondió a su saludo aceptando su solicitud de amistad.

-¡Qué lindo nombre! ¿Puedo llamarte Lovi?- preguntó alegre el mayor.

-¡Ni de coña!- respondió avergonzado el menor.

-¡Ay, vamos!- suplicó Antonio- ¡Es que suena tan adorable!

-¡No!

-¡Ahora un conjuro mágico para animarte!- Antonio hizo ciertos movimientos extraños y gritó- ¡Fusosososososo!

-¡Estás loco, bastardo!

Y así es como comenzó una nueva relación donde ninguno de los dos pensaría que se volvería tan especial e importante en sus vidas; especialmente Lovino, quien no sabía que Antonio sería su primer y gran amor...


¡Hola! Quisiera aclarar algunas cosas; Antonio es dos años mayor que Lovino pero la razón por la que recién entra a esa edad al kinder se explicará más adelante; y cuando Lovino cumple 17 es donde Feliciano vuelve a vivir con él y su padre, ahí empieza el drama. (?)

Btw, amo esta pareja (son mi otp). Espero que les haya gustado el fic, y si realmente les gustó, dejen reviews, por favor. ;-; (Eso sube la moral, bastante, jajaja)

Bueno, hasta el próximo capítulo, ¡y que viva el Spamano!