Capítulo 1
Allí estaba Emma, en su escarabajo amarillo estacionada afuera de la escuela de Henry esperando a que terminara su clase para llevarlo a casa, con la mirada perdida en algún lugar lejano, pensando en lo que había pasado hace sólo un par de días. No era raro que se sintiera extraña a los cambios que acontecieron, de ser la Sheriff del pueblo a "Salvadora" de la maldición, que resultó ser cierta, y no contenta con eso, ahora era madre a tiempo completo, ya no tenía que compartir a su hijo con Regina. Se preguntaba cómo lo estaba pasando ella ahora, si se sentía igual de confusa, si su silencio y calma por el pueblo era porque se había dado por vencida o simplemente era porque ya no tenía magia. Pero había algo que no encajaba en todo esto, no podía ser todo tan fácil, el día en que salvó a Regina de las manos de Whale con la turba que quería lincharla habría jurado que Regina los convertiría en polvo a todos con su magia, quizás alucinó ver un destello de poder en sus manos, aún no le creía completamente ¿Cómo era posible que alguien tan poderoso se quedara tan indefensa de la noche a la mañana? Y lo más increíble, ¡Regina estaba en su casa sin hacer nada! No era que se quejara, el pueblo estaba tan tranquilo que aburría, no habían llamadas telefónicas de la alcaldesa hostigándola en su trabajo y además…
—Hola Emma –saludó Henry apoyando su mano en la puerta del auto.
—¡Hola muchacho! Me pillaste despistada –dijo riéndose mientras le desordenaba el pelo-. Súbete, te llevo a casa.
Henry dio la vuelta al automóvil desganadamente y tomó el asiento del copiloto, se pusieron sus cinturones de seguridad y arrancaron el automóvil. Mientras, el pequeño sacó su consola portátil para jugar durante el camino. Pasó un largo rato sin que Henry pronunciara una palabra, estaba inserto en su juego nada más y no tenía intención de entablar una conversación.
—¿Cómo fue la escuela hoy? –dijo Emma.
—Como siempre, nada especial –dijo sin ánimo.
—¿Pasa algo malo? Seguro que te dieron más deberes que de costumbre por eso estás así. Tranquilo muchacho, luego crecerás y extrañaras la escuela.
—Como tú digas Emma
Emma estacionó el escarabajo al costado, se sacó su cinturón para poder voltearse a mirar a Henry, algo estaba ocurriendo y el chico no quería soltarlo.
—Bien, ¿Me vas a contar qué es lo que ocurre? Hasta ayer estabas muy animado con todos los cambios y ahora tienes una cara de estropajo que no te soportas ni tú mismo… ¡Henry apaga ese juego y ponme atención a lo que te pregunto!
Henry dejó su consola en la guantera, se cruzó de brazos mientras miraba por la ventana hacia un punto muerto, después de un pequeño silencio el muchacho comenzó a hablar.
—Me lo he pensado mejor, quizás estoy pensando mucho, quizás esto no está pasando como lo imaginé, como yo quería que ocurriera –una lágrima se le escapó de sus ojos-. Siento como si quisiera patear piedras y sólo llorar. No lo sé, ¿Me entiendes? ¡No lo sé! –le dijo en voz elevada.
—¿Extrañas a Regina verdad? –le dijo mientras acariciaba el mentón de su hijo-. Las cosas seguirán su curso Henry, tendrás oportunidad de hablar con ella de todo esto, las cosas están muy frescas, sólo espera un tiempo y se aclarará tu mente.
Henry apartó la mano de Emma, secó esa lágrima que no pudo evitar con su antebrazo y se quedó con la cara más estoica que Emma jamás había visto en un niño.
—La odio –dijo el chico sin expresión alguna.
No, Henry no estaba triste, él estaba dolido, herido por su madre adoptiva, y eso Emma no lo iba a aceptar, no permitiría que su hijo siendo tan pequeño alojara en su alma ese sentimiento tan asqueroso llamado rencor. Emma miró hacia el frente, pisó el acelerador y cambió bruscamente de curso.
—¿Qué estás haciendo? El camino a casa no es este.
—Vamos a la casa de tu madre, no sólo te debe una explicación, sino que también tiene que pedirte perdón por el daño que te ha hecho.
—¡No, no quiero verla, déjame bajar!
Al ver que ella no le hacía caso, sucumbió ante su frustración en un acto totalmente infantil lanzándose al asiento trasero, escondiendo su cara mientras apretaba sus puños. Emma lo miraba por el espejo retrovisor sintiendo tristeza por lo que Henry estaba pasando. Estaba decidido, tenía que hacer algo al respecto, Regina lo entendería, fue su madre cuando ella estuvo ausente, si le quería, si le amaba, entonces no habría espacio para el orgullo y tendría que doblegarse ante él.
No hubo más discusión en el camino, cuando llegaron Henry ya se había calmado y su cara parecía un poco más relajada de cuando soltó sus sentimientos. Se bajaron del auto y caminaron por el sendero que llevaba a la entrada de la casa. Se detuvieron en la mitad, y Emma se puso frente a él mientras lo tomaba de los hombros.
—Te vas a quedar aquí, hablaré yo primero con ella, y no saldrás corriendo ¿Me entiendes? Y tampoco te acercarás a Regina a menos que yo te haga una seña para que te acerques. ¿Correcto?
—Y ¿Qué, esto sería la operación madrastra? –dijo evitando la mirada de Emma.
—Henry, en serio, debes hacer caso a mis instrucciones, esto no es un juego.
—¡Ah! Comprendo, nuestras operaciones siempre fueron un juego.
—¡Henry! Mírame –le dijo mientras tomaba su rostro haciendo que lo mirara de frente- No quiero verte así, esto te hará bien, prometo que te sentirás mejor.
Henry solo asintió con su cabeza, y dejó de discutir. Se quedó parado mirando la entrada de lo que había sido su casa hace unos cuantos días mientras Emma llegaba a la puerta y tocaba con fuerza.
Al otro lado de la puerta estaba Regina sentada en su escritorio cuando escuchó que llamaban a la puerta, se levantó cautelosamente y miró por la ventana esperando ver a algún civil con antorcha queriendo quemarla, no sabía por qué no lo habían intentado de nuevo, así que no le extrañaría encontrarse con ello. A cambio lo que encontró fue que se dio cuenta de que en mitad del camino estaba Henry. No pudo evitar salir corriendo a la puerta para recibirlo, cuando la abrió se encontró de frentón con Emma que le detuvo con su brazo impidiéndole seguir.
—Señorita Swan –le dijo sorprendida pero con una falsa sonrisa-. ¿Me permite ir a saludar a mi hijo?
—Antes de que lo hagas, permíteme abrirte los ojos –le dijo mientras le daba espacio para que mirara a Henry-. Míralo, ¿Puedes ver cómo se siente ahora?
—¿Qué le ocurrió? No me digas que sólo en dos días sin mí ya no sabes cómo cuidarlo. En vez de traerlo acá para que te diga cómo lidiar con él deberías dejar que viviera conmigo –le hizo un desprecio con la mirada.
—Ya… ¿No te das cuenta Regina? Está herido, no le has dado ninguna explicación, no le has pedido perdón, no entiende nada. Se supone que deberías haber cambiado y sin embargo sigues amargada queriendo la infelicidad del todo el mundo y culpando a los demás. Y sigues mintiéndole Regina, le dices que lo amas y no haces nada por cambiar.
—¿Qué insinúas con eso? ¡Yo amo a mi hijo! Con el tiempo entenderá, que todo lo que hago es por nuestro bien.
—Regina… por favor – dijo bajando los brazos en señal de rendición-. Sólo pídele perdón, sólo eso, ¿tanto te cuesta?
Regina se quedó mirando al pequeño que no era capaz de mirarla a la cara, miró a Emma y le dio su aprobación. Así entonces fue cuando la rubia le hizo una seña a Henry.
El muchacho caminó derecho, con sus brazos inmóviles y sin expresión en su rostro, ni siquiera su mirada estaba enfocada en Regina, simplemente avanzaba. Cuando llegó Regina lo abrazó fuertemente pero el pequeño se quedó sin devolverle aquel abrazo. Se quedó agachada para quedar a la altura de él.
—Henry, tienes que entenderlo, todo esto lo hacía por nosotros ¿Acaso no eras feliz conmigo? Siempre di lo mejor de mí por tu bienestar, te quería ver feliz Henry, te quería ver feliz conmigo.
—¿Así es como te gusta hacer las cosas verdad? Hasta ahora, sólo sé que me has mentido toda mi vida, y lo que es peor, ¿Llamas felicidad a esto? No puedes brillar por ti misma, tienes que apagar el brillo de los demás y sigues tratando de hacerlo… eso es lo que entiendo… madre.
Regina se levantó y cambió su mirada hacia Emma
—¿A eso has venido Emma? ¿Vienes a mostrarme cómo mi hijo no es capaz de perdonarme? –le dijo enojada.
—No puede perdonarte si no le pides perdón Regina ¿No lo entiendes?
—No pierdas tu tiempo Emma, sabía que era una mala idea, ella no dará su brazo a torcer, vámonos de aquí por favor –le dijo Henry a la rubia mientras le tomaba la mano.
—Henry –le dijo Regina con expresión de ternura- Yo te amo, eres lo único que tengo.
—Bueno entonces, entérate que yo no… ¡te odio mamá! Y grábate esa palabra por última vez porque no volveré a llamarte así. Reniego de ti, del día en que me quisiste a tu lado, no volverás a verme… a menos que decidas ser feliz, sin dañar a nadie.
Así Henry dio la media vuelta y se alejó sin mirar atrás mientras Regina se estremecía de dolor por lo que su hijo le acababa de decir. Cuando el muchacho se subió al auto la cara de Regina cambió a ira mirando hacia Emma.
—Supongo que ahora está muy contenta con esto ¿No Señorita Swan? Ha logrado que mi propio hijo me odie. Así es cómo se lleva el crédito, mientras yo fui la que durante todos estos años lo cuidó, la que estuvo con él en todo momento, ahora la malvada soy yo. Emma Swan, me las vas a pagar por esto –le dijo con esa voz ronca que hacía temblar de miedo al más valiente.
—Siéntase orgullosa Señora alcaldesa, en estos momentos Henry es igual a usted… Infeliz, con rencor y odio corriendo por sus venas ¿No se siente orgullosa? Es igual que usted.
—Nadie tendría que estar pasando por esto si no fuera por tu madre, fue ella la que causó todo esto, si no fuera por ella yo sería feliz junto a Daniel. Y ahora su engendro también me quita a mi hijo, lo único que me quedaba.
Con esto último, entendiendo que Regina no pasaría página debido a su rencor se dio la vuelta resignada pero no sin menos tristeza a consolar a su hijo, si Regina no era capaz de devolverle su felicidad, entonces ella tendría que hacerlo, no perdería el tiempo con ella.
Regina cerró la puerta de golpe, y comenzó a llorar con rabia, quería con todas sus ganas destruir a Emma y hacerla pagar por lo que había hecho con su hijo, entonces sintió como aquella magia recorría su cuerpo, estaba volviendo y ella lo notaba, entonces con todo su odio en marcha destruyó y tiró por los aires haciendo levitar cuanto objeto había en la casa. De un momento a otro la casa era un completo desastre, ni un huracán lo habría hecho mejor, y ahí se quedó ella, en medio de todo tirada en el suelo llorando mientras apretaba sus puños contra su pecho repitiéndose en su cabeza que cobraría venganza.
Bueno, gracias a todos los que leyeron este primer capítulo, es el primero que hago de OUAT, y el primero que hago acá en FF. y creo que me he metido en las patas del caballo con la idea loca que nació en mi mente, la cosa irá poniéndose un poco más complicada a medida que avance la historia, y quizás poniéndose cada vez más fuerte. Lo que trataré en esta historia es sacar lo peor de Regina, pero no crean que no habrá romance ni erotismo, esta historia tendrá muchos vuelcos, pero tendrán que esperar porque esto recién empieza, el primer capítulo es solo el catalizador de la historia. Espero actualizar pronto. Muchas gracias.
