Dedicado a todas las personas que no dudaron en ningún momento de su pareja favorita... y también a las que dudaron, ¿por qué no?

Alerta: Basado en el primer manga de Naruto Gaiden.

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La excusa


Lloviznaba.

Sasuke alzó la mirada al cielo para sentir sobre su rostro las diminutas gotas de agua que en todos esos años le habían regalado un minuto de paz. Sólo la lluvia podía irrumpir en sus pensamientos contradictorios, sólo la lluvia podía llevarse la culpa que arrastraba desde hacía casi doce años. Sabía lo que era crecer sin un padre, ver a tus compañeros jugar y entrenar con un padre y que uno no pudiera hacer más que envidiarlos; pero también sabía que la decisión más difícil que tomó en su vida, también era la que pondría a salvo a Konoha y, por ende, a su familia.

Sin embargo, no por eso dejaba de pensar en cuánto la odiaría Sarada por no conocerlo o cuánto tardaría Sakura en olvidarlo. A pesar de que Sakura había apoyado su decisión, él no perdía de vista lo mucho que embellecería tras los años y comprendía que en algún momento, añoraría tener a un hombre a su lado. Sasuke sabía que cuando regresara, podría encontrarse con una escena así: Sakura podría tener a un hombre a su lado que nunca la dejara o le provocara dolor, tal vez Lee, y Sarada jamás podría haber conocido la envidia o la soledad. Podría darse el caso, entonces, de que ellas ya no lo necesitaran.

Bajó el rostro una vez se percató de que esa llovizna se convertiría en tormenta y eso sólo retrasaría su último trabajo en la misión que le había otorgado Kakashi varios años atrás. La última y más importante misión que el sexto hokage le había confiado.

A pesar de no estar tan lejos de Konoha, no había tenido grandes noticias desde donde estaba. Apenas se había enterado del nombramiento de Naruto como hokage y del ingreso a la academia de su hija. No había preguntado mucho en las fondas donde comía pues dentro de la misión estaba la discreción y aunque no era difícil deducir quién era él, prefería mantener la reputación que se había adjudicado desde que salió nuevamente de Konoha.

— ¡No puedes hacerlo, 'ttebayo! — le había dicho Naruto la última vez que se vieron. — ¡Tienes una hija, Sasuke-teme!

— Ya lo sé y es por ella por quien lo hago, idiota. — respondió él metiendo la única fotografía que tenía de Sarada en su morral. — Sakura está de acuerdo.

— ¡¿Qué?! ¡Pe-pero puedo ir yo! ¡¿Por qué tienes que ser tú?! ¡¿Por qué Kakashi-sensei lo permitió?! ¡No-no es justo, dattebayo! ¡Sarada apenas cumplirá un año en enero!

— Cierra la boca, Naruto. — siseó Sasuke apretando ambos puños. — Si vuelves a hacer un comentario al respecto, juro que te mataré. — advirtió aún de espaldas a él.

— ¡Pero debo ir yo! ¡Tú ya has estado fuera mucho tiempo!

— Es por eso que debo ir yo, dobe. — respondió Sasuke girando el rostro unos grados. — Tú serás hokage, es tu destino; el mío es proteger el legado de mi hermano. Konoha necesita esa barrera de chakra y sólo un ninja de nuestra clase puede hacerlo, Naruto. — explicó. — La aldea ya está acostumbrada a tenerme fuera, no le afectará a nadie. — se mintió.

Por supuesto, sabía que a quien más le afectaría su ausencia sería a su hija, a su pequeña hija. Sasuke cerró los ojos en un intento por serenarse. Hubiera querido que Sarada pudiera entender el porqué de su falta, que pudiera explicarle que defendería a Konoha, que la protegería para que ningún intruso volviera a amenazar la integridad de los habitantes de la Hoja. Pero no tenía tiempo.

A pesar de que la guerra había terminado, aún había varios ninjas que atentaban contra las grandes aldeas y se sabía que se estaban organizando para atacar a Konoha. Entre más grande fuera la organización, más peligrosa sería y aunque posiblemente Naruto, Sasuke y Sakura podrían defender la aldea sin ningún problema, también existía el riesgo de que alguien pudiera salir herido y ahora los tres miembros del equipo siete tenían hijos de quién preocuparse. Si a algún imbécil se le ocurriera secuestrar o ponerle una mano encima a cualquiera de esos niños, la quinta guerra ninja se desataría. Si bien los legendarios miembros del equipo siete se excedían de poder, también lo hacían de impulsividad.

No sabían si se trataba de una asociación similar a Akatsuki, pero de ser así y en un momento todos sus integrantes decidían atacar a la Hoja, las consecuencias serían catastróficas. Era por esa razón que el equipo siete – incluidos Sai y Yamato – se había reunido para trazar un plan que protegiera a la aldea. Tenía que ser discreto, pero poderoso, algo que los alejara y que los arrinconara a un preciso lugar, uno en el que pudieran atacarlos con una ventaja mucho mayor que si el terreno de batalla fuera la misma Konoha.

Sakura fue la que dio la solución, con algo de temor, como si adivinara lo que sucedería después.

— Una barrera de chakra, una barrera que sólo pudieran pasar los miembros de Konoha y sus aliados. Si algún extranjero intentara pasar a la aldea, por tierra o por cielo, lo repelería, lo alejaría y, en el mejor de los casos, los acorralaría en… en otro lado. — terminó apretando en su pecho a Sarada, su bebé.

— En otra dimensión. — dijo Sasuke con la mirada clavada en Sarada. — Sería una larga misión, mas ellos tampoco piensan atacar pronto; la persona encargada debe tener una enorme reserva de chakra para hacerlo.

— ¿Una sola persona? — intervino Sai. — No me parece justo, la cooperación en equipo es fundamental para…

— Piensas hacerlo tú, Sasuke. — dijo Kakashi interrumpiendo a Sai.

— Hmph. — farfulló Sasuke desviando el rostro. — Es lo que mi hermano habría hecho.

— ¡No! — gritó Naruto. — ¡No puedes irte de nuevo! ¡Ya lo has dicho tú, teme, ya has dicho que será tardado, dattebayo!

— No hay nada más que hablar. — dijo Sasuke poniéndose de pie. — Prepararé mis cosas para partir cuanto antes.

— ¡Sasuke! ¡No! ¡Sakura-chan, haz algo! — exclamó Naruto levantándose a una velocidad tal que consiguió volcar la silla donde se había sentado.

Todas las miradas, incluida la de Sasuke, se detuvieron en el rostro de Sakura. Mantenía los ojos verdes fijos en su hija, tan menuda que dolía. Sakura reflejaba tristeza, melancolía, pero al mismo tiempo, decisión. Estaba de acuerdo con Sasuke: sólo Naruto, él y ella tenían lo necesario para crear aquella barrera de chakra, sólo ellos podrían hacerlo. No obstante, Naruto no debía separarse de la aldea, mucho menos por tanto tiempo: él debía ser hokage. Mientras tanto, Sakura no podría amamantar y crear la barrera al mismo tiempo pues sería un trabajo de tiempo completo. Sasuke… él era el restante. Le dolía en el corazón separarse nuevamente de él, le dolía que a pesar de tener por fin una familia, tuviera que irse de la aldea una vez más. No importaba que en esta ocasión fuera para proteger a Konoha y no destruir algo, aún así le dolía. Le hacía creer que Sasuke nunca podría ser feliz con su familia.

— Está bien, Naruto. Yo-yo cuidaré a Sarada. — dijo al final, dejando que un par de lágrimas cayeran por sus mejillas.

Sasuke hizo los últimos sellos para concluir con su misión. Los había hecho durante tantos años, en distintos lugares a varios kilómetros de la aldea, que ya le parecía una rutina el mover las manos de esa forma y el agacharse a colocar ambas manos sobre el suelo para permitir que su chakra formara una cúpula enorme e invisible alrededor de Konoha. Ése sería el último día en el que haría eso.

Después de casi doce años, Sasuke por fin podría regresar a Konoha. No iba con muchas expectativas, no esperaba un reencuentro amoroso ni mucho menos que su hija lo idolatrara. Después de todo, lo que había escuchado de sí mismo en algunos bares era lo que había deseado: prefería mantener una reputación desfavorable que desubicara a sus enemigos, a revelar lo que en verdad estaba haciendo.

— Un padre irresponsable, sólo dejó su semilla y se fue. — dijo un hombre la semana anterior en el último bar que Sasuke había visitado. Por lo regular, se sentaba en la mesa más alejada para beber un vaso de sake mientras cenaba. Siempre había escuchado lo que las personas decían de él; creían que no podría oírlos.

— ¿A eso le llamas ser padre? ¡Já! — respondió su compañero. — A ese sujeto sólo le importaba que su clan no muriera con él. La utilizó, es todo.

— Una verdadera lástima, a mi parecer; Sakura Haruno es una mujer muy bella.

— Querrás decir Sakura Uchiha pues, por mucho que nos duela, se casó con él antes de embarazarse.

— Lo que tiene de linda, lo tiene de estúpida. — se burló antes de beber un largo trago de alcohol.

Sasuke apretó los palillos que tenía en la mano. No era la primera vez que hablaban así de Sakura, pero no por eso dejaba de hervirle la cabeza cada vez que oía semejantes cosas. Empero, tampoco podía atacarlos porque eso sólo revelaría lo que llevaba años ocultando.

Sasuke de verdad amaba a su familia. Podría no estar con ella, podría no conocer a Sarada como él quisiera, podría no haber hablado con Sakura desde que se marchó de Konoha… pero lo único que lo había llevado a cumplir esa misión era su familia.

Una vez sintió que la cúpula estaba completa, Sasuke retiró las manos del suelo y se levantó. Con el rinnegan activado, examinó su trabajo: por fin lo había terminado. Una mueca, lo más parecido a una sonrisa, se dibujó en su rostro. No importaba cómo lo recibieran, él se alegraría de volver a ver a Sakura y a Sarada. Ellas, junto con todos los habitantes de Konoha, por fin estaban a salvo. Si Pixon – como se habían hecho llamar los enemigos de la Hoja – decidían atacar, serían enviados directamente a otra dimensión. El rinnegan de Sasuke se había especializado en identificar chakra maligno por lo que toda la cúpula mantenía el mismo radar; no sería problema advertir cuando los hubieran atrapado.

Sasuke volvió a alzar la mirada al cielo.

— Regresaré a casa. — se dijo como si fuera un juramento. — Voy para allá. — afirmó antes de tomar impulso y correr en dirección a la entrada de Konoha.

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¡Hola!:

Sé que dije que no volvería a escribir one-shot, pero me alarmaron las opiniones y desesperaciones de las chicas del fandom, así que me dije: "Andreea, tienes que hacer algo." Y aquí tienen, mi granito de arena para evitar el apocalipsis.

Por supuesto que también estoy enojada - estúpido Sasuke - aunque traté de darle un sentido más lógico a todo este rollo y bueno, en el metro se me vino esta teoría y terminé frente al computador transcribiendo todo lo que puse en mi cuaderno de Literatura Medieval - que obviamente no era nada medieval. Ojalá les dé un poco más de tranquilidad.

No tengo bases para decir que esto es real y la puritita verdad, pero sí puedo decirles que me gustaría que algo así pasara.

Aún no estoy segura de que esta cosa tenga continuación porque me quedé con una pizca de curiosidad, pero si la tiene, no sé cuándo la ponga. Si me apuro a las tareas y eso, estaría para la próxima semana. Reafirmo, no estoy segura de que la tenga, así que no se me emocionen tanto.

Les mando un fuerte abrazo, queridas lectoras.

Andreea Maca.