Ésta es la vez primera que publico algo de ésta pareja almenos aquí en . me emociona un poco la idea por que asi mismo es una historia que llevo dias planeando. Amo esta pareja mucho, mucho mucho.
Resumen : Mikkel es un hombre que recién ha enviudado, es joven, es visionario y tiene poder y responsabilidades para con la alta sociedad danesa, un conato por parte de su primo Berwald, le lleva a buscar una sociedad comercial con una importante empresa noruega. Mikkel conocerá ahi, a los hijos de su futuro socio, teniendo que convivir mas a fondo al mayor de ellos: Lukas Bondevik.
AU-En la década de 1950.
DenmarkXNorway Uso de nombres Humanos.(aparición posterior de otras parejas )
Sólo el cielo puede saberlo.
Copenhague 1953.
"Mi más sentido pésame", "Mi corazón está con usted", "Llámeme si me necesita"
¿Cuántas veces había escuchado ya aquellas frases? Aquél día, frases como esas se escurrieron ante sus oídos, ahora, resbalaban sin poderse fijar en su piel, ya no era necesario escucharlas. Mikkel miró a los presentes ataviados de negro y que desfilaban hasta el féretro para dar un último adiós; algunos se notaban cansados, con las manos sudorosas o que temblaban impasiblemente sacudiendo la taza de café, algunas veces las gotas de café salpicarían resbalando por la porcelana de la elaborada pieza. Había quienes también hablaban del porvenir, del futuro, de los negocios, siempre había de esos, hombres inteligentes y agudos que no se detienen ante nada, pero en esta ocasión tendría que ser un poco diferente, por honor, por memoria, por recuerdo a quien dormía – eternamente- en el ataúd. Ciertamente, asistir a un funeral era demasiado estresante y agotador, requería no solo de la presencia sino de la compostura, era cansado y desgastante, Mikkel había asistido a un par con anterioridad pero ahora se enfrentaba a algo completamente distinto, porque una cosa es atenderlos, llorar o mostrar condolencias e irse a casa a sacarse las imágenes de la mente. La otra, completamente distinta, es organizarlo y llevarlo a cabo.
Aquel ritual había resultado ser en gran parte, mucho más desgastante que los mismos sucesos previos, aunque claro está no más desgastante que la enfermedad misma que había desembocado en ello. Aneka. Aneka. Ése nombre, el de ella, el de la persona en el féretro y la causante y principio de muchas cosas, entre ellas el presente de Mikkel. Aneka había sido en vida, la esposa de Mikkel. Pero las cosas no son tan dulces como puede parecer, ni la historia era una tragedia de amor al más puro estilo shakesperiano; era más bien la cúspide de una relación como ninguna otra, un cariño sincero, una maravilla ufana.
Ella bien había sido la hija de una familia rica que debido a su muy alto estatus social no se vio muy afectada por los acontecimientos de la gran guerra ni de la segunda guerra mundial. Naturalmente a la muerte de su padre – y sin haberse casado- Aneka heredó los negocios de su padre; una reconocida compañía petrolera. Pero la soledad mata, y lo hace lento y dolorosamente. Fue por aquella época de sus 42 años - Corría el año de 1950 - que conoció a un hombre en una de las fiestas organizadas por el cónsul americano. Aquel hombre había llevado su vástago Berwald, un joven con un olfato natural para los negocios, serio y formal que parecía saberlo todo. Era un joven de escasos 25 con una mentalidad de sabio más allá de las barreras de la edad.
Mikkel –su primo- iba con él, visiblemente más fresco y menos al pendiente de las cosas que sucedían a su alrededor aunque –más tarde, Aneka comprendería que Mikkel no era ningún ciego y sabía lo que hacía en materia de dinero. Le llamó la atención su sonrisa, su mente liviana, su ser refrescante y su voz como la brisa. El chico tenía 22 años.
Quizás el hecho de que pronto desaparecería de la faz de la tierra fue lo que la llevó a aquel impulso, cobijar al muchacho bajo sus alas y darle el conocimiento para ir adelante. Aneka vio en Mikkel la suficiente frescura y dulzura para posesionar en sus manos los esfuerzos de su familia. Casi como una madre adoptiva – podrían verlo algunos – pero era una mujer enamorada por la juventud.
Aquella misma que Mikkel representaba.
Un hielo tintinó en el cristal del vaso de whisky y Mikkel se llevó su contenido a los labios sintiendo el licor resbalar por su garganta, calentándola, lacerándola y pidiendo por otro trago de aquel ardiente líquido. Aneka había actuado por impulso, pero ahora que no estaba, Mikkel no sólo tenía que enfrentarse a hecho de seguir adelante con la firma petrolera que representaba, sino que tenía que mantener el estatus social en que Aneka – una mujer bien querida por la alta sociedad- le había dejado. Ella lo había subido y ahora él no tenía el derecho de bajarse, aunque tampoco es como si lo quisiera. Quizás rumores irían y vendrían, después de todo solo dos años y medio desde que se habían casado y ahora él, aun siendo muy joven, tendría que enfrentarse a estas situaciones. Por supuesto que lo subestimaban – pensó- porque por muy joven que fuera, Mikkel sabía muchas cosas, además que siempre contaba con la audaz espalda de su primo Berwald.
Por ahora era tiempo de dormir, los tiempos venideros podrían ser violentos.
"Barril de petróleo crudo baja su precio por primera vez desde 1946"
Fue el encabezado que tres meses después se vislumbró en el periódico local. Era de mañana, Mikkel pretendía desayunar, aun cuando para ser sinceros prefería solamente un jugo de naranja recién exprimido, ya lo tenía, ya no esperaba nada más.
Un bufido se escuchó y Mikkel alzó la vista prestando atención a su primo Berwald quien sujetaba una copia del mismo periódico.
-¿Así que ya lo viste? – fue la pregunta de Mikkel.
-¿Qué vas a hacer al respecto?, se redujo casi 20 puntos.
- Lo sé, y francamente creo que por ahora no puedo hacer mucho, hay competencia, lo sé, pero no puedo bajar aún más los precios, eso sería ridículo.
-Confías demasiado.
-Berwald, a la industria textil, o sea, a ti. Esto también debe preocuparles mucho ¿cierto? Por seguridad que el traslado de capital, materia prima y producto será más caro y tendrás que aumentar el precio de tus productos. ¿O acaso lo mantendrías bajo para que la gente lo comprara? No podrías ni pagar los insumos.
-Hm, esas son cosas distintas Mikkel, mis productos no se pierden en un día.
Hubo un extraño silencio, pero Mikkel mantenía la calma. Sería ridículo estresarse, las compañías se la habían visto peor durante la guerra, él lo recordaba, quizás no como hombre de negocios pero si como ciudadano.
-Cual sea – Berwald rompió el silencio - ¿Has pensado en lo que te dije?
-¿La alianza comercial con Bondevik? – respondió antes de suspirar viendo con melancolía el ahora vacío vaso que antes contenía su jugo de naranja. – Si, si lo he pensado, digo es una empresa importante en energéticos y serviría muy bien para mantener la balanza de pagos.
-Monopolizar el mercado.
-Exacto, comprarle a Bondevik sería lo mismo que comprarme a mí.
-¿Y qué piensas Mikkel, piensas ir y aceptar?
-Están en Noruega, eso complica muchas cosas, ya sabes, sería un acuerdo de ultramar, eso hace todo más complicado. Ni siquiera se su respuesta y no puedo dejar Dinamarca por ahora así que… - negó con la cabeza.
-Por ahora, Bondevík y su familia se encuentran en Dinamarca, en Elsinor. Para ser honestos Mikkel, he acordado que iríamos el siguiente fin de semana. ¿Entiendes lo que estoy diciendo?
Mikkel suspiró y se cruzó de brazos cubriendo su pecho. – así que… ¿De nuevo metiendo la nariz en mis negocios primito? –
-Hm, todavía que pretendo salvarte del precipicio – le miró con gesto aburrido.
- ya, ya… iré… ¿de acuerdo? ¿Qué más quieres de mí?
-Que cuando vayas, en serio, te comportes.
-… ¿Qué? ¿A qué te refieres?
-Cuida tu boca Mikkel… iré contigo. – respondió suspirando,
- N... ¡no soy ningún niño! ¡Puedo ir y veras que lo haré solo!
-Ah… de ninguna manera, definitivamente de acompañaré.
Los días se fueron rápido, aquél fin de semana –nada paradisiaco- en Elsinor, se acercaba y para el final del jueves Mikkel tenía todo listo para partir, afuera en el pequeño bentley de carrocería negra y llantas de cara blanca, esperaba a su amo y poseedor para emprender el camino hasta la casa de su primo. Mikkel había decidido no llevar chofer y hacer las cosas más libres, a su manera. De ahí viajarían hasta Elsinor para llegar el viernes al medio día después de un ligero descanso.
Elsinor era un puerto de vistas maravillosas mundialmente conocido por aquella obra de cinco actos producto de William Shakespeare; Hamlet, aquella trágica y desventurada historia del aquel príncipe de Dinamarca. Desde entonces mucha gente se paseaba por los empedrados y admiraba con más fascinación a aquel puerto. Mikkel había pasado mucho tiempo de su infancia en Elsinor pero cuando terminó viviendo en Copenhague, cuando tenía 15 años, en la época de la posguerra mediata, Mikkel juró no regresar.
Y ahí estaba, caminando en el empedrado hasta llegar a una gran casa de puerta blanca, tronando los nudillos contra la madera para avisar de su llegada, seguido por los talones de su primo sueco. Mikkel y Berwald fueron bien recibidos por la servidumbre y el señor Bondevik, hombre alto, pálido de ojos suaves y amenos, mucho mayor que Mikkel, mucho mayor que Berwald, desde luego, jóvenes empresarios no eran cosa común en esos días.
-Señor Bondevík – saludó Berwald- él es mi primo, Mikkel Densen. – Mikkel estiró su mano que fue estrechada por el hombre.
-Un gusto señor Densen, debo admitir que lo imaginaba siendo mayor. – Mikkel sonrió a esas palabras. – Debe escucharlo a menudo.
-Más de lo que se imagina, Señor. La vida me ha llevado por circunstancias peculiares.
-Supe que perdió a su esposa hace unos meses, una tragedia, lamento la noticia.
-Gracias – respondió cordialmente- una tragedia, en eso estoy de acuerdo, pero ella sufría, me quedo con que se encuentra descansando.
-Ruego por ello – respondió el hombre.
Así eran las pláticas en su mayoría, los hombres, se estrechaban la mano y conversaban de algo simple, en el caso de Mikkel, las noticias, que si el crudo, que si le economía o sobre su fallecida esposa. Era protocolo, era romper el hielo y era completamente normal. Así, como cualquier otra plática, la conversación entre los tres hombres se fue prolongando en el estudio, al calor de un buen fuego de leña y vodka para relajar los músculos. Dieron las 9 de la noche y Bondevik se puso de pie para guiar a sus huéspedes hasta el comedor de la gran casa para la cena. Ante sus ojos Mikkel y Berwald observaron la fina y casi frágil figura de una mujer pálida como la nieve con mejillas de manzana, su cabello era rubio, muy rubio. Ella permanecía sentada en la mesa y les sonrió.
-Mi esposa, Aurora – dijo el anfitrión.- Cariño, ¿Dónde están los chicos? , quiero presentarlos debidamente.
-No deben tardar, Helga ha ido por ellos hace unos instantes…
No bien terminada la frase de Aurora, por el umbral del pasillo que desembocaba en el comedor, aparecieron dos figuras ante ellos, dos jóvenes varones con el semblante serio, calmado – aunque lleno de preguntas – el más pequeño – Mikkel asumió que era el menor- no pasaría de los 16 años, y bien parecía una versión joven de su madre, cabello claro y un par de destellantes ojos azules, no obstante parecía – a diferencia de ella – ser de personalidad tímida pues desvió la vista, como primera reacción a la mirada de los extraños. El otro chico – el mayor- fue más difícil de describir con verlo una sola vez y Mikkel tuvo que volver a posar sus ojos en él en el brevísimo instante que tuvo la oportunidad.
-Ellos son mis hijos – dijo el hombre presentando a los jóvenes- Lukas el mayor, Emil el menor.
Mikkel les sonrió a ambos pero continuó con su detenido análisis que a su juicio podían ser horas, si bien no fueron más que unos segundos. Lukas tenía el semblante quieto y completamente pacifico, sin embargo sus ojos parecían dos llamas de fuego ultravioleta dispuestas a consumirlo todo, eran impávidos, eran furiosos pero contenidos en el margen de las sombras, en el estoicismo, en su temple y en espeso marco de sus largas pestañas. El cabello rubio y sedoso caía como una pequeña cascada sobre su frente y parte de sus mejillas, tenía un aspecto juvenil, y francamente interesante. Lukas frunció el cejo levemente, dándole a su faz un toque aún más confuso. El chico avanzo con el rostro perenne hasta su lugar en el comedor, el abrigo oscuro que lo cubría se movía apenas unos milímetros en su andar, y el sonido de sus pasos –marcado por un tap, tap, tap provocado por el tacón de sus botas- hizo eco en la habitación.
El padre los presentó ante sus hijos, a Mikkel como el posible nuevo socio comercial de la empresa familiar, con lo que ganó el interés directo de Emil, quien le miraba atentamente "¿Cómo alguien tan joven puede manejar una importante empresa petrolera?" se preguntó el chico. Emil, era a sus 15 años, un chico interesado en conocer el mundo de los grandes, conocer, saber y aplicar, mirar el mundo con sus propios ojos. Era él, quien principalmente platicaba con su padre sobre la economía, las finanzas, los negocios. – Su padre se enorgullecía de este aspecto de joven muchacho. Saber de Mikkel como un joven hombre de negocios, secretamente despertó una noble admiración, una relevancia al grado de "yo también quiero ser así" que difícilmente podría admitir.
No obstante Lukas prosiguió con su cena cuál si le hubiesen presentado a cualquier persona, pues, cualquier persona no entra en su vida para cambiarla, a él, poco le importaban los negocios de esa índole, eso bien podría dejárselo a Emil, pero la vida se había encargado de hacerlo el mayor, por lo cual tenía que lidiar constantemente con el hecho de tener que estar presente en las negociaciones de su padre, como heredero a la empresa familiar. Lo recordaba y lo sabía cada reunión como la que posiblemente mantendría con este nuevo señor ¿Densen? , era un mar de palabrerías absurdas y cordiales, vacías, carentes de significado y terriblemente aburridas. Pero él tendría que estar ahí, fingiendo poder atención. ¿Qué diría su fallecida madre? Por seguridad que lo abrazaría bajo su ala protectora y le leería un cuento más. Por seguridad que sabotearía al niño aún más, logrando que fuera tan poco asertivo. Justo como terminó siendo.
-¿Qué les parece? – la pregunta de su padre lo devolvió a la realidad y dirigió sus ojos ante la figura paterna. – Así conocerán más de Dinamarca. ¿Qué mejor lugar para conocer que en casa de un hombre importante? Copenhague es una gran ciudad.
-Ah… - respondió de forma vaga.
-Los chicos podrían llegar primero – continuó Berwald – desde el miércoles, ya el sábado usted puede unirse.
-Es importante su presencia también Señor Bondevik – añadió Mikkel- me encargaré incluso de ofrecer un cóctel en su honor el sábado por la noche. ¿Qué dice?
-¡Oh vaya, que halagador!
-Es importante la presencia de usted y su honorable familia – reiteró Berwald, logrando que Aurora sonriera noblemente.
-Cuente entonces con ello – fue la respuesta de ella.
-Espera… - Lukas dijo desde su punto- ¿Nos vas a enviar primero a nosotros dos? – su padre asintió como respuesta. – ¿Tres días en Copenhague? ….
-En realidad, cinco, pero si, tres ustedes dos, adelantándose. Emil está dispuesto a ir, ¿cierto?
-Quiero conocer ese lugar – fue la respuesta del menor -
-Emil, pero yo no. – Dijo por fin- no tengo intenciones de salir de aquí. Ni siquiera quería dejar Oslo. Pensó.
-Lukas… - el padre dijo en un suspiro – Tienes que…comportarte. – dijo entre dientes.
-Por favor, perdónenlo, él no sale mucho, por lo que a veces se le dificulta – Aurora suplicó en un delicado susurro a los invitados.
-Lukas- volvió a decir el padre- Si Emil va, como su hermano mayor tienes que ir. – el aludido se hundió en su silla.
-No es necesario – Emil dijo mirando sus manos – Ya tengo 15 años, se cómo no meterme en problemas.
-Aun así. – respondió el hombre.
-Además – continuó el menor de los hijos- Lukas tampoco es mucho mayor que yo.
-Tres años son tres años.
-Ya…
-¿Lukas? – El padre miró a su hijo mayor- ¿Dejarás ir solo a Emil?
Lukas frunció el cejo, hizo un gesto de inconformidad y dejó escapar un gruñido por lo bajo. No, no podía hacer eso, pero que utilizaran ese recurso en su contra le hervía la sangre, y bien podría reclamarle minutos más tarde a Emil por haber aceptado pero Lukas no era un chico inmaduro, era más bien uno demasiado inteligente y agudo, lo suficiente también para saber respetar los deseos de los demás. Él sabía que su hermano anhelaba conocer más cosas, no podía negárselo, no a él.
-Claro que no… - respondió vagamente- Jamás podría dejarlo ir solo.
-Bien.- respondió el padre y con esto aquella conversación llegó a su fin.
El miércoles llegó con apuro, Mikkel tampoco se sentía del todo complacido con la idea de invitar a dos jóvenes a pasar unos días en Copenhague, pero la idea había salido de su primo y si la vida le había enseñado algo es que a veces, escuchar las sugerencias de Berwald no era del todo malo. Se detuvo a pensar en qué hacer, siendo francos la última vez que él se había entretenido de forma sana había sido años previos a la vida con Aneka, de ahí en fuera de manera cuasi mundana su entretenimiento se había rendido a una estrategia más para cerrar tratos comerciales.
Cuidar y entretener a dos chicos de 15 y 18 años al parecer, tendría que ser otra de esas actividades. Para colmo, Berwald, no obstante ser el desencadenante de semejante situación, encontró su agenda ocupada siquiera para poder ayudar a su primo o darle una idea mínima, Mikkel se vio así en un gran problema de índole "que debo hacer" pues en principio sabía que sería difícil, quizás no tanto para el menor per se, pero el mayor de los dos invitados – no obstante su bella faz- era un dolor de cabeza, o al menos esa había sido la primera impresión que Mikkel había tenido de Lukas. Suspiró al pensar en él y consideró absurdo que para dar un paso más en sus negociaciones tuviera que hacerse cargo de cuidar, cual niñera a un chico como aquél. Veinte minutos en una cena como invitado le habían dejado en claro que la convivencia con ese joven no sería fácil. Mikkel se pegó en la frente en acto impulsivo de autocompasión. Aquél chico de difícil comprensión sería el futuro dueño de la empresa de su padre, por ende, Lukas Bondevík habría de convertirse en el futuro socio de Mikkel Densen.
Mikkel cerró los ojos al sentir su cabeza con un terrible dolor. La puerta sonó fuertemente, de manera casi agresiva, con fuerza y fiereza y Mikkel pudo escuchar al menor de los dos chicos pidiendo piedad para con la puerta.
Habían llegado, y Mikkel sabía, nada de eso sería fácil.
Fin del capítulo I.
¡Gracias por tomarte la molestia de leer!
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