«Fiscal Gavin, es muy tarde, ¿no debería irse ya a su casa...?» Apollo estaba sentado en su sofá, estudiando su último caso. Había llamado a Klavier, ya que necesitaba preguntarle unas cosas respecto al caso, pero ya se estaba haciendo tarde y tenía sueño.
«¿Me está echando, Herr [Señor] Frente?» Preguntó con una sonrisa juguetona.
«Er... echar no es la palabra adecuada. Es sólo que ya se está haciendo tarde y creo que deberíamos continuar mañana. Además tengo sueño» Dijo sin molestarse en mirarlo. No hacía falta verlo para saber que tenía esa maldita sonrisa plasmada en la cara...
«Herr Frente... sabe que no pasan autobuses a estas horas por aquí, ja [sí] Y mi casa está al otro lado de la ciudad...» Se paró detrás del sofá y se apoyó con las manos sobre el respaldo, inclinándose un poco hacia delante, «No sé cómo espera que llegue hasta allí a pie, Herr Frente...»
Apollo no levantó la vista del caso que tenía entre manos, «¿...Y no tenía una moto?»
«Ja, pero la dejé en casa. He venido en taxi.»
(Ya. Seguro. Como que Klavier sería capaz de ir a algún sitio sin su moto.)
«Pues váyase a un hotel» Ya le estaba empezando a cansar.
«Herr Frente. No he traído dinero." Dijo con una voz finjidamente más seria. "Vamos, deje que me quede esta noche y mañana le invito a un café, ja?»
(¿Por qué a mí...? ...Pero tampoco puedo dejarlo en la calle... Argh...) «Está bien, puede dormir en el sofá» Apollo cerró el cuadernillo del caso, se levantó y empezó a caminar hacia la cocina, ignorando a Klavier.
Klavier sonrió, «Sabía que haría lo correcto, Herr Frente. ¿...tiene algún pijama de sobra?»
«Sí tengo, pero...» Y se giró para apreciar la diferencia de altura entre ellos, «Le quedarán pequeños... lo siento»
Klavier soltó un falso suspiro, «...Bueno, entonces espero que no le importe que duerma en ropa interior...»
«No se preocupe, al fin y al cabo, ambos somos hombres, ¿no?»
Klavier soltó una risa floja ante la respuesta, «Ja, claro, por supuesto»
Apollo lo miró con algo de extrañeza. Ugh. Tenía a una estrella del rock en su pequeño salón totalmente dispuesto a dormir en ropa interior en su sofá, ¿era esto algún tipo de novela para adolescentes?
Además, iba a ver a su rival semi-desnudo, delante suya. Era raro, porque es una oportunidad que muchos querrían.
Excepto él.
A Apollo más que placer le producía una sensación de inseguridad, pues no podía evitar comparar su aspecto con el del otro.
(¡Ah! ¡Me está mirando!) «Huh... ¿Quiere algo? No suelo recibir visitas...»
«¿Una tila, quizá?» Sugirió Klavier. Sonrió al ver cómo Apollo pensaba profundamente.
«Sí, eso puedo hacerlo» respondió, y rápidamente se dirigió a la cocina. Simplemente quería centrarse en alguna cosa para no pensar tanto en los celos que le tenía al fiscal. Mientras preparaba la bebida, Apollo se percató de una cosa, «¿Es alérgico a los gatos? Es que tengo uno...»
«¿Huh? ¿Tiene un gato? Pensaba que sería más de perros...» Klavier estaba quitándose la ropa mientras Apollo estaba en la cocina, preparando la tila.
«Me gustan ambos, la verdad, aunque al ver a Mikeko abandonado no pude hacer otra cosa que acogerlo...» Estaba mirando cómo la agua se calentaba en el microondas, totalmente ajeno al otro hombre desvistiéndose.
«Nein [No, no soy alérgico. De hecho me gustan los gatos. ¿…Puedo verlo?» Tras decir esto se dirigió a la cocina, pero se mantuvo fuera del campo de visión de Apollo.
«¿Mikeko...? Probablemente esté durmiendo en mi cama. Puede acercarse si quiere, pero le advierto que mi cierto está bastante desordenado» Al acabar con la bebida, la intentó sacar con cuidado de no quemarse y la dejó sobre la encimera, tratando de buscar al otro con la mirada, «¿Quiere que le eche az—? ¡Ah!»
Apollo se sobresaltó al verlo tan de cerca, aunque después de haber recibido aquella sorpresa se quedó paralizado al verlo de frente. Semidesnudo.
...Klavier tenía un cuerpo tonificado y bronceado. Era atractivo, para qué mentir. Sus ojos le recorrieron rápidamente de arriba a abajo, percatándose de muchos detalles de su cuerpo con aquel vistazo rápido, como el contraste de la piel cercana a la ropa interior con el resto, la cual estaba bronceada, o las curvas de su cuerpo.
Apollo quería que la tierra le tragase. Se puso rojo de vergüenza y algo verde de envidia. ¡Maldita sea! ¡A su lado Apollo parecía del montón!
Klavier seguía con su típica sonrisita tonta, «¿Azúcar? Ja, eso estaría bien.»
«E-Está bien…»
Apollo comenzó a buscar el azúcar, y Klavier aprovechó el momento para ojearlo.
No era el hombre más musculoso ni más guapo del mundo, diría la gente, pero para Klavier tenía la cantidad justa de grasa y músculo. (Nada mal...)
Apollo decidió servir la cantidad de azúcar que a él le pareciese. Y si no le gustaba, que se aguantase, o si no que no se hubiera acoplado en su casa…
Al finalizar todo, el abogado le ofreció la taza a su huesped, forzándose a sí mismo a mirarle a la cara. No podía simplemente huir, era estúpido...
«Necesitas... huh, ¡mantas! Puedes pillar un resfriado. ¡Un momento!» Y volvió a escabullirse, saliendo disparado a su cuarto. Ya de camino aprovecharía para ponerse su pijama.
