Relatos Vongola (Yaoi)

Líquido Carmesí Naciente Del Deseo Y El Anhelo I

El mundo gira y depara destinos para muchos, pero… ¿qué pasaría si un joven oji-verde, inocente y virginal como el sol al alba, fuese atraído a las más ardientes sombras de la noche, por una criatura nacida de la furia, guerra y sobre todo la pasión? Su sangre se volvería el líquido carmesí naciente del deseo y el más puro anhelo…

Andando tranquilamente al lado de su mejor amiga, un joven de ojos claros, verdes y sinceros, observaba con cierta diversión la cara de consternación que su nerviosa compañera ponía mientras recorrían paso a paso aquel famoso club al cual habían logrado colarse.

"FantasyNight." El letrero se apreciaba brillante y perversamente llamativo en la entrada que coronaba la puerta por donde ambos jóvenes cruzaron el atestado lumbral no sin antes evitar vario empellones y empujones de los impacientes clientes.

— En serio Lambo, no creo que sea buena idea que viniésemos, quiero decir no parece tan malo pero algo me dice que no es lo que aparenta. Además, ¿qué explicación le daremos a Tsuna cuando se enteré que nos largamos del colegio como sin nada? Por favor Lambo, regresemos a casa, este sitio no me agrada.

— Vamos I-Pin, no seas aguafiestas, recuerda que el que se va pierde. — Guiñándole un ojo a su mejor amiga en todo el mundo, palmeó con cariño su hombro para infundirle valor, antes de seguir avanzando por los pasillos atestados de gente que bebía, bailaba y reía sin inhibición alguna. Pasados unos instantes llegaron a una de las mesas más alejadas y se sentaron observando todo a su alrededor, bueno el observando, I-Pin prácticamente maldiciéndolo y maldiciéndose por haberse dejado convencer para ir al centro nocturno. — I-Pin ya relájate, en verdad todo estará…— Parpadeando confundido, fijó su vista sobre un hombre que habían en una de las esquinas del bar, el cual con pasos ligeros y calmos, se escabullo entre la multitud de bailarines y atrevidas parejas, para adentrarse a la esquina opuesta de donde ellos estaban, estirando su mano para… tocar una puerta que al parecer nadie veía. — ¿Viste…eso? — Preguntó intentando explicarse a donde podría ser que ese hombre estuviese yendo, y el porqué de que nadie notase lo que había hecho.

— ¿El qué? — Refunfuñando sumamente molesta por haber sido llevada a aquel sitio por demás desquiciado, observó a Lambo.

— ¿Enserio no lo viste? — Preguntó el menor, observando a I-Pin como si hubiese enloquecido.

— No he visto nada, y a no ser que me digas de que hablas, puedo asegurarte que seguiré sin saber y ver NADA. —Enfurruñada en su asiento, la joven resopló fulminando con la mirada al chico.

— ¡El hombre! — Dijó en un pequeño grito.

— Bromeas, ¿verdad? Lambo aquí hay más de una docena de hombres, ¿cómo esperas que sepa de qué hombre hablas? —Exasperada la joven se preguntó si su amigo no lo hacía apropósito. Esperaba que no, porque si seguía molestándola, lo patearía.

— I-Pin en verdad un hombre completamente extraño vestido de cuero negro y con una gabardina acaba de irse a esa esquina de haya y desapareció. Es casi una locura pensar que estuviese ahí. — Exasperado el oji-verde se puso en pie de un tirón, dispuesto a ir a satisfacer su curiosidad y saber cómo es que aquel misterioso y atractivo hombre había desaparecido entre todos sin alertar a nadie de su presencia.

— Espera, ¡Lambo! — Chillando por sobre el estridente sonido de la música, la joven china se puso en pie a la par que su amigo, siguiéndolo entre empellones y choques que recibía de las personas, viendo como el joven se iba a una de las esquinas casi ocultas por las sombras que poseía el club. A mitad del camino, una pareja de frenticos bailarines chocaron con ella haciéndola perder el equilibrio antes de caer de zopetón contra el duro piso. Desorientada y molesta, la chica se puso en pie a como pudo, antes de voltear a ver por donde Lambo se había ido, dándose cuenta que el muchacho ya no estaba ahí.

Había desaparecido.

Parpadeando en un estado por demás confundido, Lambo observó atontado el ambiente que lo rodeaba, un ambiente completamente distinto al apacible — A comparación con este — bar.

Tragando saliva, el joven notó que al lugar al que había ido a parar estaba completamente fuera de línea con el bar donde había estado con... — ¡I-Pin! — Recordando a su querida amiga, el chuico se puso en pie como pudo, antes de sentir que una fuerte mano lo agarraba del hombro estampándolo contra la pared. — ¿Qué…? — Aterrorizado observó el rostro del anterior hombre al que a buena hora había decidió seguir. Al ver su rostro parecía que estuviese viendo a un frío animal.

— Derek ¿en qué demonios estabas pensando?; ¿Cómo demonios dejaste que este chico te siguiese hasta acá? Sabes que el club es exclusivo de antiguos bebedores y sus donantes, te dije que no dejarás que nadie te viese. ¿Acaso te estas volviendo un maldito trasparente entre la raza humana? — Una voz burlona y fría siseó aquellas palabras haciendo que Lambo se estremeciera de miedo pensando en lo que había dicho el hombre al dirigiré a su ahora captor; antiguos bebedores; donantes y ¿humanos?

Definitivamente estaba con un par muy peligroso de desquiciados.

— No tienes que recriminarme nada Audric, nunca pensé que este niño me seguiría. Estaba concentrado en buscar la cena para el maestro, recuerda que el cabrón se molesta si no se le lleva un buen aperitivo. —Bufando el hombre llamado Derek, movió ligeramente su brazo para mantener el agarre sobre Lambo, antes de dirigirse al otro presente sin voltear a verlo.

— Pues si tanto cacareas sobre la alimentación de nuestro señor, ¿al menos traes al nuevo donador? — Arqueando una ceja, el frío macho centró su vista aguda y cruel en el pequeño muchacho que Derek se encargaba de mantener sujeto contra la pared evitando que huyera. —Tal parece que el muchacho no sabe que ocurre aquí. Es extraño pero no me interesa, lo único que quiero saber es que donador le daremos al maestro ahora que fallaste en traer uno y a aparte, trajiste a alguien que claramente no estaba invitado. — Cruzándose de brazos, Audric pensó unos instantes que aquel joven no estaba mal para ser tan niño. Le calculaba por su apariencia unos quince, catorce años, pero apostaba que debía tener buenas influencias haya afuera para que uno de los guardias del club lo dejase pasar. Si bien era cierto que el "FantasyNight" era un camuflaje para el club que su especie visitaba cada noche, el antro seguía siendo abierto para humanos, ya que muchos de los maestro aprovechaban este pequeño hecho para buscar su cena cada noche mandando a sus ciervos de mayor confianza a cazar al donante. No era muy común que los donantes volviesen a presentarse en el club, ya que los Dominantes o Amos preferían borrarles los recuerdos para no arriesgarse a que se creara un apego entre "Dom y Sum". Aunque claro, cuando un maestro vampiro —Era más común con ellos— encontraba su "anima dolce" o compañero, esté podía decláralo como suyo y traerlo cuando quisiera, teniéndolo a su lado y celándolo como un lobo a su presa. En su caso —Y gracias a su condenada buena suerte— su maestro carecía casi por completo de sentimientos que no fuesen deseo, lujuria, brutal fiereza y salvaje ansía. Su maestro nunca en su vida había traído a un donante más de una vez en toda su vida. Cada noche él, Haig y Derek eran los encargados de buscar el sustento de su señor, encargándose después de borrarles cualquier recuerdo y mandarlos a casa.

A ellos en lo personal no les preocupaba mucho que otro maestro adoptase al mismo humano como donante, ya que cada señor podía mandar a sus recolectores o ciervos en busca de uno o más cada noche, y no importaba que el alimento hubiese sido usado por otro, a menos claro, que esté ya tuviese la marca de posesión.

— En cualquier caso, Audric, sé que perdí el maldito donante de nuestro señor, pero es que la porquería de haya afuera no se asemejaba en los gustos tan finos del amo. Ni mujeres ni hombres daban la talla, y por si fuera poco no me he alimentado en dos semanas, sabes que no soy tan viejo como tú y el maestro, así que ya que esté crío llegó a meter la nariz donde no lo llaman, creo que sería bueno que fuese mi alimento por hoy. — Paladeando como un perro hambriento, Derek salivó al pensar en poder probar el cuello del chico, que tembloroso, mantenía arrinconado contra la pared.

— Espera. Ya que no fuiste capaz de conseguir la presa de hoy, creo que ese muchacho será un buen suplente como alimento para el maestro. Ese chico será el donante de Reborn.

I-Pin estaba a un paso de comenzar a gritar completamente fuera de sí. No soportaba la idea de no saber dónde había ido Lambo, de un momento a otro su mejor amigo había desaparecido entre la multitud de agitados cuerpos que bailaban por todo el club, dejándola tirada y desorientada sin poder hallar al menor. — Maldición, maldición, ¡Maldición! — Completamente histérica, la joven logró alejarse del descarriado ambiente del bar, sacando su móvil de los pantalones vaqueros que llevaba, marcando una tecla y esperando la contestación de su tutor. Tsuna los había criado desde que eran unos niños cuando sus padres los habían mandado a ambos confiados que aun entre el mundo de la mafia en que se manejaba el peli-castaño, ellos estarían a salvo. No habían contado con que Lambo saldría siendo el encabezador de todos los usuales problemas que ella y él sufrían. Mordiéndose la pequeña y fina uña de su dedo índice, espero paciente a que la voz sonase al otro lado del teléfono.

— I-Pin al fin contestas, ¿¡cómo puede ser que tú y Lambo hayan sido tan irresponsables nuevamente?! Sabes que hay capos de la mafia que odian a los Vongola y darían todo por destruirnos, así que no entiendo porque tú y Lambo siguen metiéndose en problemas.

— Tsuna sobre eso yo… —Contando hasta diez, I-Pin intentó controlarse al ser interrumpida por la preocupada por del Décimo Vongola.

— Sobre eso nada jovencita, quiero que en este instante me digas donde están tú y Lambo para que mande a mis hombres por ustedes, y mejor será que se preparen para la reprimenda del siglo, porque ninguno de nosotros en la casa está de buen ánimo por su huida de hoy. Y cabe decir que Hibari tampoco… lo está.

Mordiéndose el labio, I-Pin recordó que después de comenzar a salir con el guardián de la nube, Hibari Kyoya, I-Pin había procurado no meterse en líos para no preocuparlo y alterar sus nervios que causaban más de una tragedia cuando estaba cerca de los demás Vongolas. Era seguro que a estas alturas su amante estaba "adiestrando" con sus tonfas a todos los habitantes de la mansión. Moviendo su cabeza de un lado a otro para despejar sus ideas, I-Pin se dijo que ya luego le pediría disculpas a Kyoya, primero debía alertar a Tsuna de la desaparición de Lambo.

— ¿Hola? ¿I-Pin sigues en la línea? — La voz del peli-castaño delataba extrema preocupación.

— Tsuna sobre eso yo… no creo que Lambo pueda venir conmigo.

— ¿Qué? ¿¡Por qué?! — Ahora sí que estaba completamente fuera de sí, su tono lo delataba.

— Porque Lambo está desaparecido.

Lambo estaba aterrorizado, no sabía de qué demonios estaban hablando sus captores, y lo que era peor no sabía dónde rayos se encontraba para poder planear una rápida huida. Tragando saliva sintió su pulso latir fuera de control, al oír la discusiones que los dos hombres mantenían, hablaban sobre alimento, donantes y cosas que sonaban como una completa locura, pero lo que lo hizo sentir completamente aterrado fueron las palabras del hombre llamado Audric, quien decía que él sería el donador de un tal Reborn.

Reborn.

— Esté es muy joven para el amo Audric, no resistirá ni un poco antes de que el sol vuelva a salir. — Haciendo un gesto despectivo hacía Lambo, el hombre siguió paladeando mientras sus fosas nasales se dedicaban a aspirar el atractivo olor a miel y pureza que despedía el cuerpo del chico.

— Para poner tú teoría en práctica debemos llevarlo con el señor, y como el que no consiguió su alimento fuiste tú, deberías estar un poco agradecido de que con esto te estoy salvando el cuello de la ira del amo. Además no niegues que la razón por la que no quieres llevárselo al amo es que sabes que su virginal ser podría ser de mucha diversión para ti esta noche, no necesito acercarme para oler tus necesidades por todo el cuarto. — Bufando groseramente, se dio la vuelta y comenzó a andar a la otra habitación, esperando que Derek se apresurara y trajera al humano para que lo preparasen y le indicaran que debía hacer comp donante. Sería una noche, sí, pero no cualquier vampiro sería el que se alimentaría del menudo cuerpo.

— Bah. — Dándole un tirón al pequeño joven, Derek fue tras Audric, rodando los ojos al oír el chillido indignado y la débil lucha que el humano hacía por liberarse. — Estate quieto, no ganarás nada peleando.

— ¡Déjeme ir, no puede hacerme esto! — Peleando con total ahínque, el oji-verde observó con aprensión como sus inútiles intentos de escape eran bloqueados por el hombre como si se tratara de un simple bebé.

— Mira niño tonto, el que decidió seguirme fuiste tú, así que si quieres culpar a alguien de tú destino te aconsejo que comiences contigo. Ahora muévete que yo no tengo la paciencia de Audric y si me haces enfadar no dudaré en castigarte. — Con violencia, Derek jaló el brazo de Lambo, haciéndolo andar tras de sí, a pesar de los fieros intentos del chico por escapar.

Después de algunos instantes, habían llegado a una habitación completamente roja que se mantenía caliente gracias a una chimenea que prendida lucía en medio del cuarto.

— Escucha muchacho sé que no vienes con gusto, pero tú mismo clamaste tú suerte por haber seguido a Derek. Ahora te aconsejo que te portes servil cuando el amo beba de ti, si lo haces enojar no nos haremos responsables de cualquier daño que sufras. Nuestro maestro no se caracteriza por ser paciente con berrinches o caprichos, así que por tú bien procura no alterarlo y has todo lo que te pida. Te arreglaras con las ropas de un "Sum o Donante" y saldrás al club con todos, ahí te llevaremos a una mesa en la que nuestro maestro suele estar cada noche, pero todo el tiempo que estés entre los Señores, Lores o Maestros, deberás mantenerte callado y no dirigirle la vista a nadie. Los vampiros no solemos ser muy comprensivos ante nada. — Con voz calmada y aburrida, Audric le hizo una señal a Derek para que se fuese y él pudiese terminar de instruir al pequeño humano, quien parecía estar cerca de un ataque.

Su piel pálida y sus ojos agrandados confirmaban su idea de que el joven parecía no tener idea que el mundo de las sombras ocultaba más de lo que a simple vista parecía.

— ¿Vam…vampiros? — Retrocediendo hasta casi quedar pegado contra la pared, el joven se preguntó si en medio del bar no se había caído y esto era producto de una muy mala pesadilla, la cual terminaría en cuanto despertara, porque tenía que despertar, ¿cierto?

— Si, vampiros eso es lo que somos y eso es con lo que te encontraras y a al que servirás está noche. — Con una socarrona sonrisa, Audric dejó libres sus filosos colmillos, causando que Lmabo fuese a dar de culo contra el piso viéndolo horrorizado. — Ahora, espero que no hagas un escándalo, a nuestros señores no les gusta un humano chillón y berrinchudo, los preferimos más del tipo sumiso y amable. Aunque claro, hay excepciones en las que a los nuestros les gusta "jugar" con la comida. He ahí la razón por la que se creo esté club. Bienvenido al "CrimsonTies" muchacho. —Riendo con la voz baja y oscura, el vampiro se dio la vuelta para abrir un armario que contenía un pantalón de lino sencillo, acompañado con una playera igual, seguido por un lazo color negro que lucía contra el conjunto completamente blanco. Al lado de esto, el juego de ropa iba adornado con un collar de bronce que tenía un cerrojo, el cual el maestro ataba al cuello de su donador la noche de la alimentación o copulación. Dependiendo del gusto del lord. La mayoría aprovechaba la segunda opción para un poco de juegos BDSM. Yap los vampiros podían ser bestias insaciables en la cama, así que de cierta forma Audric tuvo lastima por Lambo, ya que al ser Reborn tan antiguo, conocido y salvaje como era, probablemente el chico pasaría una mala noche. O…quizás no.

Completamente abrumado, y perdido entre las nuevas revelaciones que sabía sobre el apacible mundo, Lambo vio atontado como Audric le lanzaba las prendas yendo a apoyarse contra el fino y caro sillón que se encontraba junto a una mesa de caoba.

Estremeciéndose, el menor tomó las prendas y trató de mantener la calma, pensando que esto debía estar en una de esas malas pasadas que les jugaba la mente a las personas cuando sobrepasaban el límite de lo legal en cuanto a beber se refería. Sí, tenía que ser eso, porque los vampiros ciertamente no existían. Y sin embargo frente a él había uno que parecía completamente hilarante ante su enredo mental y su deprimente situación en la que parecía estar siendo llevado junto a un desconocido el cual se alimentaría de su sangre.

Menuda broma le jugaba la vida.

— ¿Y bien? ¿Acaso estás esperando que te mande una invitación por escrito? Date prisa que dentro de poco llegará el maestro y tienes que estás presentable frente a los demás y listo en el club. Además aun me toca darte unas cuantas instrucciones para cuando… — Arqueando una ceja, Audric observó como el más chico comenzaba a reír de forma casi histérica antes de verlo con inmenso pavor y confusión en la mirada.

— Esto debe ser un chiste ¿verdad? Usted no puede…los vampiros no pueden…es una pesadilla nada más. —Repitiéndose aquellas palabras como si fuese un mantra, Lambo se dijo mentalmente que si lograba despertar de esta pesadilla, no volvería a escapársele a Tsuna.

—Escucha niño aunque la posibilidad de ser Ophra contigo esta noche me tiene brincando de la emoción, no puedo espera a que aceptes o no el que hay vampiros. Si te funciona creer que has bebido suficiente como para soñar con historias de Stephen King, hazlo, pero mientras estás en ello vístete. En cuanto termines ven a buscarme fuera para que te diga lo que debes hacer y no cuando vayas al club, ahora si fuese tú no trataría de escapar, porque no todos los ciervos y menos los maestros serán tan gentiles contigo. — Encogiéndose de hombros, el despreocupado vampiro se dio la vuelta y salió, dejando a Lambo sumido en un trance de completa incredulidad y una buena dosis de "¡Pellízquenme debo estar jodidamente alejado de la realidad".

Estremeciéndose, Lambo supo que el vampiro no estaba bromeando y que lo que le había dicho no podía ser más que la verdad, sus colmillos eran la viva prueba de ese hecho y sabiendo lo que ahora tenía en claro, se puso en pie con los temblores azotándolo igual que si fuese un pequeño trozo de gelatina. Maldiciéndose con fuerza y a su tan molesta curiosidad, espero que I-Pin estuviese aquí, y que lo del alimento fuese nada más que eso, porque sin importar si ese "Lord" era poderoso, conocido y venerado entre aquellas sanguijuelas, lo que seguía de la noche no sería más que una donación involuntaria de su sangre.

Fin de la discusión.

En el pasillo, Audric zapateaba el piso impaciente por la tardanza que el muchacho estaba presentando. Más le valía no ponerle las cosas difíciles y tratar de escapar, porque eso en verdad lo pondría de mal humor. Bufando se dispuso a ir a abrir la puerta de un tirón para ver porque demoraba tanto el joven, importándole una mierda si lo encontraba con los pantalones abajo en mitad de proceso para cambiarse.

Antes si quiera de que pudiese tocar la perilla de la puerta, esta se abrió dejando ver un reluciente, nervioso, e inseguro chico que le devolvía la mirada con frustración. — Vaya, vaya, para ser tú primera noche, no dudo que le encantarás al Maestro. — Observándolo con ojo especulativo y un tanto deseoso por el aura pura y sensual que despedía el más chico, Audric se dio una palmadita y felicitación mental así mismo por escoger también al donante de Reborn. Usualmente el hombre tenía gustos que a él, Haig y Derek les costaban una putada satisfacer, pero procuraban hacerlo para mantener a gusto al vampiro. Lo único que le preocupaba a Audric es que el chico pudiese mantener el ritmo que Reborn mantenía. El cabrón era un antiguo de esos que era mejor andarse con cuidado, y prácticamente su poder era conocido por todo el vampiro que poseyera un poco de cerebro, por no mencionar que él mismo era el que patrocinaba gran parte del dinero que mantenía el club. Además solo el "dueño" del bar de humanos conocía el trasfondo que ocultaba su club, ya que claro, Reborn se había hecho de buenos negocios con él y no era difícil mantenerle la boca cerrada. El miedo siempre era un factor importante a la hora de hacer tratos.

— Bien. ¿Qu -qué se supone que debo hacer cuando tú amo llegue? — Preguntó intranquilo.

— Nada, solo debes esperar y ver qué es lo que quiere o espera de ti. Ya sea tú sangre, joderte o ambas — Dijo simple y llanamente.

— Wow, alto. Espera un segundo, estás completamente loco si esperas que voy a dejar que me…toque un solo cabello. La sola idea que beba de mi sangre es una aberración antinatural en todos los sentidos. Y me importa un cuerno si este club es un maldito antro para vampiros ninfómanas y gustos sádicos. Sencillamente no dejaré que haga algo más que morderme. — Tratando de pintar una apariencia de valor y tranquilidad, el joven alzó su barbilla de forma altanera, deseando no verse tan frágil y débil como se sentía en aquellos momentos.

Estallando en carcajadas ante el repentino arrebato del pequeño humano, Audric se divirtió a lo grande al ver los intentos que ponía el más joven por aparentar valor. No podía negar que tenía agallas para decirle aquello, acompañado de un muy bien marcado insulto que más que ofenderlo lo hizo pensar que era extraño que fuese uno de los poco humanos que no sabían de la existencia de vampiros. Era muy natural hoy en día, que los vampiros fuesen conocidos por los seres humanos, y aunque no se mezclaban mucho, había excepciones como el club, en donde la mayor parte de los donantes iban por gusto o simple curiosidad. Deseosos de probar algo nuevo, un poco de morbosidad y sexo salvaje para salir de lo cotidiano y encender la llama de la aventura o la simple lujuria. Pero bueno, en casos como el del oji-verde que estaba frente a él, —rojo de rabia porque se burlase de él— eran atraídos contra su voluntad o cuando un ciervo había perdido la caza de la noche y debía sopesar la perdida con un remplazo. No obstante este remplazo seguro que sería del agrado de su Lord. No sabía porque, pero lo presentía.

— ¿Puedo saber que te causa tanta risa? — Dijo entre dientes el chico.

— Es solo que yo no seré él que te fuerce niño, eso es trabajo de los Lores, nosotros solo nos dedicamos a conseguirles el sustento, ya que aunque los maestros saben cómo cazar, prefieren tener ciervos a sus servicios. —Contesto encogiéndose de hombros.

— Y se supone que debo entender la clase social que ustedes manejan… ¿por qué? — Contestó mordazmente el pequeño, cruzándose de brazos.

— De hecho no es importante que lo entiendas o no ya que cuando esta noche termine tú no recordarás nada de nuestro mundo ni lo ocurrido. Quizás alguna vez otro ciervo o un maestro vampiro de directamente contigo, pero puedo apostarte que no será el mismo de esta noche. Reborn nunca escoge un donante dos veces. Esa es su regla y así funciona con casi la mayor parte de nuestros señores. Pero mi Lord se caracteriza más que ninguno al mantener al pie de la letra esto, así que no debería preocuparte. — Diciendo aquello de manera tranquila se dio la vuelta comenzando a andar y sabiendo que el chico no dudaría en seguirlo. Al menos no si quería evitarse y evitarle problemas a él.

— Bueno…no sé cómo puedes decir que no recordaré nada, pero si eso es verdad no creo que tenga nada de malo que me expliques todo eso de… vampiros y ciervos. Al menos me debes eso después de haberme marcado como bocadillo para un desconocido, llevándome a él como ofrenda.

Encogiéndose de hombros de forma aburrida, Audric pensó que el humano quizás tenía un poco de razón. —Bien. ¿Qué es lo que quieres saber exactamente?

— Todo. —Respondió rápidamente el chico.

— ¿No te han dicho que el ser curioso puede meterte en muchos líos? — Girando un poco su cabeza para ver con una media sonrisa al oji-verde, lo observó unos instantes antes de voltearse nuevamente.

— Al parecer gracias a esa curiosidad estoy metido en esté lío, pero no creo que eso cambie mi defectito, así que adelante. Dime todo. Qué son y como existen los vampiros; Por qué hay ciervos y por qué atienden a esos "Lores" y quienes se suponen que son los Maestros. Todo

— Es simple muchacho, desde hace milenios nuestra raza ha convivido entre los humanos y se ha alimentado de ellos, somos una especie diferente y eso es todo lo que puedo aclararte, ya que no tengo permitido revelar más. Además es como la especie animal, solo que pasamos de ser un mito de terror a algo real. Sobre los Maestros y los ciervos, bueno como verás yo soy un ciervo y eso se debe a que mi Lord nos transformó a mí y a dos más para que le sirviéramos hace bastantes siglos. Por algo te dije desde el principio que nuestro Señor es muy, muy antiguo. Más que la mayoría.

Si bien es cierto que los vampiros originales son puros ya que no son transformados si no nacidos, los ciervos, a diferencia de ellos somos convertidos por un antiguo quien nos escoge según habilidad y fuerza para protegerlos y servirles. Buscamos su sustento y vigilamos de su seguridad anteponiendo la nuestra ya que esas son las reglas que dicta nuestro mundo. Cada Lord debe escoger a lo mucho 4 ciervos, que a la vez escogen su línea de sangre la cual está estrictamente obligada a servirles a nuestros amos por toda la eternidad, o hasta que su mortalidad comience a decaer y envejezcan. Ya que sep, los antiguos al igual que los humanos envejecen, pero tardan un par de milenios en comenzar la transición a la tercera edad. Más no es imposible. — Riendo suavemente, Audric siguió caminando, girando a mitad del pasillo para entrar a una habitación completamente adornada con retratos y finas obras de arte que lo hacían parecer la habitación de un rey.

— Me estás diciendo que él… ¿al señor al que me vas a llevar te convirtió contra tú voluntad? Sin impórtale si quería o no — Preguntó completamente anonadado de lo que se había enterado hasta ahora.

— No, un maestro vampiro no puede convertir a un humano contra su voluntad, ya que se necesita del consentimiento de esté para que haya un intercambio de sangre entre vampiro y humano. Si no es voluntario, la sangre del antiguo en vez de cambiar al humano al entrar en su sistema, termina por matarlo. — Explicó tranquilamente al menor.

— Entonces ¿tú deseabas esto? —Preguntó nuevamente y con su característica curiosidad.

Suspirando, Audric se pasó las manos por el cabellos andando hacía un panel que pedía la huella digital para ceder el paso. —No es tan simple como quererlo o no. A veces sí, pero pocas veces es así sin más. Nuestros señores deben vigilarnos día y noche antes de hacerse el cambio, y debe ser por varios días para medir como ya te dije la fuerza y la habilidad que poseemos, para estar seguros de que nuestra línea de sangre en un futuro y nosotros mismos seremos aptos para cuidar de ellos.

Durante largos días antes de ser vampiro, mi Señor vigiló de lo que era capaz, por aquel entonces no recuerdo muy bien, pero mi vida era lo suficientemente miserable — como la mayor parte de vampiros ciervos que los Lores transforman — como para que un cambio no me pintase como algo agradable. Recuerdo poco de mi tiempo como humano, pero sé que en esos días yo era un soldado y tenía toda esa clase de mierda guardada que te hace replantear el pegarte un tiro. Tantas muertes, tantos seres queridos y amigos perdidos por la misma mano de mi gente, que la perspectiva de morir, no sonaba más que a un paraíso. En fin ese día, Reborn buscaba a su cuarto ciervo, ya que siglos atrás ya había transformado a Haig y a otro que casi olvidaba. El más antiguo. Sasha.

Después de unos días vagando con mis demonios carcomiendo mi cabeza, supe que morir sería la mejor solución, pero antes de que pudiese llegar mi fin llegó mi Lord y me dijo la oportunidad que estaba buscando. No hizo falta mucho hablar para saber que un cambio era lo que necesitaba, así que así fue como se selló el trato. Antes de que la Luna llena saliera — como dicta la tradición — él bebió de mi sangre, y medio de la suya, jodimos un rato y eso es todo. A la mañana siguiente tenía un par de colmillos y un amo al que cuidar. — Pronunció tranquilamente sin saber porque le contaba todo esto a aquel crío. Bien, a final de cuentas él ya no estaría a la mañana siguiente, así que no era como si valiese la pena estresarse. E incluso aunque estuviese — que era casi imposible — Audric no se solía alterar por nada y una vista a su pasado no cambiaría eso.

— Espera, ¿me estás diciendo que después de darte su sangre, tuvieron, bueno…ya sabes, relaciones? — Completamente sonrojado, el menor se preguntó si es que los vampiros tenían algo de pudor.

Riendo ante la clara vergüenza del niño, el hombre se encogió de hombros volviendo a restarle importancia al asunto. — Como ya dije, los vampiros suelen tener la libido muy descontrolada, y cuando llega el momento de convertir a un ciervo, e incluso cuando nosotros convertimos a los de nuestra línea de sangre, el deseo y frenesí sexual nos hace desear enterrarnos en el cuerpo de la víctima. No lo sé, es como una ley y la verdad no es como si me incomodara follar de forma salvaje de vez en cuando. — Carcajeándose volvió a avanzar después de pasar el sistema de seguridad, antes de llegar a un ascensor el cual los llevaría a la parte subterránea del club, que era donde la fiesta comenzaba.

— Entonces…tú no la pasaste tan bien cuando fuiste humano. — Habló en un susurró.

— Nop, no fue tan grato, pero hay ciervos que la han pasado peor, como Sasha o Haig quienes casualmente son hermanos. Te imaginas el desorden mental de ver a tú hermano follando con el vampiro que los transformó a ambos. Yap un tragó pesado de asimilar. — Riendo de forma burlona y divertida ante su tonta ocurrencia, Audric esperó a que el ascensor se detuviese, pensando que no faltaría mucho para que Reborn llegase acompañado de Sasha y Haig. Furnciendo un poco el ceño, Audric intentó apartar de su mente a Sasha, sabía que el idiota saldría a buscar un nuevo amante para esta noche como ocurría con cualquier vampiro no emparejado, pero diablos si no le molestaba, y más cabreado quedaba al darse cuenta de su enojo ante este hecho. Además ahora que lo pensaba ese bastardo se había jodido a Derek lo cual había terminado en un no muy grato encuentro entre Sasha y su hermano, quien parecía estar igual de jodido mentalmente con ese pequeño deje celoso al ver a Derek con otro macho o hembra. Bien al menos en eso compartían la pena, lo cual era más sencillo de tragar para él si se manejaba de aquella forma.

Perdido en sus pensamientos, el vampiro no se percató de que habían llegado hasta que el menor tocó su brazo de manera nerviosa, haciéndolo levantar la vista del piso y fijarla en el pequeño niño. — ¿Sí? ¿Qué sucede? — Preguntó arqueando una ceja.

— Yo, bien quizás no recuerde nada para mañana, pero te molestaría decirme tú nombre. Eres bueno…si no fuese porque estoy contra mi voluntad aquí pienso que el haberte conocido hubiera sido algo agradable.

Parpadeando confundido ante las tensas y casi amables palabras del niño humano, Audric centró nuevamente su vista en el menor unos instantes antes de asentir con una leve sonrisa en los labios. Era extraño, pero fuera de sus compañeros que eran Sasha, Haig y Derek, nadie nunca lo había llamado agradable. Les podían tener respeto por ser ciervos de un Maestro como Reborn, miedo incluso, pero nunca algo considerado desde el punto de vista agento como agradecimiento o aprecio. — Mi nombre es Audric.

Asintiendo ante el pequeño favor del gran e imponente vampiro, el chico tragó saliva y agachó la cabeza como le había indicado Audric que lo hiciera cuando las puertas del elevador comenzaban a abrirse dejándolo pasar a un ambiente que nunca en su vida soñó con presenciar.

Sumido en una tenue mezcla de luces de tonos entre el rojo, negro, púrpura y leves tintes de azul, el cuarto estaba rebosante de vampiros y humanos, los cuales igual que él, estaban vistiendo sencillos trajes mientras se sentaban al lado de "su" vampiro sobre el piso, con la cabeza gacha mientras los Señores discutían entre ellos, bebiendo y charlando cómodamente, sin tomar en cuenta los pequeños y cómodos cubículos que estaban cubiertos por una fina capa de seda en la que, avergonzado, lambo pudo ver como varios vampiros estaban teniendo relaciones con los humanos. Ya fuesen mujeres u hombres. Tragando saliva de forma nerviosa, el joven vio como en los cuellos de los donadores había un collar de bronce que se sujetaba al lazo de seda negro que el ahora llevaba dentro de la bolsa del pantalón.

— Vamos, te llevaré a la mesa de nuestro Señor. Es la más alejada y te concederá cierta privacidad para que pienses acerca de lo que ves y vivirás. Solo procura no ir a los cuartos de por haya —Dijo señalando el lado contrario de la habitación que estaba sumido en una oscuridad más densa. — Es allí donde los Amos juegan con su comida, y cuando digo jugar es al estilo esposas, cadenas y látigo.

Abriendo los ojos con sorpresa y un deje asustado, Lambo miró a Audric como si estuviese loco. — Hablas de… — Intentando contener su vergüenza y un pequeño e insano deseo que pitaba en su cuerpo, el joven no pudo terminar la frase antes de que el vampiro lo interrumpiese.

— Sí, hablo de actividad "BDSM" en toda regla. Y no creas que solo entre dos. — Mirando con cierta comprensión al nervioso muchacho, el vampiro lo guió hasta la zona reservada de su Maestro.

Al pasar por entre las mesas, Lambo fue consciente de que varios de los vampiros se le quedaban viendo entrecerrando la mirada, antes de acariciar la cabeza de sus donadores como si fuesen perros. Maldición a eso era a lo que sería reducido aquella noche con un completo desconocido, a ser el perro sexual de uno de aquellos bastardos que — le molestaba decir— estaban demasiado buenos como para quedarse viéndolos aun con la cabeza gacha y de reojo. Negando con su cabeza, se reprendió así mismo por pensar de esa forma cuando estaba metido en aquel embrollo, no obstante eso no evito que por primera vez, fijase su vista de forma inadvertida sobre Audric.

El vampiro tenía el pelo rojo con algunos mechones que tiraban con el rubio cenizo, su constitución era inmensamente grande, tirando con un metro setenta y nueve. Su piel era blanca y se notaba fuerte y marcada por el constante ejercicio, además sus ojos eran de un hermoso color castaño que contrastaba de forma perfecta con su cabello. Y de sus labios…bien podría decir que parecían delineados de forma delicada y perfecta. En resumidas cuentas, Audric era un pedazo de hombre igual de atractivo que los otros, no obstante no pudo seguir con aquella línea de pensamientos, ya que en cierto momento, el vampiro llamó su atención diciéndole que ya habían llegado.

— Mi Maestro no debe demorar más, espéralo aquí, yo iré a vigilar los alrededores, y por lo que más quiera, no te mezcles con ningún otro Lord. Los vampiros en sí somos territoriales, incluso aunque no sea nuestra "anima dolce", nuestros donantes son celados y en verdad preferiría evitar un conflicto con el amo. No suele tener buen carácter y podría desaparecer a otro Señor si se siente molesto. Mantente alejado de los problemas. — Resoplando con un toque divertido, le guiñó un ojo al más chico antes de voltearse y comenzar a andar a la salida del lugar, dejando a Lambo nuevamente solo, completamente solo y desorientado de lo que ocurría a su lado.

Los sonidos no dejaban paso a la imaginación, por esa razón agradeció que en dado momento una canción comenzara a sonar en los altavoces del club. Si no se equivocaba era la canción "Lost Three" de Enigma.

Concediéndole un poco de calma esa lenta melodía, se mordió la lengua para no gritarle algo a Audric al haberlo tratado como si fuese su padre y él un niño mal portado. Bien no es como si él se hubiese estado portando muy bien últimamente, pero aun así. Perdido en sus cavilaciones se preguntó cómo sería el vampiro con el que se toparía, también se cuestionó acerca de cómo sería su carácter y que podía ser lo que tenía que lo hacía tan conocido y poderoso en el mundo de los vampiros. Esas y muchas más preguntas se arremolinaron en su cabeza, haciendo que no fuese consciente del momento en que las pláticas se detenían por completo en la habitación, sumiéndola en un ominoso silencio que solo era roto por la suave melodía y los gemidos mezclados con gruñidos que prevenían de la zona que Audric le había advertido a Lambo que no visitara.

Prontamente sintió un olor suave pero casi afrodisiaco para los sentidos, acompañado de una ola de electrizante poder que lo envolvió como un manto caliente y misterioso, haciendo que casi sin poder evitarlo levantara lentamente su rostro con la garganta completamente seca, fijando su vista en el recién llegado; Conteniendo un jadeó por demás asombrado, el menor vio con ojos desorbitado al macho que se encontraba parado frente a él escoltado por dos hombres que podía apostar eran los otros dos guardas que Audric había mencionado. No obstante su vista estaba fija en el recién llegado, la imagen pura de lo que representaba un hombre, nacido de puro y abrazado fuego. Rodeado de un aura de peligro, dominación y tan poderosa que Lambo se preguntó si no estaba salivando como un pequeño cachorro ante la vista de la palabra "macho" encarnada ante sus ojos.

Con una imponente postura que sobrepasaba a casi la mayoría de los vampiros allí presentes, el hombre al que donaría su sangre estaba vestido con un fino traje negro Armani, a juego con un masculino cinturón rodeando las estrechas y fuertes caderas; la piel de un color blanco pero nunca demasiado exagerado, relucía contra la luz de la habitación, concediéndole a su perfil un aire poderoso, misterioso y peligroso; los músculos de pecho y espalda marcados y tensos mientras se mostraban a la habida mirada de Lambo; y al llegar a su rostro el aliento casi se pierde dentro del pecho del joven al ver los duros, fríos y bien tallados rasgos del hombre, plasmados en una boca carnosa, nariz bien perfilada, cabellos negros azabache cubierto por un sombrero que ladeado mantenía oculto bajo la sombra de su ala la mirada oscurecida y fría del vampiro. Una mirada de ojos color amarillo, tan brillantes e hipnotizantes como el oro líquido.

Era él. Reborn.

Su paso había sido seguro y tan impasible como de costumbre, no sintiendo nada al ver que todos los demás Maestros mantenían el silencio al verlo llegar como cada noche, antes de que la tensión del momento se aliviase un poco. No obstante y a pesar de que estaba sumido en un trance de aburrimiento y desconformidad como su vida era comúnmente desde el día en que sus ojos se abrieron por primera vez, Reborn se preguntó si su donante podría ser tan escasamente entretenido como los otros. Tenía amantes de sobra y aunque la primera noche era fuego puro, el entretenimiento y la constancia se esfumaban al amanecer, por lo cual no le veía el caso a estar perdiendo su tiempo con un solo "compañero" como los sentimentales solían llamarle en su mundo. Además, no era como si le interesara precisamente hacer algo más que follar y beber la sangre de su donante. Él pasaba de las tontería preliminares, además los juegos que el practicaba, no eran tan bien vistos incluso por su misma sociedad que era un puñado de insaciables en la cama. Pero él… él era la excepción. Ningún vampiro podía comparar su lujuria y furiosa necesidad de dominación. Sí, el BDSM como ahora lo llamaban, era los anhelos plasmados de cada vampiro a lo largo de los años, reafirmado por su seductora y atrayente caricia que había tocado a más de un humano a lo largo de su larga vida.

Reborn nunca se dejaba sorprender por nada o nadie, menos un simple mortal que sus ciervos le traían cada noche. Después de todo era un hueso difícil de roer, si no es que completa y llanamente imposible. Pero por primera vez sus ojos brillaron, el fuego quemo y una sensación de expectación borboteó en su sistema al ver el atrevido donador que había levantado su aniñado rostro, fijando unos ojos verdes como las esmeraldas en su rostro y cuerpo, recorriéndolo como comúnmente el recorría a sus propias presas. Y no se ofendió, ante el atrevimiento claro del niño ante él, la ofensa no creció dentro de él, cualquier sentimiento aparte de una desgarradora ola de deseo, se fue directo al infierno, mientras los ojos de su "alimento" se desorbitaban al verlo y olerlo. Mientras el perfume natural del chico se mezclaba con su claro anhelo y calor, que demostraba el despertar ajeno, Reborn observó casi fascinado el perversamente encantador sonrojo que teñía las suaves mejillas de quien había sido escogido para satisfacer su hambre.

Y vaya que estaba hambriento.

Por primera vez desde que había sido un joven casi inexperto, Reborn perdió el control de sus colmillos. El aroma del desconocido le hizo salivar y sus dientes dolían por la necesidad de beber de esta nueva fuente. Entrecerrando su mirada en una mezcla de sentimientos que creía no tener, los cuales iban desde la furia, la sorpresa y el más salvaje deseo de bombear el pequeño cuerpo frente a él, llenarlo hasta hacerle perder el aliento y quedar inconsciente entre la esencia de ambos mojando sus cuerpos. Sí, lo quería sucio, rápido, rivalizando con la lascivia de una verdadera bestia.

Dejando que su olfato captara el olor del crío que lo observaba con total descaro, nerviosismo y muchas emociones más condensadas en su joven cuerpo, Reborn supo que quizás esta sería una noche distinta, una que le agradecería más tarde a Derek y Audric.

Una noche que aprovecharía por completo.