Salida de emergencia.
NaruHina
One-shot
Resumen: Todo había sucedido demasiado deprisa. Quizás mucho más de lo que muchos esperarían de ella. Era una tímida chica, sí, pero no de piedra. Su cuerpo había despertado y estaba más próxima a un tremendo orgasmo o a morirse ahí mismo, que en reconocerse a sí misma.
Estado: Completo.
Advertencias: Lemon (+ 18)
D-Dios mio… c-cómo he llegado a esto…
Hinata no podía pensar con claridad. Todo había sucedido demasiado deprisa. Quizás mucho más de lo que muchos esperarían de ella. Era una tímida chica, sí, pero no de piedra. Esperaba sinceramente que sus amigas comprendieran. Que lograran entender que pese a ir siempre vestida como una mojigata, era una chica de carne y hueso, que sentía más allá de sus sentimientos.
Sin embargo, eso estaba siendo de locos. Incluso para ella.
—Hinata… eres fantástica.
La voz le acarició el oído con un jadeo ronco. Su cuerpo se estremeció y de algún modo, el calor en su vientre acentuó el placer. No podía hacer mucho más. Las sensaciones nublaban su mente hasta el punto de volverla loca.
Le costaba respirar. Sudaba. Y su interior se contraía cada vez que él movía sus caderas contra ella. Sus senos se pegaban a la pared, duros y tan sensibles que nunca pensó que podría suceder. Sin darse cuenta, ella misma empujaba sus propias caderas y bañaba el sexo contrario con su propia pasión.
Su cuerpo había despertado y estaba más próxima a un tremendo orgasmo o a morirse ahí mismo, que en reconocerse a sí misma.
Una hora antes estaba sentada en el sillón rojo de aquella discoteca, con una taza de champan en la mano derecha y con la otra, sujetando su móvil. No es que simplemente quisiera estar aislada de resto, es que no podía inmiscuirse.
Ino había insistido en que saliera esa noche, prometiéndole que sería una velada de lo más excitante. Hinata comprendió que Ino hablaba de ella, porque en esos momentos estaba sentada sobre las rodillas de Sai y le metía la lengua hasta lo más hondo de la garganta.
Sakura se había molestado en darle conversación mientras esperaba a Sasuke, su novio de la universidad. Cuando el moreno había llegado Hinata dejó de existir. Y en esos momentos, ambos se metían dentro del cuarto de baño de los hombres, casi arrancándose la ropa.
En definitiva, había sido un completo fracaso el pensar que podría olvidarse del estrés de los estudios con sus amigas. No se enfadaba con ellas porque sus prioridades sexuales con sus novios fueran más importantes que ella. No. Eso habría podido aceptarlo y seguir mirando su móvil.
Sin embargo, las muy tramposas se habían encargado de buscarle una compañía para sus horas muertas mientras bebía.
Y ese no podía haber sido otro que Naruto Uzumaki.
Ese chico era un bombón de piel tostada, cabellos rubios y unos tremendos ojos azules que quitaban el hipo. Siempre sonriente y con algo que decir. Hinata se había colado por él un año atrás, cuando fueron las tres chicas a ver la universidad. Él ejercía primero por aquel entonces. Sakura conoció a Sasuke y por ende, Naruto terminó metiéndose en su vida. Era raro que el chico no estuviera presente cada vez que Sakura las invitaba a una quedada en grupo.
Hinata no podía evitar que sus ojos se fueran tras él, pero para Naruto ella no existía. Aunque quedasen juntos, siempre encontraba conversación para los demás y rara vez se dirigía a ella si no era cuando veía que no tenía más salida. La gran mayoría de veces terminaba con Naruto yéndose con otros amigos y ella regresando a su casa, aburrida, y con el corazón encogido.
Sin embargo, esa noche cambió algo. Naruto le quitó el móvil con cuidado y la miró con una pícara sonrisa en los labios. Esa que solía poner cuando pretendía hacer una broma o algo alocado.
Ino había dejado por un momento la boca de Sai, que, para sorpresa y vergüenza de Hinata, el chico tenía su mano demasiado ocupada en otras partes de la chica. Aun así, Ino tuvo el tino de volverse, mirar a Naruto en advertencia y soltarle su buena advertencia.
—Si le haces daño, te machacaré los huevos, Uzumaki.
Naruto rió y aun así, tiró de ella. Hinata casi derramó el champan al dejarlo sobre la mesa. Cuando miró de nuevo a Ino, esta estaba de nuevo enfrascada en dar placer mutuo a su novio.
El rubio la sacó a la pista de baile. Le indicó que se guardaba el móvil en los pantalones y empezó a mover su cuerpo al compás de la música. Hinata se quedó congelada. ¿Bailar? ¡Ella nunca había bailado delante de tanta gente! Vale, había practicado en su casa, y se creía muy buena, pero de ahí a tener que bailar delante de todo el mundo, era otra cosa. Por no hablar de que Naruto no tenía un cuerpo… ¡Tenía un condenado cuerpazo que movía a las mil maravillas!
Hinata se ruborizó hasta la médula. Giró sobre sus pies, caminó hasta la mesa, cogió la copa que Ino había pedido bien cargada de alcohol y cuando estaba a punto de apurarla, una mano apretó la copa, quitándosela. La sonrisa del Uzumaki cruzó su rostro y una mano atrevida se colocó en la parte trasera de su espalda.
—No necesitas beber para esto, Dattebayo. Ven.
Y la guió de nuevo hacia la pista de baile. Esta vez, Naruto la encajó contra su cuerpo y la retuvo cuando quiso escapar. Hinata tembló. Podía sentir como su cuerpo encajaba perfectamente al contrario.
—Solo sigue mis pasos. — ronroneó él contra su oído.
Hyûga se sintió morir. Sus pies se movieron, siguiendo a los contrarios. Sus muslos pegados a las piernas de él. Sus caderas empujándose en el vaivén de la música. Sus hombros, moviéndose al compás. Lentamente, Naruto fue empujándola a introducirse no solo en el ritmo, sino a mostrarle como si sus cuerpos fueran solo uno en medio de tanta gente en la misma pista de baile.
Por un instante se olvidó de todo. Agradeció que el calor ayudara a subir el poco champan que había tomado, que se fuera soltando algo más, que riera con él, que se separa del calor de su cuerpo para girar sobre sí misma y menear sus encantos. Hasta que se dio cuenta.
Él había dejado de bailar para observarla. Evitaba con su cuerpo que otros hombres se acercaran. Cuando Hinata se detuvo en un giro demasiado brusco, él la sostuvo y la apresó en fuerte abrazo. Retrocedió hasta la pared, junto a la puerta de salida de emergencias, con aquellos ojos azules tan penetrantes pegados a los de ella.
Por un instante, no hubo música. Ni risas. Ni protestas por querer entrar al servicio de las mujeres. Ni silbidos o gente demandando una bebida más. Solo existía ese mar azulado. El calor del cuerpo contrario y la sensación del subidón que le estallaba en las venas.
Y después, todo fue demasiado rápido.
Él se agachó hasta su altura, presionó su boca contra la suya y la invadió sin más. Sabía a frutas frescas y vodka. Su lengua ávida le arrancó un suspiro al instante y se descubrió a sí misma pasando sus brazos por encima de los anchos hombros.
Naruto no necesitó más que un brazo para cargarla y la otra mano para abrir la salida de emergencia. Sin desistir el ataque de su boca, el frescor de las escaleras les caló hasta los huesos. Sin embargo, no fue suficiente para despertarla.
Hinata quería más de él. Quería comprender por qué su cuerpo siempre se alteraba cuando lo tenía cerca. Quería experimentar la sensación de ansiar más. De que la presión en su vientre y la humedad entre sus piernas no solo fuera fantasía frustrante al despertarse por las mañanas.
Aprendió rápidamente a besarlo. Aunque su timidez estaba ahí, su deseo aplacaba las necesidades. Tiró del labio inferior masculino y sintió el empuje contra la pared. Naruto encajó sus caderas a las suyas y rápidamente la presión de la erección se caló entre su ingle y muslo.
—Ah….
Naruto se detuvo un instante, bajando la mirada de su rostro hasta sus senos, jugando con sus dedos por encima de la blusa, bajando hasta el comienzo de la cinturilla de sus vaqueros.
Sus besos descendieron entonces, por su garganta, por entre sus senos, apretando la cara entre estos, enterrándose mientras ella hundía los dedos en aquellos cabellos que le volvían loca. Olía a desodorante y sudor. Y le gustó. Naruto siempre olía bien.
El chasquido del botón al abrirse la hizo volver al instante donde se encontraba. En el que su cuerpo se retorcía por desear salir de la ropa. Naruto le besó el vientre y bajó la cremallera. Subió sus manos por los muslos y apretó sus nalgas. Hinata dio un brinco sobre sus puntillas, sujetándose de sus hombros para no perder el equilibrio.
Naruto tiró de sus pantalones hacia abajo, lo suficiente para que sus braguitas descendieran con ellos. La primera intención fue cubrirse, morirse de vergüenza, recordar que estaba mostrándose ante un chico que, le gustaba, pero no comprendía exactamente lo que él sentía. Que era una discoteca publica, que cualquiera podría entrar y verles.
Sin embargo, no tuvo demasiado tiempo de reaccionar. La boca de Naruto se posó sobre ella, caliente y ansiosa.
—Oh…— parpadeó, incrédula— ¡Oh!
Así… que… esto es a lo que se refería Sakura… jo… ¡joder!
Separó un poco sus piernas, le permitió ahondarse más en su intimidad, perderse en las sensaciones. No comprendía cómo, pero era capaz de sentir millones de experiencias en su parte más íntima. Era completamente maravilloso.
La música comenzó a golpear fuertemente contra sus oídos. A marcar cada latido frenético de su corazón. A cubrirla por completo. Solo existía la calidez de la boca de Naruto en su sexo, el brusco y frenético latir y el orgasmo que se disparó desde su vientre hasta su boca.
Naruto se quedó ahí un instante, permitiendo que se recuperase lo justo, sus besos regresaron, subiendo desde su vientre hasta frente.
—N-naruto… kun…
Naruto le besó las sienes, se llevó una mano hasta el bolsillo derecho y sacó su cartera. En el bolsillo interior llevaba un condón. Hinata agrandó los ojos al verlo, tragó y se giró de espaldas a él.
—Hinata.
No respondió, respirando ruidosamente, cerrando los ojos. Naruto apoyó la frente en su hombro, jadeante.
—Si no quieres…
Si no quieres… perderás tu única oportunidad de estar con él, Hinata… te arrepentirás toda tu vida… y tu cuerpo le desea. Le desea con mucha fuerza… Deja el miedo y las vergüenzas… ¡Hinata!
—S-sí qu-qué quiero…— tartamudeó.
Naruto respiró aliviado y volvió a acercar su cuerpo a ella. Al instante, Hinata notó como el suyo propio reaccionaba a él. La erección le golpeó las desnudas nalgas por encima de la tela del pantalón. Él besó su cuello y respiró su aroma antes de apartarse.
Sin volverse, escuchó el sonido del cinturón, la cremallera y la tela ceder. Le escuchó suspirar aliviado y luego, rasgar plástico, un ruido extraño y, de nuevo, sus manos sobre ella.
—Voy a cuidarte. — le prometió con un ronroneo en su voz.
Hinata abría preguntado de qué, pero le fue imposible. Su boca se abrió a la par que sus ojos cuando lo sintió contra ella. En su entrada, empujando, cubriéndose de su esencia. Y, finalmente, hundiéndose hasta lo más profundo de su intimidad. Naruto no solo era alto y ancho. Fuerte y masculino. Era grande y firme, llenándola hasta lo más inesperado.
Su sexo palpitó con él dentro y entonces, todo comenzó.
Y ahí era donde estaba. Con él en su interior, rasgándola hasta el punto infinito del placer. Mezclándose en su aroma, perdiéndose en el calor de sus cuerpos. Devolviéndola a la realidad.
D-dios mío… Dios mío…
—Hi…Hinata…
Levantó la cabeza ligeramente, entreabriendo un ojo. El rostro de Naruto fue como un nuevo apretón en su vientre que bajó hasta su propio sexo. Con la mirada clavada en ella, la boca semi abierta, sus cejas fruncidas, el sudor resbalando por sus sienes y mejillas enrojecidas.
Levantó una mano para tocarle la barbilla, arqueando su cuerpo más para él, preguntándose si era tan maravilloso siempre.
—Nh…— retuvo su mano contra su pecho, incapaz de sostenerse más.
El orgasmo que estalló en su interior esta vez, fue realmente diferente. Tenerlo apresado en su interior, sentirle estallar a su vez, liberarse con un grito escondido, sentirlo moverse, sacudirse contra ella, compartirlo. Hinata nunca sabría cómo describirlo. Pero de lo que estaba segura es que se quedó sin respiración, su corazón de latir y deseo que nunca terminara.
Naruto salió de ella y ambos resbalaron por la pared, jadeantes, con las frentes apoyadas en la contraria. Hinata pudo ver por el rabillo del ojo que la puerta fue abrirse, pero Naruto la cerró de una patada y mantuvo el pie ahí hasta que se cansaron de intentar salir.
Con timidez, tiró de su ropa hasta volver a cubrirse, preguntándose qué demonios era lo que hacía la gente normal después de tener sexo con el amigo del novio de su mejor amiga. Vale. Era complicado. Especialmente, si ella tenía sentimientos hacia él. Porque nunca habría hecho esa clase de cosa con otro hombre, de eso estaba terriblemente segura.
Escuchó a Naruto hacer lo mismo, cubrirse y esperaba que se levantara y se marchara como si nada hubiera pasado. Sin embargo, no fue así. Sí. Se levantó para tirar el condón a la papelera, pero volvió a sentarse junto a ella, pasándose la mano por los rubios cabellos.
—Hinata.
Se tensó y miró encima de su hombro. Tenía el rostro enrojecido, algunas lágrimas descansado en sus parpados, el cabello revuelto y seguramente, un aspecto demasiado patético que le haría escaparse.
Naruto parpadeó, enrojeció y desvió la mirada. Hinata quiso morirse. Definitivamente, era asquerosa. Seguro que le gritaría por desvergonzada, por haberse dejado llevar de esa manera con un tipo con el que solo ha intercambiado algunas palabras. Sakura siempre solía decirle que los chicos eran como chispas, les dabas un poco de gasolina y saltaban en nada. Así que para él debió de ser sencillo.
Tiró de la manga de su camisa para cubrirse e hizo por levantarse.
—Espera, Dattebayo. Hinata. Vámonos juntos. ¿O quieres volver dentro?
Hinata parpadeó, giró la cabeza de nuevo hacia él, con sorpresa. Naruto sonreía abiertamente, con las mejillas ligeramente sonrojadas y rascándose la nariz con la mano libre. Avergonzado…
—La verdad, preferiría que te vinieras conmigo. No quiero que los demás tipos te vean así.
Hinata mordió su labio inferior.
—¿Tan… horrible es?
Naruto dio un respingo, sujetándola de los hombros.
—¡N-no! ¡Para nada! Simplemente es que… ¡Soloyopuedoverlo!
Hinata guiñó los ojos.
—¿Qué has dicho, Naruto-kun?
—Que para nada es horrible. — tartamudeó el Uzumaki mirando a otra parte y levantándose. Extendió la mano hacia ella—. Vamos.
Hinata la aceptó, todavía perpleja y mientras bajaban los escalones, volvió al ataque.
—No entendí lo último. Lo de… simplemente es que… ¿Es qué, qué, Naruto-kun?
Naruto se detuvo dos peldaños por debajo de ella, quedando cara a cara. Estaba ligeramente colorado y los ojos le brillaban. Se rascó la nuca y suspiró.
—Solo yo puedo verlo.
Y luego, clavó sus ojos seriamente ella. Hinata tuvo un ataque repentino de vergüenza. La cara le ardía y el corazón le latía terriblemente.
—Yo… yo… ¿Yo puedo tener realmente esperanzas?
Naruto asintió, rascándose la mejilla derecha. Acentuó aquel gesto tan característico en él y la miró. Hinata rompió a llorar al instante.
—¡Ah! ¡Ey, ey! ¡Hinata! — sacudió las manos delante de ella, incapaz de comprender qué sucedía.
Hinata se aferró de su camiseta, apoyando la frente en su pecho.
—Naruto-kun… realmente… te amo.
Le escuchó respirar fuertemente, como si el orgullo se le hinchara dentro del pecho. Y un instante después, tras ser besaba, era cargada escaleras abajo, con la risa escapando de su garganta y el corazón latiéndole a mil por hora.
¿Arrepentirse de haber tenido en la sucia escalera de una discoteca? No. ¿Por qué debería? Definitivamente, el hombre que más amaba en su vida.
N/A
Tenía muchas ganas de escribir este NH de hace tiempo. Finalmente me puse las pilas y aquí quedó. ¡Espero que les gustara!
¡Nos vemos pronto!
