Esta historia es tan sólo una adaptación del famoso cuento de "La Cenicienta" con los personajes de Hiro Mashima, ninguno es de mi propiedad, sólo los he usado para orientar un poco mi loca imaginación. Este fic participa en el Reto de Febrero: "Había una vez..." del foro "El Gran Reino de Fiore". Sin nada más que añadir les dejo con la lectura.
~ Laylah ~
"Levantose y huyó con la ligereza de una corza, seguida del príncipe, pero sin que pudiera alcanzarla, y en su fuga perdió una de las chinelas de cristal, que el hijo del rey recogió."
(Charles Perrault)
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El chico que perdió su bufanda de escamas de dragón
Había una vez, en un país muy lejano llamado Fiore, un chico especialmente conflictivo y ruidoso al que obligaban a limpiar, cocinar y hacer las tareas del hogar. Su padre había muerto cuando él era pequeño, dejándole solo a una madrastra con un humor extraño y dos locas hermanastras, que lo discriminaban por ser el único varón en la casa y le hacían ejercer el papel de sirvienta, alegando que no sólo las mujeres tenían por qué trabajar en las labores del hogar. Así, el pequeño Natsu creció, con el sueño de salir de aquella casa y poder aprender más a fondo la magia que su padre le enseñó, la magia de Dragon Slayer. Ah ¿Que no os lo había comentado? Sí, Fiore es un reino de magia...
-¡Natsu! ¡¿Dónde te has metido?!- Juvia ya había recorrido toda la planta baja buscando al inútil de su hermanastro, era la hora de su baño y la bañera aún estaba vacía.- ¡Ven aquí ahora mismo, tienes que prepararle el baño a Juvia!
-¿No crees que deberías ir? Si te sigues escondiendo se enfadará más, además empiezo a estar demasiado sucio.- Happy estaba junto a su amigo dentro de la chimenea, había extendido sus alas y volaba encima del pelirosado.
-No quiero, siempre me hace calentarle el agua con mi fuego ¡Menuda manera de desperdiciar magia! ¡Mi padre no me enseñó para esto!- el chico parecía indignado, todo su cuerpo ardía (aunque no es que no lo hiciera ya de normal...) y, al intentar levantar su puño en señal de rabia, olvidó que necesitaba de las dos manos para mantenerse sujeto a las paredes de la chimenea y calló provocando un gran estrépito.- Mierda...
-¡Aquí estás! Creías que te librarías de Juvia ¿eh?- su cara era espeluznante mientras le cogía del cuello y le llevaba a rastras al baño.- Sólo por eso tendrás que jugar conmigo a los barquitos mientras me baño.
-¡No! Eso es aún más deshonroso que calentarte la bañera- sus lamentos podían oírse por toda la casa.
-Ánimo Natsu, se fuerte...- Happy le animó para sus adentros mientras limpiaba el hollín de su cuerpo.
~ Castillo de Fiore ~
-¡Princesa Lucy, su padre la está buscando! ¡¿Dónde se ha metido, princesa Lucy?!- Virgo buscaba desesperada por todos los rincones de la alcoba de la princesa, pero parecía ser demasiado buena al escondite para ella.- Capricornio ¿Seguro que la princesa Lucy no ha salido de su alcoba en todo el día?
-Seguro, soy su guardia personal, he estado delante de esta puerta todo el tiempo y sólo ha entrado Aries para mullir la almohada de la princesa.
De pronto una luz se iluminó en la cabeza de la sirvienta y fue corriendo hacia la ventana de la habitación, tal y como temía el suelo del jardín estaba recubierto por una capa de algo blanco y esponjoso. Salió corriendo de la habitación en dirección a las puertas de palacio.
-¡Da la alarma, la princesa ha vuelto a escapar al bosque!- gritó Virgo por encima del hombro, a lo que el guardia no pudo más que hacer un gesto de resignación mientras iba lentamente a avisar al resto de la guardia.
~ Bosques que rodean al castillo ~
La alarma comenzó a sonar más pronto de lo que había esperado, Virgo cada vez es más astuta, ese fue el primer pensamiento que se le pasó a Lucy por la cabeza a la vez que los temblores de Aries aumentaban.
-Creo que deberíamos volver Princesa, no debimos escaparnos por la ventana, el bosque es peligroso...- miraba preocupada a su al rededor, aunque Lucy sabía que el mayor temor de Aries era la reacción de Virgo cuando las encontraran.
-No te preocupes, ya hemos estado muchas veces, en este bosque no hay nada peligroso...- conforme iba pronunciando las palabras algo cayó del cielo y aterrizó justo en el pequeño cuerpo de la princesa.
-¡Princesa Lucy, princesa Lucy! ¡¿Está bien, sigue viva, puede oírme?! ¡Princesa Lucy!- Aries no paraba de gritar asustada, de esta si que no se podría librar.
-¡Auch! Bueno, parece que al menos hemos aterrizado contra algo blandito...- el chico de pelo rosa se levantó de encima de la princesa, sorprendido al descubrir a un ser humano debajo.- ¡Vaya, así que aterricé sobre alguien! Muchas gracias por haber amortiguado mi caída.
-¡¿Cómo que "gracias por amortiguar mi caída"?! ¡Deberías disculparte, me has aplastado completamente!- la rubia estaba un poco mareada, pero no lo suficiente como para dejar que ese chico se saliera de rositas después de haber caído encima suya.
-¡Ey! No ha sido culpa mía, ha sido la loca de mi hermanastra que está intentando matarme por haber quemado su barquito y...- fueron interrumpidos por unos gritos escalofriantes.
-¡Natsu, Natsu! ¡Maldito hermanastro, Juvia te matará en cuanto te encuentre en venganza por su barco caído!
-¡Es ella, está loca! ¡Happy, Happy! ¡¿Dónde estás?! ¡Tenemos que irnos!- un gato azul apareció de la nada al grito de "Aye, Sir" y cogió al extraño chico por la espalda y llevándoselo volando.
La escena era tan absurda que la princesa tardó en reaccionar, para cuando lo hizo el chico estaba demasiado lejos de su alcance y no pudo darle su merecido. Aries, también recuperada del shock, aunque de otro distinto, la ayudó a levantarse, al hacerlo notó como algo caía lentamente al suelo. Al agacharse para recogerlo se dio cuenta de que era una bufanda hecha de un material extraño, parecía valiosa, debía ser del chico de pelo rosa. Lucy sonrió malévola mientras recogía la prenda, eso le serviría para darle una lección al chico que acababa de escabullirse volando.
~ Al día siguiente ~
-¡Happy! ¿Se te ocurre dónde puede estar mi bufanda?- Natsu estaba desesperado, al despertarse aquella mañana se había dado cuenta que la bufanda de escamas de dragón que le dio su padre no estaba y llevaba buscándola desde entonces.
-No se ¿Recuerdas si la tenías al llegar a casa ayer?- en cambio el pequeño gato azul estaba bastante tranquilo, disfrutando de su pescado mañanero diario.
-Cuando llegamos... ¿De dónde veníamos, ayer por qué salimos?- el chico parecía pensativo, completamente concentrado.-¡Claro, el bosque! Se me debió caer cuando aterricé sobre la chica esa ¡Tenemos que ir al bosque! Y rápido, antes de que las mandonas se despierten.
-Aye Sir...- Happy lo dijo bastante desganado y llevó a Natsu volando mientras miraba con anhelo su habitual segundo pescado del día.
~ Castillo de Fiore ~
Todos en el castillo estaban aquella mañana algo alterados, desde que la princesa volvió al castillo el día anterior y habló con el Rey no parecía muy contenta y se había encerrado en su alcoba desde entonces.
-No puedo creer que lo diga en serio- la rubia daba vueltas por su habitación, con Cáncer pisándole los talones.- ¿Quiere celebrar un baile para buscarme marido? ¿Acaso cree que puede elegir sobre mi futuro tan fácilmente?
-Todos entendemos su enfado, pero déjeme hacerle el peinado para esta noche – ebi.- el hombre medio cangrejo la seguía desesperado con las tijeras en mano, esperando cualquier oportunidad para arreglar a la princesa indignada y cumplir las órdenes del Rey.
-¿No lo entiendes? No puedo ir a ese baile, así sólo parecerá que estoy de acuerdo con la decisión de mi padre. Pero por mucho que me niegue me obligará a ir, mandará a todos los guardias para encontrarme y hacerme bajar.
-Venga princesa, ya verá que cuando le haga su nuevo peinado se sentirá otra y lo verá todo con más perspectiva – ebi.- Ante esas palabras la joven princesa se paró de repente, momento que aprovechó el cangrejo para ponerse a arreglarle el pelo.
-Así que otra ¿eh? ¿Cáncer, podrías llamar a Géminis cuando acabes con el peinado, por favor?- Lucy ya no parecía preocupada, su expresión había cambiado completamente a una sonriente.
~ Casa de los Dragneel ~
Natsu y Happy volvieron cabizbajos, uno por la pérdida de su bufanda y el otro por llevar varias horas sin comer pescado, pero pronto sus caras se volvieron de puro terror al ver quién les esperaba en la puerta.
-¡¿Dónde habéis estado toda la mañana?!- la señora de la casa estaba furiosa, su cara ardía de rabia, roja como su pelo.- ¡Natsu, te quiero ver ahora mismo haciendo todas las tareas que tienes pendientes!
-Sí Erza, ahora mismo, no tardaré nada- el chico estaba completamente aterrorizado, su madrastra era la única que le daba verdadero miedo en aquella casa.
-Y deprisa, que hay mucho que hacer, esta noche es el baile de la princesa y no podemos perdérnoslo.
-¡Exacto! Juvia debe ir, Gray – sama estará en el baile esperándola.
-Espera... ¡Claro, la chica dijo que era una princesa! ¡Debe ser ella y puede que sepa dónde está la bufanda! ¡Happy, tenemos que ir a ese baile!- el chico exhibió su primera sonrisa del día.
-No, lo siento mucho Natsu, pero eso es imposible. Gray estará en el baile, recuerda que se fue a trabajar a palacio y será un evento formal, no puedo dejar que lo estropeéis con peleas absurdas- Erza parecía tajante y el chico sabía que cuando su madrastra se ponía así era mejor no contradecirla, por lo que su instinto de supervivencia le obligó a callar.
~ Unas horas después ~
Llevaba toda la tarde dándole vueltas, pero no encontraba ninguna forma de colarse en el baile y recuperar su bufanda sin que Erza le pillara, estaba desesperado. Se había salido al jardín para intentar aclarar un poco las ideas, pero nada parecía funcionar, hasta que de repente una luz apareció delante suya, cegándole por completo.
-Hola Natsu, soy tu hada madrina, he venido a ayudarte- la voz era muy dulce, aunque Natsu aún no había abierto los ojos para comprobar de quién venía aquella maravillosa voz, pero para cuando por fin lo hizo...
-¡Ah, tu no eres un hada madrina, pareces un demonio!- dio un salto hacía atrás al encontrarse con la figura de una chica de cabello blanco y una enorme cicatriz en el ojo derecho, con unas enormes alas negras y cola de reptil.
-Claro que soy tu hada madrina tonto, lo que pasa es que tengo partes de dragón, las hadas madrinas de los Dragon Slayers somos así- su risa era también dulce.- También puedes llamarme Mira, así que dime ¿Qué necesitas?
La verdad es que mirándola bien tampoco parecía muy aterradora, no más que Erza, eso seguro, así que decidió confiar en ella.
-Pues, verás, tengo que colarme en un baile de palacio para poder recuperar la bufanda que me dejó mi padre antes de morir, creo que la tiene la princesa ¿Se te ocurre algún modo de colarme sin que Erza me descubra?
-Bueno, creo que estará bien si te ponemos un disfraz, sólo hay que vestirte para la ocasión y dejarte irreconocible... Eso será sencillo- la misteriosa hada cada vez parecía divertirse más.- También necesitarás un carruaje, con caballos, chófer y demás...
-Eh... Si, bueno... Tampoco creo que haga falta tanto...- el chico de pelo rosado estaba empezando a asustarse.
-Tú no te preocupes, te dejaré perfecto para ir al baile- y así la amable Mira le pareció casi igual de aterradora que la temible Erza.
~ Jardines del castillo de Fiore ~
Esa noche hacía frío para estar por los jardines de palacio, pero no había otro sitio donde pudiera esconderse, se había tenido que vestir para que Géminis pudiera copiarla al completo y ahora sólo iba con su vestido azul de palabra de honor, los zapatos de cristal que le había regalado su padre y el moño que le había hecho Cáncer, además de la bufanda del chico del día anterior, le pareció lo bastante calentita para que pudiera abrigarla mientras durara el baile y no se arrepentía de su idea. Llevaba ya un rato paseando, estaba deseando volver a su cama pero el baile aún no había acabado y no podía dejar que la vieran, por suerte nadie saldría a al jardín a aquellas horas... O al menos eso pensaba, hasta que escuchó una voz acercándose.
-¡Maldita princesa! Ni siquiera me ha reconocido y cuando he intentado preguntarle por mi bufanda se ha ido a bailar...- la voz se paró de Natsu se paró de repente al ver a la princesa con su bufanda.
Sabía que tenía que irse, si él decía algo su padre podría descubrir lo que había hecho, pero la visión del chico del día anterior con un traje blanco y azul con una capa azul oscuro le daba un aspecto realmente increíble, no se había fijado antes, pero realmente era guapo. Pero el hechizo al que parecía haber sido sometida se rompió en el momento en que él comenzó a correr hacía ella con llamas en los ojos e hizo lo que su instinto le decía, correr.
-¡No! ¡Espera, mi bufanda!- Natsu no paraba de gritar mientras la perseguía, tenía que recuperar su bufanda.
Estaba a punto de alcanzarla cuando la princesa se tropezó y cayó al suelo, perdiendo su delicado zapato por el camino, el chico se dio cuenta del detalle y lo recogió.
-Auch...- Lucy seguía en el suelo, se había sentado en la hierba y se masajeaba la espalda después del golpe.
-Te cambio tu zapato por mi bufanda- Natsu estaba ahora agachado delante suya, cerca... Demasiado cerca, la princesa se puso roja de inmediato.
-Vale, vale, trato hecho, toma tu bufanda, pero ayúdame a ponerme el zapato, me he hecho daño en la espalda- mientras apartaba la mirada, Lucy le tiró la bufanda a la cara, aún tenía las mejillas sonrosadas.
El mago de fuego se rió por la reacción de la chica mientras cogía su pie con delicadeza y le encajaba el pequeño zapato. Cuando levantó la mirada del suelo la princesa tenía su vista clavada en él, nunca sabría explicar qué extraña fuerza se apoderó de él en ese instante, pero no pudo evitar acercar su rostro al de ella y, antes de que la chica pudiera decir nada, unir sus labios a los suyos. Ninguno supo exactamente cuánto duró aquel beso, ni por qué se lo estaban dando, solo sabían que ambos lo estaban disfrutando. A lo lejos se oyó sonar la campana de algún reloj, marcando las 12 en punto, fue la señal de ambos para separarse, pero al hacerlo...
-¡¿Pero qué haces, dónde está tu ropa?! ¡Pervertido! ¡Fuera de mi vista, vete!- Lucy empezó a lanzar patadas en su dirección, alejándole de ella.
-¿Pero qué...?- el chico miró hacía abajo y se descubrió sin ropa, completamente desnudo, mientras Natsu se sorprendía a si mismo, la princesa consiguió darle una buena patada y mandarlo por los aires.- ¡Maldita hada madrina de pacotilla, nunca me avisaste de que pasaría esto!
¡Y vivieron felices y comieron perdices!
