Mi cobardía, mi perdición

No eran novios, no iban a serlo nunca, no por falta de ganas, ni por falta de interés. Se veían a ratos, eran felices en algunos momentos puntuales, siempre entre semana para no levantar sospechas, durante alguna "reunión" para afinar detalles de algún juicio. Él no podía buscar una relación estable ni con ella ni con nadie más, se suponía que entre las promesas que juró ante un sacerdote, sus padres y conocidos se encontraba el "ser fiel hasta que la muerte nos separe". Dos años antes de conocerla se había casado con la mujer que él creía que era el amor de su vida, se conocían desde siempre ya que sus padres eran amigos, en su adolescencia se hicieron novios, con ella perdió su castidad luego terminaron en buenos términos, él se fue al país del Rayo hacer sus estudios Universitarios junto con su mejor amigo Choji, quién dicho sea de paso encontró en ese lugar a la que sería su esposa Karui.

El chico de coleta y eterna pereza se había convertido sin querer en todo un sex symbol más aún cuando comenzó a salir con una de las populares, una peliroja mal hablada llamada Tayuya. Pero esa relación no fructífero más aún cuando la llevó a conocer a sus padres y su madre con aquel ojo de águila y lengua afilada la desaprobó de una. Al regresar a Konoha, el chico abrió su propio bufete de abogados y le iba muy bien, no se podía esperar menos del heredero del Clan Nara, poseedor de un IQ superior a los 200 e hijo del gran estratega y juez Shikaku Nara.

En una reunión de egresados del prestigioso Konoha high school, se reencontró con su exnovia, la rubia platinada oji azul, se había graduado de enfermería y era la mano derecha de su mejor amiga la Dr. Sakura Haruno. Comenzaron a frecuentarse y la llama del "amor" resurgió. Ambos, se amaban y lo iban hacer hasta la eternidad pero era un amor fraternal, lo comprobaron al año de casados, cuando las noches de hacer el amor dieron paso al simple sexo para quitarse la picazón, las simples discusiones que traía consigo el convivir con otra persona se convirtieron en peleas cargadas de gritos y reproches por parte de la rubia y en el pan nuestro de cada día además de la frustración que trajo consigo el aborto que tuvo Ino cuando tenían año y dos meses de casados. Fue un trago amargo para ambos, intentaron procrear nuevamente pero hasta el momento nada.

Ninguno quería dar el paso de separarse ambos temían herir a su respectivas familias y que debido a su divorcio una amistad que ha transcurrido de generación en generación se destruyese.

A pesar de sus constantes sin sabores delante de los demás y de sus familias se presentaban como un par de tortolitos. El chico no le era infiel y cuando ambos bajaban sus defensas volvían a ser aquellos grandes amigos y volvían a tener buen sexo pero nada más. Sin embargo, el comienzo del fin de su matrimonio se dio una vez que el chico decidió irse temprano para su hogar para invitar a salir a cenar a su esposa pero ella llegó a la casa de madrugada argumentando que hubo un accidente y debió hacer doble ronda en el hospital. Él intentaba solucionar las cosas con ella, comenzó a ser más atento, la llevaba a lugares finos, le compraba todo lo que deseaba, hacían el amor por lo menos dos veces a la semana cosa creían que estaba casi en el olvido y volvió a creer que todavía sentía amor filial hacia ella.

No obstante, el tiempo "extra" que su esposa debía cubrir en el hospital se hizo cada vez más frecuente, un día de tantos decidió ir a esperarla a fuera del parqueo del hospital donde trabajaba, su sorpresa fue al ver entrar al parqueo un auto del cual su señora antes de bajarse le daba un fuerte beso en la boca al conductor para luego apearse y subirse al carro que días antes él le había obsequiado como regalo de bodas.

Él tomó una ruta alterna para llegar antes que su ella a la casa, haciéndose pasar por dormido su esposa entró a la habitación, le dio un beso en la frente y argumentado lo cansada que estaba ese día y para cerrar con broche de oro luego de asearse y cambiarse su uniforme por un sexy camisón se adentró en la cama y queriendo hacer el amor; era el colmo! – No mi amor estoy cansado- fue su respuesta. Y ese fue el despertar del diablo.

El cabeza de piña (como su futura amante lo llamaría de cariño) cayó la infidelidad de su esposa e hizo lo mismo que ella, aparentar; Sí!, fingir que su vida era un lecho de rosas, salía de su trabajo y se reunía con sus amigos en el bar o con Asuma, su Sensei y a quien consideraba otro padre. El sexo entre ellos paso a segundo plano, por la mañana desayunaba con ella y salía a correr o jugaba (sólo) Shogi luego llegaba se bañaba y mudaba con un traje costoso de diseñador, tomaba su maletín ejecutivo, su celular, el maldito anillo y se iba para el despacho. De camino compraba un café, el periódico y un paquete de cigarrillos, entraba al bufete saludaba y daba inicio a su rutina.

Al medio día y sus empleados fuera del despacho por la hora del almuerzo el Nara se encerraba en su oficina con Kin su secretaria, la empujaba al escritorio o al sofá que allí había y le daba rienda suelta al placer carnal.

El tiempo transcurría en ese círculo vicioso, no fue hasta que un día durante la defensa de un juicio, la conoció, le impacto la forma en que ella argumentaba cada objeción, su sagacidad pero mientras ella defendía a su cliente y él prestaba poca atención dejaba ir su mente y comparaba a esa extraña mujer de curioso peinado con su propia madre, un par de totales problemáticas, concluía.

Este es mi primer fic, así que espero les guste y por favor no sean crueles conmigo estoy perdiendo mi virginidad en este ámbito, actualizaré pronto... Viva el Shikatema.