Todos los personajes a continuación son propiedad de CAPCOM. Únicamente la trama es de mi propiedad y propia inventiva. Gente que lea esto, espero que dejen reviews así deduciré si seguir escribiendo o no y veré qué debo cambiar en mi escritura, desde ya muchas gracias.
Jake Muller tenía insomnio esa noche, como casi todas.
Se agarró la cabeza. Estaba sentado en la cama sin poder ni siquiera cerrar los ojos. Deseó que ni Sherry ni la Ada falsa, o, más bien, Carla Radames, lo hubieran encontrado dos años atrás, casi deseaba haber muerto a manos del Ustanak en lugar de haberle reventado la cara a puñetazos.
Recordó la cara de ese monstruo, creado por el virus C, ya erradicado con su propia sangre. Era horroroso, con esa cara deformada, esos dientes enormes y negros, las pequeñas orejas torcidas, un puñado de pelo gris podrido que le caía a un lado, el brazo mecánico y las encías rajadas goteantes de sangre.
Jake se levantó de la cama. La BSAA había resguardado su verdadera identidad, y les estaba levemente agradecido por ello. Sherry le había propuesto pasar un tiempo juntos, y a Jake le gustaba la idea. Se preguntó cuánto faltaba para tomar el avión y vio que le quedaban cinco horas en Pensilvania.
Fue al baño y se enjuagó la cara. Sus ojos estaban rojos de no dormir. Cada vez que los cerraba tenía pesadillas, fuera con el Ustanak, con el horrendo monstruo que Redfield y Nivans habían asesinado, o con un simple J'avo.
Cerró los ojos por primera vez en horas y se miró la enorme cicatriz en la mejilla izquierda. Odiaba esa marca, pero Sherry decía que era linda.
Sonrió ante la idea de Sherry y decidió llamarla antes de salir.
Tomó el teléfono. Marcó su número y aguardó.
-¿Jake?-le contestó una voz femenina, ansiosa.
Sherry no había dormido tampoco, lo adivinaba por el tono de su voz.
-Sherry.-dijo él.- No paro de pensar en que ya quiero estar allá.-se forzaba a hablar, las palabras no le venían fácilmente, no era su costumbre expresar sus sentimientos abiertamente a nadie... Pero Sherry merecía que lo hiciera.
Oyó que ella contenía la respiración y supuso que se había sonrojado.
-En tan sólo dos días estaremos disfrutando del sol en el Caribe.-le dijo con voz calma.
-Yo empezaré a disfrutar en once horas, Madame.-bromeó.
Sherry se rió. No le gustaba que le dijera Madame, le hacía pensar que estaba vieja, pero él lo hacía para molestarla. Jake se rió un poco también.
-Tengo pesadillas.-añadió Jake en tono menos gracioso.-No logro dormir.-
-Es lo que tiene ser agente.-dijo Sherry como quitándole importancia.-Según León y Chris, al final te acostumbras.-
Jake guardó silencio. No le gustaba nada hablar de Redfield. Kennedy le caía bien, pero el otro… El otro era el asesino de su padre. Había decidido que no valía la pena matarlo, pero aun así…
-Evitemos a Redfield, ¿quieres? Háblame de ti, Sherry, ¿cómo has estado?-
Dos días más tarde, la fiesta había comenzado. Jake y Sherry iban de ciudad a ciudad por la costa de Pacífico, viendo edificios tan importantes como inútiles, riéndose de la gente que pasaba por su lado y parecía rara, y, también, admirándose de que fueran ellos quienes los hubieran salvado.
Cuando se cansaron de reírse de los peatones, acabaron sentados en un bar, tomando un café a las tres de la madrugada.
Jake estaba muy contento de haber pasado el día con Sherry. Nunca había pensado, en los veintidós años que tenía, en tener una pareja, ni en planes a futuro ni mucho menos en tener una familia. Ahora, si bien no lo hacía cada segundo de su vida, a veces lo imaginaba.
Le examinó la cara a Sherry, y se dio cuenta de que ella estaba haciendo lo mismo.
Y entonces pasó por su momento el único momento en el pasado en el cual habían hecho lo mismo.
Habían estado cara a cara con el Ustanak, con tan una Mágnum en las manos, que, para colmo, solamente tenía una bala en el tambor. Jake había pensado que sería su fin y hasta había pensado en besar a Sherry, pero había decidido, justo antes de gatillar, con el infinito deseo de sobrevivir, que, sólo por si acaso, no jodería su amistad.
Ahora agradecía haber sobrevivido, agradecía que esa bala los hubiera salvado de una muerte segura.
-Ey…-Jake alargó la mano en la mesa y la puso sobre la de Sherry.-He… estado pensando en que…-hizo una pausa, clavando la vista en la mesa, meditando lo que estaba a punto de decir.-La BSAA me ofreció trabajo.-dijo, volviendo a mirarla a los ojos.
Sherry le sostuvo la mirada.
-Jake…-empezó.-Sería muy peligroso si aceptas…-
-Lo sé.-Jake alzó la mano, como diciéndole que lo dejara hablar.-Pero es que es la única manera que tengo de… De…-
-¿De qué, Jake?-preguntó Sherry amablemente.
-De conseguir dinero para pagar una casa donde podamos vivir juntos.-
Bajó la vista y la cabeza juntas, como si de repente mirar a Sherry a los ojos le fuera imposible.
Ella, por su parte, se quedó pasmada ante la idea. ¿Jake le proponía… Ser pareja oficialmente? ¿Él, que odiaba la mayoría de los compromisos, le proponía eso? Y luego pasaba también que ella era siete años mayor que él. Ella ya pensaba en tener hijos, pero… ¿y él? Sherry se mojó los labios y lo miró. Se le escapó una sonrisa, que no trató de eliminar.
-Jake.-le susurró.-Te llevo siete años.-
Él sacudió la cabeza.
-¿Y con eso qué, Sherry? ¡Mis abuelos maternos se llevaban dieciséis!-
-Yo…-
Antes de que ella contestara siquiera, alguien entró en el bar. Caminó hasta la mesa donde ellos estaban sentados y depositó una carta. Asintió hacia Jake, que frunció el entrecejo sin entender, luego asintió a Sherry, cuya reacción no fue muy diferente a la de Jake, y se retiró.
-Jake, ¿qué es eso?-
Jake tomó la carta, la abrió y la leyó. Cuando la terminó, deseó definitivamente haber muerto a manos del Ustanak.
-Sherry…-su sonrisa había desaparecido, su voz ya no sonaba amable ni emocionada, sonaba… Como Albert Wesker. Tenía ahora una voz y una mirada furiosa, calculadora, fría como un témpano y desprovistas de emociones.- ¿Por qué jamás me dijiste…-volteó la carta para que Sherry la viera y ella tragó saliva.- que tengo un tío?-
