Título: The memory of you
Fandom: BBC Sherlock
Claim: John Watson. Sherlock Holmes.
Disclaimer: No son míos.
Summary: «Hay cosas que querías decir, pero no lo hiciste» —John. Post-Reichenbach.
Nota: todo esto es culpa de Mel por liveinboxearme sherlock, fin. gracias a leeh, como siempre, por betearlo y aguantar mi paranoia total.
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«The memory of you will make sure my past lingers on»
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«Hay cosas que querías decir, pero no lo hiciste» dice, poniendo sus manos en su regazo.
«Sí» una sílaba, pero a John le cuesta más de lo que debería.
«Dilas ahora» le dice.
«No» nonononono. «Lo siento, no puedo, no»
Y sonríe sardónico porque, no.
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Durante toda esa semana es lo único que hay en su mente; el pensamiento de que hubo cosas que quiso decirle y ahora no podrá. Es sólo eso, porque no puede pensar, no puede decirlas, ni a él mismo. Porque no sabe qué, pero está bien, porque Sherlock no está y eso ya no importa.
(«Vuelve»)
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Dos semanas después, su cojera regresa.
Es repentino, un día el dolor no está (pero claro que está, duele, todo duele) y al siguiente le asalta de repente, cuando se baja de la cama y su pierna falla y el gruñe porque se frustra y eso no debería de estar pasando.
«Idiota» dice a la nada (a sí mismo, a todo el mundo, a nadie).
(A Sherlock)
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Cuando vuelve a Baker street todo es extraño.
Hay montones de cajas apiladas en la sala, polvo en todas partes y la cocina hecha un desastre; pero el cráneo está en su lugar y aún están sus sillones uno frente al otro y por un momento John cree que todo es igual y no ha pasado nada. Pero el piso se siente vacío y no hay nadie que le grite que no se quede ahí parado como idiota o que note que ha cambiado de nuevo su cepillo de dientes y no a dormido bien en meses, no hay nadie quien le engañe para que haga cosas ridículas como llamarle a un asesino o pretender ser el mejor amigo de algún criminal.
Exhala «te extraño» y pretende que no lo dijo.
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Pasa un año y se obliga a visitar su tumba. Es ahí cuando se rompe.
Las lágrimas caen y está bien porque está solo y ha soportado demasiado. Aún así intenta recomponerse pero sus hombros tiemblan y su pierna duele y cuando jadea por aire casi se ahoga y realmente no puede más. Llora hasta que sus ojos se ponen rojos y no ve más allá de la tumba, más allá de el «Sherlock Holmes» grabado ahí que le atormenta y recuerda un cuerpo en la acera y sangre en todas partes y el golpe y dolor.
«Te quiero» y lo dice bajito, articulando, como si le costara hilar una letra con otra para formar la palabra, como plegaria.
(Pero cuadra los hombros, respira profundamente, da la vuelta y no mira hacia atrás)
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Pasan más meses de los que debería antes de que vuelva con su psicóloga.
Cuando le pregunta de nuevo por Sherlock, por lo que no dijo, por lo que no dirá, John niega con la cabeza repetidamente.
«No» te extraño, vuelve, te quiero, idiota, por qué, cómo, por qué. «No»
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Es un año (cuatro meses, cinco días) después, cuando Sherlock vuelve.
John le encuentra, piernas sobre el sillón, cabello revuelto y su cabeza recargada sobre sus brazos. Las bolsas de las compras que tenía en sus manos caen al suelo y es cuando Sherlock mira hacia arriba, ojeras pronunciadas y piel pálida.
«John» respira.
«Eres un idiota» pero sonríe, porque es Sherlock y está ahí.
