Advertencia!: Contiene Yaoi (aun que eso deberían saberlo), se manejan temas fuertes, lenguaje un poco subido de todo en algunas partes, la pareja es y siempre será Alfred x Arthur, tragedia por todas partes, personajes ooc en algunos momentos... y está claro que Hetalia y sus personajes no me pertenecen, excepto por un Rey que aparece, ese si lo he inventado yo XD
Antes de partir
Cap. 1: Un final anunciado
-¿no hay manera de evitarlo?- era la voz de un hombre joven, sonaba angustiado, triste.
-no… no hay nada que hacer por mí, su majestad- otra voz masculina proveniente de un engañoso cuerpo joven, siendo que había vivido cientos de veces lo que el primero.
-sabes que nadie más puede escuchar esta conversación… así que al menos por ahora… olvida que soy tu rey y tú mi nación y hablemos como los buenos amigos que somos- el joven monarca lucía serio en contraste con sus ojos a punto de derramar lagrimas.
-perdona Víctor… es sólo que yo mismo no me hago a la idea de que… vaya a morir- los verdes ojos de la nación británica también lucían llorosos- …como te decía, no hay nada que hacer, el país está en buenas condiciones, el que se encuentra mal y deteriorándose soy yo… y ni la magia más poderosa puede remediarlo
-ya veo… nada que hacer…- dijo para sí el rey al dejar caer un par de lagrimas llenas de dolor- ahora… por lo que me has hablado de ustedes las naciones… Arthur, si tú mueres… ¿Inglaterra lo hará contigo?
-es correcto… sabes que cuando algún aspecto del país anda mal se refleja en nuestro cuerpo, con enfermedades o con heridas; muy al contrario a la inversa, una simple cortada no afectaría al territorio, pero sí una herida severa… o una enfermedad grave
-entonces supongo que… ya sabes lo que se debe hacer, ¿no es así?- Víctor había limpiado sus lagrimas y veía a Arthur a los ojos, lo veía con culpa
-salvar Inglaterra a toda costa-no tenía que pensarlo dos veces, su pueblo era su todo- no puedo ceder mi territorio a otra nación existente, aun si fuera uno de mis hermanos, y no se mantendrá en pie por si sola… sólo hay una solución para eso- concluyó con una triste sonrisa que hacía trisas el corazón de su rey
El joven rey Víctor caminó hasta quedar frente a frente con Arthur- me duele pedirte una cosa así, y más sabiendo tu estado- no lo soportó más y lo estrechó entre sus brazos
Arthur, sintiendo la preocupación de su rey, no pudo menos que corresponder el gesto de cariño- a ti… y a toda persona nacida en Inglaterra… les daré el regalo más preciado que puedo dar
-…y lo valoramos… nos das la oportunidad de seguir adelante… tu hijo será recibido con amor por tu gente…
Ambos permanecieron así unos minutos, sin palabra alguna entre ellos, sólo el contacto. Después, tenían que hablar de algo de vital importancia. Aun bajo la atmosfera de tensión y tristeza, tomaron asiento y se miraron a los ojos.
El primero en hablar fue el rey-… como soberano es mi deber el ver por el futuro bienestar de Inglaterra, así que… sé que de tu parte heredará fortaleza y un gran corazón, ¿pero qué hay de su padre?
Víctor no se vio sorprendido al ver transformada la expresión de su nación en una de cierta alegría- sólo puedo pensar en darle el mejor padre… uno fuerte, lleno de júbilo, con el que siempre podrá contar y que lo amará incondicionalmente … y para mi fortuna, es el país a quien más amo en el mundo
-era de esperarse… -suspiró- bien, creo que todo está decidido, de lo demás espero puedas encargarte sin problemas
-claro que sí, su majestad- Arthur se puso de pie dispuesto a marcharse
-te deseo la mejor de las suertes Inglaterra… y por favor… cuídate mucho
Dos semanas, se había pasado dos semanas encerrado en su casa, caminando de un lado a otro de ésta; él sólo necesitaba pensar. Arthur debía concentrarse completamente en el asunto de tener un hijo que lo remplazara, después de todo, ya había sido revocado de sus deberes permanentemente. Su problema de salud no había sido revelado a nadie, ni a su propia familia conformante del Reino Unido de Gran Bretaña y Norte de Irlanda, sólo su rey lo sabía.
Era la hora del té. Había decidido tomarlo a fuera con sus mágicos amigos a su alrededor- ¿qué tanto piensas, Arthur?- le cuestionó una pequeña hada color cian.
-pues… en como traer a mi hijo a este mundo- le costaba hablar del asunto, aun a sus queridos amigos
-no me digas que… ¿no estás seguro de tener al bebe de ese chico?- la pequeña mujercita se había recargado sobre sus codos mientras permanecía recostada en la mesa y movía sus pies
-¿eh?... nada de eso… apenas supe lo que tenía que hacer no dude en querer que Alfred fuera el elegido, y no tengo problemas en darle un hijo… pero- miró al hada preocupado y sonrojado- no sé como pedírselo
-no comprendo- dijo ella dejando a Inglaterra aun más rojo y tembloroso
-es decir… no puedo llegar y decirle "oye Estados Unidos, necesito tener un hijo tuyo" o "disculpa Alfred, pero me estoy muriendo y requiero que me hagas un bebe"… no es tan simple, hay sentimientos de por medio, no somos como las hadas, ni los bebes humanos o naciones nacen con una sonrisa.
-… es verdad- aceptó el hada con semblante triste- yo no quisiera que te murieras Arthur
-…-le tomó por sorpresa- yo tampoco me quiero morir, pero no hay remedio, además… mi pequeño los podrá ver, así que no se quedarán solos
-aun así te extrañaremos mucho…- la pequeña criatura se levantó y voló hasta posarse en el hombro de Arthur y abrasarse a su cuello. Inglaterra la consoló con un ligero rose de sus dedos.
-no te pongas así, te necesito fuerte para que me aconsejes correctamente
-…claro… me salí del tema, lo siento- recobró la compostura aunque no se movió del hombro del rubio- entonces, ¿qué has pensado?
-lo único que me queda claro es que no debo decirle, bajo ninguna circunstancia, que voy a morir- dijo Arthur con autentica decisión
-no me parece correcto, él tiene derecho a saber cómo te encuentras- reprendió la pequeña
-eso lo sé, pero si digo algo se negará, dirá que encontrara una solución ya que es un héroe… simplemente no querrá dejarme ir- Arthur apretó los puños sobre la mesa- sé que me ama, y no quiero lastimarlo, no quiero que piense que hago esto sólo como una obligación… y es que, nada me haría más feliz que formar una familia con él
El hada vio brotar las lágrimas de Arthur. Ella se apresuró a tratar de limpiar cada gota salada de su rostro usando su vestido cian- no llores… me harás llorar también, ¿por qué tienes que ser tan así?... te preocupas mucho por los demás y ellos ni lo aprecian, mucho menos ese chico tonto, ahora mismo te importan más sus sentimientos que los tuyos y tu propia salud- dijo para terminar estallando en llanto.
-…yo pienso todo lo contrario, soy demasiado egoísta… tanto que no he sido capaz de decirle que lo amo, todo por temor a ser rechazado… y por ese estúpido miedo he perdido la oportunidad de ser feliz a su lado
Tardaron en tranquilizarse, pero aun tenían que llegar a formar un plan cuanto antes, ya que Arthur no podía tomarse más tiempo en ello, éste se le agotaba.
-…- la pequeña mujercita aun secaba sus lágrimas con un diminuto pañuelo, mas era importante continuar la discusión- no estoy de acuerdo en que ocultes ciertas cosas, pero igual creo que tienes razón en hacerlo- aceptó ella tras pensarlo un poco
-en ese casó tengo que arreglármelas para acercarme a él… trataré de no mentirle
-entonces tendrás que decirle tus verdaderos sentimientos, dile que lo amas, una cosa llevará a la otra y –el hada se sonrojó cuando cierto pensamiento cruzo por su mente- …aran… "eso"… una o dos veces bastarán, después de todo ya estas decidido y eso es suficiente para que puedas concebir un bebe
-eso haré…- Arthur también se encontraba ruborizado por la misma idea de tener sexo con Alfred-después de eso lo más difícil será el último trimestre de la gestación… no creo encontrarme en muy buenas condiciones para entonces… incluso dudo mucho sobrevivir después del nacimiento de mi bebe… y eso no sé cómo se lo tome Alfred
-no empieces de nuevo con eso… sabes que me enfada que te preocupes tanto por ese chico
-perdona, pero no puedo evitar amarlo hasta ese punto… sólo quisiera que no sufriera por mi culpa, y menos que me odie por hacerle esto- el hada jamás aceptaría que Arthur tenía razón en eso, que era injusto para Estados Unidos convertirse en el padre de un niño que quedaría huérfano de madre apenas naciera.
Arthur no sabía quien había sido el asno que solicitó una junta de emergencia de las Naciones Unidas, pero de alguna manera además de perjudicarlo al forzarlo a asistir, también lo beneficiaba, ya no tendría que ir directamente a América a confesar sus sentimientos al de ojos azules. La susodicha reunión se llevaría a cabo en España, menos mal, era cerca.
Esa mañana se había sentido un tanto mareado, no cabía duda que se le agotaba el tiempo. De cualquier forma se esmeró en lucir normal, así que se vistió su traje favorito, uno verde oscuro que hacía resaltar sus ojos.
Llegó cuando sólo Alemania e Italia del norte se encontraban en la sala de juntas. Los saludó cortésmente como siempre lo hacía. El resto de las naciones fueron llegando, solos, en parejas o en grupos; pronto todos estaban ahí… excepto...
-¡ya llegó el héroe!- gritó el que faltaba al abrir la puerta de forma estruendosa
Arthur recordó que debía actuar lo más normal posible, así que- ¿qué maneras son esas de llegar? No conforme con llegar tarde, comienzas el desorden- dijo con el seño fruncido
-no seas aburrido Arthur, comprendo que ya estés viejo y te moleste la felicidad de los jóvenes como yo, pero no te pongas así
-¡eres un idiota!... yo no estoy viejo, al contrario de ti, no soy un mocoso inmaduro que no sabe respetar- ¿qué podía haber más normal que discutir con Alfred?... nada, por eso lo tenía que hacer.
Como en cualquier reunión Alfred proponía algo, Arthur lo criticaba duramente y comenzaban los insultos. Muchas de esas veces, uno terminaba mal, ya fuera que Estados Unidos saliera muy molesto con las mejillas infladas o que Inglaterra se marchará con el seño fruncido y las lágrimas a punto de salir.
Aquello era todo menos una reunión, la palabra circo o zoológico lo habría descrito mejor. De cualquier manera al final parecía que habían llegado a una solución, no absurda y si eficaz, así que sin más se dio el asunto por concluido y todos comenzaron a irse.
-"vamos Arthur, tienes que hacer esto…"-se recordaba una y otra vez el de ojos verdes al caminar hacia Alfred que estaba por abandonar la sala-… Estados Unidos
-¿mh?... ¿qué pasa Iggy?-bien, ya tenía su atención-…espera, antes de que digas algo… lamento haberte llamado vejestorio, no era enserio que tenías que estar en un museo en vez de una sala de juntas y créeme que si aprecio lo ogro que fuiste con migo cuando niño
Arthur sentía que aquello era todo menos una disculpa-…está bien, no importa… tampoco debí decir que eras un bebe retrasado tratando de meter un cubo por un orificio redondo, y menos compararte con un mono desquiciado, sin mencionar lo malcriado que eras desde niño
Estaban a mano. –Alfred, me preguntaba si… ¿quisieras ir a comer conmigo?
-claro, hay un Mac Donal´s cerca de aquí- la cara de Arthur era todo un poema, simplemente no se quería ver en un sucio restaurante de comida rápida diciendo aquel precioso sentimiento a quien amaba, simplemente no quería.
-…mira… no quiero comenzar otra pelea… que tal si mejor vamos a comer algo típico español, ¿qué te parece?-su confesión no sería en un distinguido lugar pero al menos no sería con olor a papas fritas
-…-Estados Unidos lo meditó por un largo minuto, él tampoco quería comenzar a decir cosas hirientes de las que luego se arrepentiría, además no importaba mucho que comieran si de esa forma podrían pasar un agradable momento.-sí está bien, la paella también me gusta mucho
-a mi igual- dijo Arthur con una sonrisa que fue correspondida con una realmente radiante del norteamericano.
Tomaron un taxi y en el trayecto al hotel Alfred llamó a Antonio por teléfono, quería comer en un buen lugar y no había nadie mejor para sugerir tal que el propio España. Habían tenido que parar un momento en donde se hospedaban, ya que Alfred quería cambiarse de ropa, ponerse algo más cómodo, Arthur no se opuso, aun que no negaría que le agradaba más verlo vestido con los elegantes trajes que con los gastados jeans, la verdad es que no importaba, lo quería como él es.
Antonio no sólo les dijo donde podían degustar la mejor paella, además había llamado al gerente para que les dieran un buen trato. Por esa razón apenas llegaron los pasaron de inmediato, hasta una pequeña terraza privada, donde según el caballero que los condujo era la preferida del señor Fernández Carriedo y el joven Vargas.
Inglaterra se debatía entre decir sus sentimientos antes o después de comer- ¿qué tanto piensas, Arthur?- Estados Unidos le habló dejando de lado la carta para pedir los vinos. Bien, al parecer el destino había decidido por él: sería antes de comer.
-pienso en…ti-no podía mirarlo a los ojos pero imaginaba su expresión confundida e inocente- …en realidad todo el tiempo lo hago… pero… ya estoy arto de mi propia actitud- levantó la mirada y se encontró con la atenta y serena del más joven- …hay algo que siempre he querido decirte…-a estas alturas Inglaterra ya estaba hipnotizado por los profundos ojos azules y tiernamente ruborizado, ya no se echaría para atrás- Alfred… yo… yo te amo
El silencio los invadió por completo, al grado de hacerle creer a Inglaterra que había mal interpretado al joven por varios años, que éste no lo amaba y que estaba a punto de ser cruelmente rechazado. Pero ninguno de los pensamientos pesimistas de Arthur fue verdad.
-¡lo sabía!- había gritado Estados Unidos y en un instante Alfred estaba sobre la mesa, con el rostro demasiado cerca al del británico y sosteniendo firmemente sus manos que momentos antes Arthur tuviera sobre la mesa-no sabes cuánto tiempo había esperado saber si tú sentías lo mismo que yo por ti
-…entonces… tú…-Arthur podía sentir como el corazón se le quería salir
-te amo Inglaterra- dicho eso de forma romántica procedió a besarlo. Fue un contacto lleno de cariño, el cual Inglaterra disfrutó mucho, tanto como su recién descubierto amor correspondido.-…quería hacer esto desde hace cientos de años
-yo… yo también… y… a propósito… si yo te amo y… tu me amas…
-que no se diga más-Alfred lo soltó y girando sobre sí mismo se levantó de la mesa para luego caminar hasta quedar a la derecha de Arthur, fue entonces que posó una de sus rodillas en el piso y tomando la mano de Inglaterra dijo:-…Arthur Kirkland, ¿serías mi novio?
-tonto no tenías que hacerlo de ésta manera…-no pudo evitarlo, comenzó a llorar-…claro que quiero
Alfred lo abrazó como nunca antes, y es que al fin tenía entre sus brazos a lo único que le hacía falta para ser enteramente feliz. Por su parte, Arthur sentía que no importaba que fueran sus últimos meses, si podía disfrutar del cálido cuerpo que lo estrechaba estaba bien, se marcharía tranquilo.
N/A: Hola! ya extrañaba , no me maten D: *se esconde* este fic surgió de una mescla extraña que mi mente hiso tras escuchar ciertas canciones de vocaloid, especialmente "La desaparición de Hatsune Miku". Algunos se preguntaran sobre mis otros dos fics inconclusos de Hetalia, pues "La Felicidad de Arthur" esta casi concluido, ya termino en estos días el cap final, lo tengo a la mitad; y sobre " Nuestras Vidas" … no sé qué decir, no recuerdo mucho a donde quería llegar y no les prometo nada sobre continuarla. Las buenas noticias es que este fic nuevo está ya un poco avanzado, así que actualizaré cada viernes por la tarde ;D
Próximo Capítulo: De corazón, no de obligación (incluye Lemon)
Arthur está convencido de que ama a Alfred sin importar la situación en la que se encuentra, así que se entrega en cuerpo y alma.
