NOTAS PREVIAS DEL AUTOR:
"Esta historia está basada e inspirada en los personajes y lugares del universo de Batman, creado originalmente por Bob Kane, y cuyos derechos le pertenecen a DC Comics y Warners Bros. Enternaiment."
Hola a todos. El día de hoy les traigo una nueva Historia un tanto diferente a lo que estoy acostumbrado: una historia basada en Batman. Ciertamente no soy ni cercano a ser un experto en el universo de este héroe de comic, ya que mi cercanía con éste es mucho más reciente que el de la mayoría, ni estoy muy acostumbrado a escribir o leer fanfics no involucrados con alguna serie de Anime o Manga... Pero realmente quise llevar a cabo esta idea y hacer esta historia como un tributo al que posiblemente es mi héroe favorito del comic americano. Antes de progresar con el primer capítulo, quisiera aclarar unos puntos previos:
- La historia se ubica en una Línea Alterna, es decir, no se encuentra ubicada en ningún punto específico de los comics, series, películas, o juegos, sino en otra línea nueva imaginada por mí. Sin embargo, aunque se encuentre en una Línea Alterna, se usarán como inspiración y base diferentes puntos y conceptos de los comics, así cómo tal vez de alguna otra adaptación.
- En esta Línea Alterna intentaré mantener los aspectos sobrenaturales o mágicos, así como los súper poderes, a un nivel moderado. No quiero decir que no vaya a haber personajes con habilidades especiales, pero no serán muchos, y dichas habilidades no serán muy exageradas. Esto incluye a villanos y otros héroes.
- En su mayoría usaré los términos originales de los comics, como Bruce Wayne, Richard Grayson, Joker, Red Hood, Wayne Enterprise, etc. Sin embargo, más que nada por gusto personal y por costumbre propia, algunos términos los usaré en su versión al español, como por ejemplo Ciudad Gótica, Baticueva, Batimovil, etc. Espero esto no sea incomodo o molesto, como digo es simplemente por gusto personal, pero sólo será con algunas cosas.
- Aunque al inicio la historia se enfocará principalmente en Dick, Barbara, Jason y Tim, en capítulos posteriores tengo pensado que la historia se amplié a más personajes y apariciones como Damian, Stephanie y Cassandra.
- La caracterización de los personajes será principalmente una interpretación personal de cada uno. No quiero decir con esto que las personalidades vayan a cambiar; intentaré sobre todo mantenerme lo más cercano las personalidades originales sin hacer ningún cambio brusco en ellas. Simplemente quiero decir con esto que no están basadas específicamente en ninguna versión oficial de los personajes, ya sea impresa, animada o actuada.
Espero les agrade. Cualquier comentario es bienvenido, así como cualquier sugerencia, ya que como dije no soy muy experto en este tema, y si alguien cree que debe de señalarme algo importante que estoy dejando pasar por alto, estaré feliz de que lo haga.
Batman Family: Legacy
WingzemonX
Capitulo 01
Rey Caído
Jueves, 18 de julio del 2013
Cuando salieron de la iglesia cargando el ataúd, alzó su mirada unos momentos para ver el cielo; éste se había nublado por completo en menos de un hora. La gente empezó a preparar sus paraguas en espera de la lluvia, pero a él no le pareció que fuera a llover, al menos no antes de llegar al cementerio, y al parecer tuvo parte de razón. Cuando llegaron allá, empezó a caer un pequeño rocío, que empapaba ligeramente los abrigos oscuros de todos. Algunos optaron por usar sus paraguas, pero otros, como él, prefirieron resistirlo. Todos estaban posados a un lado del agujero ya cavado y preparado, con sus ojos puestos en diferentes puntos: en el césped verde bajo sus sus pies, en el Padre Michael que estaba empezando a hablar, en la lápida o en la foto de gran tamaño del difunto… Pero la mayoría miraba fijamente el ataúd de roble cerrado; él era uno de ellos.
- El señor es mi pastor; nada me falta. – Pronunciaba el sacerdote con su voz profunda y serena. Vestía su sotana negra, encima de ésta su túnica blanca, y una casulla morada. – En verdes praderas me hace descansar, a aguas tranquilas me conduce, me da nuevas fuerzas y me lleva por caminos rectos, haciendo honor a su nombre…
Los asistentes al funeral no eran pocos. Aún así, el número de amigos y personas que se podrían considerar "cercanas", era reducido. La mayoría eran socios de negocios, empleados de las empresas, gente importante de la ciudad, incluido el propio Alcalde Hill y el Comisionado de Policía, Gordon. De seguro cada persona en ese lugar tenía su propia idea en la cabeza, pero ninguno tenía alguna de las muchas que revoloteaban dentro de la suya en esos momentos.
El Sacerdote seguía hablando. Podía oír su voz, pero le parecía más un murmullo muy lejano e incomprensible.
- Señor, nos hemos reunido el día de hoy para orar por el eterno descanso de nuestro hermano, quien ha sido llamado a tu honrosa presencia. Dale consuelo a su familia y amigos, y hazlos sentir con claridad tu misterioso plan. In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti.
Lo primero que pensó cuando se enteró del hecho, fue el pensamiento que de seguro la gran mayoría de los que reciben esa noticia tienen: "No puede ser cierto". Pero en su caso era diferente, pues literalmente pensaba que no podía ser cierto. De todos los posibles escenarios que su mente se permitía armar sobre cómo serían los siguientes días, meses, semanas o años, ninguno involucraba algo como eso. Debía de haber un error, y luego de todo lo que había visto y vivido en todos esos años, estaba más que seguro de ello. De inmediato se puso en camino, desde el corazón mismo de New York, hasta la enorme y majestuosa Mansión que se posaba sobre la colina, como un castillo por encima de su reino, que era Ciudad Gótica, New Jersey. Estaba seguro que en cuanto entrara, todos desmentirían tal noticia. Todos le aclararían que no era más que parte de un plan, de un engaño con un fin mayor. Que era lo que "él" quería que el público en general pensara. Pero conforme se encontraba con más caras largas, con las bocas que no eran capaces de pronunciar palabra alguna, y se empezaba a impregnar de todo ese aire pesado y denso… Esa idea empezaba a desgastarse más y más.
Pero no por completo. No importaba lo que los demás dijeran, se seguía repitiendo que no podía ser cierto. Y entonces empezó a maquinar todas las posibilidades. Primero necesitaba ver el cuerpo. Como legalmente era uno de sus familiares más cercanos, tuvo tal derecho sin discusión. Cuando lo vio, la imagen ante él simplemente la pareció irreal. Estaba ahí, ya preparado, vestido, arreglado, colocado en el interior del cajón elegido, con su rostro sereno, tranquilo, y sus ojos cerrados. Ese era su rostro, sus facciones, su cabello negro, incluso el traje que vestía era suyo. Pero no podía ser él. ¿Y si era un cuerpo falso? No sería la primera vez que los engañaran con algo así. Esa noche entró sigilosamente y en secreto a la funeraria, para poder examinar el cuerpo. Lo revisó todo dentro de lo posible, y sin hacer algo que dejara alguna marca de su presencia. El cuerpo era real, de carne y hueso. Bien, ¿pero y si no era él realmente? Toda marca distintiva estaba ahí, pero sabía muy bien que eso no era definitivo. Tomó una muestra de ADN y se fue de inmediato a analizarla. Repitió la prueba al menos unas tres veces, y el resultado siempre fue el mismo: positivo.
Luego de haber quitado todo lo lógico, empezó con las explicaciones ilógicas. ¿Un clon tal vez?, ¿alguna clase de ser de otro tiempo o espacio? O incluso, ¿podría tal vez estar soñando o en algún tipo de ilusión? Pero conforme más pensaba en ellas, más absurdas e imposibles le parecían. Al final, estando ahí de pie en el cementerio, frente al ataúd, bajo la lluvia y con todas esas personas de negro reunidas a su alrededor… Tenía que empezar a aceptar que lo que decía esa lápida a la cabeza del ataúd, no era ni un engaño, ni un error, ni un truco, ni ninguna otra explicación verosímil o inverosímil que se le pudiera ocurrir. La verdad estaba justo frente a él, tallada en piedra y con letras totalmente legibles:
BRUCE WAYNE
Febrero 19, 1967 – Julio 15, 2013
Nunca se había detenido a apreciar la simplicidad de cómo las personas intentaban resumir la vida de una persona con el sencillo acto de listar su fecha de nacimiento, seguida de la fecha de su muerte. Y eso era todo, todo lo que esa persona fue, se englobaba en eso: en dos fechas puesta una detrás de la otra. Todo lo que pudo ser, lo que quería ser, quedaba totalmente fuera de eso… Eso era realmente… Triste.
- Dick. – Escuchó que alguien decía, pero la primera vez no lo logró entender. Fue hasta la segunda, acompañada de un pequeño toque en su brazo, la que se hizo más legible.
Volteó hacia su derecha un tanto sobresaltado al ser sacado de sus pensamientos. Barbara lo veía fijamente con algo de confusión, estando sentada en su silla de ruedas, con su vestido negro largo, su cabello rojizo recogido con una cola, y sobre su cabeza un pequeño sobrero negro; en su cuello, usaba un collar de perlas blancas, y sus manos tenían guantes de piel, negros como su vestido y sombrero. Ella no era la única que lo miraba; parecía que se había vuelto el centro de atención de todos, desde hace quien sabe cuánto. Se dio cuenta de que el Padre ya había callado, y todo estaba en silencio. No necesitó mayor explicación: era ya el momento, y estaba tan sumido en sí mismo que no se había dado cuenta de ello.
Tomó con delicadeza la mano de Barbara y la apartó gentilmente. La volteó a ver de nuevo y le sonrió, asintiendo con su cabeza, una forma modesta de decirle "estoy bien". ¿Lo estaba realmente?, ¿alguien en ese lugar lo estaba?
Caminó hacia el padre Michael, que estaba al frente de todos en el lado contrario del ataúd. Estrechó su mano en señal de gratitud por sus palabras, aunque no había oído ni la mitad de ellas. El sacerdote se hizo a un lado, dejándole el camino libre. Ni siquiera le habían preguntado si deseaba decir algo; siendo el hijo adoptivo mayor, todos dieron por hecho de que tenía que hacerlo, y no hubo discusión alguna al respecto. Y ahí se encontraba ahora, intentando encontrar la forma correcta de empezar a hablar de una situación, que apenas hace unos minutos atrás empezaba a percibir como algo "real".
Se tomó unos momentos para inspeccionar con la mirada a los presentes. La mayoría tenían expresiones serias y respetuosas, cómo tendría cualquier invitado a un funeral, pero que fuera de cierta forma ajeno a éste. Los que más le importaban en esos momentos se encontraban en la fila de hasta enfrente: primero, el Comisionado de Policía James Gordon, de cabello y bigote en un tono anaranjado, un par de anteojos cuadrados, vistiendo abrigo negro y traje como la mayoría. Era una figura importante de la ciudad, y como tal muchos esperarían que estuviera ahí por mero requisito; su expresión no lo reflejaba, sin embargo. Tenía sus manos cruzadas al frente, y miraba fijamente al suelo. Se veía realmente afligido, pero… ¿Por qué?, ¿por la muerte de un hombre bueno simplemente? Tal vez. Después de todo, él era ese tipo de persona, y además era imposible que supiera al funeral de quién estaba asistiendo realmente… A su lado estaba su hija, Barbara Gordon, en su silla de ruedas. Ella era algo difícil de interpretar para él. Era obvio que estaba triste, posiblemente destrozada por dentro, pero intentaba mantener un semblante sereno, fuerte, que de vez en cuando se rompía, sólo para luego volver a la normalidad. No se permitiría destrozarse, no ahí, no frente a todos.
A lado de Barbara estaba el espacio vacío que había dejado al moverse. Luego estaba Timothy Drake, el tercer hijo adoptivo del fallecido, un joven delgado de dieciséis años. Él no era como Barbara, él no se esforzaba por esconderlo. Tenía la mirada baja, sus ojos cerrados y sollozaba cada lapso de tiempos. Tim había sido casi incapaz de hablar de lo sucedido. Cualquiera diría que sería el más afectado por esto por su reacción… Pero él sabía que no era así. A su lado, se encontraba el mayordomo de la familia, quién había servido a sus padres, y luego a la persona que honraban en esos momentos, desde que éste era prácticamente un niño: Alfred Pennyworth, un hombre ya mayor de origen inglés, con cabello y bigote blanco. Él estaba mirando fijamente el ataúd, con su espalda firme y rostro sereno. Era justamente esa actitud tan calmada la que demostraba que no estaba bien… Al igual que él, de seguro todos los escenarios imaginados terminaban con él en el ataúd, y Bruce en su lugar. Eso era lo natural… Pero no fue así. Aunque también era posible que ya hubiera previsto ese escenario. Siendo la persona más cercana a él, quién más lo conocía, quién más lo quería… Tal vez ya había previsto que eso podría pasar. Sin embargo, eso no lo hacía más digerible.
Ahí estaban todos, o casi todos. Faltaba una persona… ¿O no era así? Volteó a ver con cuidado por encima de las personas, más allá de ellas. Entre las gotas de rocío cayendo, el viento soplando y las lapidas de piedra alzándose, logró ver algo que llamó su atención. A lo lejos, en la colina más cercana al punto en el que se encontraban, logró ver la silueta de una persona, sobre una motocicleta, estacionado justo debajo de un árbol. Parecía estar mirando en su dirección, pero sin ninguna intención de acercarse; parecía precisamente querer mantenerse ahí, alejado, pero no lo suficiente…
- "¿Jason?" – Fue el primer pensamiento que le cruzó por la mente al ver esa imagen. Estaba demasiado lejos para reconocer si se trataba de él, mucho más para saber su estado de ánimo. Pero algo le dijo que en efecto era esa persona… No sentía la menor duda al respecto.
Y por último, ahí estaba él: Richard Grayson, llamado simplemente Dick por sus conocidos, el primer hijo adoptivo, el primer primogénito, el mayor, el que estaba ahora frente a todos, postergando lo más posible las últimas palabras del funeral antes de realizar el entierro, como si postergarlo pudiera ayudar de algo. Pero ya no había como hacerlo. La gente lo miraba expectante, y con razón. Con una mano se separó un poco su corbata del cuello, y se aclaró un poco su garganta. Luego de tantos años, esa la sentía como la misión más difícil que había tenido… La más difícil.
- Yo... – Pronunció con un hilo de voz, y luego volvió a callar. Una risa nerviosa lo acompañó, seguido de un profundo sentimiento de vergüenza por ello. Respiró hondo, cerró los ojos unos momentos, y entonces intentó continuar. La gente seguía expectante, como si fuera a dar un discurso político, una noticia importante, o algo que no fuera las últimas palabras de un hombre… a su padre. – Desde que me entere que tendría que pararme aquí hoy y decir unas palabras, me estuve preguntando qué le hubiera gustado a Bruce que la gente dijera en su funeral... Qué le hubiera gustado que yo dijera. Y… No se me ocurrió absolutamente nada.
La gente se miró discretamente entre ellos al oír eso; parecía que no era lo que esperaban oír. Dick ya no los veía; tenía su atención puesta en sus propios zapatos negros, algo enlodados.
- Como muchos de nosotros, posiblemente nunca pensó que este día llegaría, y si lo hizo, tal vez no esperaba que dijéramos ni una sola palabra. Así era él, todo práctico y sin perder el tiempo. Y luego pensé que lo más sencillo era decir algunas cosas sobre él, sus virtudes, qué le gustaba, qué le disgustaba, y compartir eso con todos ustedes. Pero tampoco se me ocurrió nada. – Calló unos segundos. Dirigió su mano discretamente a su nariz, limpiándola con sus guantes oscuros, y siguió con sus ojos. – Así era Bruce, una persona bastante difícil de interpretar o de entender. Incluso yo que lo conocí tantos años, cada día que pasaba sentía que había algo nuevo que aún no conocía de él. Puede que tal vez nadie llegara a conocerlo por completo.
Miró de nuevo al ataúd, recorriéndolo con la vista desde la parte inferior, hasta la parte superior. Luego inspeccionó la lápida y lo escrito ella una vez más. Giró su cuello sólo unos cuantos grados para ahora poder apreciar la fotografía de gran tamaño que habían colocado del difunto, rodeada de coronas y arreglos. Parecía casi una poster de campaña de algún político. Era una foto de Bruce con un traje negro y corbata azul, bien peinado y arreglado. Era posiblemente una fotografía que le habían tomado para la portada de alguna revista o para algún artículo.
- Y por ello ésta es la imagen que muchos recordarán por siempre de Bruce. Todos recordaran al millonario, al play boy, al filántropo, al hombre de negocios... Pero había mucho más que eso en él. Mucho más... Algo que no dejaba que nadie viera, pero aún así algunos lo logramos, ya fuera por las buenas o por las malas. Y es ese algo lo que se quedara en mi memoria, y es lo que creo que él querría que recordara.
Se dirigió entonces hacia la fotografía, para poder apreciarla con más cuidado. Se quedó en eso unos segundos y se volvió de nuevo al ataúd. Colocó una mano sobre éste, y la pasó delicadamente por la superficie lisa.
- Él tal vez me golpearía si me escuchara decir esto, pero lo cierto es que… Lo extrañaré. – Las últimas palabras que había pronunciado salieron apenas como un pequeño murmullo al aire, que tal vez no había llegado con claridad a los oídos de todos. Pero eso pareció no incomodarlo. Una parte de él, ya no se encontraba hablándoles a esas personas. – Aunque hace ya tres años que no vivía aquí en Gótica, aunque siempre me esforzaba por ser independiente de él, de valerme por mí mismo... Siempre me produjo cierta tranquilidad el saber que él estaba ahí para mí, y para todos. Y ahora, ya no será así…
Su voz se quebró ligeramente. ¿Iba a llorar? Qué cliché más barato, llorar a la mitad de un discurso durante un funeral. No, no iba a caer en algo como eso. Llevó su mano como reflejó hacia su boca, y respiró profundamente un par de veces. Si alguna lágrima iba a salir, definitivamente la contuvo y logró recuperar la calma. Apretó sus ojos con fuerza, para luego volver a abrirlos. Retiró su mano del ataúd, y retrocedió unos pasos para alejarse de él.
- Adiós Bruce. Sin ti aquí... Esta ciudad no será la misma…
Y el silencio cayó, pero no por mucho tiempo. Gotas pesadas de lluvia comenzaron a caer en ese mismo instante, y poco a poco se volvían más tangibles para todos. Mientras los paraguas empezaban abrirse, el padre Michael se tomó la libertad de indicarles a los empleados del cementerio que empezaran a bajar el ataúd. Mientras comenzaba a descender, un grupo de personas, pertenecientes al coro de iglesia que había acompañado al padre hasta el cementerio, entonaron una armoniosa canción para acompañarlo. La atmósfera pesada entre las personas, se hizo aún más densa. Barbara cerró los ojos, y bajó la cabeza. Una gota de líquido resbaló por su mejilla. ¿Era el agua de lluvia? No le parecía. Tim se volteó hacia Alfred, y lo abrazó en un intento de ocultar su propio rostro. El mayordomo lo rodeó con un brazo, mientras continuaba con su expresión serena en el ataúd bajando. ¿A cuántos funerales le había tocado ir en su vida al pobre Alfred? Faltaba alguien. Dick volteó a ver la colina, justo para ver como la persona bajo el árbol se colocaba su casco, se acomodaba en la motocicleta y arrancaba sin más para alejarse.
El ataúd siguió bajando hasta el fondo, y entonces empezaron a llenarlo de tierra; parecían muy apresurados en hacerlo antes de que la lluvia se acrecentara. Las mujeres del coro siguieron cantando durante todo el proceso.
Un par de pensamientos extraños cruzaron por la mente de Dick mientras veía como llenaban el agujero. ¿Y si había un tanque de oxígeno escondido adentro? ¿Había revisado el ataúd luego de salir de la iglesia y subirlo a la carroza? ¿Era incluso el mismo ataúd? Agitó su cabeza para despejar a todos esos fantasmas. Tenía que aceptarlo de una vez. Bruce Wayne estaba muerto… No había forma de cambiar esa realidad.
La Mansión Wayne guardaba en su interior cientos de años de historia de una de las familias más importantes y prominentes de la Costa Oriental, historia que tristemente terminaba hace apenas unas noches atrás. Bruce Wayne falleció sin dejar ningún descendiente de sangre que continuara con su apellido, por lo que ahora la gran edificación se podría considerar realmente como el Castillo de un Rey Caído.
Luego de terminar en el cementerio, la mayoría de los invitados se dirigieron en caravana hacia ese lugar. Nunca había entendido muy bien el propósito de ese tipo de reuniones que se suscitaban justo después del funeral. Un montón de gente reunida en una sala, tomando café y platicando, como si fuera una fiesta, aunque nada de alegría los acompañara. Lo que contestaría todo el mundo, si se les hiciera la pregunta, es que la gente deseaba acompañar a los familiares lo más posible para apoyarlos. Mientras se encontraba de pie, en el centro de la sala principal de la mansión, mirando con detenimiento a todas las personas, no pudo evitar pensar: "¿Qué respondería Bruce si se lo preguntara a él?" Ideó varias teorías en su cabeza, pero al final decidió que tal vez diría algo como… que las personas que asistían a un funeral, no podían identificar con claridad cuál era el momento adecuado para retirarse. Pensaban que si se iban muy pronto, demostrarían falta de interés, y era lo que menos deseaban demostrar. Si se tenían que ir, siempre intentaban tener un buen motivo, alguna excusa, urgencia, o algo que justificara su partida. Si no era así, se quedaban acompañando a los dolientes, hasta que ellos mismos tuvieran que retirarse a dormir, o hasta que les surgiera algún motivo para irse. Algo parecido, tal vez.
El alcalde, su esposa y su asistente ya se iban a retirar, y antes de hacerlo se dirigieron a él para estrechar su mano y darle un abrazo.
- Si necesitas cualquier cosa mientras estés en la ciudad, llámame, ¿de acuerdo?
- Gracias. Y gracias por venir también.
Los acompañó hasta la puerta y luego ellos siguieron solos bajó dos paraguas hacia su vehículo. Cuando volvió a la sala, lo primero que sus ojos divisaron fue a Alfred, vestido con su uniforme negro y reluciente, con una charola con aperitivos de cangrejo y queso en una mano, y se paseaba entre las personas, ofreciéndoselos. Dick se sorprendió mucho al verlo hacer esto, y de inmediato se le acercó, tomándolo con cuidado del brazo.
- Alfred, ¿qué estás haciendo?
El hombre volteó a verlo con su expresión serena.
- Ateniendo a los invitados, joven Richard. ¿Le apetece uno? – Y dicho eso le colocó la charola frente al rostro.
- Por supuesto que no, Alfred. No tienes que hacer nada de esto. – Le quitó en ese momento la charola de las manos. – Déjame todo a mí, ¿de acuerdo? Tú ve a descansar si quieres.
- Nada de eso. – Señaló enérgicamente y volvió a tomar la charola. – Mientras haya invitados en la Residencia Wayne... Yo los atenderé personalmente, hasta el final. Con su permiso, joven Richard.
Sin decir más, le sacó la vuelta y siguió con lo mismo que estaba haciendo hasta hace unos momentos. Dick se quedó helado, y a la vez algo asustado. Sentía esa misma incertidumbre que se siente al ver a una persona caminando dormido: no estás muy seguro si tocarlo siquiera, ya que todo el mundo decía que nunca debías de despertarlos. Era el mismo caso con Alfred, era como si estuviera caminando dormido por esa habitación, y no tenía idea de qué era capaz de hacer si intentaba "despertarlo" en esos momentos. Por lo tanto, se limitó a dejarle el camino libre y solamente seguirlo con la vista. En verdad parecía no estar sobrellevando bien todo eso.
- Richard. – Escuchó que alguien decía a sus espaldas, obligándolo a girarse.
Era el Comisionado Gordon el que se acercaba con cautela, empujando desde atrás la silla de ruedas de su hija Barbara. Dick les compartió la sonrisa más sincera que le fue posible, y se les acercó al encuentro. Se adelantó a estrechar la mano del Comisionado; a Barbara ya la había visto y saludado desde el velorio la noche anterior, pero no había tenido la oportunidad de saludar como se debía a su padre.
- Comisionado, gracias por venir. – Mencionó mientras estrechaba su mano y luego le daba un amistoso abrazo.
- Qué bueno que pudiste venir. – Le indicó él a su vez. – ¿Qué cuenta la Gran Manzana?
- Nada interesante, la verdad. No es cómo lo pintan en la televisión.
Tres años atrás, Dick se mudó a New York para comenzar su propia empresa de Consultoría en Tecnologías de la Información, junto con un socio, antiguo compañero de la Universidad. Les había ido muy bien, y en sólo tres años habían crecido y ganado renombre considerablemente, aunque seguían siendo una empresa nueva intentando abrirse camino en un mercado muy competitivo. Lo cierto era que había algunos motivos para irse de Gótica además de empezar su propio negocio, algunos más privados que otros. Uno de los que no eran tan secretos, era el hecho de que deseaba poder lograr algo por su cuenta, sin estar bajo el ala de Bruce Wayne. Obviamente con su ayuda y apoyo, ahora de seguro estarían en la cima, pero deseaba demostrarse a sí mismo, y al propio Bruce, que podía hacerlo solo. ¿Se lo habría alcanzado a demostrar? De haber sabido que tres años después ocurriría esto, ¿hubiera hecho lo mismo?
- Me gustaron mucho tus palabras en el cementerio, Dick. – Escuchó que la joven pelirroja comentaba. Ella le sonreía ampliamente, aunque sus ojos aún estaban un poco irritados.
- Gracias, Barbara. – Le agradeció asintiendo con su cabeza. – Aunque siento que Bruce hubiera dicho que estaba haciendo el ridículo.
- No digas eso. Estoy segura de que estaría orgulloso de haberte escuchado. – Acercó el pañuelo blanco que sostenía en sus manos a su ojo izquierdo, tallándolo un poco. – ¿Cómo están todos?
Dick suspiró con fuerza y pesar. Se talló su frente con los dedos de su mano derecha, y luego la pasó por su cabello, desacomodándoselo un poco, posiblemente sin querer. Volteó hacia su franco izquierdo, donde Alfred seguía ofreciendo bocadillos a los presentes.
- Creo que Alfred está en negación. Me preocupa qué pasara cuando empiece a aceptar lo sucedido.
- Sí, pobre Alfred. – Suspiró el Comisionado, volteándolo a ver también con discreción. – Quería a Wayne como si fuera su propio hijo. No me imagino un dolor peor que ese…
Al decir eso, colocó su mano izquierda sobre el hombro de Barbara, quien extendió su mano para tomarla a su vez. Era de esperarse que el Comisionado entendiera un poco lo que Alfred sentía. Aquel suceso parecía aún muy presente en él…
- Tal vez le haría bien si intentara hablar con él, Comisionado. – Mencionó Dick, casi como una súplica. – Yo la verdad no sé ni que decirle.
Gordon asintió con su cabeza de forma afirmativa.
- Veré qué puedo hacer. Pero la verdad creo que sólo queda darle tiempo al tiempo.
- ¿Y Tim? – Preguntó Barbara con interés.
- Tim… Está devastado. En cuanto volvimos del cementerio se encerró en su cuarto. No ha querido hablar con nadie.
Barbara suspiró con pesar. Apoyó su codo en el respaldo del brazo, y su barbilla y boca contra su mano. Miró al piso por unos momentos, y luego volvió a enderezarse, clavando sus ojos azules en Grayson, lo que lo puso un poco nervioso, pues parecía casi estarlo acusando de algo con esa mirada.
- ¿Y tú Dick? ¿Cómo te encuentras?
Enmudeció. ¿Cómo se encontraba?, ¿qué se suponía que debía de responder a eso? ¿Cómo se encontraba en realidad? Al inicio también se negaba a aceptar que eso fuera cierto, e hizo todo lo posible para demostrarlo. Pero una vez que empezó a aceptar que lo que había pasado era real, se sintió mucho más tranquilo. Y por difícil que pareciera, el hablar en el cementerio, también pareció ser de cierta forma… terapéutico para él. Así que la respuesta que tenía a esa pregunta era simplemente que se encontraba bien. Entonces, ¿por qué no le decía eso?, ¿Por qué lo dudaba? Que estaba bien era lo que se decía a sí mismo… Pero, ¿era verdad? ¿Realmente estaba bien?
- Gracias, es un café excelente. – Resonó con fuerza una vocecita chillona.
Los tres se voltearon hacia la entrada de la sala prácticamente al mismo tiempo. Alfred estaba de pie frente a un hombre que al aparecer acababa de entrar. Era de estatura baja, cabeza ligeramente calva, con cabello castaño desaliñado a los lados de ésta. Tenía un pequeño bigote castaño que se asomaba por debajo de su nariz. Tenía complexión robusta y piernas cortas. Sus ropas estaban totalmente empapadas; usaba un traje de saco y pantalones grises claros, camisa rosada, y corbata de rayas azules y amarillas. Cargaba bajo su brazo derecho un maletín de piel café, cubierto con una bolsa de plástico transparente, de seguro para protegerlo del agua, mas no tuvo el mismo cuidado con el resto de su cuerpo. Con su mano derecha sostenía una taza de café que Alfred le había dado, y daba pequeños sorbos, que eran seguidos por un gesto de dolor por lo caliente de éste.
- Oh, ¿esos son panecillos? – Se escuchó como preguntó, y Alfred le extendió su charola.
"¿Panecillos?" Se preguntó Richard confundido. ¿No se suponía que eran bocadillos de cangrejo?
- ¿Quién es ese hombre, Dick? – Le cuestionó Barbara, mirando con confusión al extraño.
- No lo sé. Algún empleado de Wayne Enterprise, tal vez…
Ciertamente no tenía ni idea de quién era ese individuo, pero era bastante escandaloso. Parecía que estaba hablando muy alegremente con Alfred, pero luego de un rato el Mayordomo se giró, pasando su mirada por toda la sala, hasta que se encontró con ellos, y señaló en su dirección. El hombre rió, le agradeció con un ademan de la cabeza, y entonces empezó a caminar apresurado, haciendo malabares con su café, alrededor de cuatro panecillos que había tomado, y su maletín bajo su brazo.
- Señor Grayson. – Murmuró risueño al ya estar parado delante de ellos. – Entre tantas personas altas y bien parecidas, necesite que me lo señalaran.
El hombre volvió a reír de una forma un tanto graciosa, e incómoda. Pareció tener la intención de estrechar su mano, pero se vio con el dilema de que la taza de café ocupaba su mano derecha. Quiso extender la izquierda, pero los panecillos tampoco se lo permitían. Al final le extendió el café a Dick para que lo tomara, y él un tanto inseguro lo hizo. Una vez libre, el extraño extendió formalmente su mano hacia él, pero antes de que Dick pudiera regresarle el salud, el maletín que sujetaba bajó su brazo cayó al suelo.
- Oh, qué torpeza la mía. – Murmuró con gracia y entonces se agachó para recogerlo.
Dick le extendió una mirada a Barbara y a su padre en busca de respuestas, pero ellos parecían igual o incluso más confundidos que él. Todo eso parecía una escena sacada de alguna mala comedia.
- Disculpe. – Pronunció con fuerza para poder captar la al parecer inconsistente atención del hombre. – ¿Me buscaba para algo en especial?
- Oh, perdón, ¿dónde están mis modales? – Extendió ahora sí formalmente su mano, algo húmeda y con manchas de café, la cual Dick igual tomó por cortesía. – Walter Stwart, abogado.
- Richard Grayson. No viene a decirme que me van a demandar por algo, ¿o sí?
- No, no, nada de eso, sino todo lo contrario. El señor Wayne contrató hace algunos meses atrás a mi despacho para que nos encargáramos de la actualización de su testamento.
Esta información pareció tomar por sorpresa tanto a Dick como a Barbara. Casi como si estuvieran sincronizados, ambos se voltearon a ver el uno al otro unos momentos y luego al extraño individuo de nuevo.
- ¿Qué quiere decir con que lo contrató? – Cuestionó Barbara insegura.
- Sí, eso mismo, señorita. ¿Puede creerlo? Yo aún no. – Soltó una risilla que provocó que varias de las personas en la sala voltearan en su dirección. – Imaginarán mi sorpresa cuando vi a ese hombre apuesto y con traje elegante entrando a mi modesta oficina del centro y haciéndome tal petición. Se los juro, fue el momento más excitante de mi carrera. Por cierto, mis condolencias.
El último comentario pareció surgir de su mente luego de entender que se encontraba en una reunión posterior a un funeral, y que posiblemente su manera de expresarse no era la más adecuada en esos momentos. Pero a ellos no les importaba tanto si la forma de ser de ese individuo era la adecuada o no, pues ambos estaban más interesados en lo que acababa de mencionar. ¿Bruce lo había contratado para encargarse de su testamento?, ¿a él? Eso era realmente extraño. Era bien sabido por todos que cualquier asunto legal, incluidos los personales, eran llevados directamente por los abogados de Wayne Enterprise. ¿Por qué iría de pronto con algún extraño para que se encargara de un asunto como ese?, un extraño que ciertamente parecía una buena persona, pero el abogado menos profesional que habían visto, y sólo necesitaron de unos cuantos minutos de conversación para darse cuenta.
El supuesto abogado se empinó por completo todo lo que le quedaba de café, y seguido de un agudo suspiro de aparente satisfacción, le extendió la copa a Dick, el cual la tomó sin poder oponer mucha resistencia.
- Bueno, a lo importante. – Dijo con decisión, mientras sacaba su maletín de la bolsa plástica que lo rodeaba. – Traigo aquí todo lo referente al asunto. Si hubiera un lugar para reunirnos... Pero claro, ¿qué cosas digo? En esta enorme mansión de seguro habrá en dónde. Tengo miedo de tener que ir al baño y perderme.
Aparentemente el último comentario era algún tipo de broma, ya que enseguida soltó otra aguda carcajada. Dick y Barbara aún parecían algo afectados, por lo que el Comisionado decidió intervenir.
- Disculpe señor, pero éste no es un buen momento, como comprenderá. – Le dijo respetuosamente, acercándose a él. Lo tomó con gentileza del brazo, e intentó guiarlo hacia el vestíbulo. – Estoy seguro de que lo podrán atender mañana sin problema...
- No, no, no, nada de eso. – Dijo renuentemente, oponiendo resistencia a cualquier intento de hacerlo caminar. – Con todo respeto señor... ¿Quién es usted?
Dick un pudo evitar sonreír un poco. ¿Era abogado y no sabía con quién estaba hablando? Gordon hizo una mueca con su boca, se acomodó sus anteojos y le contestó con firmeza.
- Comisionado de Policía, James Gordon.
- ¿Comisionado de Policía? – Walter pareció ponerse pálido al recibir tal dato. – Oh por Dios. Oiga, iba a pagar mis multas de tránsito ayer, lo juro. Pero mi abuela… quiero decir, mi madre se puso muy mala…
Dick y Barbara pasaron de sentirse confundidos, a divertidos con la situación. Volvieron a verse el uno al otro, y ahogaron entre sí un par de risillas, como si acabaran de hacer una travesura. Ese sujeto era algo irreal. Más que abogado, parecía alguna clase de comediante personificando a uno.
- Bueno como sea, tengo instrucciones muy detalladas y específicas de parte del señor Wayne sobre cómo proceder luego de su muerte... Digo, fallecimiento. ¿Cuál es la forma menos triste de decirlo?
- ¿Dijo instrucciones? – Preguntó el joven de cabellos negros de inmediato, acercándose al hombre; una profunda curiosidad se le asomó en el rostro. – ¿Qué tipo de instrucciones?
- Las instrucciones... Déjeme ver.
Apoyó el maletín en su pierna derecha y lo abrió, maniobrando para poder buscar en su interior, sólo con su mano derecha, mientras con la izquierda introducía los últimos panecillos que le quedaban en la boca, más esto no le impedía al mismo tiempo hablar, aunque fuera con la boca llena. Había que aceptarlo, mínimo parecía una persona capaz de realizar varias tareas a la vez, casi de manera efectiva.
- Las instrucciones eran que viniera directamente para acá justo después de su funeral, si es que hubiera uno… Así lo dijo él, no es cosa mía. Como sea, que viniera luego del funeral y reuniera las personas de esta lista para ver el video... ¿Dónde está la lista?
Dick y Barbara se sobresaltaron al escucharlo. Dick se le acercó casi de manera amenazante, y Barbara acercó con rapidez su silla de la misma forma.
- ¿Video?, ¿qué video? – Preguntaron los dos casi al mismo tiempo. Gordon los volteó a ver, arqueando una ceja con confusión. Al darse cuenta de ello, cada uno pareció apenarse un poco. Pero Walter no lo notó, ya que estaba muy concentrado en su búsqueda.
- El video que el señor Wayne dejó, donde él mismo expresa su última voluntad.
Terminó al final por engullir el panecillo y medio que tenía en su mano izquierda de un tajo, y así poder tener la mano izquierda libre y poder usarla en su búsqueda. Este cambio pareció dar frutos, ya que luego de unos cuantos segundos logró encontrar lo que buscaba.
- ¡Ajá! – Exclamó triunfante, alzando en su mano derecha una hoja de papel, con tanto orgullo como si fuera el más preciado tesoro. – Aquí está la lista de personas… Oh, creo que tiene un poco de mermelada.
Dick tomó con mucho cuidado la pegajosa lista y la abrió para poder ver qué contenía. Parecía escrita a computadora con letra modesta, y solamente enlistaba cinco nombres:
Alfred Pennyworth
Richard Grayson
Barbara Gordon
Timothy Drake
Jason Todd
Cinco nombres, pero cada uno muy significativo. ¿Esa era la lista de personas específicamente que Bruce había dejado como deseo para que vieran ese supuesto video? Miles de posibilidades cruzaron la mente de Dick en esos momentos. ¿Qué era lo que contenía ese video que ellos cinco tenían que ver con tanta urgencia, justo después de su funeral, ni un día más? Fuera lo que fuera, estaba más que ansioso por saberlo.
- Cómo le dije, éste no es un buen momento. – Volvió a repetir el Comisionado Gordon, e insistió en escoltar al hombre a la puerta. – Venga mañana, y estoy seguro que podrán atenderlo con más calma...
- No, está bien, Comisionado. – Exclamó Dick con fuerza para detenerlo, y de inmediato se acercó a Walter, para ser él quien lo escoltara, pero no a la salida. – Acompáñame por favor, lo guiaré al estudio donde podrá instalarse y preparar el video.
- ¡Oh!, estupendo. – Pronunció con entusiasmo el abogado. – ¿Podrían llevarme también algo de ese exquisito café y de esos ricos panecillos?
- ¿Qué? Ah, claro… Cómo diga.
- ¿Estás seguro de esto, chico? – Oyó como lo cuestionaba el Comisionado, aún no muy seguro de todo eso.
- Si algo aprendí con Bruce, es que cuando deja instrucciones específicas... Hay que seguirlas. – Le respondió con cierto humor en su tono. – Barbara, ¿puedes traer a Alfred? Guiaré al señor Stwart al estudio. Luego iré por Tim y los alcanzamos al rato ahí.
Barbara parpadeó un par de veces como señal de confusión.
- ¿A mí también? – Pronunció sorprendida, señalándose con un dedo.
- Estás en la lista.
La pelirroja se quedó pasmada al oír esto, y no fue capaz de decir nada más antes de que Dick y aquel individuo se alejaran caminando. Era muy probable que las miles de posibilidades que habían cruzado por la mente de Dick, empezaran ahora a cruzar por la suya. ¿Qué contendría el misterioso video del fallecido Bruce Wayne?
FIN DEL CAPITULO 01: REY CAÍDO
Notas del Autor:
Hola a todos. Pues bueno, éste fue apenas el primer capítulo de esta nueva historia. Cómo dije anteriormente, no tengo mucha experiencia usando a los personajes de Batman, así que todo es un reto nuevo para mí. Espero me tengan paciencia, ya que voy un poco a prueba y error. Espero que al menos les haya llamado lo suficiente la curiosidad como para esperar y leer el siguiente capítulo.
También cómo mencioné antes, ésta es una línea alterna, por lo que los sucesos que se narran no están basados directamente en el arco de Batman R.I.P. o derivados, pero obviamente sí habrá muchos aspectos y datos que se tomarán en cuenta de éste, así que cualquier parecido con lo narrado en el comic original, no es sólo mera coincidencia. Los sucesos de la muerte de Bruce también serán distintos, pero no serán revelados hasta más adelante. Vean todo esto cómo otra versión de la muerte de Batman, y de cómo sus sucesores lidian con ello.
No duden en hacerme cualquier pregunta o duda que tengan, así como cualquier comentario o palabras de ánimo. Un cordial saludo a todos, y nos leemos pronto.
WingzemonX
