Hola!, bueno esta historia no será muy larga, historia sin fines de lucro etc, etc.
Astrid exhaló largamente, relajó sus pulmones permitiendo al aire helado escapar por entre sus labios, inhaló suavemente una vez más acariciando el filo de su nueva hacha con mimo y aprecio, regalo de Hipo. Mordió el interior de su mejilla pensando en el chico, hace un par de días que se comportaba extraño, tenía una mirada más…salvaje, casi ¿animal?. Se permitió hipnotizarse con el reflejo y retiró sus dedos dándose cuenta que el trabajo era perfecto como siempre y que de quererlo podría cortar uno de sus rubios cabellos separándolo por la mitad, dejó resbalar su mano por el mango comprobando el peso y ajustándose a él, balanceando el arma un poco para acostumbrarse, la chica se detuvo de lanzarla en el último minuto, movió sus oídos intentando captar cualquier sonido, casi provocó a sus ojos a desprenderse de tanto esfuerzo por captar su periferia. El martilleo pesado de su corazón la aseguró de que no se trataba de simple paranoia y que efectivamente algo la acechaba.
La joven mujer maldijo internamente negándose a ser la presa, si había algo que Astrid odiaba, ciertamente era convertirse en la presa, ella era el cazador, y no dejaría que la angustia la derribara, se obligó a permanecer serena, gracias a todos sus años de entrenamiento a cuestas resultó bastante sencillo, apresó su hacha vikinga y esperó pacientemente a que el reto emergiera de entre la espesura del follaje. Pero la paciencia era una virtud faltante en el delgado cuerpo de la rubia y pronto se vio a si misma girando sobre su eje intentando captar cualquier evidencia de vida en el bosque además de ella.
Un golpe duro en su espalda la mandó al frente obligándola a girar por tierra aterrizando de frente a su agresor, una sonrisa se expandió por su rostro al identificar el cabello castaño, liso y alborotado, la espada corta en la mano izquierda del muchacho, un escudo en plata y negro cubriéndolo de la barbilla al muslo. Hipo la observaba desafiante y con una mueca de diversión en su rostro, eso descontroló a Astrid que lanzando su grito de guerra se lanzó con su hacha en alto, el joven apenas y tuvo necesidad de moverse para desviar el ataque con un fluido movimiento de su arma, el fiel acero de gronkle no le falló repeliendo efectivamente el fuerte impacto, la rubia sacó su frustración en un bufido al momento de lanzar su plano estómago hacia atrás evitando por centímetros la estocada del chico.
El sofisticado muchacho tuvo el descaro de lanzarle un beso y un guiño antes de lanzar su escudo a un lado y atacarla de nuevo esta vez en igualdad de condiciones.
-¿Por qué no traes tu escudo?, ¿Qué eres?, ¿Una novata?- La burbujeante risa masculina por poco sacó de sus casillas a la ofendida muchacha, mala idea mandar a Tormentula a casa, ella llevaba su escudo, ni hablar a lo hecho, pecho.
La lucha entre ambos se parecía ahora a una sensual danza con mucho ensayo de trasfondo, la complicidad y conocimiento de uno sobre el otro los acarreaba siempre a lo mismo, un golpe con la empuñadura de la espada en el femenino costado sacó todo el aire de la chica, tambaleándose ligeramente y sujetándose la zona dañada abrió la boca atrayendo hacia si todo el vital oxigeno posible. Usando su propia hacha como apoyo, lanzó su pierna derecha hacia el muchacho golpeándole la quijada, el cuerpo del muchacho siguió la trayectoria de su cara en un intento de evitar que su cabeza se desprendiera y saliera volando sola. La joven mujer escuchó algo barrerse y dolor detrás de su rodilla, su pierna aflojó no pudiendo soportar más su propio peso ocasionándole caer directamente a los pies de su momentáneo enemigo, la punta de la espada presionando su garganta obligándola a subir su rostro, ¿una trampa? Genial, había caído redonda.
Hipo tiró la espada a un lado y arrojó su cuerpo sobre aquel más pequeño y delgado aunque duro como roca, la chica retrocedió a gatas antes de sentir su nuca y la parte superior de su espalda presionada contra la corteza de un árbol caído, el chico la mantenía enjaulada entre la prisión de sus piernas y brazos, la rubia soltó un quejido al sentir el aliento caliente por su cuello, el dolor entre sus piernas no teniendo nada que ver con la reciente batalla, un escalofrió recorrió su columna al escuchar la voz profunda calentando su cuerpo.
-eres preciossssa-
-¿Hipo?- el extraño ceceo aclaró su afiebrada mente lo suficiente para despegarse y buscar los ojos del muchacho.
Un grito escapó desde lo más profundo de su pecho al ver los ojos verde bosque sesgados como los de un dragón, una lengua larga y bífida acarició su mejilla hasta llegar a enroscarse en su oreja.
La más valiente vikinga de todo Berk despertó sobresaltada en su dura y confortable cama, sudaba y su corazón latía tan rápido como el aleteo de Gorgontua, con disgusto apartó las pieles para abrir la ventana de par en par, inhaló todo el aire fresco que sus pulmones pudieron aceptar sin explotar, apoyó su frente en el marco dejando salir en un suspiro todo la frustración sexual contenida durante su extraña pesadilla, hablaría con Hipo, el muchacho tenía mucho escaqueándose de sus deberes para con ella, y ahora sus necesidades la acosaban hasta en el mundo onírico, vaya que se sentía patética.
Observó la inusual y brillante mañana en la isla y saltó al exterior para dirigirse al gran salón, escuchó el pesado caminar de su nadder a un lado, y sintiéndose confortada la mando con una fuerte y amistosa palmada a que buscara algo de comer mientras ella hacía lo mismo, sus tripas rugían exigiéndole algo de alimento, abrió entonces las pesadas puertas enfocándose en la semi penumbra, tomó un plato con cordero antes de sentarse junto a Hipo y los demás, los gemelos reían bromeaban acerca de algo, probablemente de Patán que lucía una encantadora y fulgente marca roja en su mejilla izquierda, quizá producto de su más reciente "conquista".
-Debiste verlo Astrid, lo único que alcanzó a decirle fue "hola preciosa" antes de que la chica lo golpeara- Brutilda se carcajeaba mientras imitaba la voz profunda del mencionado y hacia burla de su intento de seducción.
-Me lo imagino perfectamente-
El cordero estaba tan suave que se deshacía en su boca, la jovencita masticó llevándole más bocados a sus dientes, un suave toque en su rodilla la movió a girar su cabeza en dirección al chico a su lado. Hipo le indicó con un gestó de su cabeza que fueran a una mesa lejana, tomó su cordero y se puso de pie siguiendo al muchacho que ya se había puesto en camino, ignoró las risas y bromas acerca de su relación y se dejó caer frente al castaño. Él se llevó su tarro a los labios bebiendo un trago de cerveza antes de mirarla, Astrid reanudó su ataque al cordero robando también un trozo de pescado del plato de Hipo.
-Vienen los daneses-
Astrid se atragantó con el pedazo de carne alojado en su garganta, él le ofreció su tarro y esperó pacientemente con los dedos cruzados a la altura de su barbilla a que la mujer respirara tranquila antes de continuar con las noticias.
¡Daneses! Por Odín, rezó a todos los dioses por escuchar que fuera una broma pero la seriedad en el atractivo rostro de nariz algo grande hizo que se despidiera de la posibilidad.
-Los vi ayer mientras volaba con Chimuelo, están cerca, llegarán hoy si no hay tormenta- La rubia respiraba intentando calmarse, eran noticias serias, los daneses nunca habían hecho visitas de buena voluntad a Berk.
-Eran dos barcos, me extendí todo lo que pude buscando más, no encontré nada, ya le he dicho a mi padre, él ha convocado una reunión pero quise ser yo quien te informara-
-¿Qué crees que quieran con nosotros?-
-Nada bueno Astrid, me temo que nada bueno-
El bosque de Berk siempre había sido refugio de secretos, en ese bosque se forjó la mayor amistad conocida, se destrozó una tradición con más de 300 años de antigüedad, entre esos gruesos árboles Patapez leyó por primera vez el libro de dragones, Patán aprendió a usar una espada, para los gemelos representaba el escondite perfecto después de sus travesuras y para Astrid ese bosque representaba quietud, ira, desahogo, comprensión y respeto por la vida.
Por eso el bosque era refugio de muchos en especial de la rubia vikinga que en aquellos momentos, la enorme roca en la cual se encontraba sentada le ofrecía el consuelo del silencio, sumida en sus pensamientos afilaba la de por sí ya mortal hoja de su hacha, pero un ruido a su espalda la alertó de compañía, girándose en posición de ataque tensó sus músculos alistándolos para la batalla, con algo de aprehensión recordó su sueño y un grito murió en su garganta cuando unos dientes se enterraron en su cuello. Unas manos, evidentemente masculinas se cerraron como prensas en su cintura, el débil chirrido del metal de la prótesis tranquilizo a la muchacha antes de cometer un homicidio, con determinación lanzó su codo hacia atrás impactándolo con violencia en el duro vientre del chico, el golpe ocasionó que Hipo saliera despedido hacia tierra luchando por respirar en medio de risas.
-yo gané- la rubia se jactó presionando su pie contra el pecho del castaño.
-por ésta vez mi lady-
Astrid quitó su pie y ofreció su mano al chico con un encogimiento de hombros aceptando la verdad. Las veces en las que resultaba triunfadora de los encuentros escaseaban, aunque siempre que se sucedían sabían tan dulces como la miel.
Pero su sonrisa orgullosa se borró al instante de sentirse jalada hacia el duro pecho del muchacho aterrizando pesadamente contra él, pronto se vio tendida sobre su espalda con una fugaz lengua recorriendo su garganta ¿Qué obsesión había encontrado Hipo con su yugular?
Con cuidado abrió sus piernas dejándole espacio al chico para acomodarse entre ellas, las manos de herrero se pasearon retirando los pantalones de lana bajando a medida que lo hacía, levantando la falda de cuero enterró la cara en el bajo vientre de la chica llevándola por el camino del éxtasis. Astrid jamás admitiría haber visto estrellas esa vez, pero las marcas de sus dedos hundidos en la tierra atestiguaron la pérdida de control, un gemido en forma de Hipo emergió desde su pelvis hasta sus cuerdas vocales, su capa salió despedida por el hábil muchacho y sus rodillas tocaron el pasto al ser girada bruscamente, pronto se sintió llena y el pecho de Hipo le brindó el calor que antes le facilitara la suave piel, un mordisco en la oreja y su mano derecha, de dedos largos y cubiertos de tierra volaron al firme tronco a su lado apretando hasta dañarse. Astrid no volvería a quejarse por qué Hipo se escaqueara algunos días si culminaban siempre de forma similar.
Para el muchacho aquella apretada abertura era el cielo, con dolor y un quejido se salió derramándose sobre la hierba, acomodó su ropa mientras la chica descansaba sentada de lado sobre su cadera, una sonrisa orgullosa al ver las piernas juntas y algo temblorosas de la joven, buscó los pantalones y las botas encontrándolos en unos matorrales cercanos y se mordió la lengua evitando reírse, no quería ganarse un nuevo golpe "cariñoso" se los pasó a la chica robándole un beso en el camino, antes de que pudiera levantarse la temperamental mujer lo sujeto por el cabello queriendo llegar hasta el fondo de su boca, un mordisco tentativo en su labio inferior lo hizo sonreír, Astrid era la mejor.
Un ruido entre el follaje asustó a la chica que sabiéndose desnuda de cintura para abajo rompió el record de velocidad de su nadder poniéndose los pantalones y bajando su falda.
-Es chimuelo, vigila, no podía arriesgarnos con la situación que tenemos- una vez más aguantó una sonrisa viendo el suspiro de tranquilidad de la joven, siempre alerta como todo buen vikingo.
Una figura negra y estilizada apareció derribando a su jinete, vaya que lo había extrañado cuando le prohibió acercarse demasiado, Astrid se puso sus botas dejando al chico luchando contra la baba de dragón, esa era una batalla que jamás aceptaría sin importar cuánto la retaran.
un review plis, comenten si les gustó o no y que, de antemano gracias =D
