MALEC MOMENTS
Capítulo 1. El primer beso.
Temblando de nervios, Alec tocó el timbre de la puerta.
"¿Cuál es el problema, Lightwood?", pensó para sí mismo, "El hecho es que Magnus Bane, el Gran Brujo de Brooklyn te dio su número cuando dejó el Instituto después de sanarte, y tú lo llamaste y él te invitó a su casa. Bien… ¿Qué quiere decir eso? ¡Nada! No tiene por qué significar nada…"
Pero ese era el problema. Alec no sabía si lo que había pasado significaba algo o si él quería que significara algo. Haber crecido en el Instituto lejos de Idris y de los otros Cazadores de Sombras de su edad había ocasionado que él no tuviera amigos de su edad. Al menos no hasta que Jace había llegado a vivir con él y su familia. "Y mira cómo terminó todo" pensó una vez más "Te enamoraste de él."
Por casi una hora, Alec había estado caminando de ida y vuelta frente a la fachada del apartamento de Magnus, teniendo ese tipo de conversaciones con él mismo. De forma intermitente, se detenía frente al timbre y lo miraba como si se tratara de un alíen, su mano se elevaba hacia él intentando tocarlo, arrepintiéndose en el último momento y volviendo a su nervioso paseo una vez más.
Pero esta vez sí que había tocado el timbre, ya no había marcha atrás.
-¿Sí?- dijo Magnus con voz suave. Alec se preguntó si el brujo sabía ya que él había estado paseando afuera de su casa.
Alec aclaró su garganta de forma nerviosa.
-Yo…. Esto… soy yo, Alec Lightwood- dijo él sintiéndose avergonzado, pues podía escuchar el temblor de su voz e instantáneamente se odió por ello. Alec se sintió profundamente agradecido de que Magnus no pudiera ver sus mejillas sonrojadas por la vergüenza. El chico escuchó un clic y la puerta se abrió.
-Pasa- dijo Magnus, y Alec estaba seguro de que el Brujo había dicho aquellas palabras con una enorme sonrisa.
Cuando Alec alcanzó el final de las escaleras, Magnus estaba ya ahí, esperando por él. El Brujo estaba recargado en el marco de la puerta, sonriéndole. Él estaba usando pantalones negros ajustados y una escandalosa camisa purpura con una leyenda en brillantes letras plateadas que decía "La magia es vida". Alec no pudo evitar sonreír ante la imagen.
Magnus se paró detrás de él y lo dirigió al sillón de la sala.
-¿Sediento?- preguntó el anfitrión de la casa con todo educado.
-Mmmm… Supongo…- dijo Alec sin mucha convicción.
Magnus sonrió. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que un adorable y nervioso adolescente hubiera estado en su departamento. Aquello era simplemente entrañable.
-¿Cuál es tu veneno? ¿Café, soda, cerveza, vino… champagne?- Magnus preguntó levantando las cejas de tal forma, que Alec no pudo hacer más que sonrojarse de forma involuntaria- ¿Ninguna? ¿Vodka? ¿Ron escoses?
-Té…- dijo Alec- te estaría bien.
-Té será…- dijo Magnus, sin poder sentirse un poco decepcionado.
El Brujo conjuró dos tazas de té de la nada y puso una en la mano de Alec. El Cazador de Sombras lucia sorprendido pero no dijo nada. Los dos bebieron su té en silencio por varios momentos.
-Te ves mucho mejor- dijo Magnus finalmente- nada que lamentar, según veo.
-Hiciste un excelente trabajo- Alec asintió- muchas gracias por cierto, no estoy seguro de haberte agradecido apropiadamente por haberme sanado.
-Siempre hago un trabajo magnifico- dijo Magnus con una ademán que le restaba importancia a sus palabras.
Alec rio, finalmente la tensión se había desvanecido entre ellos y fluyó hacia una conversación tranquila cuyo tema era la vida en Nueva York, el asunto de la caza de demonios y sobre todas las actividades distintas que Magnus hacía como el Gran Brujo de Brooklyn.
A medida que la conversación seguía su curso, Alec se dio cuenta de que estaba disfrutando la compañía de Magnus, aunque no estaba del todo sorprendido puesto que ates ya había pasado algunos días junto a Magnus en el Instituto mientras seguía sanándose. Aunque Alec había estado yendo y viniendo de la inconsciencia hacia la consciencia aquellos días, así que no recordaba mucho de lo que había pasado aquellos días.
Pero aquella situación era diferente. Él estaba hablando con alguien, alguien que no era de su familia, acerca de su vida por primera vez. "Quizá, tener un amigo es lo que había estado echando de menos en mi vida", pensó.
De pronto, los dos se estancaron en un silencio cómodo. Cuando Alec terminó su te, Magnus se levantó del brazo del sillón en el que había estado sentado, cruzó la habitación y se sentó en la mesita del café, quedando cara a cara con Alec. Lo estudió en silencio por un largo rato antes de decir algo.
-¿Puedo preguntarte algo… personal?- dijo Magnus sosteniendo la mirada de Alec con la suya.
-Mmm… claro, sí supongo- dijo Alec sintiéndose nervioso de repente. El chico apretó sus dedos y los dejó encima de su regazo esperando que Magnus no notara el ligero temblor que estaba atacándolos.
-¿Has besado a alguien?- preguntó Magnus de forma directa.
Los ojos de Alec se abrieron con sorpresa antes de que pudiera recomponerse a sí mismo.
-Sí, claro…- dijo tratando de sonar tranquilo pero fallando en el intento. Magnus no respondió, así que Alec agregó:- Gracias a Jace.
La boca de Magnus se abrió de par en par por un momento.
-Besaste a Jace- respondió.
-¿Qué? ¡No! ¡Por el Ángel! ¡NO!- Alec sacudió su cabeza firmemente- No… algunas veces las citas de Jace o como sea que quieras llamarles…
-Sus conquistas, es la palabra que viene a mi mente…- dijo Magnus.
Alec lo fulminó con la mirada y Magnus se encogió de hombros.
-Como sea…- continuó Alec- algunas veces Jace arreglaba citas dobles con la hermana de su cita, o su prima o su amiga o lo que fuera. Besé a algunas de ellas. Creí que él quería que encajara en algún sitio, así que lo intenté. Honestamente no veo por qué es tan importante el tema de los besos, no me pareció tan fascinante…
-Quizá debas intentar no besar chicas. El asunto de los besos es mejor cuando besas a alguien en quien estás interesado- dijo Magnus de forma inteligente.
Alec se encogió de hombros.
-Entonces… ¿No le has dicho a nadie aún?- preguntó Magnus- que eres gay, quiero decir.
-¿Qué? No…- dijo Alec, su mirada se encontró con la de Magnus- Es decir… Isabelle sabe, creo, pero ninguno de los dos habla acerca de ello en realidad. Y aparentemente, Clary se dio cuenta pero nadie más lo sabe.
-¿Ni siquiera Jace?- preguntó Magnus con verdadera sorpresa.
-¡Especialmente Jace! Él no lo sabe y no puedes decirle- dijo Alec sacudiendo su cabeza de forma vigorosa.
Magnus colocó una de sus manos en la rodilla de Alec y el muchacho de los ojos azules se congeló ante aquella gentil caricia. Era como si miles de partículas de energía corrieran sobre su pierna, recorriendo todo su cuerpo. Alec se preguntó si aquello era obra de la magia de Magnus o si se trataba de algo más, algo cálido y reconfortante que hacía que se sintiera así.
-¿Por qué no?- preguntó Magnus, aparentemente imperturbable por el toque de sus dedos sobre la rodilla de Alec.
-Jace es mi mejor amigo, mi parabatai- dijo el chico aspirando de forma profunda.- Él me conoce mejor que nadie, a excepción de Izzy. Pero esto no es algo que él pueda saber acerca de mí, de verdad no puede ¿OK?
Magnus colocó su otra mano en la rodilla de Alec intensificando la electricidad que corría por las venas del Cazador de Sombras.
-Odio decirte esto, Alexander- dijo Magnus con calma- pero si Jace no sabe esto acerca de ti, entonces Jace no sabe quién eres en realidad ¿Cómo puedes decir que conoces a alguien si no tienes en cuenta esta parte básica de su alma?
-Pero…
-¿Por qué quieres esconderlo de él?- insistió Magnus.
-No es realmente aceptable que un Cazador de Sombras, sea, ya sabes, gay…- dijo Alec evitando la mirada de Magnus que era demasiado intensa como para mirar otro lugar que no fueran sus manos.
-Aceptable o no, estamos hablando acerca de tu parabatai. Él debería saberlo- Magnus hizo una pausa para reflexionar- al menos que… al menos que tú tengas sentimientos por él…- dijo el brujo, dándole a su afirmación el tono de una pregunta.
Los ojos de Alec destellaron al mirar a Magnus. Los irises azules casi desaparecieron cuando las pupilas del muchacho se dilataron con miedo.
-No quiero hablar de esto- dijo Alec de forma abrupta- quizá sea mejor que me vaya.
Alec se levantó, alejando las manos de Magnus de sus rodillas durante el proceso. Aliviado por la desconexión, Alec caminó hacia la puerta del departamento pero Magnus lo detuvo.
-Espera…-dijo Magnus ansiosamente. Había en su voz una ansiedad tan poco característica en la voz del brujo que alertó a Alec y le hizo quedarse a escuchar lo que Magnus tenía que decir. El muchacho se dio la vuelta lentamente para encarar a Magnus.- Lo siento Alec, no quería entrometerme. Escucha, si estás libre el viernes me gustaría llevarte conmigo a una cita de verdad.
Magnus sonrió dulcemente a Alec y éste sintió que sus rodillas se sentían débiles de pronto.
-Yo… no lo sé…- dijo Alec.- No estoy seguro de estar listo para enfrentar el hecho de que la gente me vea en una cita real con un chico.
-Te prometo mantener tu privacidad, Alexander.
-Ok…- Alec asintió y le devolvió la sonrisa a Magnus.
El siguiente viernes, Alec llegó pronto al apartamento de Magnus. Esta vez, cuando Alec alcanzó el final de las escaleras Magnus estaba esperando afuera con la puerta del apartamento cerrada. Decir que Magnus lucía guapo, era cometer una equivocación atroz: lucía hermoso. El brujo estaba vistiendo un elegante traje negro debajo del cual lucía una camisa blanca, una faja plateada y una corbata de moño. En el ojal del saco del mago había una brillante flor rosa que Alec no había visto antes. La flor se abría y se cerraba lentamente como por arte de magia.
-No estoy seguro de estar vestido para la ocasión- dijo Alec siendo consciente de pronto de sus jeans negros, su desgarbado suéter gris y las botas oscuras que usaba a diario. – Debiste decirme que necesitaría estar mejor vestido.
-No tienes que preocuparte por eso- dijo Magnus con una sonrisa- vamos a quedarnos aquí esta noche.
-¿Qué?- dijo Alec sintiendo que el vestuario de Magnus no tenía nada que ver con sus palabras.
Magnus abrió la puerta de su apartamento y acompañó a Alec al interior. Bastó una sola mirada para que Alec se congelara ante lo que sus ojos estaban contemplando en aquel momento:
Aquello era como la escena de una película antigua. La habitación era más larga de lo que Alec recordaba, como si mágicamente hubiera sido alargada. Docenas de mesas cubiertas por manteles de lino estaba esparcidas por toda la habitación. Una vajilla de porcelana china, así como cubiertos de plata relucían sobre el mantel de forma elegante. Varios centros de mesa elaborados con las mismas flores que Magnus lucia en su saco, hacían brillar cada una de las mesas. Las suaves notas de un piano llegaron a sus oídos mientras sus ojos captaban los destellos de un candelabro de cristal que colgaba mágicamente del techo. La parte más lejana de la habitación estaba totalmente hecha de amplios ventanales que dejaban ver gran parte de la ciudad de Nueva York y el río. Alec estaba seguro que aquella vista no era posible desde el apartamento de Magnus.
A medida que Alec se acostumbraba a la escena, el muchacho se dio cuenta de que ahí había mucha gente, muchas personas sentadas a las mesas, vestidas con ropas que parecían pertenecer al temprano siglo XX. Alec podía escuchar el suave rumor de la conversación que provenía de todos ellos, el tintinear de las copas de vino y el golpeteo de los cubiertos en los platos. Los meseros navegaban entre las mesas entregando comida y rellenando las bebidas de los comensales. Ellos estaban vestidos con elegantes chaquetas negras ribeteadas con rayas doradas.
Alec contemplaba aquel espectáculo con la boca abierta. Magnus no pudo evitar sonreír ampliamente ante el gesto del cazador de sombras.
-No te preocupes- dijo Magnus sin dejar de sonreír- esto no es más que un glamour muy fuerte, soy bueno en ellos, ya lo ves. En realidad estamos solos tú y yo.
Alec asintió y se dejó guiar por el mago quien lo escoltó tomándolo del brazo hacia la única mesa real en la habitación que estaba situada al lado de la chimenea. Como en realidad no había meseros, Magnus sirvió a ambos una copa de champagne antes de tomar asiento. El brujo le pasó un menú al muchacho, quien, al no saber Francés no pudo leerlo así que Magnus ordenó una entrada de pato glaseado y bistec y caviar para él.
La comida apreció mágicamente momentos después y Alec tenía la fuerte sospecha de que había un restaurante francés en algún lugar de Nueva York que echaría de menos aquellas entradas. La comida se derretía en la boca de Alec, él jamás había probado alimentos que tuvieran aquel sabor tan delicioso. Después de que terminaran con el plato fuerte, Magnus hizo aparecer creme brulee y eclair de chocolate como postre. Magnus llevó el postre a la boca de Alec con la ayuda de una pequeña cuchara y el chico de los ojos azules no pudo hacer más que sonrojarse sin poder evitarlo.
A lo largo de toda la cena, Alec había estado mirando a Magnus de forma discreta y frecuentemente se había dado cuenta de que Magnus estaba mirándolo también, así que él tenía que desviar la mirada de la piel del brujo, pero, aquella mesa era tan íntima que se preguntó si Magnus podía ver su sonrisa de todos modos.
Cuando la comida se terminó y Magnus limpió la mesa con un movimiento rápido de sus dedos, Alec devolvió su atención a cada detalle de la habitación y por fin empezó a sentirse cómodo y relajado.
-Realmente te superaste a ti miso, Magnus- dijo el chico señalando el lugar con su copa de champagne.
-Es por eso que la gente suele llamarme magnifico- dijo el brujo con una sonrisa de satisfacción.
-¿Siempre haces lo mismo en las primeras citas?- dijo Alec devolviendo la sonrisa- ¿Cenas elegantes, bebidas caras? ¿Mostrar una escena de tu pasado?
-Hay algo que debes saber antes de que esto llegue más lejos, Alec- dijo Magnus, la sonrisa desvaneciéndose de su rostro- no respondo preguntas de mi pasado, prefiero vivir en el presente y también puedo discutir alegremente el futuro, pero mi pasado es solo mío ¿Puedes vivir con ello?
Magnus remarcó sus palabras poniendo su copa sobre la mesa y mirando fijamente a Alec a los ojos, aquellas pupilas de gato reflejándose intensamente en el azul puro de los ojos del cazador de sombras.
Alec no tenía idea de qué responder. Él jamás había tenido una cita real antes, mucho menos con alguien que le interesara de verdad. Él no tenía ni idea de hecho, hacia donde se estaban dirigiendo él y Magnus con esta cita. Pero lo cierto era que el chico estaba disfrutándolo y él realmente no quería que todo terminara, así que simplemente respondió "claro, claro que puedo vivir con ello".
Magnus murmuró un "excelente" en respuesta y los dos se perdieron en el silencio unos momentos más.
-¿Bailarías conmigo?- el brujo preguntó abruptamente rompiendo el silencio.
Alec lo miró con un dejo de aprehensión antes de responder.
-Uhm…- dijo el joven- nunca he bailado antes, no tengo idea de lo que podría hacer si llegara a intentarlo.
-Sólo déjame guiarte- dijo Magnus- todo estará bien…
Alec dudó un momento más. El chico estaba asustado de hacer el ridículo, pero como la única persona que estaba ahí para verlo sabía que el ridículo era una posibilidad, Alec decidió intentarlo. El joven extendió su mano hacia la de Magnus y dejo que este lo guiara hacia la pista de baile.
El Brujo colocó una de las manos de Alec sobre su hombro y la suya propia en la cintura del chico quien se estremeció ante aquel contacto. Después, envolvió los dedos de la otra mano de Alec con los suyos y los dos hombres empezaron a moverse por la pista marcando un ritmo de tres tiempos que Alec encontró fácil de seguir. Alec se movía con gracia, podía hacerlo gracias al entrenamiento de los cazadores de sombras, pero le faltaba confianza, de modo que algunas veces no podía evitar pisar a Magnus a quien al parecer aquellos pequeños accidentes no importaban en absoluto.
Mientras bailaban, Alec notó que a las notas del piano se iban añadiendo los sonidos de más instrumentos musicales: un violín añadía notas altas a la melodía y un harpa hacia que aquella canción sonara como un sueño mientras los dos seguían deslizándose sobre el suelo.
Después de un rato, Magnus se olvidó de la posición formal del baile y simplemente atrajo el cuerpo de Alec hacia el suyo, rodeando la cintura del muchacho con sus largos y delgados brazos, al tiempo que los brazos de Alec se enredaban en su cuello. La cercanía de sus cuerpos había alterado a Alec al inicio pero después, mientras los dos seguían balanceándose al ritmo de la música, se dejó llevar por la magia de aquel momento.
Alec no tenía idea de cuánto tiempo él y Magnus habían bailado de aquel modo, a juzgar por todo lo que había sentido, podrían haber sido horas, o simples minutos, pero el sonido de un reloj le advirtió que era ya media noche. El chico detuvo el baile y miro a Magnus con los ojos abiertos de par en par.
-Tengo que volver a casa- dijo Alec con una voz que expresaba su disgusto por tener que irse.
-¿Acaso eres cenicienta?- dijo Magnus tratando de bromear- ¿Vas a convertirte en un vagabundo y tu carruaje se trasformará en una calabaza a media noche?
-No tengo la menor idea de lo que estás hablando- dijo Alec con gesto confundido haciendo que Magnus sacudiera la cabeza y sonriera divertido.
-Desearía que no tuvieras que irte- dijo Magnus mirando a Alec fijamente.
-Honestamente, desearía no tener que irme también- dijo Alec dándole una última mirada a la escena que Magnus había preparado para él- realmente has hecho de esta una noche especial, Magnus. Gracias.
Magnus sonrió y Alec empezó a caminar hacia la puerta.
-Espera, te acompañaré afuera- dijo Magnus abriendo la puerta para Alec y siguiéndolo hacia el exterior.
Alec no estaba seguro de si había sido el baile, el champagne o simplemente Magnus pero se sentía un poco mareado. El chico se recargó en la pared exterior del apartamento de Magnus para recomponerse.
-Disfruté mucho esta noche, Alec…- dijo Magnus de forma seductora, o al menos así había sonado para Alec.
-Yo también…- respondió Alec con calma.
-¿Podemos vernos de nuevo?- preguntó Magnus y esta vez, Alec estaba seguro de haber escuchado una nota de seducción en la voz del Brujo. Él miró los ojos de gato de Magnus y asintió gentilmente.
Aquella respuesta pareció ser todo el valor que Magnus necesitaba. El Brujo redujo el espacio entre sus cuerpos y tomó las mejillas de Alec entre sus manos, acariciándolas con ternura, suavemente, con algo de duda, buscando en los ojos azules de Alec alguna reacción que pudiera decirle que sus avances no eran bien recibidos. Pero aquella señal jamás llegó, así que sin dudarlo más, Magnus se inclinó y besó los labios de Alec.
Los labios de Magnus eran suaves y el beso era gentil pero aquello no detuvo la respuesta de Alec: las piernas del cazador de sombras parecían a punto de desfallecer, como si los huesos que las sostenían hubieran sido removidos y Alec estuviera de pie sobre dos pedazos de goma. El muchacho envolvió a Magnus con sus brazos y se sujetó a su camiseta, tratando de encontrar un poco de equilibrio. Magnus tomó el movimiento de Alec como una invitación y profundizó el beso.
Los labios de Magnus se volvieron más firmes sobre la boca de Alec y abrieron los labios del chico, haciendo que Alec sintiera que la lengua del brujo se adentraba en su boca de forma insegura. Después, con más confianza, Magnus empezó a explorar.
Magnus sabía a champagne y a chocolate y sus manos acariciaban la espalda de Alec de forma suave. Si Alec se había sentido mareado antes, aquella sensación no tenía nada que ver con lo que ahora Magnus estaba haciéndole sentir. Alec presionó su cuerpo al cuerpo de Magnus, todavía buscando por algo de soporte, totalmente perdido en el beso. Él no tenía idea de cuánto había durado, podrían haber sido horas, días, años pero después, finalmente, casi como si no quisiera hacerlo, Magnus se alejó de él, rompiendo el beso.
Magnus miró a Alec fijamente, sin salirse de sus brazos y estudió su expresión por un largo momento. Después, aparentemente satisfecho por los resultados del examen, besó a Alec en la mejilla y susurró "Buenas noches, Alexander", antes de alejarse definitivamente y desaparecer dentro de su apartamento, dejando a Alec solo en medio de la calle.
Alec dejó que su cuerpo descansara en la pared, tratando de calmarse, dejando que su pesada respiración volviera a la normalidad.
"Así que de esto se trata todo ese alboroto acerca de los besos" pensó tocando sus labios de forma ausente con uno de sus dedos. "Ahora lo sé". Alec sonrió sin poder evitarlo, deseando poder besar a Magnus de nuevo en aquel mismo instante. Después de un momento más, Alec se separó de la pared y caminó a casa esperando que nadie hubiera notado su ausencia.
NdT: Hola¡ Sólo puedo decir que esta es una historia hermosa y de verdad me siento muy feliz de que SiriuslyFour'sGirl me diera permiso de traducirla. Espero que les guste, no duden en comentar :)
