Datos del fic
textos en negrita": Diálogos de los personajes
"°o.O Cαndy y Tєrry O.o°: Cambio de escena
Titulo: Once Upon December.
Autor: Ana Lilian Panti
Genero: Tragedia, Drama, Romance.
Parejas: TerryXSusana y TerryXCandy...
Palabras: 4,146
Este fic esta basado en la idea de la película Dos vidas contigo.
Capitulo I
°o.O Cαndy y Tєrry O.o°
Los rayos del sol se asomaban por el enorme ventanal de aquella habitación de hotel, en el lecho una pareja de recién casados descansaban después de que la noche anterior se habían amado hasta casi amanecer.
Uno de ellos era un joven sumamente atractivo, de estatura alta, cabello castaño y largo hasta sus hombros, su color de piel tan blanca como la nieve le hacia verse sumamente atractivo, y que decir de su rostro; sus ojos en color azul zafiro, su elegancia lo hacía verse irresistible, acentuándolo más el hecho de que era de origen ingles, su nombre: Terruce G. Grandchester, edad: veintinueve años.
A su lado yacía su recién esposa, le gustaba contemplarla mientras dormía; le acariciaba sus cabello rubio y lacio, su complexión delgada le hacía verse tan pequeña y frágil, sus ojos parecían dos pedacitos de cielo que aparte de mostrarle inocencia le daban un toque de sensualidad. Su nombre: Susana Marlowe y su edad era de veinticuatro años.
Seis meses habían pasado desde su boda, la pareja de esposos no podían ser más felices a pesar del carácter frío por parte del castaño, todo eso quedaba atrás ya que los dos se demostraban lo mucho que se amaban. (N. créanme que odie escribir esto pero la trama así lo ameritaba)
Terruce era un ingeniero en construcciones, junto con su mejor amigo Albert Andley, un atractivo rubio de cabellera larga ligeramente ondulada, ojos color azules, un poquito más claros que los del ingles, su edad era de treinta y dos años; ambos eran los dueños de una prestigiosa constructora en la ciudad de Chicago, desde que Terry conoció allá en Inglaterra a Albert hace cinco años, cuando el ingles se mudó a América específicamente en la ciudad de Nueva York, conoció a la rubia que ahora era su esposa, y después volvió a contactar a Albert para así echar a andar su negocio. Cambiando su lugar de residencia a la ciudad de los vientos.
Susana era una excelente veterinaria, trabajaba en el área del zoológico de la ciudad, amaba tanto su trabajo que los animales le tenían mucho cariño que solamente comían si era la misma ojiazul que les sirviera la comida, esto a la joven rubia se le hacía de lo más gracioso, ya que su marido le decía que se pondría celoso y le prohibiría regresar a trabajar al día siguiente, la veterinaria por su parte le mostraba la mejor de sus sonrisas depositando un apasionado beso en los bordes de su pareja.
Uno de los sueños de Susana era construir dentro del zoológico una zona exclusiva para una pareja de gorilas ya que su idea era que ambos se aparearan para así prevalecer la especie ya que actualmente estos primates se encontraban en peligro de extinción. Obviamente Terruce se encargaría de la construcción, solo que faltaba encontrar gente que quisiera hacer contribuciones para llevar acabo dicha obra.
Hasta que por fin después de buscar quien apoyara, dos noches antes de la Noche Buena, ambos esposos se encontraban en su residencia, precisamente en su recamara se estaban terminando de arreglarse para asistir juntos a la recepción que había organizado la empresa que haría el donativo. Se trataba de empresas y exportaciones Stevens. Tanto el ingles como la rubia llegaron al lugar donde se llevaría acabo dicha gala, los dos se veían sumamente atractivos; Terry traía un smocking negro, mientras que su esposa traía un vestido en color gris plateado de corte asireneado hasta los tobillos haciéndola lucir su delineado y estilizado cuerpo.
En representación de la empresa que iba a contribuir con dicha obra, se presentó el joven Thomas Stevens, hijo y vicepresidente de la compañía del mismo nombre. En la gala, todo transcurría de lo más normal la gente iba y venía, unos platicaban amenamente, varias parejas se reunían alrededor de la pista para bailar y otras se deleitaban con los exquisitos platillos que se habían servido para la cena.
Tanto Terruce como su esposa, charlaban con Thomas quien este a su vez se mostraba muy interesado en el proyecto que la pareja de esposos le mostraba, dando como respuesta su aprobación inmediata y citándose en un par de días después de celebrar la Navidad en la oficinas de la empresa Stevens para afinar los últimos detalles y comenzar de inmediato la construcción de la reserva ecológica.
En eso, la banda que amenizaba aquella noche de gala, empezó a sonar una melodía muy conocida para el matrimonio Grandchester, se trataba de la canción que habían bailado el día de su boda, Terry tomó la mano de su esposa viéndola directamente a sus celestes ojos le hizo la invitación para bailar a lo que la rubia asintió con su cabeza, dirigiéndose ambos enamorados hacia la pista de baile, siendo observados por las personas que se encontraban en aquel lujoso salón, incluyendo su amigo y socio Albert Andley, quien venía acompañado con su pareja sentimental la actriz de Broadway Karen Kleiss.
Te ves exquisitamente hermosa, mi amor... – Le susurraba el castaño a la joven, quien solo le mostraba una bella sonrisa.
Tienes la mirada de casi todos los presentes, y eso me pone algo celoso...
Amor... – Le respondía la rubia a su esposo mientras le retiraba un rebelde mechón de su frente. – A mi no me importa quien me vea, solo eres tú y nadie más, te amo tanto que nuestro amor a dado frutos.
Terry detuvo su baile para mirar a su esposa detalladamente, queriendo que con su mirada le respondiera sus sospechas. - ¿Acaso me estas diciendo que vamos a tener un bebe?
- Sí Terry, hoy mismo me lo confirmó el doctor tengo ocho semanas de embarazo.
El ingles abrazó a su esposa de manera efusiva, obviamente tratando de no apretarla demasiado. – Entonces… ¿Vamos a tener un bebe? ¡Mi amor te amo tanto mi cielo! - La volvía a abrazar y también la besaba tiernamente en los labios.
¡Vámonos de aquí! – Sugirió el castaño a su esposa mientras terminaban de bailar la canción. – ¡Salgamos de aquí, mi vida!
Pero Terry, estamos en medio de una gala y por si no te has dado cuenta, soy la anfitriona. – Respondió la ojiazul, dando por entender que era de mala educación irse sin despedirse de los invitados.
La rubia al ver la mirada algo "triste" por parte de su esposo opto mejor por darle gusto y acercándose seductoramente a su oído le susurro: - Esta bien, si quieres salgamos de aquí, pero despidámonos aunque sea del benefactor y de Albert.
Como usted ordene, Señora Grandchester. – Musito el castaño encaminándose con su rubia esposa hacia donde se encontraban Albert, Karen y Thomas Stevens.
Dando la excusa que tenían ciertos asuntos que hacer, la pareja se despidió del grupo de amigos y ambos salieron del lugar encaminándose hacia su coche, sin embargo justo antes que Terry abriera la puerta del coche para que entrara su esposa, Susana lo detuvo, entrelazando su mano con la del castaño.
Cariño… - Le habló la ojiazul al mismo tiempo que acercaba su cuerpo al pecho del ingles. - Quiero que pase lo que pase, tú siempre serás feliz.
El joven la miro de manera extraña ya que se le hacía de lo más raro que su esposa le haya dicho eso, justo después de darle la noticia de que estaban esperando la llegada de su primer hijo.
Sussy, ¿A que viene todo eso?
Solo quisiera que me respondieras… No quiero que si algo llegara a pasarme tú te deprimas. – Respondía la rubia volviendo a besar a su esposo.
Está bien, te lo prometo – Dijo el castaño llevando su mano derecha a la altura de su pecho, haciendo la señal de promesa. - Pero ya quítate esa idea de la cabeza y vámonos pronto de aquí.
Susana solo sonrió ante el comentario de su esposo, para después nuevamente volver a besarse…
TE AMO… - Dijeron ambos al mismo tiempo, subiéndose a su coche y arrancar hacia un lugar lejos de ahí.
Se miraban, sonreían, cuando el semáforo estaba con luz roja se tomaban el tiempo para abrazarse y besarse, por momentos Terry acariciaba y depositaba pequeños besos en el aún vientre plano de la rubia. Logrando sacar pequeñas carcajadas de la chica al sentir cosquillas en su abdomen.
Un par de miradas tiernas por parte de ambos, la hermosa sonrisa de la veterinaria a su esposo para después una enorme luz blanca que les impidió poder ver lo que venía, solo los sonidos de un fuerte golpe y un automóvil que daba varias vueltas sobre el asfalto, fue el ultimo recuerdo del ingles de aquel veintidós de diciembre.
°o.O Cαndy y Tєrry O.o°
En la habitación de un hospital, básicamente en el área de cuidados intensivos se encontraba una joven de complexión delgada, ojos color azules y cabello largo lacio hasta la cintura en color negro azabache, su nombre: Annie Britter; en su semblante se le veía cansado, ya que había pasado gran parte de la noche acompañando a su mejor amiga y casi hermana que se encontraba de nueva cuenta en aquella habitación por su grave estado de salud. La chica tenía sus manos entrelazadas al mismo tiempo que rezaba una oración por la pronta recuperación de su amiga de nombre: Candice White; una atractiva joven de veintidós años, de cabello rubio rizado, sus ojos en color verde esmeralda, de piel blanco marfil, sobre su pequeña naricita sobresalían pequeñas salpicaduras conocidas como pecas, dándole un toque de belleza e inocencia.
La joven había vuelto a tener una crisis la noche anterior, ya que a pesar de su corta edad, la rubia necesitaba urgentemente de un trasplante de corazón, la pelea y búsqueda se debía a que padecía de una cardiopatía dilatada desde hace dos años. Así que cada vez que Candy sufría de una recaía y no se contaba con un donador, su tiempo de vida se hacía cada vez más corto.
Afuera de la habitación estaban los seres queridos de la joven; entre ellos las dos nobles mujeres que criaron de la rubia desde que fue abandonada a las afueras de la casa cuna para niños huérfanos llamado el Hogar de Pony, eran una religiosa conocida como la hermana María y la otra era una noble mujer de alrededor de unos cincuenta años conocida solamente como señorita Pony. El otro era un joven de alrededor de unos veinticinco años, de cabello corto en color castaño claro, sumamente atractivo, de profesión abogado, actualmente casado con Annie y también se consideraba uno de los mejores amigos de la ojiverde un muchacho de nobles sentimientos que desde su infancia estuvo perdidamente enamorado de Candy, pero al ver que no tenía oportunidad alguna con la rubia, mejor opto por seguir con su amistad y poco a poco se fue fijando en Annie hasta que se enamoró completamente de ella y contrajeron nupcias hace ya dos años, su nombre Archibald Corwell.
Había otras dos personas amigos de la muchacha, sus amigos y compañeros de trabajo de nombre Patricia O' Bryan y Allistear Corwell, este último hermano mayor de Archie.
Ya la mañana se iba, la gente que estaba afuera del cuarto de la joven mostraba un semblante de total cansancio y preocupación, alrededor de las nueve de la mañana, llego como todos los días el doctor y cirujano encargado del caso de la muchacha; Neal Leegan junto con su hermana y asistente Elisa. Neal era reconocido en todo el país por ser de los mejores cardiólogos y cirujanos de trasplantes de corazón, desde que se le había detectado a la rubia aquella enfermedad y por haberse criado también en el hogar de Pony y gran estimación a las dos mujeres, Neal y Elisa se hicieron cargo del caso de manera inmediata.
Los hermanos Leegan saludaron a la familia de la rubia para después entrar a la habitación y checar su estado de salud; Elisa amablemente le pidió a Annie que saliera quien atentamente obedeció y así ambos empezaron a checar a la paciente.
El galeno examinó a la joven quien se encontraba dormida por la cantidad de medicamentos que se le habían suministrado, checaba las conexiones de cada aparato, su hermana le entregaba los últimos reportes, aparentemente todo seguía de manera normal, tanto el oximetro como el monitor para medir la frecuencia cardiaca; dentro de la gravedad de la paciente.
Neal dictaba las últimas indicaciones así como las dosis de los medicamentos que se le debían de suministrar, su asistente tomaba nota de cada orden del cardiólogo, al terminar de apuntar todas las instrucciones dictaminadas, Elisa observó a su hermano y pudo notar el rostro de preocupación que mostraba, la joven se acercó hacia donde estaba él y en una forma solidaria apoyó su mano sobre el hombro del galeno, Neal por su parte le tomó su mano devolviéndole la muestra de cariño y le agradeció todo el apoyo que le ha brindado a lo largo de todo este tiempo que ha sido a parte de su hermana, su asistente.
Ten Fe hermano, todo saldrá bien… - Le decía Elisa.
Es algo muy difícil, pero esperemos que pronto consigamos un corazón para esta niña.
Antes de salir de la habitación, Neal acaricio la mano de la joven quien a su vez esta se estremeció ante el contacto haciendo un leve movimiento con su cabeza. Ambos doctores salieron ante la atenta mirada de los familiares de Candy.
¿Cómo esta mi niña? – Preguntaba la señorita Pony, acercándose hacia el galeno.
No les voy a mentir. – Respondió Neal de manera seria, tratando de ocultar su pesar. – La situación de Candy es muy crítica, su corazón ya no podrá aguantar otra crisis; es muy urgente conseguirle un donante, lo necesitamos a más tardar en unos tres días… Su cuerpo ha empezado a rechazar este órgano y temo porque se le forme una infección principalmente en lo riñones y se llegara el caso, no podremos hacer nada más.
Las caras de los familiares eran de total desconcierto, preguntándose como era posible que una joven como lo era Candy, tuviera tan mala suerte, siendo una chica que aún le faltaba mucho por vivir estuviera sufriendo de esta manera a su corta edad.
¿Pero no se puede hacer algo más? ¿No sé, otra cirugía, ponerle otro Bypass? – Preguntaba Annie, quien al mismo tiempo consolaba a la señorita Pony quien había caído en llanto tras la noticia del médico.
Desgraciadamente ya no se puede hacer eso que dices, Annie. Créanme que estamos haciendo todo lo posible para estabilizarla, pero ya hemos agotado todos los recursos. – Explicaba Elisa.
Les agradecemos mucho lo que han hecho por nuestra niña. – Decía la religiosa mientras abrazaba a los hermanos Leegan.
Señorita Pony, Hermana María… Estamos a solo dos días para que llegue Navidad, podría suceder un milagro solo es cuestión de pedirle mucho a Dios que nos mande un corazón para Candy.
Elisa tiene razón. – Hablaba Paty un tanto animada. – Vayamos a la capilla para rezar por nuestra amiga.
Las cuatro mujeres se dirigieron a la capilla del hospital acompañadas de Elisa, quien le había dicho a su hermano que estaría con ellas un momento.
°o.O Cαndy y Tєrry O.o°
24 de Diciembre del 2008, 12:00 p.m.
Señor Grandchester. – Hablaba una enfermera al joven quien se encontraba en la habitación de su esposa, que había sufrido la peor parte de aquel accidente de hace ya dos días, Terry solo tenía golpes en cara y un brazo dislocado sujetado por un cabestrillo.
Señor Grandchester, el Doctor Reynolds quiere hablar con usted lo esta esperando en su oficina.
Sin dar respuesta alguna el ingles se levanto de su silla soltando la mano de su esposa, quien se encontraba inconsciente; conectada a muchos aparatos entre ellos un respirador artificial que le ayudaba a mantenerla viva.
Cuídela mucho, si Sussy llega a despertar y pregunta por mi por favor búsqueme inmediatamente.
La enfermera asintió de manera sonriente la petición de Terry quien antes de salir del cuarto depositó un beso sobre el vendaje que cubría la parte de arriba de la cabeza de Susana.
El castaño se dirigió a la oficina del médico para escuchar el último reporte de los estudios de su esposa. Toco la puerta y escucho la voz del doctor dándole el paso de entrada, entró y saludo al galeno quien se acompañaba de otros dos, esto a Terry se le hizo extraño ya que siempre que le daban los reportes de su esposa el Dr. Reynolds lo hacía solo.
El médico se aclaro la garganta y habló: - Señor Grandchester, tengo en mis manos el último estudio que le practicamos a la señora Susana y desgraciadamente no tengo buenas noticias.
¿Qué es lo que le sucede a Susana? ¿Cuándo va a despertar? – Preguntaba un tanto molesto el ingles.
Este último estudio nos revelo que la señora Grandchester por las múltiples contusiones que tuvo en su cabeza, muestra un cese completo e irreversible de la actividad cerebral o encefálica.
Discúlpeme doctor, pero no entiendo nada de lo que me esta diciendo.
Lo que el doctor Reynolds quiere decir. – Interrumpía otro de los médicos. – Es que su esposa tiene muerte cerebral.
Esto último cayó como un balde de agua helada para el joven, quien se dejo caer pesadamente en uno de los sillones que había en la oficina, Terry se llevó su única mano libre a su cabello revolviéndolo en el acto, tratando de contener las lagrimas que amenazaban con salir; un silencio se sintió en la sala, el castaño nuevamente se dirigió hacia el Doctor Reynolds queriendo encontrar otra respuesta distinta a la que le habían dicho anteriormente.
Siento mucho lo que esta pasando Señor, pero desgraciadamente la señora Susana no volverá a despertar.
¡Pero si esta respirando y su corazón esta latiendo! ¿Acaso eso no es suficiente para decir que esta viva? – Decía el castaño algo alterado.
La señora esta respirando porque es ayudada por un ventilador, y su corazón y lo demás de sus órganos funcionan porque esta conectada a varios aparatos que hacen la función de su cerebro, pero una vez desconectados su esposa morirá de forma inmediata. – Respondió otro de los médicos, se trataba de nada más y nada menos que de Neal Leegan.
Terry no podía asimilar lo que los doctores le estaban diciendo, se preguntaba como era posible que el destino le jugara de esa manera, en una sola noche, en un solo parpadeo su vida había cambiado tan drásticamente, primeramente perdió a su bebe y ahora le decían que su querida esposa, la mujer que mas amaba en el mundo ya no volvería a despertar…
Totalmente abatido, recordó las últimas palabras de la rubia… Que no se dejara caer, que siguiera con su vida, pero ¿Cómo podría seguir viviendo si ella ya no iba a estar a su lado?
Necesito estar solo… ¡Por favor déjenme estar con ella, necesito estar con ella! – Pedía el castaño. Los médicos asintieron permitiéndole regresar al lado de su esposa, pero antes de salir de la oficina Neal le habló al ingles.
Terruce, sé que no es buen momento para usted pero necesito decirle una última cosa. - El ojiazul se volteó para ver a la persona que le estaba llamando.
En el expediente de la señora Grandchester vimos que ella autorizó para en casos como este, donaba sus órganos vitales. Solo le suplico que, usted como su único familiar acate la última voluntad de su esposa.
Hnmm… - Bufó molesto mostrando una sonrisa irónica. – Ya veo, así que de esto se trata…
La mirada de Neal era de total desconcierto, ya que no entendía del porque el comentario tan sarcástico del ingles. – No lo entiendo señor Grandchester…
¿Qué no entiende doctor? Porque yo lo entendí perfectamente y eso que el que esta sufriendo la perdida de un ser querido soy yo. – Terry se acerco hacia Neal, quedando muy cerca del rostro del galeno. – Ustedes solo están esperando en que autorice desconectar a Susana para que aprovechen sus órganos y dárselos a gente desconocida. Pues déjeme decirle de una vez. ¡No voy a permitir que le quiten ninguno de sus órganos, yo nunca me entere de eso! ¡Y eso de "desconectarla" no lo voy a permitir, mientras su corazón este latiendo; Susana se queda como esta!
Ante el comentario de Terry, Neal perdió los estribos a tal grado de tomar de las solapas al castaño y sacarlo a manera de empujones de la oficina, tanto el doctor Reynolds como el otro médico le hablaban al cardiólogo diciéndole que se detuviera, que lo dejara, que se iba a meter en un gran problema, pero el joven hizo caso omiso y se llevo a Terry hasta un ventanal donde a lo lejos se podía apreciar la familia de Candy.
¡Suéltame imbécil! – Vociferaba Terry tratando de zafarse del agarre del galeno, quien lo soltó al haber llegado a aquel mirador. El castaño se apoyo en el muro ya que estaba a punto de perder el equilibrio por el aventón que había recibido, empuñando su única mano libre tratando de golpear al médico, Neal lo detuvo y nuevamente lo tomó para hacerlo girar y viera a los familiares de la pecosa.
¿Ves a aquellas personas que están allá en el área de cardiología? – Le dijo el médico, señalando con su dedo índice la zona. – Detrás de esa ventana de cortinas blancas esta una joven que desde hace dos años esta esperando un corazón para poder seguir viviendo. Ellos, sus familiares ya no saben que hacer; pero no pierden la Fe y Esperanza de que pronto el milagro de encontrar un donante se llegue.
Terry observaba atento a las personas que Neal le señalaba, a pesar que estaban lejos y que ellos no los veían, el castaño pudo notar la preocupación de aquellas personas, en especial de una de las mujeres quien estaba sentada junto a una religiosa quien llevaba algo entrelazado en sus manos, creyó que se trataba de un Rosario y que ambas estaban rezando.
Ya un poco más calmado y soltando al joven, Neal continuó hablándole sin quitar la vista de aquellas personas. – No puedo decirte que entiendo por lo que estas pasando en estos momentos, yo nunca pude saber quienes fueron mis padres, mi hermana y yo fuimos abandonados desde pequeños… Pero bueno esto no debe de importarte en lo más mínimo, solo te pido que recapacites, que apoyes la decisión de tu esposa y que permitas que más gente pueda seguir viviendo gracias a los órganos de Susana.
Neal apoyo una de sus manos sobre el hombro del ingles, quien de manera inmediata se alejo del agarre del médico.
Por mí que toda esa gente se quede esperando, no me interesa si esa chica se muere o no; total, yo ya perdí lo que más amaba en la vida y lo demás me tiene sin cuidado. – Habló el ojiazul mirando con rabia al doctor, quien se quedo mudo ante las palabras del castaño.
Una pelirroja se acercó de forma angustiante hacia donde estaban aquel par de hombres, Neal al reconocer que era Elisa su hermana de quien se trataba se acerco a ella, retirándose de Terry quien veía la escena de manera seria.
¡Neal, por favor tienes que venir rápido! ¡Se ha puesto mal, parece que ha caído en paro respiratorio!
¡Vamos Elisa no hay tiempo que perder! – Ambos médicos salieron rumbo a la habitación de la joven, dejando a Terry solo en aquella sala, quien al escuchar lo que la chica le había venido a decir al galeno, de inmediato volvió su mirar hacia a aquel lugar que le habían señalado anteriormente pudiendo notar que se veían entrar y salir personas de aquel cuarto, mientras que los familiares de la paciente se veían angustiados.
¿Qué debo hacer? – Se preguntaba el joven sin quitar su mirada de aquella área. – Por un lado esta la última voluntad de Susana… ¡Susana, perdóname mi amor! Por estar discutiendo con este médico de quinta me he olvidado de ti…
Terruce salió rumbo al cuarto donde se encontraba su esposa, no sin antes dar una última mirada hacia aquel lugar, donde vio que Neal y la chica pelirroja habían llegado ya y se adentraban al cuarto de la joven.
Continuara…
