Disclaimer: Es mi idea ¿O aclararlo insulta lo obvio? Si crees que Death Note me pertenece no es culpa mía, ya que la letra chica que sale al inicio o final del anime lo indica con mucha claridad.
Ángelus
Las campanadas del mediodía
"¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?
¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?
Por quién doblan las campanas, John Donne
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La medición del tiempo correspondiente a la humanidad ya no gobernaba como dueña y señora de su existencia. Idéntica a una fotografía desteñida en gamas azules, vacía e inmortal, era su propio recuerdo. No hay ningún avance, ni retroceso. Mientras el plano carnal era sometido y condenado a la rotación de la tierra, él no sufría cambio alguno: Siempre los jeans desgastados, siempre el cabello alborotado, los pies descalzos, la camiseta blanca de algodón y las ojeras surcando la piel bajo los ojos, ahora, de un negro sin fondo. Suspira por inercia, observando a su caja toráxica expandirse, el abdomen contraerse y la ausencia de un vapor de boca, de un hálito de vida acompañando el gesto.
Sin una sentencia de muerte- sea próxima o lejana- o la promesa de años para vivir conforme al criterio subjetivo, pierde sentido incluso alzar el mentón anguloso y contemplar la bóveda crepuscular, los trazos rojizos y anaranjados diluyéndose paulatinamente en el horizonte negro y solemne; los pulcros copos de nieves caer quedadamente sobre una capa majestuosa de blanco inmaculado o las vidrieras de colores, que bajo la luz del mediodía, proyectaban el efecto de un caleidoscopio, bañando las paredes sacras de la catedral católica y resaltando las elegantes formas de su arquitectura victoriana.
¿Y sin la vida presentada tal cual como la conocemos, mientras todavía pululan números sobre la cabeza y sin la muerte certera que anuncian ...? ¿Qué queda?
El fantasma de una memoria que vaga por una ruta carente de significado.
Sabe que no trasciende o desciende de plano espiritual porque un día cargó sobre su espalda encorvada, la seguridad y el destino de miles de almas. Porque sus decisiones no sólo influían en la integridad de una nación en particular, sino que literalmente englobaban a todo lo que acontecía, para bien o para mal, en el mundo moderno. Que ahora giraba y continuaba su curso sin él. Finalmente se había convertido en el espectador de la película que lo desechó como personaje principal sin oportunidad de remisión. Con una labor que debía completar y que le arrebataron de las manos -llena de heridas por constantes mordiscos, manía que se empeñaba en conservar aún después de muerto- antes de tiempo.
No es capaz siquiera de tocar el humo traslúcido del incienso cuando el sacerdote a cargo reza en voz alta, salpica agua bendita con el pulso tembloroso alrededor de las bancas y le ordena en un latín cargado de temor y odio, que lo encadena con la autoridad otorgada por los cielos y que está obligado a marcharse al infierno para siempre.
Le parece irónico que luego de muerto y enterrado, las personas sigan huyendo de su presencia. Se pregunta internamente, en la consciencia lánguida y adormecida, si sentirla es semejante una ventisca invernal que congela los huesos y entumece el cuerpo, o tal vez se parece al dolor de una herida emocional sin cerrar, que aprieta el pecho y anuda la garganta. Intenta escrutar severamente el rostro descompuesto del sacerdote, y comprende rápido al descifrar las expresiones que sólo es el pavor que produce el enfrentarse a lo desconocido. Se rasca la pantorilla, aunque es inútil debido a que no siente nada.
La única vez que siente con todo el esplendor que otorga la palabra en cuestión, es cuando el sacerdote deja de insistir en su ritual y se dirige, aún mascullando oraciones entre los dientes apretados, a dar las campanadas de las doce.
En mediodía, los colores alcanzan su clímax en intensidad y danzan las sombras por cada recoveco, se adueñan hasta del polvo que brilla bajo la luz mortecina del sol y lo transforma en una minúscula cascada , con la excentricidad de la paleta vibrante de un pintor visceral en plena inspiración matemática . Entonces el primer tañido de campana irrumpe, estoico y magnífico, el silencio de la iglesia y de su existencia. Todo su ser vibra en un respingo y de súbito, la melancolía fluye espesa por todas las venas vacías del cuerpo. Abriga las manos en los bolsillos, refugiándolas de un frío que no percibirá en sus sentidos nunca más y su mirada se pierde en las figuras cambiantes, geométricas y artísticas del techo. La segunda campanada le provoca un dolor indescriptible, porque en ese instante resucita la consciencia y le recuerda que está condenado a la espera.
Ha sido sentenciado a esperar por el desenlace y la muerte de Kira. Esperar a que hagan justicia para quién la encarnaba entre los mortales. Y no sabe si se trata de un castigo o una bendición cuando escucha claramente, en lo hondo de su mente, las carcajadas estrepitosas, endemoniadas y sádicas de Yagami Light, alejarse tras la última campanada.
N/A: ¡Feliz día del NO cumpleaños, Zamtik! Como he publicado un poco antes del día en que mueres un año de vida, me reservaré las dedicatorias cursis exclusivamente para este domingo y no sé por qué, presiento que los lectores van a suspirar de alivio tras la pantalla.
