Presagios
Sirius Black
Notas: En respuesta al reto número dos del Torneo de Críticos.
El Londres muggle siempre estaba teñido de gris, dándole cierta pinta de lúgubre y poco animado: nunca le había parecido un lugar para pasar una tarde con James intentando escapar de la policía por haber conducido su moto en estado de "ebriedad" –el joven siempre insistía que solo era un estado de excitación más prolongado, incluso si tenía la botella de whisky de fuego en la mano- : sin embargo, muchos le repetían con mucha paciencia que podía descubrir un lugar que estaba refugiado en su supuesta monotonía para esconder su encanto ante los ojos de los indeseados, si es que uno dejaba las primeras impresiones a un lado.
Él no sabía cuál era ese aclamado encanto, así que decidió dejar durante unos momentos a su amigo James con su verdadera familia para averiguarlo por sí solo. Se abstuvo de ir a pedirle ayuda al pobre Remus, porque debería estar descansando en su casa luego de haber "remodelado" nuevamente su jardín durante las noches de luna llena, y no podía contactarse con Peter al estar con su familia en Francia; además, ¿qué gracia tenía si no se las podía arreglar por sí solo?
Las calles se sumían en un silencio prácticamente sepulcral, mientras él intentaba confundirse con el color de las paredes si es que había algún mortífago cerca –en épocas oscuras más valía prevenir antes de morir de forma estúpida-, pero Sirius intentaba captar todo lo que llegaba a sus ojos grises para grabárselo a fuego en la mente. Los solitarios pájaros revoloteaban hacia algún lugar desconocido, ahuyentados por toda la maldad que se podía palpar en el aire, y él pudo sentir cómo un escalofrío recorría su cuerpo ante los repentinos ruidos que provenían de los basureros en un oscuro callejón.
Las situaciones en ambos mundos no estaban en su mejor momento, pero sabía que algo muy importante iba a cambiar el orden de las cosas: Sirius esperaba que nadie saliera muy herido.
