M'hijo
Día 26 de "El mes de Poseidón". Quedan 4. ¿Podre lograrlo? ¿Me dará la inspiración para tanto? ¿Hermes encontrara sus sandalias aladas? Y lo más importante ¿podré llegar a postear dos fics por semana?
Leia pertenece a Cassiopeia. Aurora pertenece a Semidiosa de sirena.
Disclamer: Saint Seiya pertenece a esa divinidad llamada Kurumada.
M'hijo
El caballo de Baian se comió la torre de Io al mismo tiempo que un grupo de valijas entraban a través de un portal dimensional justo en medio del salón de Poseidón.
Detrás de las valijas llegó Kanon, murmurando por lo bajo y con el ceño fruncido. Agarró las maletas con poco cuidado y de alguna manera se las arregló para cargarlas todas a la vez, formando una suerte de monstruo-maleta-ambulante.
Pasó por al lado de la mesa y los generales del pacífico pudieron oír las palabras del gemelo, dichas en voz burlona.
―Yo soy el mayor, me toca la habitación más grande. Soy el mayor, uso el baño primero. Soy el mayor, no lavo los platos.
Baian e Io se limitaron a mirarlo en silencio. No había forma de que empeoraran las cosas.
―¡Y lo peor es que Shion le da la razón! ¡Saga es el mayor, hazle caso! –gritó Kanon asustando a los menores que terminaron tirando el tablero de ajedrez, las piezas volando por el lugar. Por suerte ninguna cayó cerca de Kanon.
Menos mal porque ya perdía, pensó Io.
―Hola, Maestro ―saludó Baian al ver que el mayor había terminado con sus quejas y parecía más tranquilo… o, por lo menos, con menor intención de asesinar al primero que se le cruzara.
Kanon gruño en respuesta y siguió de largo, dando pisotones y causando grietas en el piso.
Al verlo venir, Sorrento e Isaak dejaron lo que hacían y corrieron lo más rápido que pudieron hacia Krishna. El general de Crisaor estaba tan ocupado meditando que no había notado la avalancha que se venía hacia él y se salvó –gracias a sus compañeros y por un pelo- de convertirse en una masa deforme de huesos, piel y carne en los zapatos del griego.
Los gritos de Kaysa, que estaba acurrucado en una esquina, entraron por un oído de Kanon y salieron por el otro, no siendo registrados por su cerebro. Y la imagen de Leia y Aurora, sosteniendo espejos frente al muchacho que se cubría el rostro entre gritos, ni siquiera llegó a los ojos del mayor por la multitud de valijas que llevaba frente a él.
Estaba concentrado en una cosa. Llegar a su pilar. Todo lo que quería era llegar, recostarse y tomarse vacaciones de su hermano y lo injusto que era el que usara la excusa de "soy el mayor" para quedarse con todo y no hacer ninguna tarea del hogar.
―¡Soy su hermano, no su mucama! ―gritó al sendero vacío. Si solo para dejar salir su frustración.
En el templo, y con el tablero de nuevo en posición, Baian e Io empezaban una nueva partida.
―¿Deberíamos haberle dicho sobre el Señor y la Señora Popo? ―preguntó Io.
―Ya está muy lejos ―respondió Baian y movió su caballo hacia adelante.
Pilar del Atlántico Norte
Pilar, aguado pilar.
Kanon respiró profundo el salino aire que rodeaba su pilar y se sintió en calma. No había Saga que lo mangoneara. No había Milo que le preguntara idioteces. No había Camus que lo mirara con mala cara por dejar que Milo hiciera idioteces. Y lo mejor de todo, no había ningún anciano
(Shion)
que lo tratara como si fuera un niño caprichoso.
―¡Viejo! Maletas que caminan ―gritó una voz de mujer desde lo que Kanon suponía era la entrada de su pilar.
El griego dejó caer las maletas y quedó frente a frente con una mujer mayor que le llegaba hasta un poco por debajo del pecho. Tenía el cabello negro surcado de canas y recogido en un rodete muy apretado que le estiraba piel.
La mujer le sonrió y se le formaron arrugas en las comisuras.
―M'hijo, ¿Qué tal? ―lo saludó la mujer ―Pero mira que flaco estás.
Kanon no pudo reaccionar mientras la señora le palpaba el estómago y negaba con la cabeza a la vez que fruncía el ceño.
―Te hace falta comer más.
―¿Quién…―
―¡Viejo! ―volvió a gritar la mujer ―¡Pon un plato más!
―¡Deja de gritarme, vieja! ―respondió un hombre desde adentro.
Kanon seguía en estado de shock. No entendía que hacían esas personas en su templo. Entonces recordó que Julián estaba alquilando los pilares. Y eso que le había dicho que no quería a nadie cerca de su hogar.
―M'hijo, no te quedes ahí parado. Entra, entra ―la mujer lo empujó con una fuerza sorprendente, para alguien de su edad y tamaño, y lo obligó a entrar a su casa.
―Mis maletas…
―Viejo, entra las maletas del chico.
"Viejo" salió de la cocina con dos platos en la mano y el ceño fruncido.
―¿Quieres que ponga la mesa o que entre las maletas? Decídete, mujer.
―A mi no hables con ese tono porque te dejo sin cena.
―Disculpen ―los ancianos se giraron hacia Kanon. La mujer le dirigió una mirada cariñosa y una sonrisa, el hombre lo miró con el ceño fruncido. ―¿Quiénes son?
―Ay, ¿pero dónde están mis modales? ―dijo la mujer llevándose una mano al pecho.
―Los perdiste junto con los dientes ―dijo su marido por lo bajo ganándose una mirada de reproche.
―Soy Elena Popoulos. Él es mi marido Andros. Estábamos a punto de cenar fasolada [1].
El estómago de Kanon gruño y su boca se llenó de saliva ante la mención de uno de sus platos favoritos. En ese momento fue consciente del delicioso aroma a verduras y especias que llenaba su pilar y de las punzadas de hambre que parecían puñetazos.
―Me encantaría ―dijo con una sonrisa.
Quizás no sea tan malo. No parecen tan locos como Aurora y Leia.
Con una sonrisa en el rostro, Kanon se sentó en la mesa junto con Andros mientras Elena servía los platos.
―¿Por qué le das el primero a él?
―No seas chiquilín, viejo. Que no ves que está muy flaco el pobre.
―Yo también estoy flaco.
―Vos necesitas hacer dieta.
―Como si eso fuera posible con vos en la cocina.
―¿Me estás echando la culpa?
Kanon llevó una cuchara repleta de fasolada y se deleitó con los sabores que parecían hacer fiesta en su boca. Nunca había notado lo aburridas que deberían haber estado sus papilas gustativas después de vivir a la comida de pasada que Saga –cuando se le daba la gana- o él –el 99% de las veces –preparaban para no morir de hambre.
Mientras sus inquilinos seguían discutiendo como la pareja de casados que eran, Kanon se dedicó a comer. Agradeció mentalmente a Julián por su grandiosa idea de alquilar su pilar y a Poseidón por hacer que sus inquilinos fueran una adorable pareja mayor que no causaría ningún problema.
No quiero que se vayan, pensó.
Una semana después…
¡Quiero que se vayan!
Continuará…
Gracias por leer…
Inspiración: mis abuelos maternos, que viven peleando por tonterías pero no pueden estar lejos del otro por más de dos días a pesar de que ya llevan casi 60 años casados.
Este tiene segunda parte que estaré posteando en cuanto la tenga (prometo no tardarme demasiado. Es que necesito organizarla bien y ya me entró el sueño).
[1] La fasolada, fassolada o fasoulada es un plato tradicional dentro de la cocina griega que se prepara con legumbres y verduras, al que habitualmente se hace referencia como la comida nacional de los griegos.
Aclaro que no sé nada de cocina griega, esto lo saque de mi buen amigo el internet.
