Su tarea era sencilla, infiltrarse con los héroes y sacar información. Ganarse su confianza, y luego apuñalarlos por la espalda. Enamorarse no estaba en los planes ni mucho menos en sus posibilidades… entonces ¿por qué? ¿Por qué tuvo que ser él?
Bakugo Katsuki.
No recuerda cómo empezaron las cosas, ni mucho menos en qué momento terminaron en la habitación del chico… besándose, dejándose llevar por sus deseos. No fue la única noche en que le perteneció, ni el único momento en que quiso llorar por el trágico final que les esperaba.
Nunca mintió. Se mostró tal cual es…
Pero él no pertenecía al mundo de la luz. Esa es la única diferencia.
Cuando llegó el momento de atacar, ambos tuvieron que luchar. Con lágrimas, con el corazón partiéndose ante cada golpe, con un nudo en la garganta… todo se marchitó ¿o quizás nunca floreció para empezar? Las explosiones habían destruido su traje, estaba mal herido y con los nervios a tope.
Al final…
Si era él quien lo mataba… nada importaría.
Pero Bakugo no puede hacerlo, y francamente, él tampoco puede matarlo. ¿Entonces qué? ¿Qué hacer? Quiso saber, pero alguien se adelanta, intenta asesinarlo. A él, a su luz. Y no puede permitirlo. Antes de saberlo, se interpone entre Bakugo y el ataque…
—Yo… —la sangre recorre su piel, y cae al suelo. —Realmente te amé… —Sin fuerzas, casi sin vida, todo se vuelve negro…
Lo último que pudo escuchar fue un «Yo también.»
Y lo amó.
Pero era su deber.
