Disclaimer: Nada de esto me pertenece, simplemente uso los personajes de Jotaká por diversión.


El primer mago.


¿Por qué Petunia Evans odia la magia? ¿Es sólo porque creía que sus padres la amaban más a su hermana, era solo envidia? ¿Es que acaso nadie nunca se preguntó por qué una joven que calumnió a su hermana y a su cuñado por ser magos, jamás dijo nada sobre el primer mago que conoció? Tenía 9 años, pero aún lo recuerda hasta el día de hoy. Era la viva imagen de la desesperanza, la unión de dos mundos que ella jamás llegó a conocer: la pobreza muggle, y el renombre mágico. Y sin embargo, la cautivó.

Porque Severus Snape fue el primer mago que conoció, el primer mago que odió, el primer mago que amó... su primer mago.

¿Es que acaso el hijo de los Snape fue la razón por la cual esta niña muggle se atrevió a enviar una carta al mismísimo Albus Dumbledore para entrar a Hogwarts? ¡Muggles en Hogwarts! Pero fue todo por amor, simple amor de una niña que vivía en la sombra de su hermana menor.

A la pequeña Petunia Evans nunca le interesaron los trucos vulgares y ordinarios que su hermana podía hacer, no le interesaba ponerse capas, sombreros en punta y empuñar a lo que a sus ojos era una ramita de árbol, no le interesaba hacer salir chispas de esa misma rama, ni hacer brebajes raros en un caldero salido de las películas de Halloween muggles... Pero ella no odiaba la magia, no, y tampoco odiaba a su hermana. Odiaba no poder ser como ella, odiaba que el pequeño de la Calle de la Hilandera la odiara, odiaba que se fijara en su hermana.

Nunca terminó de entender de dónde venía tanto odio por parte del chico, y tampoco se interesó en averiguarlo. Lo espiaba cuando salía con su hermana, y lo odiaba cuando la miraba con unos ojos que no eran los mismos con los que un niño mira a su amiga, eran los ojos de un hombre, un hombre de 11 años que lo único que buscaba, tal como ella, era un poquito de amor. Quizá se equivocó, quizá ambos se equivocaron, y se arrepintieron cuando ya era tarde, pero nunca se les ocurrió volver al comienzo.

Petunia no odiaba la magia, odiaba no ser maga. No odiaba a Lily, odiaba no ser como ella. No odiaba a Severus, odiaba que él la odiara. Porque todo lo que hizo Petunia Evans en su vida, fue por amor a Snape. ¿Cuándo lo dejó de amar? ¿Cuándo dejó de sentir más que un enamoramiento infantil? Nunca lo supo. Nunca lo vio luego de que cumplieron 16 años, nunca lo vio luego de que su hermana terminara el maldito colegio, y se mudaran de aquel asqueroso lugar que tantos recuerdos le traía, nunca lo vio hecho un hombre que amó y odió, sufrió y fue feliz, y murió salvando la vida del chico que Lily tanto quiso proteger, y que hasta ella misma con aquel propósito le hizo la vida imposible...

¡Son iguales! Como si el pobre Harry tuviera la culpa de que Lily se hubiera enamorado de James, y no de Severus. Como si el pobre Harry tuviera la culpa de que Severus se hubiera enamorado de Lily, y no de Petunia.

Porque si la menor de los Evans es como es, es por culpa de Severus. Es por culpa de esa línea que divide la sangre pura de los muggles, del renombre en la sangre, de gente inocente.

¡Si Petunia supiera todo lo que hizo Severus por amor! ¡Todo lo que hizo por amor a su hermana! Seguro que la odiaría un poquito más, pero sólo a ella, a él lo ignoraría, porque así es la vida de Petunia; odiar lo que está mal, ignorar lo que hace mal. Siempre así. Nunca de otra forma. Odiar e ignorar, hasta el resto de sus días.

Odiar que su chico no la amara, ignorar que por qué era, pero nunca olvidarse de que Severus Snape fue su primer amor, su primer mago.