Chapter 1. Antes de que llegue Harry.
Las cinco. Todavía tendría que esperar un poco a que llegaran. Le había dicho a Ron que se quedaría sola después de las seis; entonces la Orden iría a buscarla. Una vez modificada la memoria de sus padres, esperó en su habitación a que salieran en dirección al aeropuerto, con sus cosas preparadas.
Salió de su casa y se dirigió hacia la esquina, si iba a aparecerse en otro lugar, mejor que no detectasen magia en su casa.
Esperó durante más de media hora hasta que comenzó a sentirse observada. Después de cinco minutos apareció una anciana regordeta a la que reconoció inmediatamente. Tonks se acercó sin volver a su forma original y le guiñó el ojo. Después, Kingsley llegó hasta ellas vestido con ropa muggle, silbando alegremente. Parecía que fumaba en pipa, pero disimuladamente la cogía con dos dedos, un poco asqueado. La verdad es que estaba asquerosa y rota, por lo que Hermione supo que se trataba de un traslador. Se escondieron en un callejón cercano y los tres pusieron sus dedos en la pipa.
- Tranquilo, Ron.- dijo Ginny, poniendo los ojos en blanco mientras intentaba leer un libro- Llegará en poco tiempo, me estás mareando.
Ron daba vueltas por el salón, asomándose a la cocina de vez en cuando para mirar por la ventana. Hermione había dicho que iría después de comer, y eran ya más de las cinco y media. Ella era la única que no contaba con ninguna protección; obviamente Harry estaba vigilado las veinticuatro horas del día; en cuanto a Ron, La Madriguera era uno de los lugares más protegidos de toda Inglaterra, estaba seguro. Pero Hermione no tenía a nadie vigilándola, ni siquiera un simple hechizo de alarma en su casa.
Se oyó un fuerte ruido afuera, y su madre gritó: "¡Ya están aquí!". Inmediatamente, Ginny se levantó del sofá y Ron corrió hacia la puerta. Vio a poca distancia a Hermione levantándose del suelo, con el pelo revuelto y su baúl a tres metros, encima de una anciana regordeta que no conocía de nada. Kingsley se levantaba con clase y le quitaba el baúl de encima. Ron se dirigió hacia Hermione y se quedó frente a ella, quería abrazarla, demostrarle que estaba preocupado. Se miraron, y él saludó débilmente.
- Hola- sonrió, feliz de tenerla por fin a salvo.
- Hola- respondió ella, intentando parecer feliz, pero su voz rota la delató antes incluso que sus ojos rojos y llorosos. Entonces Ron sí la abrazó. Ella no le había dicho qué pensaba hacer con sus padres, pero no había sido bueno, eso estaba claro.
Ella escondió la cara en el cuello de Ron, con una mano le acarició el pelo y la otra la apoyó en su pecho, llorando en silencio. Él la estrechó por la cintura y también le acarició el pelo, intentando, sin éxito, arreglárselo un poco.
- Imposible.- Sentenció Ron.
Ella salió de su escondite y lo miró, confusa.
- ¿Qué?
- Que es imposible ordenarte el pelo.
Hermione rió suavemente. Al menos de vez en cuando servía de algo decir tonterías.
Ginny ayudó a Hermione a colocar sus cosas en la habitación. Ron también quiso echarles una mano. En alguna ocasión Ginny había pillado a Hermione mirando de soslayo a su hermano, otra mirada de él, una sonrisita… Por fin, había decidido que ella estorbaba totalmente y que lo mejor que podía hacer era dejar a los dos tontos solos.
Cuando Ginny dijo que iría a ayudar a la señora Weasley con la cena, Ron respiró tranquilo, así Hermione podría decirle lo que había ocurrido con toda tranquilidad.
Estaban sentados en la cama de Ron, ella observaba fijamente la llamativa colcha naranja de los Chudley Cannons, apoyada en la pared mientras balanceaba las piernas, él hacía como que no tenía prisa, pero le lanzaba miradas furtivas continuamente para averiguar si ella tenía intención de empezar a hablar. Por fin, Hermione levantó la cabeza y comenzó a hablar con él como si no hubiera sucedido nada.
De vez en cuando él se metía con ella, ésta le pegaba, riendo, o simplemente se la devolvía con una frase inteligente que dejaba a Ron en mal lugar.
- Me alegro de que estés aquí- le dijo Ron, mirándola directamente. Sus orejas no tardaron en ponerse rojas, y apartó la vista.
- Yo también.- Respondió Hermione. Dudó un momento. Vacilante, levantó la mano para acariciar los dedos de Ron, casi imperceptiblemente- Te he echado mucho de menos.
A Ron se le escapó una pequeña sonrisa, y esa vez sí que permanecieron más tiempo mirándose a los ojos. Él correspondió acariciándole el dorso de la mano. Hermione creyó oportuno entonces hablarle de sus padres. Mientras le explicaba lo que había hecho, empezó a llorar, un poco primero, para terminar llorando desconsoladamente. Él había comenzado pasándole el brazo por los hombros cuando veía que ella se iba a derrumbar, y acabó abrazándola sin soltarla, porque no era capaz de parar de llorar.
- No te preocupes, Hermione, todo va a estar bien. Piénsalo, ellos ni siquiera se enterarán, la guerra se librará aquí, nadie va a ir a por ellos. Y no es incurable lo que has hecho, podrán restablecer sus memorias perfectamente…- Repetía eso una y otra vez, hasta que consiguió que Hermione se calmase. Luego empezaron a hablar de cosas menos dolorosas, como la boda de Bill y Fleur.
- Y ¿ya tienes vestido?- preguntó Ron. Sabía que éste era el tipo de cosas que a las mujeres les gustaba, que se interesasen por ellas. Fred y George habían acertado de pleno regalándole aquel libro sobre cómo conquistar a una bruja, aunque Ron hiciera todo lo posible por fingir estar aún molesto con ellos.
Hermione lo miró, extrañada.
- Y ¿desde cuando le interesan a Ron Weasley esas cosas?- rió.
- Bueno, es sólo curiosidad. Yo llevaré una túnica vieja, pero no tiene nada que ver con aquella cosa horrenda que llevaba en el baile de Navidad de cuarto curso. ¿Y tú?
- No tengo ni idea, Ginny me dijo que ellas irían esta semana a por el vestido de Fleur y a elegir los vestidos de las damas de honor, así que probablemente las acompañe y me compre uno.
- ¿Y me dirás el color?- insistió Ron.
- Pero ¿qué más te da?- Hermione lo miró, divertida, y se deshizo del abrazo permanente.- Pues mira, no. No te lo diré, lo has conseguido. Será sorpresa.
Ron la miró y sonrió, para después darle una contestación de la que se sentiría orgulloso por mucho tiempo:
- ¿Sabes qué? Me da igual. Te pongas lo que te pongas estarás preciosa, ¿quieres apostar?- Dicho esto se levantó y le ofreció la mano, guiñándole un ojo con sonrisa pícara- Vamos a cenar.
No tenía la menor idea de dónde se había olvidado la vergüenza, pero le importó poco cuando vio la cara de Hermione: una mezcla de sorpresa y satisfacción muy poco habitual en una conversación con él.
Hermione estaba realmente triste aún una semana después de llegar de su casa. Lo único que la hacía distraerse eran los ratos que pasaba con Ginny y Ron. Él estaba verdaderamente raro, pero no "raro" en el sentido negativo, todo lo contrario. El nuevo Ron le encantaba: cada vez que lo miraba, sonreía de tal forma que le contagiaba la sonrisa; cuando él la veía triste, la abrazaba fuertemente, algo que antes no habría hecho ni muerto; cuando lloraba, enseguida buscaba un pañuelo que ofrecerle mientras le prestaba su hombro; le hacía cumplidos, se ofrecía a hacer lo que le tocaba a ella, a veces incluso se pasaba de amable y le retiraba la silla para que tomase asiento en la mesa. No tenía nada en contra, por supuesto, pero tenía la pequeña sospecha de que cuando Harry llegase, todo eso acabaría, así que quiso aprovechar más su tiempo con "el Ron amable", antes de que se convirtiese de nuevo en "el Ron normal", amable muchas veces, un auténtico idiota la mayoría.
Esa tarde estaban Ron y Ginny jugando al ajedrez mientras ella leía en la butaca que estaba junto al sofá. De vez en cuando se quedaba atascada en una de las fugaces miradas que dirigía a su amigo. Pocas veces podía ver a Ron tan concentrado, frunciendo el ceño hasta que una pequeña arruga le surcaba la frente, para después hacer una jugada maestra que dejaba a Ginny arrinconada o a punto de perder. Ésta, sin embargo, ya no le daba tanta importancia a una partida que consideraba perdida y había encontrado un entretenimiento mejor:
- ¿Qué tal la lectura, Hermione? ¿Qué libro es?- preguntó con sorna, pillando a la chica desprevenida. Estaba realmente ocupada analizando la arruga de la frente de Ron, y cuando Ginny le preguntó, ni siquiera entendió lo que le decía.
- ¿Eh? ¡Ah! El libro de Runas Antiguas del curso pasado, quería repasar.- Respondió distraídamente, mientras veía cómo Ron daba por fin el golpe de gracia a su hermana, echándose hacia atrás en la silla, satisfecho, poniendo los brazos detrás de la cabeza.
- Vaya, yo que te había visto más interesada en otras cosas…- Ginny miró rápidamente a su hermano, ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor. Hermione se sonrojó visiblemente e hizo un gesto a Ginny, como para quitar importancia al asunto.- Vale, voy a ver si Mamá necesita ayuda con la cena, que ya me rugen las tripas.- Se levantó, mirando burlona a Hermione, y entró en la cocina.
Ron se levantó de la silla y se echó en el sofá, con la cabeza hacia Hermione. La observó durante un rato, hasta que ella apartó la vista del libro para preguntarle qué rayos quería.
- No, nada, es que me aburro un poco.- Se puso de lado y cerró los ojos. Ella dejó el libro a un lado y continuaron hablando, como siempre, de cosas sin importancia.
En un momento concreto, Hermione tocó el pelo de Ron, con la intención de peinárselo un poco, estaba totalmente desordenado.
- ¿Por qué siempre estás despeinado, Ronald?- Preguntó distraída, mientras acariciaba algunos mechones de aquel pelo rojo.
- ¿No me queda bien? No tengo el pelo de Draco Malfoy, precisamente, pero peinado me parece aún más feo.
Hermione comenzó ahora a acariciar el pelo de Ron sin miramientos, haciéndole pequeños masajes en el cuero cabelludo. Cuando sus padres llegaban de trabajar y se sentaban en el sofá, era lo que hacían: su madre acariciaba el pelo de su padre, que parecía un niño, el más feliz del mundo.
- A mí no me gusta el pelo de Malfoy- Respondió.
- Pues con lo peinado que va siempre, es raro que no te guste. Su pelo, quiero decir.
Hermione rió ante la última aclaración, y sonrió cuando Ron movió la cabeza, dándole a entender que podía seguir cuanto quisiera. Hacía una especie de ronroneo, como un gato, y Hermione pensó que él y Crockshanks tenían mucho en común. Volvió a reír.
- A mí me gusta tu pelo, Ron.- Él levantó la cabeza, suficiente como para poder verla y que ella pudiera seguir acariciándole el pelo. Se miraron. Ron volvió a colocarse como antes, sin tener a Hermione a la vista, y posó su mano sobre la de ella, que inmediatamente dejó de acariciarlo. Con los ojos cerrados, le apretó la mano, a lo que ella respondió de la misma manera, haciendo que Ron sonriese, cosa que ella pudo ver perfectamente. Se mantuvieron un rato así, hasta que ella se soltó y continuó acariciándole.
- Mi madre suele acariciar así a Papá, cuando llegan del trabajo y se echan en el sofá a ver la televisión.
- Claro, tu padre y yo somos muy listos.- Hermione miró a Ron esperando que le explicase el extraño comentario que acababa de hacer. Él volvió a mirar hacia el suelo y se tomó su tiempo para explicarse, hasta que finalmente, dijo:
- Ambos hemos procurado mantener a nuestro lado a dos mujeres perfectas.
Hermione se echó a reír, maravillada ante la inesperada salida de Ron. Se levantó de la butaca y Ron le hizo un sitio en el sofá junto a él. Una vez sentada, apoyó la cabeza en su hombro y empezó a jugar con los dedos de Ron, distraídamente.
- La verdad es que sí te pareces a mi padre en algunas cosas.- Dijo ella, después de pasar un rato disfrutando del último comentario de su pelirrojo amigo.- ¿Sabes? Él también es muy bueno jugando al ajedrez, me gustaría veros alguna vez jugar una partida.- Su voz se apagó, y se quedó mirando a la nada, dándose cuenta.
Ron se incorporó, haciendo que Hermione dejara las caricias, y la miró directamente a los ojos.
- Cuando todo esto termine, iré contigo a buscar a tus padres a Australia.
- No tienes que venir conmigo.
- Quiero hacerlo. Y me invitáis a comer, o a cenar, para que pueda jugar un par de partidas con tu padre. Bueno, mejor le enseñaré a jugar al ajedrez mágico.- Seguidamente, sonrió, socarrón- Quién sabe, quizá él sea el primero que consigue ganarme.
Hermione lo miró sonriendo con la mirada y tomó la mano que él le tendía. La apretó fuertemente.
- Gracias.- Si de verdad él estaba seguro de que iría con ella a Australia, eso era para ella más que el hecho de saber que ganarían la guerra.
Ginny y los gemelos los observaban desde la cocina, tras la puerta. George extendió una mano con un sickle de plata reluciente.
- Les doy una semana.- Dijo seguro.
- Yo les doy hasta que comience el curso.- Dijo Fred, poniendo otro sickle en la mano de su hermano.
- Pues yo creo que les voy a dar otro año más- terció Ginny, poniendo el tercer sickle en la mano de George.- Éstos la fastidian en un momento.
Ginny salió de la cocina. Los tortolitos habían vuelto a las caricias y las miraditas, y no se dieron cuenta de su presencia. Llamó su atención con una tos teatral, y ambos se irguieron rápidamente.
- La cena está lista, chicos- les dijo ella, a punto de echarse a reír.
Los días siguientes transcurrieron despacio. Hacía mucho calor, días de verano, tenían mucho tiempo libre y pasaban mucho tiempo juntos. Bueno, así fue hasta que las histéricas de Fleur y la señora Weasley empezaron a volverse locas porque no había nada preparado para la boda, a pesar de que aún quedaba un mes. Empezaron a mandarles tareas, y dejaron prácticamente de verse, salvo en las comidas y, bueno, Hermione y Ginny dormían en la misma habitación.
Una noche, Ron daba vueltas en su habitación. No tenía sueño. También quería ver a Hermione. Había pasado de estar todo el día con ella a no verla prácticamente nada. Decidió entonces bajar a la habitación de Ginny. Su hermana no estaba, la oía charlar abajo con su madre, así que llamó a la puerta. Una voz suave respondió, aunque no logró averiguar qué. Abrió la puerta y asomó la cabeza antes de entrar.
- Hola- dijo sonriendo a una Hermione ligeramente sorprendida.
- Hola Ron- a ella se le iluminó la mirada, pero de eso, por supuesto, Ron no se dio cuenta.- No te esperaba, creí que eras Ginny.
- ¿Ginny llama a la puerta?
- No, por eso me sorprendió.- Ron se sentó en la cama, mirando a Hermione directamente. Ella lo miraba con ojos tristes, intentando ocultar su tristeza con sonrisas esporádicas.
Estuvieron hablando largo y tendido, de todo un poco, como siempre, nada trascendente.
Echados uno junto a otro, mirando al techo, recordaban riendo el día en que los gemelos habían abandonado Hogwarts, y Hermione le contaba a Ron cómo Harry y ella se habían deshecho de Umbridge en el bosque.
- Desde luego, si no te tuviésemos a ti, Hermione…- Dijo Ron, en un momento de silencio- Harry la habría palmado en primero, sin ir más lejos.
- Todos "la habríamos palmado" sin que tú vencieras en aquella partida de ajedrez.- Respondió ella, moviendo los dedos como si fueran comillas.- Además, mira quién habla, el que dijo que era normal que yo no tuviese amigos… ¡Casi me come un troll!- Esto lo había dicho en broma, pero Ron se lo tomó muy en serio.
Se puso de lado y la miró fijamente. Hermione se sintió un poco cohibida, parecía que la desarmaba mirándola de esa manera. Ron le apartó el pelo que le caía sobre los ojos.
- No vuelvas a dejar que te diga nada parecido, Hermione...
- Vaya, es que si me lo dices ahora te subestimas mucho, y a Harry.- respondió ella, con sorna.
- No, te lo digo en serio. Fui un idiota. Muchas veces he sido un idiota contigo. El año pasado, sin ir más lejos- Otra vez. De nuevo se quedaba mirándola a los ojos así. Pero ¿qué mosca lo había picado? ¡Era una broma!
Sí, lo del año pasado había sido una metedura de pata muy gorda, y Ron lo sabía, pero no estaba dispuesto a dejar que volviera a ocurrir.
- Ron, era una broma, no te lo tomes así…- Calló, porque Ron pasaba sus dedos por sus labios, acariciándola muy suavemente. No sabía que hiciese falta tan poco para hacerla callar. Su pulso se aceleró notablemente, no se lo esperaba para nada. Ahora la miraba con ternura.
- No voy a volver a dejarte sola, Hermione, aunque no valgo para mucho, pero de momento aún sirvo de escudo humano…- Terminó, riendo. Hermione quiso discutirle, pero él apretó ligeramente los labios que acariciaba. Ella no se atrevió a moverse, sólo lo miró a los ojos, como él hacía. Su estómago se retorció, en un momento se sintió nerviosa, y por poco no consigue reprimir una risita tonta.
Se puso de lado y se acercó un poco más a él, y Ron hizo lo propio. También él se estaba poniendo nervioso, aunque por el momento parecía que controlaba la situación. Había conseguido callar a Hermione Granger, eso era importante. Hermione no pensaba quedarse ahí parada como una estatua; levantó su mano y la llevó hacia la cara de aquél pecoso que la miraba fijamente; rozó su piel con los dedos, desde la raíz del pelo rojo que tanto le gustaba peinar hasta el mentón, sin dejar de observarlo. Luego le acarició la nariz, mientras Ron pasaba su mano por el pelo enmarañado de ella, dulcemente, deteniéndose alguna vez en la piel de su cuello. La risa suave y cantarina de Hermione lo hizo salir de su ensimismamiento.
- ¿Qué pasa?- preguntó, sonriendo de lado.
- Acabo de recordar el día que te conocí. Tenías la nariz sucia.- Volvió a reír.
- Ya, qué simpática me pareciste entonces.
- ¿Igual que ahora?
- Más incluso.- Hermione puso cara de tristeza y decepción fingida. Entonces Ron se incorporó de repente y empezó a hacerle cosquillas por cualquier hueco que pillaba. Ella pataleaba para defenderse, riendo a carcajadas, hasta que comenzó a suplicar clemencia. Cuando Ron decidió que ya había sido suficiente, volvió a echarse a su lado, mirando el techo. Hermione, de lado, lo observaba, sonriendo. "Debo parecer idiota", se dijo, concentrada en la expresión tranquila de Ron. No lo pudo evitar, comenzó a acariciarle el pelo como había hecho en el sofá, algo ante lo que Ron tampoco pudo evitar cerrar los ojos con una adorable sonrisa.
Estuvieron así largo rato. Él la observaba, tranquilo; ella lo acariciaba, y de vez en cuando le sonreía, pero no era capaz de mantenerle la mirada todo el tiempo sn ponerse colorada.
Ninguno de los dos quería dormirse, pero Ginny apareció, abriendo bruscamente la puerta, y se quedó parada en el umbral, mirándolos con una mezcla de sorpresa, suspicacia y burla.
- Ya me voy, ya me voy…- Dijo Ron antes de que su hermana abriese la boca. Se levantó torpemente, apretando la mano de Hermione disimuladamente.- Buenas noches, chicas.
- Buenas noches…- Respondieron ambas.
Ginny miró a Hermione fijamente, y como no le hacía caso, habló:
- Bueno, dado que ésta es mi habitación y nadie me ha pedido permiso para utilizarla para nada más que para dormir, exijo un pago, y me basta con que me cuentes todo con detalles.
Hermione la miró, divertida, y pensó que era una lástima que no tuviese mucho que contar.
A la mañana siguiente, la señora Weasley los llamaba a gritos desde la cocina. Mientras Hermione se desperezaba, Ginny aún se retorcía en su cama, quejándose. Hermione se levantó y, cuando abrió la puerta, una sonrisa enorme apareció en su cara. Un Ron completamente despeinado, con cara de sueño, sin afeitar y con un pijama que no era uno, sino dos, parte de un pijama, parte de otro, bajaba las escaleras bostezando y rascándose la cabeza, lo que lo despeinaba aún más, si cabía.
Cuando llegó a su altura, se detuvo a observarla. Enfundada en un pijama de dibujos- nunca lo habría imaginado de ella-, tenía el pelo un poco más revuelto de lo normal, y en la cara se podía ver que aún no había despertado del todo, pero lo miraba con una sonrisa preciosa, aunque no sabía por qué, él debía de estar pistonudo.
- Buenos días- sonrió dulcemente, mirándola.- Qué guapa estás por la mañana…
Para Hermione eso era la gota que colmaba el vaso. Se puso roja como un tomate y evitó decir nada de lo que pensaba. Entonces, como si nada, Ron le puso un par de mechones de pelo detrás de la oreja, y bajó acariciando su cuello. Entretanto, Hermione rozó con los dedos la mejilla sin afeitar de él, extrañándose de que en todo aquel tiempo no lo hubiese visto jamás con barba.
- ¿Quieres decirme con eso que el resto del día no estoy guapa?- bromeó. Él se acercó más, y tomó su cintura con la otra mano. Tampoco se lo esperaba, para nada. Respiró profundamente, tratando de calmarse, porque la acabaría delatando su pulso. Parecía que Ron iba a decir algo, pero al final optó por no hablar; se dedicó a observarla en silencio.- Vaya, sí que es cierto que estás más guapo despeinado…- Dijo ella, observándolo detenidamente, aunque no le hacía falta, bastante tiempo lo había mirado ya.
- ¿Y en pijama? ¿Y sin afeitar? ¿También te parezco guapo?
- Yo no he dicho que me parezcas guapo, he dicho que te favorece más.
- ¿Y qué te parezco, entonces?
Adorable. No iba a decir nada. Hermione sonrió, coqueta, mientras veía a Ron cada vez más y más adorable. Sin responder, alzó su mano lentamente y acarició el pelo de Ron, despeinándolo más. Fue sin querer, pero se había acercado a él más aún. Todavía la sostenía por la cintura, y ella no quería que la soltase, pero…
Una tos, de nuevo horriblemente fingida por una malhumorada Ginny, que se apoyaba en el umbral de la puerta, observando la escena.
- Muy bonito, chicos, pero tengo hambre. No os quiero fastidiar pero, os digo una cosa, aprovechad lo que os queda antes de que llegue Harry, que es poco.
Las orejas de Ron se pusieron como tomates y Hermione se ruborizó ligeramente, pero aún así bajó las escaleras riendo, feliz.
