"Not a Coincidence"
by Dora Uchiha.
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Definición: coincidir:
Ocurrir en un mismo tiempo, convenir en el modo, ocasión u otras circunstancias.
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Era a mediados de Abril cuando el líder les dio la ardua tarea de ir en busca de uno de los Jinchürikis que hacían falta para poder completar el plan, específicamente aquel hombre de la aldea de la Roca que poseía sellado dentro de él un Bijuu de cuatro colas, apodado Yonbi. El hombre era mayor, poseía una barba y según Kisame, era un hombre bastante difícil de derrotar.
El miembro de Akatsuki que tenía la piel azulada caminaba con su espada apoyada en el hombro, colgando de ella el cuerpo inconsciente del derrotado Jinchüriki; practicamente dando la impresión de que para Kisame cargar con tal peso era algo de suma facilidad e insignificancia. Había transcurrido aproximadamente un día y medio desde que habían dejado la aldea del Yonbi y al estar casi llegando a Amegakure, Itachi entrecerró sus ojos al sentir un malestar en su pecho a causa de su enfermedad; deteniendo inmediatamente el paso para tomar un respiro.
Kisame, quien había continuado caminando se detuvo y observó hacia atrás notando el cansancio de su compañero. "Deberías dejar de exigirte tanto, Itachi-san," dijo con voz rasposa y áspera mientras daba la vuelta para retroceder. "Tus medicinas no están haciendo efecto".
El Uchiha al dejar de toser tomó compostura y tranquilamente volvió a caminar, dejando atrás a su compañero. Sacó su brazo izquierdo por el medio de su capa y la dejó firme, reposando sobre la cerradura de ésta. "Deberías tomar en cuenta otras cosas Kisame".
"Solamente estaba dando una recomendación. Sería una lástima tener que cargarte inconsciente de vuelta a la guarida" dijo entre dientes, con una curvatura en el lado derecho de sus labios; mueca que ya era propia de Kisame. Itachi pestañeó y soltó el aire de sus pulmones lentamente por la nariz, pensando en que su compañero jamás cambiaría.
"Cargar un cuerpo más no te afectaría con el poder que tienes".
Kisame sonrió y moviendo la espada que sostenía en su mano volvió a hablar. "Estás en lo cierto".
La lluvia comenzaba a caer más fuerte a cada minuto que pasaba, empapando a ambos Akatsuki sin ninguna piedad. A pesar del diluvio y del invernal aspecto del clima no hacía frío, manteniéndose una temperatura neutral en el ambiente. A medida que caminaban por el sendero del bosque, Itachi agudizó sus sentidos, sintiendo una extraña presencia de débil chakra a unos metros más adelante.
"¿Doshita?" preguntó el hombre tiburón al advertir el cese de los pasos de Itachi. No oyó una respuesta, y al dirigir sus pequeños ojos hacia la dirección en que el Uchiha estaba mirando supo de qué se trataba el motivo de la repentina detención. Ambos podían percibir un chakra casi nulo, profundamente frágil, que se encontraba al borde de desaparecer. Tanto Itachi como Kisame sabían que fuese quien fuese, no sería un obstáculo para ellos; al estar tan cerca de Amegakure no podían distraerse con sandeces, pero esta vez había algo extraño. Itachi había sentido esta misma energía antes, e intentando recordar volvió a reanudar su caminata, indagando en su memoria y su subconsciente para poder descifrar la pieza que hacía falta.
Al ver el individuo con sus propios ojos su mente quedó instantáneamente en blanco, retornando en sí unos segundos después. Un cuerpo yacía con su espalda apoyada en un tronco de un árbol, terriblemente malherido, manchado de sangre y empapado.
Sus ojos rojos permanecieron fijos en el cuerpo, analizando, observando, intentando plantear una idea en su mente de cómo tal persona había llegado a un lugar tan lejano para finalizar así de dañado. Kisame soltó una pequeña risa al ver la inconsciente joven. "Pobre" señaló con una mirada llena compasión fingida, dejando evidente su cinismo con el tono de voz. Girándose sobre sus pies, el ninja comenzó a avanzar nuevamente ignorando el hecho de que Itachi se había quedado allí, de pie.
"La conozco" murmuró el Uchiha dando un paso hacia ella, distinguiendo la banda en su cabeza con el símbolo de Konohagakure. El cabello rosa caía sobre su rostro tapándole la frente, dejando ver un iris color verde medianamente abierto notándose la ausencia de consciencia en ella. La mirada se veía vacía, lejana, como si ya no tuviese salvación. "Matte, Kisame".
Sin volverse a mirarlo, Kisame se detuvo sobre sus pies, ajustando su espada en el hombro haciendo que el cuerpo del Jinchüriki se agitase levemente. Itachi agachó su cuerpo y asomando su mano por debajo de la manga de su capa, afirmó ligeramente la muñeca de la ninja para poder tomar su pulso. El ritmo era apenas perceptible. Cualquier civil ya la hubiese dado por muerta, dejándola abandonada en el camino. El hombre entrecerró sus ojos rojos al notar los labios de la muchacha moverse.
"O…ne…gai… tasu…ke…te" musitó a duras penas, con un hilo de suave voz que al llegar al final de la palabra se desvaneció con el ruido de la lluvia. Itachi dejó la muñeca de la joven reposando en el húmedo pasto, dándose cuenta de la baja temperatura corporal que la muchacha tenía. Sus labios llegaban al extremo de tener un color levemente púrpura. A decir verdad, un grado de sorpresa se presentó en el Uchiha al advertir su estado lúcido, otra persona estaría automáticamente de inconsciente, pero al parecer ella se mantenía semi-despierta debido al poder de su voluntad, pues su cuerpo tenía magulladuras bastante graves y distintos raspones esparcidos por su piel.
"Ne, Itachi-san" dijo la voz rasposa del hombre tiburón, tornándose, observando la silueta de Itachi al lado de un cuerpo femenino bajo la lluvia. "¿Qué estás planeando hacer?" preguntó al ver como su compañero alzaba el cuerpo de la kunoichi para acomodarla en su espalda, cargándola.
Al estar a unos pocos centímetros de distancia, el hombre de ojos rojos asintió ligeramente, bajando el mentón. "Podríamos usarla," objetó; ambos volviendo a caminar a paso lento bajo la lluvia que constantemente caía en ellos, mojándolos completamente. "Ella es de Konoha, por si no habías notado su banda". Kisame abrió sus ojos tenuemente, observando a la muchacha con una maliciosa curvatura en sus labios; comprendiendo al instante el plan que Itachi había formulado en su mente. Usar un rehén para llamar la atención del Jinchüriki del Kyübi que residía en el País del Fuego no era una mala idea, después de todo lo que habían escuchado sobre aquel muchacho, solía tomarse muy enserio las cosas cuando se trataba de gente que él proclamaba como camaradas.
Una gran oportunidad se había presentado frente a los ojos de los Akatsuki, siempre y cuando ella se mantuviera con vida, el plan resultaría a la perfección. Debido al estado agónico de la mujer, llevarla a la guarida más cercana era la única opción considerable para salvarla. La coincidencia de la situación parecía ser casi un regalo de los 'dioses' según Kisame, pero para Itachi, las coincidencias no eran mas que una gran mentira. Para él, cosas como esa no existían.
"Entonces," dijo la silueta del líder, que poseía contrastes de distintos colores que se destacaban en la oscuridad y penumbra de la cueva —más conocida como guarida— al mismo tiempo que unos extraños ojos con un patrón circular se podían divisar. "Intenten mantener a esa mujer con vida," ordenó la fuerte y grave voz. "El plan que Itachi ha recomendado se llevará a cabo dentro de cinco meses, ya que hemos decidido dejar la captura del nueve colas para el último por ser el más poderoso. Diríjanse a esta guarida en una semana para sellar al Yonbi". Mientras todos consentían con un movimiento de cabeza, el hombre continuó hablando. "Ahora, vuelvan a lo suyo. Fin de la convocación."
"Wakatta" respondieron el resto de los miembros de Akatsuki al unísono, desapareciendo sus respectivas siluetas del lugar, quedando en carne y hueso únicamente Itachi, Kisame, el cuerpo del anciano Jinchüriki y el cuerpo de la inconsciente muchacha. El Uchiha se acercó al cuerpo del hombre que yacía acostado en el piso y levantando el dedo índice de su mano derecha lo sometió a un genjutsu, para que al momento de despertar de su estado inconsciente cayese inmediatamente en la técnica que Itachi le acababa de aplicar como medida de precaución ya que aquel Jinchüriki no era algo simple con lo que se podía lidiar.
"Ponlo en su respectivo aposento," ordenó a Kisame mientras se encontraba tomando el ligero cuerpo de la ninja para cargarlo en su hombro. Al notar que el hombre de piel azul comenzaba a quejarse, los ojos rojos se posaron en los pequeños orbes del ninja con apariencia de tiburón, advirtiendo con una mirada etéreamente amenazante. "Sólo has tu deber y no te comportes de una manera infantil, Kisame".
Hoshigaki gruñó, acatando las órdenes de su compañero sin poder evitar sentir un leve grado de molestia. El ex ninja de la Niebla le tenía cierto respeto al Sharingan, motivo por el cual no se atrevía a desafiarlo. Descuidadamente, alzó al Jinchüriki con una mano y lo acomodó en su hombro, caminando hacia el respectivo lugar en el cual debía apresar al longevo hombre. "Esto es un fastidio" se quejó mientras su voz producía un eco en el lugar, alejándose del Uchiha.
Itachi, con ligeros movimientos alzó a la ninja de Konoha en sus brazos para ir en dirección a la habitación en la que ella estaría como rehén. No era necesario poner un genjutsu en ella, ya que si lo hacía, probablemente no sanaría y al contrario aumentarían las probabilidades de su muerte debido a que esta técnica alteraba los cinco sentidos. Una vez que llegó al tosco dormitorio, la dejó en la cama de una plaza que se encontraba allí, con una simple sábana. Itachi prendió fuego en una lámpara de vela que se encontraba sostenida en una pequeña mesa de madera oscura, y luego caminó en dirección a una de las esquinas de la habitación en la cual se encontraba un estante mediano que tenía diversas prendas ordenadas.
Intenten mantener a esa mujer con vida. Él no podía dejarla en esas ropas desgarradas y empapadas por la lluvia si quería que se recuperara y no muriera. Entre sus manos, tomó una simple camisa negra como la que él traía bajo la capa y unos pantalones que encajaban con el color y volvió a donde se encontraba la joven de cabello rosado. De una manera solemne y cuidadosa, comenzó a quitarle la prenda que cubría su torso para luego acomodarle la nueva y seca ropa que él había seleccionado del estante, para después hacer el mismo procedimiento con la parte inferior.
La muchacha sosegadamente separó sus parpados, sintiendo su vista recobrar la nitidez a medida que abría más sus ojos. El ambiente lúgubre y sombrío del lugar en el que se encontraba la sorprendió haciendo que se sintiese asustada a la vez, percibiendo de un momento a otro lo adolorido que se encontraban los músculos de su cuerpo y lo cansada que se encontraba en general. La confusión en ella la obligó a sentarse en la cama, extrayendo energías de una fuente desconocida. Se encontraba cubierta por una ligera sábana blanca, y vestida de unas cálidas ropas negras. La poca iluminación del lugar era brindada a una lámpara de vela que estaba ubicada a su derecha en una mesa, dándole un ambiente completamente misterioso al lugar.
Sintió una extraña presencia que jamás antes había sentido, y al mirar a la muralla de la habitación en la cual la luz apenas iluminaba, distinguió de la oscuridad de las sombras un envolvente color rojo que contemplaba hacia abajo. Insegura, pudo afirmar que eran los ojos de alguien, ¿pero quién tendría los ojos rojos? jamás había visto una mirada roja en su vida y descubrir una ahora era extraño.
"¿Quién eres?" preguntó con timidez y retraimiento, tapándose aún más con la sábana que sostenía entre sus manos firmemente. Al instante de terminar de hablar, sintió los ojos rojos fijarse en ella directamente, sintiéndose intimidada a una velocidad que nunca antes había recordado. El hombre que se había puesto de pie y había salido de la lobreguez caminó hacia ella con un libro en la mano, deteniéndose aproximadamente a unos tres metros de la cama en la que estaba acostada. Intentando reconocer a aquel hombre de cabello largo, pestañeó. La banda en su frente con un símbolo tachado le parecía conocido, pero no sabía qué era. No sabía donde estaba, y tampoco sabía quién era él.
Itachi la observó detenidamente, distinguiendo la incertidumbre y la vacilación en los ojos verdes de la joven, apreciando cómo su señal de chakra se mantenía bajo un estado de confusión. Dando unos pasos más hacia ella, posó su roja mirada en aquellos asustados irises jades. "¿No sabes quién soy?" inquirió con voz calmada, mientras el sonido del cierre del libro provocaba un eco en la habitación.
"N—no," murmuró a la profunda voz masculina mientras retenidamente miraba al hombre que se encontraba allí de pie. Su tono de piel no era ni muy blanco ni moreno, y era difícil de definir con la exótica iluminación que le daba la vela. Su cabello parecía estar recogido en una cola, y las ropas negras que él traía eran las mismas que ella se encontraba usando, pero para la mujer lo que más se podía extraer y percatar de toda su apariencia física eran aquellos raros irises rojizos de los cuales nunca había tenido conocimiento. "¿Dónde estoy?".
Los ojos del Uchiha se abrieron con ligereza, volviendo a su estado normal al cabo de unos segundos. Cada uno de los ninjas de Konoha debería saber quién es él. "¿Cómo te llamas?" cuestionó Itachi presentando un tono más endeble en su voz con la intención de no intimidarla mucho para así poder llegar a una conclusión fija de la situación. Los ojos de la mujer que se encontraba acomodada en la cama se entrecerraron, observando hacia una dirección diferente, y luego cuando volvió a verlo, sus ojos brillaron al mismo tiempo que se comenzaban a llenar de lágrimas.
"No lo sé".
"¿¡Qué!?" gritó el rubio, posando ambas manos con fuerza contra el escritorio de Tsunade, demostrando la enorme ira que sentía en su expresión facial. "¡Debes estar bromeando Tsunade-obaachan!". Los ojos azules del joven lentamente comenzaron a cambiar de color, tornándose de un puro y penetrante rojo con una pupila negra alargada, dándole un aspecto felino. Kakashi y Sasuke permanecían en silencio unos pasos más atrás de Naruto, con la misma expresión de preocupación en el rostro y el enojo corriendo por sus venas. Haber recibido la noticia de que su compañera de equipo estaba perdida no había sido algo grato. "¡Es tu culpa obaachan!" masculló apretando la mandíbula y su puño derecho. "¡Kuso!"
La mujer rubia cerró los ojos y dejó escapar el aire por sus labios, en el interior sintiéndose igual que el rubio delante de él. "Naruto, estás hablando con Hokage-sama" inquirió Shizune, quien sostenía a su mascota entre sus brazos, ambos con una triste mirada.
"Shizune, Naruto está en lo cierto." habló la Hokage, levantándose de su silla y dándose la vuelta para mirar por la ventana. "De los siete ninjas médicos que envié a Kumogakure; solo uno no volvió, mientras que el resto que regresó se encontraba casi moribundo, incapaces de hablar," continuó, cruzando sus brazos por delante de su torso. "Ya ha estado perdida por dos semanas, según el testimonio que hoy nos dio el médico que fue capaz de conversar. Ellos, así y como estaban, la buscaron pero no la hallaron, y en volver acá, tardaron catorce días".
Kakashi caminó hacia adelante, posando su mano izquierda en el hombro derecho de Naruto, dando un suave apretón para intentar tranquilizarlo. "La encontraremos Naruto," afirmó, observando como el rubio aguantaba los sollozos. "Ella no está muerta, no hay por qué llorar".
Lentamente, el Uzumaki se giró, pestañeando fuertemente para calmarse a sí mismo. Al volver a abrir sus ojos —que ya habían retornado a su color original—, le dirigió una mirada a Sasuke, quien tenía una preocupada vista en los obscuros ojos ónices. "Sakura es fuerte, Naruto," expresó el Uchiha intentando reflejar la mayor neutralidad posible en su voz, guardándose su preocupación para él mismo. "Nosotros sabemos eso mejor que nadie". Naruto alzó su mirada y dio el respiro más profundo que sus pulmones aguantaron para dirigirse a la puerta y salir de la habitación. Tsunade, al oír el portazo, giró su mentón por sobre su hombro y observó a los dos restantes del equipo siete que se mantenían en el lugar, igual de intranquilos que ella.
"Mañana pueden partir a primera hora. Esta es la misión más importante que les he dado hasta este momento," indicó, haciéndose más presente la angustia en su voz y en su profunda mirada color miel. "Traigan a mi estudiante de vuelta, por favor".
Ambos asintieron con la cabeza y salieron de la habitación, decididos a preparar todo lo que fuese necesario para la misión de rescate a la que habían sido asignados; en la cual pondrían el mayor empeño para poder rescatar a su compañera.
"¿Cómo es que no recuerdas quién eres?" indagó Itachi, tomando asiento en la esquina de la cama en la que la se encontraba la mujer de cabellos rosados. Sus ojos rojos analizándola fijamente, mientras ella permanecía cabizbaja, reteniendo las lágrimas que estaban apunto de caer por sus mejillas. Al mirar su propio cuerpo, la muchacha notó diferentes magulladuras y moretones en sus brazos, manos y quién sabría donde más.
"W—wakaranai," tartamudeó, aún analizando su las heridas esparcidas por su piel, sintiendo como la frustración la invadía al no poder recordar cómo se había causado tales contusiones. "No recuerdo nada," susurró observado las palmas de sus manos. "No sé por qué estoy así," sollozó; su respiración agitándose levemente. "No tengo idea de como llegué a este lugar".
El Uchiha sintió una tenue sensación de compasión dentro de él. Podría haber sido que ella estuviese fingiendo, pero la alterada onda de chakra que él podía percibir con el sharingan le indicaba todo lo contrario, confirmando el desconcierto y el desorden emocional que ella tenía en esos instantes. "Deberías volver a dormir," recomendó, poniéndose de pie mientras cerraba sus ojos en un lento pestañeo. "Cuando hayas descansado, volveré e intentaré ayudarte a recordar".
"¡Matte kudasai!" exclamó al verlo alejarse, envolviéndose entre las sábanas mientras yacía sentada aún en la cama. Itachi se detuvo, quedándose quieto con la mano en la perilla de la puerta, girando su mirada carmesí hacia la confusa mujer. "¿Cuál..cuál es tu nombre?" consultó delicadamente, mientras se mantenía cabizbaja, observando la blanca sábana con la que se encontraba cubierta.
"Itachi," respondió amablemente, dándose cuenta de la fija manera en la que la muchacha repentinamente lo había mirado. "Ése es mi nombre".
Sintiendo un misterioso vacío en el pecho, ella expuso en sus secos labios una sonrisa agridulce. "Arigato, Itachi-san". Y sin molestarse por el sufijo con el que ella había decidido dirigirse hacia él, giró la manilla y salió de la habitación, cerrando lentamente la puerta tras él mientras la joven apoyaba su espalda poco a poco en el colchón y su cabeza en la almohada, dejando caer las lágrimas que había estado conteniendo desde hace tantos minutos.
No podía recordar nada.
Diccionario:
Onegai: Por favor.
Tasukete: Sálvame.
Matte: Espera.
Matte Kudasai: Espera por favor.
Doshita: ¿Qué pasa?.
Wakatta: Entendido.
Wakaranai: No sé.
¡Hola! Esta es la primera fic ItaSaku que he escrito. La trama me surgió al recordar un capítulo de Shippuden, pero bueno eso no es relevante. Espero el prólogo haya sido de sus agrados; puse mucho empeño en él intentando no equivocarme en nada. Por favor consideren que en esta fanfiction Sasuke jamás se fue de Konoha, por lo tanto siempre estuvo con Naruto y Sakura. Más cosas se irán revelando en los próximos capítulos, por si quedan dudas pendientes. Si no pueden esperar al próximo, ¡pues solo pregunten por PM!
Gracias por leer, ¡un abrazo!
