Buenas... seguramente habrán leido antes... todo esto... xD me desapareci porque tenia a un hacker tras mio... y no podía cambiar de direccion d correo cuenta d nada sin q dejara rastros... o.O por suerte me dejó en paz...

Esta hist... la hice pensando en inuyasha, pero ciertamente no tiene que ver mucho con la hist original y ... tiene muchos personajes que no aparecen... para cuando borre todo... no la había terminado... y sinceramente la quiero terminar xD pero los comentarios asi sea 1 son los moviles q mueven las ganas... y de mis amigos muy pocos han visto Inu, lo cual le quita gracia... asi q aqui la volvere a publicar... dejándola hasta dond estaba mas 1 cap u.u espero q aunq no soy buena con las descripciones puedan ver mas o menos la idea d los personajes q aqui cree... =) si mas... los dejo


En un lugar del Japón, país en donde todavía no existía la tecnología y todo lo que se podía divisar era un extenso verde perteneciente a la vegetación, y en donde los humanos no eran los únicos que habitaban esas tierras sino que tenían que lidiar con youkais y demonios, estaban dos hermanas al parecer por su aparente parecido, jugando, o mejor dicho, una parecía perseguir a la otra.

¡Midoriko-neesama! ¡Midoriko-neesama! –le gritaba la menor de más o menos cinco años a una chica un poco más alta, la cual estaba vestida con ropas propias de la aldea de cazadores de demonios- ¡yo también quiero entrenar!

¡Que no! ¿Acaso no escuchaste a nuestro padre? Regresa a la casa –dijo la mayor de las dos por tres años tras pararse abruptamente para enfrentar a su pequeña hermana ya que la táctica de huir no le había servido-.

¡Pero no es justo! ¡las dos somos mujeres y yo también quiero entrenar! –dijo la pequeña al borde de las lágrimas-.

Izayoi –le llamó la mayor arrodillándose mientras con una de sus manos le quitaba de sus pequeñas mejillas las lágrimas traviesas que se escapaban de los ojos de su pequeña hermanita- llorar te hace ver fea, las princesas no pueden ser feas, tienes que ser bella, tan bella como nuestra madre.

¡Yo no quiero ser bonita si eso me aleja de mi onee-sama! ¡quiero entrenar contigo! -chilló la más pequeña-.

. . .

Shirakami-sama despierte…

Mmph –fue lo único que se escuchó de la joven que estaba debajo de sus sábanas hecha un ovillo-.

Shirakami-sama…

Ya, ya –se sentó bruscamente en su cama con una cara entre sueño y fastidio- puedes irte a levantar a Yuki, Aizawa-san.

Señorita ¿cuántas veces tengo que decirle que me puede llamar por mi nombre?, aparte Kurokami-sama se despertó hace bastante –le dijo la muchacha que antes la llamaba, una joven de no más de treinta años, con cabello castaño corto que apenas llegaba a su cuello y flequillo, con un lazo que azul que agarraba parte de su cabello atrás, peinado que hacía que pareciese una adolescente- (imagínense a Kohaku de Tsukihime… bueno esta chica es igual)- le esperamos abajo, el desayuno está ya servido –dijo para luego marcharse de aquella habitación-.

Otra vez ese sueño… cada día se alarga un poco más, ¿Quiénes son esas dos niñas? ¿y que tienen que ver conmigo?