CAPITULO 1

Corriendo bruscamente la puerta de la habitación con su bastón, Gregory House causó un gran estruendo para entrar. Alzó una ceja analizando fríamente la escena y pensó que era totalmente capaz de repetir tal acción para causar la misma conmoción.

- ¿Qué haces aquí, House? – Preguntó fastidiado Wilson, que estaba parado junto a la cama de su paciente, una adolescente de aproximadamente quince años y cabello largo y espeso, castaño oscuro

- ¿Quién es él? – preguntó una mujer enorme al lado de la cama también. Tenía el cabello corto de un rubio platinado furioso y estaba vestida de traje - ¿Dr. Wilson?

- Doctor Gregory House – se presentó de inmediato el afamado doctor cabeza del departamento de diagnóstico – Vengo a ayudar al doctor Wilson con su paciente, la señorita… - Levantó el expediente medico y leyó el apellido – Rener… - Se acercó de golpe a Wilson y le habló en voz baja – Déjame quedarme… - dijo haciendo un puchero - ¡No se presenta todos los días la oportunidad de manosear a una menor! ¡Es paciente tuya, así que es legal! – le guiñó un ojo - Además mira que maravilla… ¿Cómo puede ser paciente tuya y aun conservar su cabello?

Wilson miró asombrado la crueldad que empleaba al hablar, pero como siempre, se ahorró una pelea y prosiguió con lo que hacía quitándolo del medio. Volvió a pararse al lado de la muchacha y prosiguió el testeo.

- El doctor House viene como observador – le aclaró a la escandalizada madre – Tranquila Delia, veremos que es lo que te sucede ahora…

- Tómese su tiempo, Doc – dijo la morena desde la cama, mientras le guiñaba un ojo a su madre, para tranquilizarla – Y por cierto… - dijo mirando a House – Tengo diecinueve, no soy menor.

Ambos doctores rápidamente la miraron. ¿cómo lo había oído? House estaba seguro de haber empleado un tono suave de voz, para que no lo oyeran.

- ¿Qué? – preguntó la madre a su hija, como tratando de leerle la mente - ¿Qué es lo que dices, Delly?

- Nada mamá… - dijo rodando los ojos

- Delia Rener, mejor que… - comenzó la madre, pero Wilson la interrumpió casi al instante.

- Delia… Tus análisis dieron bien… El hígado sigue creciendo… y… todo parece normal.

- ¿Normal? – dijo la madre – A mi no me parece normal que mi hija siga teniendo problemas constantes de salud, Doctor. Hace dos años que lidiamos con esto. Hicimos un transplante, una cirugía reparadora, quimioterapia, radiología…

- Mama…

- Toma los medicamentos en los horarios que le indicó… y aun hay problemas que persisten… Mi hija tiene moretones por todos lados…

- Mamá – dijo Delia rodando los ojos

- Tiene la sangre licuada…

- Mamá… - Dijo musicalmente Delia

- Y… ¡USTED SABE TODOS SUS SINTOMAS! – dijo la mujer tornándose lentamente a un color morado - ¿Qué tenemos que hacer para que pare? ¡Ella esta Sufriendo! Ninguna hija mía…

- ¡Mamá, suficiente! – dijo Delia

- ¡Cállate Delia, estoy hablando! – dijo la mujer aun mas fuerte, priorizando su furia

- Más bien - dijo House – Esta aullando… - se tapo los oídos – Detesto cuando las madres sobre-protectoras se ponen así – levanto la ficha de la paciente otra vez y echó una mirada rápida – se ven tan… ¡Sobre-protectoras!

- ¡HOUSE! – dijo Wilson en un grito

- ¿¡QUE?! ¡Es cierto! – dijo él – No te descargues conmigo por que tus análisis hayan salido mal… - le hizo un falso puchero mofándose de él – o por que no sepas hacer análisis

- ¿Cómo se atreve a…?

House no prosiguió escuchando. Apartó a Wilson de al lado de la cama y miró a la muchacha.

- Le agradecería que se calle, no me agrada que me hablen cuando reviso – dijo a la madre – Son como esas molestas voces en off del supermercado. ¿A quién le interesa la oferta en la góndola de gaseosas si va a comprar un paquete de arroz?

- ¡House! – dijo Wilson – ¿Que demonios haces?

- Jimmy, no seas envidioso. Si tu no pudiste curar a Dalia Rinner… - dijo palpando el estomago de la joven

- De hecho, es Delia Rener – aclaró la joven

- Es lo mismo para mí – dijo House sin cambiar su tono – Si no estuvieras aquí, semi-actostada, lo único que me importaría es que tuvieras vagina… pero, como obviamente estas aquí… creo que priorizaré tu frágil salud.

- ¿Disculpe? – dijo la escandalizada madre

- No se preocupe – dijo Gregory House entornando la mirada – La pequeña de mamá no se acostará con el extremadamente sexy doctor de ojos celestes… al menos no ahora… ¡Mire si es contagioso! – miró a la madre con una ceja alzada y expresión alterada - ¿No querrá que el sexy doctor de los ojos celestes se contagie del bicho que su hija posee, no es cierto?