Harry Potter no me pertenece.
-Este es el lugar donde estarás hasta que comience el colegio. No pierdas tu billete y recuerda, que la esperanza sea lo último que pierdas. –El anciano, Dumbledore, me dijo.
-¿No vienes conmigo?
-No, estoy bastante ocupado. Pero no te preocupes, te están esperando.
Cogí mis maletas y llamé a la puerta del número 12 de Grimmauld Place, cuando una mujer pelirroja me abrió y me dio la bienvenida.
-Hola cariño. Ven, pasa, todos te están esperando. –me dijo con una sonrisa.- Soy Molly Weasley.
Me ayudó a llevar mi todo mi equipaje al salón, donde un montón de gente esperaba.
-Hola.- murmuré tímidamente.- Me llamo Rebecca Holmes.
Todo el mundo se presentó, y me enseñaron la habitación que compartiría con Ginny y Hermione.
Los primeros días lloraba por las noches, deseando desesperadamente que mi familia estuviese a salvo. Me alejaron de ellos, de mis amigos, mi país, mi cultura… y fue tan rápido que ni siquiera pude despedirme correctamente. Mis padres le dijeron a todos ellos que me había ido a un internado en otro país; lo que, técnicamente, no era mentira. Me sentía sola, incluso aunque estuviese rodeada de personas.
Al final acabé haciéndome amiga de Harry y Hermione, también de Ginny y los gemelos, pero no de Ron. Me miraba de mal humor y cualquiera podía notar que no le hacía ninguna gracia que yo estuviese allí. Hasta Kreacher me trataba mejor, y eso ya es decir. Pero por lo menos era… un odio silencioso, de esos que sabes que están ahí pero sin grandes discusiones ni peleas.
Yo prefería pasar de él y no meterme en problemas; cuanta menos atención captase, mejor. Aunque el hecho de que me sobresaltase cada vez que alguien hacía magia no ayudaba mucho. Todavía me estaba acostumbrando a este nuevo mundo donde, con un par de palabras, se podía conseguir casi cualquier cosa.
Todavía me acuerdo cuando estaba ayudando a poner la mesa y sin querer se me resbaló el cuchillo y me hice un pequeño corte.
"Sentí un dolor agudo en la palma de la mano, donde antes estaba un cuchillo.
-Sinceramente, ¿tú estás mal? Solo a un idiota se le ocurriría no cogerlo por el mango.
No respondí, y lo dejé pasar. Molly intentó curármelo con un hechizo, pero como no funcionaba me lo limpiaron y vendaron después de varios intentos fallidos."
Y así fue como descubrimos que la magia no me afectaba, lo que hizo que Ron desconfiase más de mí. Y lo peor es que yo no sabía por qué habíamos empezado con mal pie. Quizás le molestase el hecho de que ahora tenía que compartir a sus amigos y familia conmigo, pero si ese era el motivo, entonces es más infantil y egoísta de lo que pensaba.
