Prefacio

Juré internamente no dejarme derrumbar frente a él, no ahora, no cuando se iba de mi lado como si nada.

Alcé mi barbilla, tratando de hacerme la fuerte, como si no me afectara.

Era tan patética.

Aprenderás a olvidarlo, no llores, no por él, no se lo merece.

-adiós, Bella-trató de acariciar mi mejilla, pero yo la aparté bruscamente. Lo escuché suspirar-¿no te piensas despedir de mi?

-adiós, Edward

Y con esto di media vuelta, sin ni siquiera echarle una última mirada y corrí, corrí con todas mis fuerzas, corrí sin fijarme a donde me dirigía, corrí sabiendo que tarde o temprano terminaría arrepintiéndome de no haberle dado un ultimo beso. Pero nada importaba en este momento, mi cabeza solo podía pensar en una cosa: olvidar todos los recuerdos y esas falas promesas de amor que nos hicimos.

Pero me lo merecía. Merecía todo este sufrimiento por haber sido tan ilusa, tan estúpida. Era obvio que una pueblerina como yo jamás iba a ser suficiente para el gran Edward Cullen.

Fruncí los labios fuertemente, tratando de aguantar las ganas tremendas que tenía de gritar y llorar sin consuelo.

"era tiempo de ser una chica grande, ahora"-repetí una vez más, antes de perderme entre los matorrales- "y las chicas grandes no lloran. No lloran"