Sukisyo no me pertenece. No me sé el nombre del autor o del estudio productor, pero mío definitivamente no es.
Confesiones.
Vamos Sora. ¿Vas a decirme ahora que nunca lo has sentido? No mientas, no lo niegues, sabes cuando… sabes como… y también sabes el porqué…
¿Acaso vas a negar que hay mañanas en donde ruegas que Fujimori no despierte hasta que cambies las sábanas y te limpies apropiadamente?
¿Vas a decirme que es mentira que hay veces que tienes que cerrar los ojos y pensar en otro para que tu polvazo con Nao llegue a un orgasmo?
No puedes negarlo. Simplemente no puedes, porque sabes que lo que sientes es real. Que YO lo hago real. Sabes que no son sueños. Sabes que es tu mente, y que es al mismo tiempo, tu cuerpo.
Sabes exactamente como se siente el peso de mi cuerpo sobre tu estómago. Sabes cuan fuerte mis manos aprisionan las tuyas y cuan hondo llega mi lengua en tu garganta. Sabes tan bien como yo cuanto tardas en correrte y cuantas veces me ruegas que siga abriéndote…
…Lo sabes…
No puedes fingir que te gustó cuando te forcé la primera vez, golpeando tus mejillas tiernas y abriendo a fuerza bruta tus piernas largas y torneadas que tanto me excitan. Tenías tanto miedo que no comprendías el placer, pero aún así de tus labios comenzaron a salir ruegos al unísono que de tu trasero salía sangre.
Tan tierno…
Y por eso ahora ya Nao no es lo mismo. Por eso tu niisan tampoco es lo mismo. Porque ninguno es como yo… Ninguno te domina como yo. Quizás al principio Shinichiro fue comparable. Sus golpes con mis golpes, sus cadenas con mis cadenas, sus abusos con mis abusos. Pero a él le perdonabas… y a mi me anhelas. Me odias, pero me deseas. No puedes personarme y olvidarlo porque soy demasiado para tus pobres sentidos…
Mi dulce Sora… Abre las piernas para mí una vez más… O mejor déjalas cerradas para darme el placer de separarlas a la fuerza y penetrarte de una sola estocada violenta y salvaje. Déjame oír tu grito de placer y de dolor. Permíteme morder tu cuello y tus labios hasta que sangren, y deja que fuerce tus muñecas hasta escuchar como crujen a punto de romperse.
Oh Sora, mi tierno e inocente Sora… No lo niegues… No puedes negarlo… Te conozco tanto que tienes miedo de lo que pueda decir… Pero no te preocupes… Esto es entre nosotros…
Owari.
