Capítulo 1: No Estas Sola.

-Devuélvemelos… -susurro al océano que tenía en frente.

Era una noche de verano, ya no hacía tanto calor como hace unas cuántas horas atrás… pero eso no pareció importarle para adentrarse en las aguas, en las frías y saladas aguas.

-Los quiero de vuelta –volvió a hablarle al imponente mar.

El agua ya le llegaba a las rodillas, no parecía importarle el frío o que su vestido se empapaba.

-No es justo… no quiero estar sola –dijo esta vez elevando el tono de voz.

El agua ya estaba a la altura de su cintura… su vestido blanco comenzaba a hacerse pesado, pero parecía que no lo sentía. El viento la acariciaba y jugaba con sus cabellos alborotándolos, cubriéndole la visión, como queriendo impedir que siguiera avanzando.

-Que estupidez… no te los devolverá. –se dijo -… pero puedo ir con ellos.

Abrió sus brazos y se dejó caer al mar, se dejó llevar por el… era lo que quería… era lo que quería?

Estaba todo oscuro… estaba siendo llevada a las profundidades… ya no le llegaba aire a sus pulmones… sus ojos se cerraron… NO… se abrieron… algo la llevaba de nuevo a la superficie… era lo que quería?... trato de mirar, solo vio a alguien que se la llevaba, alguien de largos cabellos dorados.

Sus ojos se abrieron con la luz del sol que le daba de lleno en la cara.

Lo recordó… recordó que la noche anterior había querido reunirse con ellos… recordó que alguien la había sacado… y después ya nada recordaba.

-Como llegué aquí? –se preguntó a la vez que se pasaba una mano por su larga cabellera crespa color castaña.

Luego se miró a si misma para ver donde estaba. Si, estaba en su casa de veraneo, estaba en su habitación, estaba entre las sábanas de su cama y hasta estaba con su pijama rosa pálido… pero…

-Como demonios llegué aquí… que… que…

-Good Morning my dear!

Una cabellera rojo color fuego entro en la habitación, pareciera como si el calor que había en la habitación en ese momento provenía de ella… y junto con ella unos cabellos dorados entraron también, lo cual le provocó algo a la morena que estaba tendida en la cama.

-Ginny, Luna… que hacen tan temprano –preguntó la castaña.

-Vaya que has perdido la noción del tiempo… y durmiendo por lo que veo. –dijo la pelirroja

-A que te refieres.

-Se refiere a que son las 2 de la tarde Hermione. –dijo esta vez la rubia.

-Vaya –dijo la castaña mientras se volvía a tirar en la cama –no lo sabía.

-Ya nos dimos cuenta. Vamos?

-Dónde?

-A comer! Muero de hambre… ayer quedamos de ir a comer a ese restaurante que da al mar.

-Hermione… estas bien? –preguntó la rubia mientras se sentaba a su lado.

-Si, si, claro que lo estoy.

-Perfecto!... ve a cambiarte que te esperamos… vamos en mi auto dear. –dijo la pelirroja mientras agitaba las llaves del auto en el aire. –Adoro vivir en mugglelandia! –se dijo para si mientras salía de la habitación.

-Y a esa que le pasa.

-Le pasa que le dieron el trabajo en Gringotts… pero no le digas que te dije! Es una sorpresa.

-Oh… vaya! –dijo la morena sorprendida. –La verdad es que no me lo esperaba –susurró.

-Yo tampoco… pero bueno, ya sabremos que hizo para obtenerlo –respondió Luna también en un susurro.

-Se apuran por favor!? –dijo la cabeza de la pelirroja que se asomaba por el borde de la puerta.

-Vete a cambiar será mejor… hoy anda con mucha energía.

Luna salió de la habitación y Hermione quedó en ella. Se dirigió al ventanal para abrir las cortinas y así la luz entrara… sus ojos se abrieron como platos al ver una cabellera color dorada que caminaba por la orilla de la playa… y estaba mirando… hacia su casa?

-Hermione! Por favor! Aún estas en pijamas! Nos vamos a ir!

-Ya voy Ginny… por Merlín mujer, ten paciencia! –dijo mirándola a los ojos.

-Bien, pero esa paciencia durará no más de 6 minutos!

-Bien, bien!... VOY!

Volvió a mirar a la orilla de la playa en busca de aquel que miraba hacia su casa…

-No hay nadie –se dijo.

-Y quien tendría que estar?!... se supone que tendrías que estarte vistiendo!

-GINNY!!... si no sales de aquí, te arrojo un embrujo de mocos!

-Bien!... 4 minutos!

La castaña volvió a mirar para comprobar de que sus ojos no la engañaban… y no lo hacían, no había nadie ahí… fue entonces cuando recordó que alguien la había sacado del agua, recordó una cabellera como la de Luna, pero con destellos plateados también, una cabellera como la del chico que acababa de ver.

-Alucinas mujer… muy bien, mi varita.

Tomó la varita y se dirigió hacia un espejo de forma ovalada en donde podía ver su cuerpo entero. La agitó contra si misma y en un abrir y cerrar de ojos vestía una falda larga y ancha color blanca (con algunos encajes) que le llegaba a los tobillos, más un polera con tiritas del mismo color que la falda y ajustada a su piel, dejando ver un poco su ombligo, unas sandalias planas, sin tacón alguno con tiritas que se podían amarrar a la pantorrilla (también color blancas) y de accesorio algunos collares de cuentas de madera que le colgaban casi hasta el ombligo; su cabello estaba suelto y unos lentes de sol color tierra hacían su vestimenta del día. Tomó su bolso en donde guardó únicamente su varita y las llaves de su casa y salió; sus amigas ya la esperaban en el auto que estaba en la calle.

-Nos vamos! –dijo Ginny y apenas la morena se subió en la parte trasera del auto y marchó.

Mientras iban camino a aquel restaurante Hermione miraba por la ventana distraída, pensando.

-Estas bien? –preguntó una dulce voz que denotaba preocupación.

-Lo estoy –mintió con una sonrisa –tranquila Luna.

-Ella lo estaría dear… y yo también, si no supiéramos que estas mintiendo.

-Ginny…

-No Hermione… no me la creo, y seguro que Luna tampoco –la rubia negó con la cabeza como en señal de que la colorina estaba en lo correcto –es difícil estar bien Herms, no es necesario que nos mientas.

-Es que… es decir.

-Difícil? Esa es tu palabra? –dijo Luna

-Si… digo… saber que ya no pasaré mi cumpleaños con ellos, ni una navidad más… que… que… que no los volveré a ver…

-Herms…

-Déjala Luna, deja que hable.

-Los quiero de vuelta… me siento…

-Ni lo digas! –dijo Ginny perdiendo un poco el control del volante.

-Por Merlín Ginny!

-Lo siento Luna… pero no voy a permitir que digas que te sientes… eso mismo… POR QUE NO LO ESTAS!

-Ginebra! Por favor! O te fijas en el volante y en la calle o le retas a Herms, pero las 2 cosas no porque terminaras con nuestras vidas!

-Bien!... ok, lo siento –dijo mientras volvía a fijar la vista en el camino. –Pero Hermione, no puedes pensar eso.

-Ginny, los padres no se pueden sustituir con los amigos.

-Lo se Luna… pero ella no está sola!

No se habló más hasta que llegaron al lugar.

Algunos de los meseros voltearon a mirar a las amigas que pasaban por entre las mesas para llegar a una mesa lo bastante apartada de las demás para poder hablar tranquilas.

-Bien… pidan que yo invito.

-Y a que se debe esto Ginny? –pregunto Hermione actuando como que no sabía nada de nada.

-Sabes que no tengo un pelo de tonta Hermione, y ya se que Luna no se las aguantó –miró a la rubia fulminándola con sus ojos.

-Lo siento –dijo esta.

-Esta bien, de todas formas ya me lo esperaba.

-Pero dinos lo que no sabemos entonces –dijo la morena mientras se sacaba los lentes de sol y los dejaba en la mesa.

-Con mi cerebro pues que más!

-Y tus piernas, y tus ojos y tus se…

-Gracias Hermione… pero no, tú no eres la única con un coeficiente intelectual tan alto como el propio Merlín.

La castaña se sonrojo un poco.

-No es para tanto tampoco Ginny.

-Ya, mejor pidamos que muero del hambre!

-Nos vemos mañana por la tarde! Te pasamos a buscar! –gritaba la colorina desde el auto

-Bien… hasta mañana.

Hermione cerró la puerta de su hogar.

Era increíble como había pasado todo el día tan rápido.

Miro hacia una mesita que estaba justo al lado de la puerta donde habían algunas fotos, y en la más grande estaba ella, Ginny, Luna, Harry y Ron poniendo caras graciosas, cada uno con una botella de cerveza de mantequilla en su mano. Los que estaban en la foto se movían riéndose, saludando vivazmente a la cámara y de vez en cuando tomando un trago de sus botellas.

-No estas sola –sonó la voz de Ginny en su cabeza.

Una sonrisa se dibujó en su rostro.