Lágrima de ángel
Mi ángel, Harry.
Capítulo 1
Una luz en medio de la confusión

Disclaimer: Los personajes pertenecen a JK Rowling, yo no gano absolutamente nada con esto, solo satisfacción y el comentario de algún uno que otro lector agradecido. La trama es mía y de los Millones de fic que se le asemejan. Las poesias y versos, No me pertenecen, solo las tome prestadas para poder darte un toque más romantico al fic.

Parejas: Severus Snape/Harry Potter, Remus Lupin/?? , Ron Weasley/ Hermione Granger

Advertencia: Es un fic slash con relaciones Adulto/Menor, si no es de su agrado ya conocen el camino de vuelta atrás.

Resumen: Severus es el héroe del mundo mágico, pero en esta guerra solo tiene la opción de ganar o morir luchando; cuando decide entregarse a la muerte, una inesperada ayuda le hará conocer a su ángel, Harry.

Notas de Autora: Hola este es el fic del que había hablado, es muy importante para mí, porque nunca había escrito algo así. Es un regalo para mis betas: Kari Black y Misato Evans, ustedes son las mejores personas que pude desear para betearme, porque ante todo siempre me dan su mano para apoyarme, les adoro. Son mis mejores amigas. Gracias por leer. Como no gano ni medio partido por la mitad con esto, SOLO CRITICAS CONSTRUCTIVAS.


Muerte y niebla cernía sobre él. Corrió pero sabía que tarde o temprano la muerte lo alcanzaría, una deliciosa ironía, había ido dispuesto a morir, de hecho, aún estaba dispuesto a que la tierra se lo tragara pero, con toda esta disposición, con toda esa valentía, era difícil de aceptar que más temprano que tarde debía irse. Iba a luchar sin importar cuánto durara, cuánto sufriera o si lograba algo a cambio, lo único en su pensamiento ahora era vivir lo suficiente para perder con dignidad y no con el absurdo poco orgullo con el que acababan con ellos.

En su mente había una sola meta. ¡Acabar con Lord Voldemort! Ese ser, insignificante y rastrero, había acabado con todo paso a paso, primero se alzó como un hombre al que le gustaba matar a los muggle por diversión, ahora iba por un pez más gordo, el dominio del mundo mágico; él no se lo permitiría, lucharía, sea como sea, no daría en bandeja de plata el mundo donde tan felizmente se había criado, su mundo, su vida, no pensaba perderla.

Por una de esas razones estaba allí en pie de guerra. Él, un hombre común se había lanzado en guerra contra el lord, tenía apoyo, Albus Dumbledore, la Orden del Fénix, el Ministerio y miles de magos que apreciaban la paz de su vida.

¿Quién creería que un hombre tan aduzco y cerrado haría algo como esto? Definitivamente que Severus Snape se enmarcara como el héroe de la historia fue algo que le costó creer a muchos.

Pero no tenía porqué darle tontas explicaciones a nadie, sólo quería ganar la maldita guerra y volver a su rutina como profesor de Hogwarts.

Aunque si definimos su situación era un deseo un tanto imposible, estaban perdiendo y cada hombre que moría lo hacia de peor manera; ¿existía la piedad en el campo de batalla? Nunca pensó que podría responder algo con tanta propiedad, la piedad era un sentimiento desconocido para aquellos hombres que vestían de negro.

Aun así, la tonta esperanza y la absurda fe lo mantenían en la lucha, algo asombroso dado que para creer en algo que nunca había visto no era muy entregado; hoy sin embargo podía decir que crecía lentamente cada vez más un deseo de tener la fuerza para creer en un milagro.

Pero, ¿qué hacer? Siempre había luchado contra el lado oscuro de manera anónima como uno más del montón, sin opacar o brillar menos que alguien, le resultaba difícil darse por vencido ahora; así no valiera la pena el esfuerzo, él iba a luchar hasta morir.

No era el deseo de demostrar su capacidad lo que le impulsaba, aunque ciertamente era muy seguro de sí mismo; eran las ganas de ver sonreír de nuevo a la gente que de alguna extraña manera apreciaba, la alegría de volver a escuchar la risa de un niño, o reprender a uno de sus estudiantes, sin el constante miedo de que un ser oscuro quisiera dañarlos. No lo hacia por él, poco le importaba morir, lo hacía por la gente que día a día daba sentido a su vida.

Sería muy difícil imaginar su vida sin ellos, un Albus sin caramelos de limón no es Albus, una Minerva sin autoridad no tendría gracia, un Longbottom con cerebro no tendría sentido.

Sí, resultaba imposible pensar que alguien como él podía ver de una manera distinta a las personas aparte del odio; pero sus ojos no serían los más negros o los más brillantes, algunos los consideraban escalofriantes, pero con ellos veía lo que la gente en sí misma se cerraba a ver, los defectos, las virtudes y sus potenciales; no para la guerra, si no para mejorar ellos mismos; parecía que para los hombres como él no había otro lugar más que la compañía de la silenciosa soledad.

Le importaba poco ya lo que pensaran de su persona; sólo rogaba a Merlín y todos los dioses porque lo socorrieran un poco. "¿Un milagro? ¿Una esperanza? ¿Un ángel?"Lo que fuera mejor para ellos y lo ayudara a vencer.

Pasó corriendo buscando a la mano culpable de tantas desgracias, a su paso vio muchos de sus compañeros de lucha tirados: Lucius, Sirius, Bellatrix. Todos con sus miradas perdidas en un punto inexistente en el cielo.

Con una renovada rabia siguió adelante, pudiendo divisar al hombre delante de él. Con cuidado se plantó en frente, éste lo miraba directo a los ojos asegurando la poca piedad que tendría al matarlo, se alzó más orgulloso, con su varita preparada, cada quien dio diez pasos, su orgullo les gritaba que dieran una pelea a toda la regla, cuando cada uno volteó, sólo una expresión indescifrable había en las miradas. ¿Odio? Eso era seguro. ¿Pena? Tal vez sólo un rastro de ella.

Severus no esperó más, si iba a morir, ¿Para qué postergarlo? ¿Tiene sentido postergar lo inevitable? Mejor sufrir ahora y descansar después.

Así pronunció su maldición asesina, algo que no lo hacía estar orgulloso pero tampoco avergonzado.

El lord también dirigió su hechizo, implacable y certero hacia Severus, cada quien sumido en su propia lucha de voluntades, ¿Quién iba a ser el ganador? Era algo impreciso dado que ninguno de los dos tenía más valor, más poder o más miedo que el otro.

El Avada Kedavra, dos rayos verdes, dos deseos y una esperanza

Severus no supo cuándo impactó el rayo, sólo vio una enorme luz blanca traspasarlo, llenarlo de vida, transportarlo, alejarlo de la cruel realidad por un instante.

¿Así era la muerte? Porque entonces valía la pena morir. La paz era abrumadora, los ecos del mundo soñado ya eran cercanos cada vez más, pero ¿eso era la muerte? Dicen que: "Nada se aprende realmente si no es a través del sufrimiento"¿La muerte entonces no era un aprendizaje? Era sólo muerte, entonces no era tan mala, pensaba con un hondo pesar.

Claramente le resultaba decepcionante, pero qué más podía hacer, no había sentido frío o calor, miedo o tristeza, tampoco había sufrido dolor; ¿De qué quejarse? Si la muerte era tan placentera valía la pena estar muerto.

Respiró hondo. ¿Si estaba muerto por qué podía hacerlo? Definitivamente no era el momento para preguntas tontas, poco a poco la luz cedía y un horizonte se abría ante sus ojos.

¡Como describirlo!Era definitivamente hermoso, sus grandes montañas, sus frondosos árboles, la inmensidad de prado, la pulida plaza, el enorme castillo y una luz sobrenatural que recorría el lugar; esto no era normal, un lugar tan hermoso no podía existir, ¿o si?

Severus se movió un poco, quería sentir que lo que sus ojos le mostraban era real, parecía un sueño, irreal, hermoso y curiosamente agradable. Pero era verdadero, era tangible, era su paraíso.

Pero algo lo sacó de sus incoherentes pensamientos.

—Cuando vives como piensas, acabas pensando como vives –dijo con tranquilidad una voz dulce.

Severus volteó a ver de dónde provenía esa voz tan agradable; se sorprendió al ver a un hermoso "¿ángel?"mirarlo desde un arco de flores; parecía la entrada al lugar donde estaba; que era una plazoleta que resaltaba por su vivaracha fuente de luces brillantes.

El joven lo miraba con curiosidad más no con sorpresa, Severus caminó hacia él, lo que hizo sonreír al ángel, cosa que interiormente lo volvió loco. ¿Cómo entenderse? Tenía una extraña angustia pero a la vez una gran dicha de estar allí.

Al llegar a su lado éste lo miró, el mundo se paralizó unos instantes para él, sus ojos eran demasiado ¿encantados? ¿Ese verde era real?, nunca había visto algo tan comúnmente hermoso. No era el color lo que los hacía cautivadores, era el brillo de alegría que destellaban sin importar lo que observaran. Por un minuto no se sintió merecedor de tan bella mirada.

Era una droga, le resultaba imposible dejar de mirar esos hermosos ojos, pero debía decir algo ¿no? Tenía muchas dudas que necesitaban aclararse.

—¿Qué quieres decir con tus enredadas palabras? –Preguntó sintiéndose poco ante tanta belleza; ese lugar era mágico.

El ángel sonrió y le tendió una de sus finas manos, él dudoso la aceptó, cálida, como sólo debía ser esa piel. Siendo guiado hasta una banca, allí ambos se sentaron.

—Quiero decir, que no crees lo que ven tus ojos, pero si creyeras en lo que no puedes ver y desconfiaras de lo que crees, podrías creer en esto –respondió confundiendo a Severus–. Tal vez no sé explicarme –concluyó derrotado al ver la confusa miraba del hombre.

—Tal vez no sé escucharte –le replicó Severus para animarlo.

—Es bueno empezar a aceptar nuestros errores –comentó él simplemente-. Sólo quiero decirte que, aunque no lo creas, no estás muerto.

— ¿Acaso no es este el cielo? ¿Acaso no estoy frente a un ángel? –preguntó Severus sintiéndose más perdido.

—Tal vez estés frente a un ángel, pero este no es el cielo, algo tan vulgar como esto no se le puede llamar cielo –respondió sin más.

— ¿Vulgar? Lo único vulgar que pisa este paraíso es lo que tienes al lado –opinó él observando el lugar.

—Créeme, cuando llevas años viviendo en un paraíso terminas amando los defectos –Comentó el ángel sin perder su tranquilidad.

—No podría entenderte, yo he vivido en un mundo lleno de defectos y creo que aprecio este mundo perfecto –comentó con añoranza.

—Tal vez todo lo que veas te parezca perfecto pero no lo es –afirmó el ángel mirándolo-. ¿Acaso escuchas los pájaros cantar en algún lado? ¿Acaso escuchas el sonido del agua? ¿Sientes el sol quemar tu piel por algún lugar?

Severus miró el lugar y se dio cuenta de las faltas: El aire podía ser puro… el aire especial… pero no había cantos, no había el tranquilizador sonido del agua o el molesto sol brillar en toda su intensidad.

—No, no siento nada de lo que describes –contestó dándole razón-. Pero siento un aire más puro y una hermosa vista –apuntó al ángel.

— ¿De qué sirve un aire más puro si no habrá aves que lo disfruten? ¿De qué sirve un hermoso paisaje si no hay niños que lo adornen con su sonrisa? –respondió él mirando lo que para su vista era un vacío lugar.

—Entonces ¿Qué es esto, ángel? –preguntó Severus curioso al entender al joven.

—Esto es el limbo, aquí llegan las almas perdidas como tú, las almas que necesitan ayuda –respondió el ángel sonriéndole.

— ¿El limbo? Entonces no estoy muerto, ¿voy a volver? –preguntó curioso.

—No puedo responderte, porque no conozco las respuestas –respondió éste mirándolo-. Pero te llevaré ante los Ángeles Mayores, ellos sabrán qué decirte; pero primero te debes sanar, no sé cuales son tus absurdas creencias pero no puedo hacerlo con magia y aquí tu magia es inútil, así que deberás dejarme hacerlo al modo que ustedes llaman muggle.

—No le tengo miedo al dolor –respondió Severus levantándose al ver al joven hacerlo.

—Tus miedos son más fuertes que ese sentimiento tan mundano –respondió el ángel observándolo.

— ¿Cómo te llamas? –preguntó Severus sabiendo que no podía llamarlo 'ángel'.

—Tengo el nombre que quieras que tenga –respondió el ángel simplemente.

—Prefiero que tú lo elijas –replicó Severus ante eso.

El ángel lo miró y le dijo dándole una tímida sonrisa.

—Harry, me gusta ese nombre, me gustaría que me llamaras Harry –dijo él con alegría.

—Entonces, gracias por ser mi guía, Harry –respondió Severus siguiéndolo.

—No sólo seré tu guía, seré todo lo que quieras que sea –respondió éste con seguridad.

—Entonces serás mi amigo, es lo que necesito ahora, un amigo que me haga reflexionar con la verdad, uno como tú. Tú que ves todo de un modo distinto, uno que me haga pensar las cosas más simples. ¿Lo serás? –preguntó sintiendo el mar de preguntas pendiente despegar en su mente.

Harry volteó a mirarlo y le respondió tomándolo de las manos.

—Soy tu ángel, soy tu amigo, soy tu hermano, y soy tu amante si también lo deseas, pero no seré una mentira más en tu vida. –Concluyó Harry volviendo a caminar con su infinita paz.


Definitivamente la vida resultaba ser larga, ahora que en tan sólo minutos había visto lo que algunos esperaban años por ver, la belleza que habían presenciado sus ojos no tenía una comparación, esos cielos que pintaban de los matices mas extraños y cálidos que cualquier ojo hubiera visto, esos colores, era algo extraordinario estar allí, no podía dejar de observar todo.

Al llegar a lo que parecía ser un castillo, se quedó con la boca abierta apreciándolo un rato; todo era de cristal, las paredes, los pisos, sin embargo eso no lo hacía menos fuerte, menos resistente, menos hermoso, aun siendo frágil por naturaleza, el cristal lo hacía ver extrañamente imponente, demasiado irreal para la vista de un vulgar humano como él. No era merecedor de tanta belleza. Si le pondrían a elegir entre esto y el cielo seguro se quedaría con esto, si esto sólo era un abreboca no quería sentirse culpable por manchar algo tan maravilloso como debía ser aquello, definitivamente lo único que dañaba el paisaje era su simple presencia en tan mágico lugar.

Entró al castillo, era majestuoso, sus paredes a pesar de ser de cristal no reflejaban nada, ni los que pasaban ni los que estaban en cada estancia, era algo asombroso, pero ya no sabía cómo definir qué era más asombroso, el lugar, el joven de largos cabellos que lo acompañaba o el hecho que precisamente él tuviera el enorme placer de estar ahí "¿Era lo suficiente bueno para merecerlo?" Era una fácil cuestión en una apretada situación, no lo merecía pero estaba allí, nada podía ser cambiado.

Al llegar a una puerta que resultó ser un cristal de tintes más oscuros para poder ser diferenciada, el jovencito que había nombrado Harry le hizo pasar, ya nada podía asombrarle más, era una hermosa habitación, las sábanas de la gran cama eran de una fina seda blanca, la gran ventana le daba una espléndida vista al hermoso río que parecía estar por todo el lugar. Merlín, ¿cómo algo podía ser tan irrealmente hermoso?

Harry, que veía al hombre meditar, se sentó en la cama observando al de ojos de tormenta dirigir su atención al ventanal del lugar. Estaba extasiado, era tan perfecto, era tan hermosamente mortal, podía sentir la vida latiendo en cada parte de él; nunca entendería porqué el hombre observaba el vasto lugar como si fuera un sueño hecho realidad.

Severus se volvió para ver al joven sentando espléndidamente en la cama, esa era una sugerente vista, pero alejando tan absurdo pensamiento le preguntó:

— ¿Para qué hemos venido aquí? –sintiendo cada vez más su insaciable curiosidad.

Harry se levantó sonriente y le volvió a tender la mano, la cual el hombre miró dudoso por lo que suavemente le dijo:

—Yo no soy de tu mundo mortal, jamás he sentido la vida; no puedo timarte, no sé lo que es el engaño, soy incapaz de mentirte o siquiera traicionarte, no me temas, témele al mundo, témele a este lugar, asómbrate con irreal realidad, pero jamás me dirijas miedo en tus ojos, porque a quien estás observando es a tu ángel; antes muerto que dañarte. Cree en mí, por favor –fue la petición hecha por el perfecto muchacho de ojos verdes.

Severus tomó su mano e hipnotizado por esos ojos acarició sus largos cabellos con sus dedos, mientras, sin apartar un segundo su vista, le preguntó:

— ¿Tú eres real? –con esa adrenalina aumentado cada vez que se acercaba al delicado joven.

—No lo sé; tú me ves con los mismos ojos que ves tanta belleza -susurro refiriéndose al lugar-, pero no con los ojos de la verdad, esta belleza no es real, pero tú quieres creerlo, necesitas pensar que hay algo mejor que tu mundo, pero no lo hay, ni siquiera el cielo es algo tan bello como todo en lo que vives; crees esto hermoso porque nunca te haz dado cuenta de lo que tienes al lado; luchas por lo que amas, pero no amas por lo que luchas, entonces ¿Qué amas? Este lugar es sólo tu sueño realidad; pero es un simple sueño, no vale la pena soñar si no vives lo que sueñas.

—soy tan irreal como este lugar y es todo lo que mereces saber; te parezco hermoso, sumamente irresistible, pero sólo porque me ves con ojos de mortal impresionado; cuando me veas solamente por el placer de mirarme, te darás cuenta que no soy hermoso, ni siquiera real, mucho menos soy algo que puedes soñar. Eres tan mucho y yo soy tan poco, que hasta resulta injusto –dijo el ángel con algo que Severus le pareció muy real, dolor, que bien conocía a esa bestia.

El ángel caminó hasta una delicada mesa de cristal, allí estaban varios medicamentos que lo ayudarían a sanar; su mente estaba perdida, era cierto que todo hasta ahora era espléndido, pero de todo lo hermoso que había visto, ese joven lo resumía todo; sin embargo para él no había en ese lugar algo siquiera interesante, "¿Entonces tal vez no conocía lo que era hermoso?"Pero seguro que conociendo a ese joven no tardaría en averiguarlo. Pero su mente estaba cerrada a comprender el porqué Harry lo consideraba lo único realmente increíble del lugar, sinceramente no había nada que lo hiciera especial, nada que ese hermoso ángel no pudiera con creces superar.

Cuando el de ojos de ensueño se le acercó no pudo evitar volver a perderse en su mirada; Harry, que también se sumió en los ojos negros pero sin perder la tranquilidad o el hilo de sus pensamientos, le hablo:

—Quítate la camisa y recuéstate, si vas a sentir dolor siéntelo lo que tu llamas "cómodamente" –sugirió señalando la cama.

Severus se acostó sin rechistar la orden, se quitó la camisa dejando ver su pecho; algunas heridas de guerra se marcaban en él, casi se sintió avergonzado pero al ver los hermosos ojos de Harry brillar al observar cada marca como si fuera un trofeo, no supo qué sentir de sí mismo en absoluto.

Estuvo un rato soportando la molestia de los medicamentos que el joven aplicaba y de la caliente aguja que saturaba sus heridas; pero el dolor no era algo que lo impresionara o lo dañara de alguna manera; estaba acostumbrado a conocer a ese viejo enemigo.

Harry admiraba a ese hombre, podía sentir y prefería no regodearse de eso. Desearía poder sentir dolor por un segundo para saber hasta dónde llegaba la grandeza de ese mortal.

No podía ser más que un simple pasajero en la vida de Severus; aunque Severus fuera su vida, sabía, con tal vez demasiada certeza, que al final el único perdedor de esta lucha iba ser él. Hermoso sin sentido para serlo, un ser que no podía sentir nada en absoluto, vacío de sentimientos y sin conocer más que este injustificable paraíso; así era él; sin embargo, algunas vidas no tenían sentido; pero no podía quejarse, su sentido era él, Severus Snape, era la única razón para aguantar esa insufrible vida.

Al acabar, vendó cuidadosamente cada herida del cuerpo del mayor. Para luego quedarse observándolo con demasiada intriga"¿Cómo un ser tan lleno de lo que él no tenía, podía gustarle ese lugar tan sobrio y vacío?".

Decidió que algunas respuestas las daba el tiempo y se alejó del hombre que consideraba un mundo por descubrir; estaba intrigado, la misma ansia que tenía Severus por el limbo él la tenía por el hombre. Él tenía un motivo, Severus no tenía más que la absurda realidad que sus ojos estaban dispuestos a ver. Tal vez algún día se fijara que lo verdaderamente hermoso eran las razones por las que luchaba, las razones que lo mantenían creyendo en algo distinto a sus increíbles habilidades, ese algo que le hacía ver su mundo maravilloso totalmente simple; simple, así como él veía este paraíso.

Fue camino a la puerta y desde allí le dijo sin perder esa expresión de infinita paz en su rostro:

—No es el lugar, es todo lo que está en él, por eso te creeré; desde que pisaste este lugar, se ha llenado de vida. Hasta pronto, Severus –dijo en un tono bastante dulce a los oídos del hombre.

Severus suspiró, todo era tan diferente, tan extraño, por primera vez tenía miedo ha algo diferente a la muerte. Harry, ese era su mayor temor, era demasiado hermoso, tanto que desde que llegó y admiró sus cristalinos ojos, deseó con toda el alma no irse nunca. Tenía miedo de lo que podía llegar a sentir si estaba mucho tiempo ahí.

No pudo dormir lo que parecía en ese lugar noche, su mente se iba sin poder evitarlo a todo lo dicho por Harry, no encontraba la verdad de sus palabras, pero tampoco un rastro de mentira en sus ojos, le atormentaba saber que el ojos de esmeralda no era feliz.

No era nadie y no podía hacer nada, pero le gustaría que las cosas cambiaran un poco, demostrarle a Harry que la felicidad no era algo que podías alcanzar en el dolor o el sufrimiento; si no que la alcanzabas cuando estabas junto a personas como él.

Severus se incorporó en la cama. ¡Oh! Entonces las palabras de Harry tal vez sí tenían sentido, no era el lugar, era lo que había en él. Entonces "¿Qué tan importante era para Harry?" Tenía muchos deseos de que esa verdad no le fuera ocultada por el ángel, en realidad deseaba significar algo para él.


Sin saber cómo o porqué, Harry salió del que parecía su escondite privado en la habitación, había estado todo ese rato observándolo dormir tras las cortinas del ventanal, sonriéndole. Se sentó en el borde de su cama y con voz que le pareció sonar a preocupación le preguntó:

— ¿Te pasa algo, mi hermoso mortal? –dándole una de esas miradas que los traspasaban.

Severus lo observó y sin aguantar le preguntó:

— ¿Si tuvieras que elegir entre el cielo y yo, qué elegirías, Harry? –su ansiedad era latente en su voz; había sonado inseguro pero extrañamente emocionado.

—Qué poca comparación, eso no tendría ningún reto para mi, sin duda tú eres más importante que cualquier frígido cielo; rétame y siempre te elegiré a ti –pronunció con un extraño brillo en su mirada; ya Severus sabía que sólo estaba presente cuando decía algo verdadero, algo importante y sin saber porqué se sintió halagado, extrañamente querido.

Severus, sin ser dueño de sus acciones, se sentó delicadamente y fue acercando su rostro al del hermoso chico; estaba siendo seducido por esa mirada, era como si esa mirada sólo pudiera pertenecerle a él.

Cuando capturó los finos y suaves labios del ángel en un beso lo sintió temblar y gemir en su boca; Harry podía decir lo que quisiera pero de algo estaba seguro Severus, nunca algo tan bello y frágil como Harry podía ser vacío. Ahora más que nunca comprendió que ese lugar tal vez no era tan hermoso como él lo veía. Pero Harry y ese paraíso a sus ojos se parecían mucho; hermosos ante sus mortales ojos, pero llenos de secretos.

Al separarse de esos deliciosos labios, tuvo que enfrentar los ojos llenos de deseo del ángel mirarlo, sin embargo sólo sostuvo la vista hasta que Harry fue el que la apartó.

—Hasta tus besos son hermosos –comentó sin saber qué decir por primera vez en su existencia.

—No, Harry, lo único que ha hecho este lugar y momento hermosos, siempre haz sido tú –dijo sin rastros de duda.

Harry le dedicó una sonrisa que lo hizo desear hacerle allí mismo el amor, pero apartando sus pensamientos solo miró las mantas que lo cubrían.

Harry río haciendo que Severus se diera cuenta que eso era aun más bello que ver su sonrisa; levantando sus verdes ojos le dijo:

—Mi mortal preciado, apenas haz llegado y ya me desnudas con el pensamiento; vaya, si que me sorprendes –le dijo un ahora sonriente Harry.

Severus no tuvo la gracia de parecer avergonzado, sólo se limitó a darle una coqueta sonrisa mientras decía con voz ronca:

—Lo siento, tal vez no es el momento o el lugar, pero de ser por mí hace mucho tiempo que le hubiéramos dado más motivos a este lugar para brillar de hermosura -sin tener una pizca de vergüenza en su rostro.

Harry, dando un asomo de risa, le replicó:

—Si lo hubieras hecho, entonces me sentiría por primera vez que no soy parte sólo de la nada, si no que soy parte de ti –sin más se levantó yendo hacia la salida con una sonrisa iluminando su rostro.

Notas finales:

Gracias a Paola, Undomiel24 por betearme este fic, tú tambien eres lo maximo amiga!!

Como podrán ver es una realidad alternativa y es un fic, muy diferente a lo que he escrito hasta ahora, espero que aun así les guste. Gracias por leer.