—¿Alguna pista de su paradero? —cuestionó el espectro de Grifo a Lune, recibiendo una negativa como respuesta.
Hacía unas horas ya que no lograban dar con una pequeña alma. Era la siguiente y no podía posponerse. Aquella alma pertenecía a una pequeña niña de no más de dos o tres años, aparentemente se había escapado y era su deber buscarla.
—El señor Hades se enfadará con nosotros si se entera que el alma de esa chiquilla desapareció —apuntó Lune con expresión preocupada a su superior.
Minos le dedicó una helada mirada antes de seguir buscando por otro pasillo de Ptolomea.
—No desapareció, solo fue a dar un paseo… Mentalízate y la encontraremos más rápido —masculló el juez con fastidio.
Giudecca
Una pequeña niña de cabellos castaños, tez blanca y ojos color avellana se había colado hasta el lugar en donde residían los dioses gemelos. Lugar en el que se encontraba el mismísimo palacio de Hades. En la habitación que le pertenecía al dios del sueño, estaba un hombre de cabellos rubios y una larga túnica negra con bordados de oro. La pequeña se acercó a él algo temerosa y le jaló la túnica suavemente, logrando captar su atención.
—Un alma… ¿Qué haces aquí pequeña? —preguntó con sorpresa arrodillándose a su altura, sonriéndole con tranquilidad—. ¿Estás perdida?
La niña negó suavemente y se abrazó a la pierna del dios.
—¿Tienes miedo? —susurró acariciándole los cabellos con delicadeza.
—¿Sucede algo, Hypnos? —cuestionó el dios de la muerte, haciendo acto de presencia en el amplio salón del palacio. Era idéntico a su hermano, excepto en el cabello, negro como el ébano.
La pequeña alma al verlo se sintió profundamente intimidada, por lo que se escondió detrás del dios del sueño, mirando a Thanatos como si éste representara un peligro. Hypnos le guiñó el ojo a su hermano y al ver a la pequeña sintió su corazón ablandándose.
—¿Quieres que este apuesto dios del sueño te cuente una historia para que no tengas pesadillas? —preguntó con una sonrisa a la niña mientras la alzaba en brazos.
Thanatos rodó los ojos con fastidio, dio media vuelta y se estaba a punto de marcharse cuando las palabras de su hermano lo frenan.
—Aunque Thanatos es un excelente narrador de historias...
El aludido asintió con la cabeza, fulminando con la mirada a Hypnos, quién le entregó a la niña, de modo que ahora era el dios de la muerte el que la cargaba. La pequeña los miraba expectante.
—Toda tuya... —murmuró Hypnos en un tono meloso que detestaba su hermano.
El dios de la muerte dejó ver en sus ojos una chispa intimidante y sonrió casi por inercia.
—¿Por qué mejor no los dos? —preguntó con gracia, dejando a la pequeña sobre la cama de su gemelo.
Hypnos abrió la boca para protestar, pero la pequeña ya se había acomodado en el centro de la cama y los miraba ansiosa, paseando su mirada de Hypnos a Thanatos con una sonrisa tierna, a la vez que se cubría levemente con la manta. Ambos gemelos soltaron un sonoro suspiro de resignación.
—Había una vez... —comenzó Thanatos, sentándose a su lado. Pero se interrumpió al ver el ceño fruncido de la niña—. ¿Qué? Así comienzan las historias.
Hypnos negó con una sonrisa y luego Thanatos lo miró con fastidio, cruzándose de brazos.
—Por Hades, hazlo tú...
La chiquilla rio levemente, mirando a Hypnos con ojitos grandes y brillantes.
—Bien... —comenzó el dios del sueño—, hubo una vez un feo y horrible ogro llamado Thanatos—su gemelo levantó una ceja—, que vivía en un pantano solo y gruñón...
—Hasta que llegó un burro llamado Hypnos a fastidarle la... —interrumpió su gemelo.
—Ha, ha, ha—negó Hypnos con su dedo—, es solo una historia y tú te negaste a contarla primero, ahora te aguantas... —Thanatos abrió su boca y luego la frunció con molestia mientras cruzaba sus brazos...
La pequeña volvió a reír y se acercó gateando a Thanatos. Cuando llegó a su lado, lo abrazó con cariño mientras le sonreía dulcemente.
—Que no se te ocurra... —comenzó a murmurar el dios palmeando su cabecita—, no me gustan... Argh—la pequeña lo abrazó aún más.
—Oh, pero que ternurita—rio Hypnos—, creo que le gustas a la nena...
—Cállate y sigue con la mal... historia—masculló finalmente con un suspiro de resignación.
—Bueno... el ogro Thanatos...
—¿Es necesario que repitas tanto mi nombre? —preguntó zafándose de la niña, que lo ahogaba con sus brazos—, pareciera que te gusta...
Justo cuando Hypnos iba a contestarle, se escuchó un gimoteo y ambos observaron a la pequeña. Ésta miró a Thanatos con lagrimitas en sus ojos y un pucherito en sus labios. Luego gimoteó de nuevo y abrazó al rubio, escondiendo su rostro en el pecho del dios.
—¿Viste lo que hiciste? —reclamó el dios del sueño abrazando entre arrullos a la pequeña.
—Y ahora que... —rezongó Thanatos, mientras se levantaba de la cama y seguía a su hermano, quien ya se había puesto de pie con la pequeña entre sus brazos.
Lo siguió hasta la cocina y se sentó en la mesa.
—Ay ya, no es para tanto... —murmuró el dios quedamente en un tono suave haciendo que la niña deje de gimotear y lo observe—. Ven conmigo... —cedió finalmente ante el asombro de su hermano—. Yo te contaré una historia continuó mientras cargaba a la pequeña e Hypnos le preparaba una taza de leche caliente.
La niña se limpió las lagrimitas con sus manos, recostándose sobre el pecho de Thanatos, mirándolo atentamente.
—Hace 246 años existió un pedazo de...
—¡Thanatos! —grito su gemelo—, cuida tu boca.
—Ya... Ya… —sonrió sentándose en un cómodo sillón—, a ti no te molesta, ¿cierto, pequeña?
La pequeña le sonrió y negó con la cabeza a la vez que aplaudía.
—Comienzas a simpatizarme —murmuró Thanatos mientras alborotaba sus cabellos y la observaba reacomodarse en su pecho.
Por inercia comenzó a acariciar su espladita y continuó la historia sobre un loco italiano hasta que finalmente la sintió literalmente inmóvil y floja, se levantó con cuidado y la llevó, esta vez, a su cama... Aun no la había bajado cuando la niña tomó con su manito el brazo del dios y lo acercó a ella. Thanatos la observó con una ceja levantada, la niña brilló con una extraña luz a su alrededor. Gimoteó y se abrazó al brazo del dios, volviendo a tener una expresión apacible.
—¿¡Y ahora qué te sucede!? —preguntó mientras apartaba unos mechones que cubrían su pequeño rostro—, ¿quieres que llame a Hypnos?
La pequeña negó lentamente con su cabeza y le estiró los bracitos, pidiéndole que la suba.
—Ah no, no quiero cargarte de nuevo... —se negó cruzando sus brazos—, ¿si me acuesto contigo prometes quedarte callada?
La niña asintió, sonriéndole con ternura mientras aplaudía suavemente.
—Bien...
El dios de la muerte se recostó suavemente sobre su cama, al lado de la niña, pero la pequeña no lo dejo ni acomodarse cuando se lanzó sobre él, acomodándose como un gatito con frío entre sus costillas. Se abrazó a su pecho y se acurrucó contra él, sonriéndole con cariño.
—Y la niña de cabellos rubios se comió a los tres osos por haberla asustado, fin... —murmuró Thanatos, dando por finalizado el cuento, y se apartó con suavidad cerciorándose que esta vez estuviera totalmente dormida.
Suspiró con alivio y se encamino hacia la cocina, cuando chocó estrepitosamente con su gemelo al dar vuelta en una esquina. Entonces, escuchó un gimoteo proveniente de su habitación.
—¿Viste lo que hiciste? —acusó Thanatos casi en estado de shock—, acabo de dormirla —siseó con rabia —, eres un desconsiderado, idiota, insensato y apar...
Antes que pudiera seguir con su repertorio de apelativos "cariñosos", tanto él como la niña cayeron en un profundo sueño. Hypnos, motivado por su poca paciencia, no le había quedado más remedio que utilizar su fuerte cosmos y dejar a ambos dormidos. Su hermano en el suelo y la niña en la cama.
—¿Por qué no había pensado en esto desde el principio? —se preguntó mientras daba la vuelta y se devolvía a la cocina.
La pequeña despertó tiempo después, buscando a tientas algo o a alguien a su lado, frunció el ceño levemente al no encontrar nada.
La ventaja de despertar en la nueva era, traía consigo las ventajas tecnológicas, como por ejemplo: Televisión por cable. Hypnos se había preparado para disfrutar de una muy subida de tono película de acción, con una bandeja de palomitas y unas cervezas frías, tomó el control con parsimonia para subirle el volumen sin saber que a sus espaldas un par de ojitos lo espiaban. La niña miró a Hypnos con curiosidad, se acercó hasta él y procurando no delatarse, le robo unas palomitas con una sonrisa de satisfacción.
El dios observaba fijo la pantalla mientras el hombre de la película besaba ferozmente a una mujer, se relajó de nuevo acomodándose en el amplio sillón y metió sus manos de nueva cuenta en la bandeja. Detuvo su tacto al toparse con algo que no debería estar entre su comida...
La chiquilla, al sentir la mano de Hypnos, la retiró rápidamente y se escabulló detrás de él hacia la habitación de Thanatos, gateando con rapidez.
—¿Habrá sido una impresión? —se preguntó el dios girando con rapidez.
Él estaba seguro de haber mandado a dormir a la pequeña, levantó sus hombros, se acomodó de nuevo y regresó sus ojos a la pantalla…
Con un puñado de palomitas en sus manos, la pequeña niña volvió a la habitación de Thanatos con paso veloz, pero cuando giró el pasillo, se lo dormido al dios en el medio del mismo, por lo que se sentó a su lado, entre su pecho y el brazo, y comenzó a tocarle la mejilla suavemente con un dedo.
—¿Dadi? —murmuró mientras lo veía con atención, ladeando levemente su cabecita.
El dolor de cabeza, combinado con ese insoportable tanteo en su mejilla, era la cosa más horripilante que Thanatos estuviese dispuesto a soportar en su eterna vida. Sus ojos comenzaron a abrirse suavemente para toparse con unos redondos color avellana que lo observaban con una sonrisa.
—¿Dadi? —murmuró cuando logro escuchar las cortas palabras de la nena—. ¿Quién es Dadi? —se incorporó un poco para alejarse de la niña aun sentado en suelo y aprovecho para presionarse la sien con fuerza, lo que paso continuación no se lo esperaba…
—¡Dadi! —exclamó la niña para luego lanzarse a abrazarlo y besarle la mejilla con cariño y ternura.
—Te llamó papi… —señaló Hypnos, que se acercaba a sus espaldas—, ¡soy Tío! —se emocionó el dios del sueño.
Mientras, en el suelo, Thanatos repasaba mentalmente si de verdad sería posible que esa criatura tan dulce y chillona fuese sangre de su sangre. La apartó con rapidez y la cargó como cachorro de gato entre sus manos. Suficiente tenía con su hermano gritando a sus espaldas que era tío. Se detuvo y le entregó la niña a Hypnos.
—A ver dulzura... ¿Cómo se llama este hombre?
La pequeña miró atentamente a Hypnos y luego lo abrazó efusivamente.
—¡Io! ¡Io Inos!
—¿Que carajos es eso? —ambos hermanos se voltearon a ver con su ceño y estrella fruncidos.
—A ver hermosa —continuó Hypnos—, ¿cómo me llamaste?
La niña miró de nuevo al dios y le besó la mejilla para luego acomodarse entre sus brazos.
—¡Io Inos!
—No sé de qué rayos está hablando —susurró Hypnos entre dientes.
—¿Será algo de comer? —se cuestionó Thanatos—. ¿Un peluche?
Ambos observaron a la niña.
—¡Io Inos! —exclamó la nena haciendo un mohín mientras miraba a Hypnos.
—Imbécil —habló Thanatos dándole una palmada en la nuca a su hermano—, es tu nombre... ¡Tío Hypnos! ¡TÍO! —de repente endureció su rostro y volvió a ver a la niña —, no, no, no, hermosa... Yo no soy tu...
La pequeña extendió sus bracitos hacia Thanatos con los ojitos brillantes.
—¡Dadi!
La risa de Hypnos se dejó escuchar por toda Giudecca al igual que los gruñidos de Thanatos, acoplados a los gritos de felicidad de la niña.
—No, no, y no... No volveré a cargarte estar seguro de tu procedencia —la mirada de reproche de su hermano no se hizo esperar —, ¿tú también llorarás?
—Deja de ser tan grosero Thany.
—No me llames Thany... —murmuró apretando los puños con cólera—. No perdamos más tiempo y cambien esa cara. ¡Los Dos! —exclamó con rabia.
La niña se asustó por el grito del dios y se acurrucó contra Hypnos ocultando su pequeño rostro en su pecho, soltado un par de lagrimitas.
—Ya... Ya hermosa… —arrulló Hypnos con suavidad mientras la mecía—, Tío Hypnos no te gritará como ese horrible y...
—Somos gemelos, payaso...
—Horrible y gruñón Papi...
—Que no soy su... ¡Ah! —rezongó el dios de la muerte caminando hacia la salida del gigantesco templo—. Andando, si me dice Dadi, por ahí habrá alguna alma a la que le diga mami y nos liberaremos de ella...
Hypnos se detuvo y frunció el ceño con disgusto.
—Pero...
—Pero nada, andando.
—Io Inos... —gimoteó la pequeña abrazándolo con fuerza.
—Ya princesa...
—¿Princesa? —se giró Thanatos con una mueca de incredulidad en su rostro—, ahora es princesa...
—¡Solo mírala! —dijo Hypnos, alzándola en el aire—, hasta se parece a ti —pero luego frunció el ceño mientras la bajaba y la acomodaba entre sus brazos nuevamente—. Un momento... Se parece a Pandora —murmuró—, Thanatos tú y...
—¿Thanatos y quién? —se escuchó en la entrada del templo.
Los tres se estremecieron antes de voltear hacia atrás. La niña afianzo su agarre a Hypnos mirando con sorpresa a la persona detrás de él y volvió a gimotear inquieta.
—Señor Hades... —saludaron ambos dioses con una breve reverencia. Hypnos colocó a la infante en el piso y ambos se asombraron de su reacción.
Al ver mejor quien era la persona que estaba frente a ella, la pequeña sonrió ampliamente y se acercó gateando a Hades. Una vez en los pies del dios del inframundo, trepó por su túnica hasta estar parada y le tiró los bracitos para que la suba. El dios sonrió y tomó la niña en brazos.
—Finalmente te encuentro Hika-chan.
—¿Hika-chan? —dijeron al unísono los gemelos—, pero mi señor Hades… —ambos dioses hablaron de nuevo al mismo tiempo y se tiraron miradas furiosas—, yo... —de nuevo juntos—, él ... —una vez más en coro.
—Ya cállate —se adelantó Thanatos tapando la boca de su igual—, mi señor Hades yo...
Pero el dios mayor alzó su mano para tomar la palabra.
—¿Te han cuidado bien estos hombres, mi pequeña almita? —ambos dioses guardaron silencio mientras miraban a la chiquilla.
La niña sonrió y apuntó a Hypnos.
—¡Io Inos! —rio risueña, abraza a Hades con cariño y le estira los bracitos al dios de la muerte—, ¡Dadi!
—Así que fueron buenos contigo… —sonrió Hades caminando hacia su trono con la niña en brazos.
Los dioses se voltearon a ver y siguieron al señor del averno en silencio. Lo vieron sentarse, colocar la nena en el suelo y sacar de la nada un par de muñecos muy curiosos que hicieron abrir a los gemelos sus ojos de par en par. La pequeña jugaba con unos muñecos idénticos a los dioses gemelos. Luego se puso de pie lentamente, dio unos torpes pasitos hacia atrás y justo cuando estaba a punto de pisar en falso uno de los escalones, Thanatos se lanzó para atraparla y tomarla entre sus brazos observando fijamente a la niña casi sin parpadear. Hades observó a Hypnos pero el dios del sueño se había tomado la molestia de tomar el muñeco que se le parecía y estudiarlo con lentitud, entrecerró sus ojos y se decidió a bajar hasta colocarse al lado del moreno y acaparar la atención de la niña que cargaba. Esta comenzó a sollozar del susto y hundió su rostro en el pecho de Thanatos, con el corazoncito palpitándole con fuerza.
La inexperiencia del dios de la muerte sumada a la búsqueda de protección en su pecho por parte de la nena, hacía de la imagen una escena conmovedora.
—Ya... Princesa… —murmuró Thanatos con ternura. Su hermano se mantenía impávido—. ¿Te asustaste?
La niña alzó su mirada levemente y lo miró con los ojitos cristalizados.
—¿Dadi? —susurró suavemente.
—Dadi... —murmuró sin saber muy bien por qué, mientras acariciaba con suavidad las mejillas regordetas de la niña.
A su lado, Hypnos dejó el muñeco que observaba a un lado y se acercó a su hermano para ver y escuchar la afirmación con mejor claridad. La pequeña le sonrió con inocencia y lo abrazó por el cuello mientras hipaba suavemente a causa del llanto anterior.
—Mi señor... —habló Thanatos con la niña en brazos—, si me permite debo recostar a la niña... Hoy ha sido un día muy agotador para todos —hizo una breve reverencia y salió del lugar.
—Hypnos... —el gemelo se acercó al rey del inframundo e inclino su rostro—, vigila a tu hermano y hazlos dormir... —el dios del sueño levantó una ceja.
—Pero mi señor Hades... ¿Ya…?
—Sí, ya mismo...
Mientras tanto en la habitación del dios de la muerte, la pequeña respiraba resentida mientras Thanatos la recostaba entre sus almohadas. Aunque una chispa de paternidad había florecido de la nada aún no estaba seguro de por qué esa niña creía que él era su…
—Dadi… —murmuró tras una sonrisa el dios.
—Dadi... —musitó la chiquilla con voz adormilada. Con una manita tomó un mechón de cabello de Thanatos y lo pasó por entre sus dedos riendo suavemente.
Hypnos entró en silencio para no interrumpir la tan conmovedora escena. Se hizo del otro lado de la cama y observo a su hermano acariciar a la niña.
—¿Y si le preguntamos a la señorita Pandora?
—¡Dioses gemelos! —se escuchó su voz.
—Como caída del averno… —murmuró Thanatos con desprecio, pues el grito de la joven Heraldo había causado de nuevo un extraña situación.
La pequeña se estremeció de una forma no muy agradable y tomó la mano de Thanatos con fuerza.
—Hika-chan, ¿estás bien? —preguntó Hypnos en un tono de frustración compleja—, ¿algo le sucede?
Thanatos presionaba con la misma intensidad la mano de la pequeña, Pandora se mantenía alerta y lejos, observando con cautela cada movimiento. La niña miró a Pandora con algo de miedo, luego a Thanatos con sus ojitos cristalizados y le pidió que la suba, estirándole los bracitos.
—Ven acá linda... —murmuró el dios ante el evidente temor con que la niña observaba a la heraldo—, ¿esa mujer te asusta?
La pequeña asintió lentamente al mismo tiempo que una lagrimita se escapaba por uno de sus ojos, luego abrazó a Thanatos por el cuello fuertemente. Le pareció escuchar a la niña decir algo, la apartó y limpio sus mejillas, Hypnos se acercó en silencio.
—¿Dijiste algo, hermosa? —preguntó el dios del sueño.
—Mala —gimoteó la pequeña mirando de reojo a Pandora, luego escondió su rostro en el cuello de Thanatos, hipando levemente.
—Bruja... —Pandora levantó una ceja al escuchar a Hypnos y cruzó sus brazos mientras agitaba un pie de forma irritante—. Aléjate de la niña, la asustas...
—Vine por ella, Hypnos... —siseó la adolescente—, Minos manda por esa niñita... Está extraviada.
—Sabemos que esta extraviada —esta vez fue Thanatos, con la nena en brazos—, ¿para qué la quiere?
—Su hora de reencarnar ha llegado —continuo la joven—, no tarden en llevarla —se despidió finalmente al ver que ninguno de los dioses movía una sola de sus manos para devolverla.
La pequeña negó con la cabeza y miró a Thanatos con lagrimitas en sus ojos.
—¡Dadi! —gimoteó aferrándose a él con desesperación.
Pero aunque su llanto lo conmovía, sabía que no podía interferir en el eterno ciclo de la vida, intuía que la niña seria posiblemente alguien lleno de éxito todo estará bien... —murmuró Thanatos—, yo la llevaré —dijo caminando hacia salida aun escuchando los gimoteos incesantes.
—Yo te acompañare... —dijo Hypnos poniéndose de pie y acercándose a su hermano, tragando con dificultad cada gesto de negación de la pequeña.
La niña negaba fervientemente con la cabeza, sollozando y abrazándose a Thanatos como si fuera su tabla de salvación.
—¡Dadi! —sollozó ocultando su pequeño rostro en el pecho del dios.
—Todo estará bien, hermosa —susurró el dios ante la puerta de Ptolomea.
Dentro, Minos y Lune sostenían un mapa y guardaron silencio ante el llanto de la niña que Thanatos cargaba.
—Hika-chan... —murmuró el juez de Grifo.
Trató de tomarla entre sus brazos, cuando la pequeña lo apartó de un manotazo y se refugió aún más en los brazos del dios de la muerte, con sus ojos llorosos.
—Oh… Vamos, hermosa —habló Minos en una ronca y suave voz—, es hora de crecer vas a ver que hermosa familia te hemos encontrado...
La pequeña lo miró con desconfianza y afianzó aún más su agarre con Thanatos.
—Dadi... Do quero... —sollozó en su hombro.
—Minos... —habló en un tono casi quebrado el moreno—, ¿no podemos dejar esto para otra ocasión? —Minos negó.
—Hay que decir adiós... —murmuró al su lado el dios del sueño.
—Papi volverá por ti, princesa...
La niña volvió a negar con la cabeza y miró a Hypnos con su vista anegada por las lágrimas.
—Io Inos... —volvió a sollozar.
—Hay no... —murmuró Hypnos acariciando su cabellera—, no estés triste... Los dos iremos por ti, ya verás... No nos lo pongas difícil, princesa.
Minos y Lune se observaban casi con pesar.
—Ponla a dormir... —murmuró finalmente el albino mayor y ambos dioses se voltearon a ver.
La niña abrazó a Thanatos aun llorando y besó su mejilla. Después le estiró sus bracitos a Hypnos. El dios de la muerte la besó en la coronilla para luego abrazarla con ternura, acunarla y dejar que su gemelo la sumiera en un plácido sueño.
—¿Dónde renacerá? —se atrevió a preguntar el dios de la muerte realmente conmovido.
—Latinoamérica —contestaron Minos y Lune al unísono.
—Estará bien, ya verán —finalizó Minos.
15 años después…
Thanatos ojeaba una página en Internet buscando un libro para leer y al mismo tiempo masticaba unas papas tostadas. De repente, sus ojos se abrieron de par en par... "Queridos escritores de Fanfiction" ¿Hikari-Moonligth? ¿Acaso...?
La joven escritora estaba degustando una chocolatada caliente a la vez que trataba de combatir el duro frío del invierno, mientras pensaba en lo próximo que escribiría. Sin saber que era observada.
El frío les calaba los huesos, pero aun así tenían que cerciorarse si esa escritora tan ingrata era la misma Hika-chan que les había hecho un huracán de emociones años atrás.
—Y...Yo...T...T...Te dije que... —los finos labios de Hypnos temblaban con el clima de la ciudad impidiéndole formar una frase completa—, Than... Than... —el gemelo de éste siseo con disgusto ante los trabalenguas de su hermano.
Thanatos no había salido del Inframundo solo para ver, él tenía que acercarse a como diera lugar, aunque su bajo nivel de cosmos -para evitar ser detectado-, lo único que le brindara era la posibilidad de evitar caer en un estado de hipotermia, no podía echarse atrás, tenía solo una oportunidad y no la iba a desperdiciar. Se acercó a dónde la joven tecleaba sin parar y se aproximó a su oído.
—¿Hika-chan? —susurró mitigando la emoción.
La muchacha sintió su corazón comenzar a latir a un ritmo muy acelerado. Se quedó estática, sintiendo como de nueva cuenta el frío abrazaba a sus dedos inmóviles sobre el negro teclado de su notebook. Nerviosa, negó sutilmente con la cabeza creyendo que había sido solo su imaginación. Se puso los auriculares sin querer voltearse, solo por precaución, y encendió la música al máximo volumen. Desde pequeña había sido muy receptiva espiritualmente y en ocasiones, la aterraba que de repente se le pudiera aparecer un fantasma.
Thanatos suspiró pesaroso, y dio media vuelta no sin antes voltear una última vez hacia la joven, su hermano lo observó entre frustrado y esperanzado, pero le negó con su cabeza, un breve murmullo los detuvo a dar un paso más...
—Lo que daría por conocer un dios... Como Thanatos... O Hypnos... Incluso a Don Jugo —la muchacha rió divertida.
Luego suspiró dramáticamente, se echó hacia atrás en su silla y estiró sus brazos. Cuando abrió sus ojos, de la impresión olvidó sostenerse con sus pies por debajo del escritorio, provocando que la silla se le fuera demasiado atrás, cayendo irremediablemente al suelo con un fuerte estruendo.
—¡Au!
Como cuando era niña, el dios de la muerte se acercó, su hermano trato de detenerlo pero él fue más rápido. No le importó que estuviera en su habitación o por le menos a Hypnos le pareció que no lo recordaba.
—¿Estas bien, Hika-chan?
La joven volvió a abrir sus ojos luego de frotarse la cabeza en la zona del golpe y aun desde el suelo se quedó viendo al hombre frente a ella.
—No jodas... —murmuró pasmada—, ¿Thanatos? —pestañeó varias veces y se frotó los ojos— ¿no estoy soñando? ¿Ya morí? Ay no... ¡Ya me volví loca! —exclamó sosteniéndose la cabeza con ambas manos, manteniéndose en el piso.
—Tranquila —sonrió el dios—, no estas muerta...
—No entres en pánico —murmuró Hypnos acercándose con suavidad.
Ambos le ayudaron a levantarse y la observaron de arriba a abajo, como esperando escuchar alguna nostálgica frase.
—¡Hypnos! —exclamó con los ojos muy abiertos—, es oficial... Me volví loca, estoy soñando o le pusieron algo a mi comida y ahora alucino...
Se los quedó mirando como si fueran la octava maravilla del mundo.
—No nos recuerda —murmuró Hypnos aprovechando la fascinación de la joven—, sabe nuestros nombres pero no nos recuerda...
Thanatos limpio su garganta y se acercó de nuevo.
—Hika-chan... ¿Ya no hay mas Tio Hypnos o papi Thanatos? —de nuevo, dio un paso hacia atrás en espera de su respuesta.
La jovencita se sonrojó aunque lo miró sin entender mucho.
—Yo no... Ustedes... —balbuceó sin entender.
Luego, de golpe, comenzó a ver imágenes en su cabeza. Una niña pequeña, a los dioses gemelos, incluso a Hades y por último, como si viese a través de los ojos de esa niña, el rostro de Thanatos e Hypnos. Sus ojos se inundaron de lágrimas y se mareó, levemente acongojada.
Ambos dioses se observaron con temor, pudieron apreciar casi la misma reacción que ocasionó Pandora cuando llegó por ella, el primero en sucumbir ante la muestra de dolor en los ojos de la adolescente fue Thanatos, quien se arrodilló a su lado y le acarició con ternura su largo cabello castaño.
—Todo está bien princesa... —susurró afianzando un fuerte agarre en sus manos—, hemos vuelto como lo prometimos...
—Ustedes... De verdad lo hicieron... Volvieron... —los miró con los ojos anegados en lágrimas y abrazó a Thanatos. Con una mano tomó del cuello de la túnica a Hypnos y tiró de él para sumarlo al abrazo.
Los gemelos finalmente se regocijaban de tenerla de vuelta, aunque no la podían llevar consigo hasta el Inframundo, les bastaba que los recordara, aun en sus divertidas y extrañas historias.
—Te extrañamos, Hika-chan — murmuró quedamente el dios del sueño.
—Y yo a ustedes, par de ingratos —rio levemente y los abrazó aún más fuerte—. No fue justo, yo no quería irme —se separó un poco y los miró con algo de reproche—, ahora me estoy congelando al mejor estilo Degel, en verano pareciera que estoy a punto de morir calcinada, casi muero atropellada por un coche y... Y... Y... —su voz se quiebra—, ¡no tienen idea de lo mucho que me hicieron falta! —exclamó para luego volver a abrazarlos.
Ambos sonrieron y la estrujaron aún más fuerte, como si quisieran que aquel abrazo durara toda la eternidad.
—Pero mírate —dijo Hypnos y su gemelo también la observó estudiando cada uno de sus rasgos—, eres una chiquilla enorme.
Thanatos asintió y acarició su mejilla.
—Aun... Te sigues pareciendo a... —el dios de la muerte perdió su voz con el codazo de su igual—, una princesa... Sí, princesa...
—Nos alegra tenerte de vuelta... En serio, solo esperamos que nuestra... —pero Hypnos guardó silencio, ahora la chica los observaba con el entrecejo fruncido—, ¿pasa algo?
—Llévenme con ustedes, no acepto un no por respuesta —se cruzó de brazos y se los quedó mirando muy resuelta—. Me lo deben por apartarme de ustedes en contra de mi voluntad.
Eso jamás se lo esperaban tan rápido, y lastimosamente, fue lo primero que les advirtió Minos: "Por todo lo que más quieran... No la hagan recordar, puede ser peligroso y comprometedor". Ahora estaban en un dilema, llevarla consigo conllevaría a un estallido de protestas por parte de los jueces y espectros, debían ser inteligentes… ¿Llevarla oculta?
—¡Ay vamos! ¡Ustedes son dioses! No es como si le tuvieran que rendir cuentas a alguien que no sea Hades... —dijo como si leyera sus pensamientos, con un mohín.
—Tiene razón, Thanatos... Aunque —murmuró el dios del sueño mientras maquinaba a toda velocidad un plan para escabullirse y no meterse en problemas—, iras con nosotros Hika-chan — dijo finalmente extendiendo su mano y presionando con fuerzan la de la joven que sonreía al obtener lo que tanto añoraba—con una condición...
—Dormirás junto a nosotros —completó Thanatos leyendo los planes de su hermano—, y nos contarás como ha sido tu vida en esta tierra...
—No podrás ver a tu familia actual de nuevo...
—Y regresaras en otra reencarnación...
—¿Segura que quieres ir?
La chica los miró con algo de duda pero finalmente asintió con la cabeza.
—Solo les quiero pedir un favor... ¿Pueden hacer que nadie me recuerde? No quiero que mis seres queridos sufran por mi ausencia... —musitó con voz suave.
Ambos dioses de observaron, la chica era perspicaz, audaz y en definitiva no había perdido su encanto manipulador.
—Princesa... —cuestionó Hypnos—, ¿en verdad eso es lo que quieres?
—Podemos ir y venir cuantas veces quieras... —Thanatos tomo su mentón y la obligó a verle a los ojos—, Hika-chan... Luego de esto no hay marcha atrás...
La joven los miró con dulzura y asintió.
—Iré con ustedes, desde un principio no quería venir... Creo que mi parte junto a mi familia aquí ya está completa—les sonrió ampliamente y agregó—: además, me meterían a un loquero si le dijera a mi madre "saldré a dar un paseo con dos dioses, vuelvo a las seis"—rio divertida y los abrazó—, los extrañé mucho...
Finalmente les había ganado de nuevo, y sin más ruegos de por medio, Hypnos durmió a la familia y los recuerdos de la joven se volvieron para ellos una simple fantasía, una extraña chica misteriosa que llenaba alguna escena peculiar de algún recuerdo perdido…
—Listo... —anunció el dios del sueño.
Y sin perder más tiempo, Thanatos abrió un portal por donde finalmente desaparecieron rumbo a casa, su verdadero hogar junto a los dioses gemelos…
¡Tachan! :D ¿Qué les pareció? xD
Ese raro fic salió de la nada en una conversación por chat en Facebook xD
Luego de haber "concluido", con geminisnocris tuvimos la idea de subirlo a FF jajaja, yep, con ella escribimos este fic :3
Hasta ahora llevamos dos capítulos contando este xD Sé lo que estarán pensando... "¿Un fanfic contigo como protagonista?", yo me estoy haciendo esa pregunta aun ahora xD Es bien raro, MUY raro, leer tu nombre, o en este caso, seudónimo en un fic xD Pero le puedo echar la culpa a geminisnocris por la trama, yo lo que mayormente hacía era escribir mis diálogos y determinadas acciones :3
Tenía la idea de que ella subiera el fic a su cuenta, pero se ve imposibilitada de hacerlo por culpa de Rada. Y no el juez, sino su conejo jajaja.
Espero que les haya gustado!
Dejen reviews! Ya saben como funciona la cosa acá, sin reviews no hay comida en la mesa! :c (? Ok, no tanto xD
¿Que dicen? ¿Quieren ver lo que sucedió después? :D Los saluda: ¡geminisnocris y Hikari-Moonlight!
Kisses~
