El amor de un príncipe y su princesa: Un camino lleno de desafíos.

Ya había pasado cierto tiempo de la revelación que William Albert Andrew había hecho de ser el bisabuelo, además del príncipe de la colina y Candy sentía un gran deseo de volver a verlo. En ese momento unos brazos la rodearon por la cintura, sin duda era él conocía esos fuertes y bien formados brazos, se giró y se encontró con sus bellos ojos azules de nuevo.
Albert: Hola pequeña -sonriendo le acarició la mejilla- te extrañe demasiado y vengo a pedirte que vuelvas conmigo.
Candy: Albert me encantaría, pero...
Albert: Te preocupa el que dirá la gente cierto -la miró fijamente a sus bellos ojos verdes- si tú me aceptas Candy en este mismo momento anulo la adopción y te presento a la sociedad como mi prometida y no como mi hija adoptiva -sonrió sin dejar de mirarla- que dices aceptas?
Candy lo miró fijamente por algunos minutos que a él le parecían horas, finalmente Candy rompió el silencio y sin dejar de ver aquellos hermosos ojos azules dijo:
Candy: Con toda mi alma mi príncipe -se abrazó a él escondiendo su bello rostro en su pecho- te amo Albert.
Albert: Gracias princesa hermosa -sonrió levantando su rostro y la besó tiernamente sin darse cuenta de que alguien se aproximaba-
Hna. María: Candy, Sr. William -gritó dejando caer las bolsas que traía en las manos al suelo por la impresión- qué están haciendo por Dios.
Ellos se separaron de inmediato y se sonrojaron, mientras Candy levantaba las bolsas del suelo, Albert se aproxima.
Albert: Lo siento hermana María -la miró fijamente- pero yo amo a Candy y pienso casarme con ella.
Ella no podía creer lo que escuchaba y menos con la noticia que le llevaba a Candy, la hermana María acababa de dejar a Terry Grandchester en la casa charlando con la señorita Pony y por la prisa olvidó dejar las bolsas en el hogar.
Candy: Hermana María yo también lo amo y quiero compartir con Albert el resto de mi vida -dijo decididamente-
Hna. María: Terry está aquí...
Fue lo único que logró decir después de tal confesión por parte de ambos. Regresaron todos juntos al hogar sin decir palabra alguna, el pensamiento de Albert era: por qué ahora que empiezo a ser feliz regresa, suspiraba hundido en un gran pesar, su felicidad ahora pendía de un hilo y no sabía qué hacer, no quería perder a su princesa.
Por su parte Candy no podía creer lo que escuchaba al entrar y ver a Terry su corazón latía con una rapidez que le asustaba.
Candy: Qué haces aquí Terry -dijo nerviosa y confundida- por qué ahora...
Terry: Qué haces tú aquí Albert -lo miro fijamente y luego a Candy- he venido por ti te amo, no concibo este mundo sin ti, sin tu amor -se acercó a abrazarla-
Albert: Vine por mi novia -le dijo evitando que la abrazará metiendo el brazo- ella ya tomó su decisión- lo miró a los ojos con coraje.
Terry: Candy es cierto eso -la miró con tristeza- contéstame por favor y tu quítate de enfrente antes de que olvide que eres mi "amigo" -decía furioso - valiente amigo -dijo sarcásticamente.
Candy: Por favor dejen de discutir -los miró sin saber que decir- yo... yo no sé que decirte Terry estoy ahora con mi príncipe de la colina -dijo mientras miraba a Albert que se interponía entre ellos y comenzó a llorar-
Albert contenía el coraje ante las palabras de Terry y abrazó a Candy al verla llorar. Terry furioso al ver la escena lo separa de ella y se le deja ir a golpes ante la mirada atónita de todos, Candy no sabía que hacer y en un intento de calmar a Terry que no dejaba de golpear a Albert fue arrojada contra la pared golpeando su cabeza, ella quedó completamente inconsciente, ante este hecho Albert que no quería lastimar a su amigo se convirtió en una fiera que lleno de dolor desquitaba su coraje, hasta que reaccionó y dejo a Terry para tomar en sus brazos a su amada subiéndola al coche y Terry llevaba a los demás en el suyo.
Después de algunas horas Candy empezó a reaccionar en el hospital y preguntaba desesperada donde estaba y por qué no podía ver nada. Todos se llenaron de tristeza y temor por lo que escuchaban y el doctor Martin la revisaba con preocupación.
Albert: Doctor -hizo una pausa -qué ocurre -terminó afligido y abrazo a Candy que no reconoció la voz -
Candy: Suélteme quién se cree que es -forcejeaba y es que en realidad no recordaba nada-
El doctor seguía analizando a la paciente con cara de preocupación y decide administrarle un calmante, ella se duerme enseguida.
Dr. Martin: La joven sufrió un cebero trauma tras el golpe -los mira- no sé cuánto tardará en recuperarse en realidad, por lo pronto tendrá que permanecer aquí por dos días para ver como evoluciona y ustedes deberían de ir a que los curen y descansar -les dice serio-
Albert: No, no puedo -lo miro- necesito estar con ella, por favor doctor.
Terry: Yo tampoco puedo dejarla, es mi razón de ser -suspiro tristemente-
Las mujeres que los acompañaban salen del lugar y regresan al hogar de Pony en silencio, pidiendo a Dios en sus mentes que todo mejorase para su pequeña Candy.
En el hospital Candy comienza a reaccionar y empieza a percibir leves sombras pero no ve claramente.
Candy: Dónde estoy –susurraba con cierto temor- qué ha pasado.
Albert que intentaba descansar se incorpora de inmediato y se acerca corriendo tomando su mano.
Albert: Candy dime por favor que me recuerdas – dice llorando- soy tu príncipe mi princesa.
Terry los ve desde lejos y comprende que ahí sale sobrando y se marcha de la habitación, se queda un momento afuera y golpea la pared alejándose sin parar de llorar, regresa al lado de su esposa Susana Marlow y a la actuación que es su vida.
Mientras tanto en el hospital…
Candy: Calma Albert –le dice sonriendo- estoy bien… -dice ocultando su ceguera para no preocuparlo- tú cómo estas, Terry no te lastimó.
Albert: No tranquila soy muy fuerte –intenta bromear, se da la vuelta y ya no ve a Terry, siente un gran pesar por su amigo, porque a pesar de todo para el Terry sigue siendo su amigo y se queda pensativo-
Sin soltar a su amada Candy se da cuenta que algo no está bien del todo.
Albert: Candy -la a los ojos y se da cuenta de que no lo mira - Oh Candy por qué no me lo dijiste amor.
Candy: Perdón Albert -suspiraba- no quería preocuparte más, además estoy segura de que pronto pasará.
Albert: Candy ahora yo cuidaré de ti mi princesa.
Candy: Gracias mi príncipe -busca con sus dedos los labios de su príncipe de la colina y lo besa sonriendo- te amo Albert.
Albert: Te amo mucho más mi pequeña Candy -dice correspondiendo aquel dulce beso-
Después de un rato llega el doctor y la revisa de nuevo.
Dr. Martin: Su cerebro se inflamó por el golpe, espero que al bajar lo inflamado recupere su vista -dijo dejándolos solos de nuevo-
Candy: Ve señor William que no debe preocuparse -dijo en tono de broma-
Albert: Pequeña pecosa -sonrió-por eso te amo tanto linda.
Aún así Albert sentía una enorme angustia en su pecho, cómo era posible que una chica tan buena sufriera tanto. Hundido en sus pensamientos se fue quedando dormido al lado de su pequeña pecosa como solía llamarla.
Pasados los dos días, Albert lleva a Candy a Lakewood para cuidar de ella en la mansión. Dorothy así como sus amigas Annie y Paty son llamadas por Albert para encargarse del aseo personal de su amada.
Albert: Candy estarás en la habitación más amplia y cómoda de la mansión. Mande poner dos camas más para que tus amigas duerman contigo y así puedan cuidar mejor de ti -la miraba triste- ojalá fueras mi esposa para cuidarte yo mismo mi vida.
Candy: Muy pronto amor -sonrió dulcemente- bueno siempre y cuando aceptes a esta pobre ciega que te ama.
Albert: No digas tonterías Candy -la mira serio a sus tan hermosos ojos verdes- así como tú me aceptaste una vez con amnesia, así te acepto a ti preciosa.
Sube con ella en brazos hasta su habitación, donde ya los esperaban sus tres amigas y Archie que no daba crédito a lo que veía.
Archie: Candy -suspiró- ahora tú, cuándo llegará la calma a esta familia.
Albert:Por favor Archie no es el momento.
Candy: Tranquilos estoy bien es pasajero ya verán que antes de lo esperado volveré a ser la misma.
Annie: Candy -con lágrimas en los ojos la abraza al tiempo que Albert la deja sobre la cama-
Paty: Si es verdad -los intenta calmar aguantando el llanto- Candy tiene razón pronto estará bien es una chica fuerte.
Los amigos se veían unos a otros y Albert sale tomando a Archie para que lo acompañará a su despacho. Ya en el lugar le pide que vaya a Chicago y preparé todo para la presentación en sociedad y poder así tomar el control familiar, con ello pretendía que nadie pudiera interferir más en sus decisiones y menos en su boda ya que quería casarse lo antes posible con Candy, Archie aceptó debido a que deseaba ver a su gatita feliz, se marchó enseguida y comenzó a preparar todo a su llegada, mandó invitaciones a las familias más importantes de toda América y preparó la mansión para el evento.
Dos semanas después salió toda la comitiva hacia Chicago llegando dos días antes de la presentación de Albert y compraron los atuendos adecuados, Albert eligió para Candy un hermoso vestido de satín color rojo italiano con destellos por todos lados, parecidos a cientos de estrellas, un corpiño ceñido que hacia resaltar su figura, del mismo color con un corte corazón a juego con unos preciosos tirantes de encaje que se unen por detrás del cuello y guantes hasta el codo, zapatos de tacón del mismo tono, joyas y adornos para su cabello. Amor siéntate aquí las demás esperaban afuera ya que sabían que era el turno de Albert, ella se sentó en el lugar y mientras se quitaba la camisa, Candy pensativa y nerviosa por el evento comenzó a tener un tremendo dolor de cabeza, en ese instante sin pensarlo Albert se acerca y la abraza y ella al abrir de nuevo sus ojos que había cerrado por el dolor, queda asombrada al ver el pecho desnudo de su hombre, por Dios Albert, dice sonrojada.
Albert: Amor puedes verme que alegría -dice sonriendo- es la mejor noticia que pudiste darme.
Candy: Gracias -sonríe nerviosa- te espero afuera- se intenta levantar pero le es imposible ya que Albert la tenía abrazada y la besó mientras ella le correspondía -Albert alguien puede venir y vernos - decía nerviosa entre sus brazos.
Albert: No importa Candy ya no tengo nada que ocultar eres mía y siempre lo serás - dijo volviéndola a besar, con un beso tierno y dulce que ambos fueron intensificando hasta volverse apasionado -
De un momento a otro las acaricias subieron de tono y pronto empezaron a excitarse, el deseo del uno por el otro era inmenso y ya no se pudieron contener más.
Albert terminó de quitar su camisa y deslizó el vestido de Candy al suelo, besando sus hombros, ella sentía que su cuerpo se estremecía, mientras sus pequeñas y delgadas manos acariciaban el fuerte y bien formado pecho y abdomen de Albert hasta llegar a su pantalón para desabrocharlo y dejarlo caer al suelo quedando sólo en ropa interior ambos y sin dejar de besarse fueron sintiendo como sus cuerpos se deseaban cada vez más y quitaron el uno al otro las prendas que les quedaban. Albert la acostó lentamente sobre la alfombra y se entregaron por completo el uno al otro, dándose mutuo placer y observando lo hermoso de sus cuerpos, después de descansar un momento, se vistieron y salieron con varios paquetes donde las chicas esperaban inquietas al lado de Archie, esto sirvió para que no se dieran cuenta de que ella había recobrado la vista.
Al llegar a la mansión Andrew bajaron todos los paquetes y Albert llevó a su princesa al despacho, los demás fueron a llevar los paquetes a las habitaciones.
Albert: Candy mi princesa -decía aún encantado con el momento que acababan de vivir- te amo más que a mi propia vida hermosa, gracias por entregarte a mi sin reservas.
Candy sonreía y lo veía fijamente a esos ojos azules que tanto amaba.
Candy: Oh Albert, mi Albert gracias a ti por hacerme tan dichosa.
Albert: Eres mucho más bella cuando ríes que cuando lloras -sonrió acariciando su mejilla y besó con amor sus labios ante la mirada atónita de la tía abuela Elroy que al tocar y no recibir contestación entró.
Tía Elroy: William qué significa esto -dijo furiosa- qué haces con esta huérfana.
Ellos se separaron y Albert furioso se volteó para verla.
Albert: A Candy jamás le vuelves a hablar de esa manera -la con sus ojos ardientes- ella será mi esposa me has entendido.
Candy: Albert -lo miró y luego a la tía abuela- por favor no le hables así.
Albert: No Candy ya basta de humillaciones
Tía Elroy: William -lo miró pensativa- esta bien si es lo que tú quieres adelante pero tendrá que esforzarse más en ser una dama a la altura de un Andrew. Jamás permitiré esa locura -dijo para sus adentros- y eso ténganlo por seguro.
Los dos miraron a la bisabuela y asintieron felices, ahora a comer, ordenó con firmeza. Los tres salieron del despacho y se dirigieron al comedor donde los esperaban y entonces se percataron de que ella ya podía ver, felices comieron y hablaron de la fiesta que estaba ya en puerta parecían realmente una familia feliz, al terminar se dirigieron a sus habitaciones para preparar todo y acto seguido se pusieron a descansar.
Candy recordaba feliz cada momento vivido ese día al igual que Albert y esa pared que los separa les parecía tan gruesa que deseaban tumbarla para poder aunque fuera verse el uno al otro, poco a poco los venció el sueño y se quedaron dormidos.
Ya habían pasado los días y faltaban algunas horas para la fiesta, todos se alistaban para el evento y Albert esperaba ansioso el momento de presentar a su hermosa prometida al mundo, para él no era importante su presentación como el patriarca de la familia sino la presentación de ella.
Candy se bañó y se puso el hermoso vestido rojo, los guantes, las joyas y llamó a Dorothy que le hizo un hermoso chongo y lo adornó con el moño a tono que le había comprado Albert, la maquilló y perfumó, ella se puso los zapatos y se miró al espejo.
Candy: Gracias Dorothy -sonrió nerviosa - crees que a él le guste como me veo.
Dorothy: Claro que si Candy pareces una princesa.
Albert: No es una princesa -les dijo desde la puerta- es una hermosa reina.
Ambas voltearon para verlo y Dorothy se retiró haciendo una leve reverencia, Candy estaba asombrada por lo guapo que se veía Albert con el traje típico escocés.
Candy: Albert que guapo te vez -sonrió feliz- mi príncipe por fin.
Albert: Gracias mi pequeña pecosa -sonrió y le dio su brazo- nos vamos mi hermosa princesa.
Salieron de la habitación y bajaron las escaleras del brazo dirigiéndose al salón principal donde los esperaban. Al hacer su ingreso la joven para no dejaban de robar miradas y es que realmente lucían maravillosos.
Tía Elroy: Tengo el honor de presentarles al patriarca de la familia Andrew -invitó a Albert a pararse junto a ella- el señor William Albert Andrew que a pesar de su corta edad esta capacitado para tomar las riendas de esta familia y a su hija adoptiva Candice White Andrew -señaló a Candy, que se acercó tímidamente, ante el aplauso de todos-
Albert: Gracias a todos por estar presentes -sonrió y tomó la mano de su pequeña- pero mi tía se equivoca porque Candy ya no es mi hija -dijo ante la sorpresa de todos y la alegría de los Legan que pronto se extinguió al escuchar a Albert - anule la adopción para casarme con ella y delante de todos ustedes quiero pedirle -sacó una cajita que contenía un hermoso anillo de diamantes- que sea mi esposa -sonrió esperando su respuesta-
Candy: Me encantaría Albert -sonrió viendo sus ojos que tanto le gustaban-
En ese momento Albert puso el anillo en su dedo y la beso ante el aplauso de los presentes que se alegraron por ambas noticias. A lo lejos entre los invitados el nuevo duque Grandchester lloraba por la pena de ver a su tarzan pecosa comprometiéndose con otro. Susana su esposa al verlo comprendió que jamás lograría arrancarla de su corazón y entristeció por su amado Terry.
Archie lo reconoce y se acerca a él para consolarlo ya que seguían siendo buenos amigos.
Archie: Terry lo lamento -lo abrazó- pero se que en el fondo estas feliz por ella.
Terry: Gracias Archie -suspiro y correspondió aquel abrazo- si ella después de tanto sufrir merece ser feliz -sonrió levemente y se separó- nos quedamos sin nuestra amada Candy.
Archie: Es verdad pero ambos tenemos a nuestro lado una mujer que nos aman y que nos protegen -sonrió y tomó su copa - los invitó a todos a hacer un brindis por el tío William y su prometida.
Todos voltearon hacia donde estaba y Terry tomando su copa agregó.
Terry: Brindemos pues por la felicidad de mis amigos.
Todos al unísono dijeron "a su salud" y chocaron sus copas Albert y Candy se sentían muy felices, en especial por las palabras de sus mejores amigos.
Albert: Gracias a todos por sus buenos deseos -sonrieron- la boda será en un mes, pronto les haré llegar las invitaciones.
Candy: En verdad estoy muy agradecida con todos -sin soltar la mano de su futuro esposo- los esperamos.
Enseguida inició la música y la feliz pareja comenzó el baile, después de un rato se empezaron a unir los invitados y cuando la cena estuvo servida Albert los reunió a todos comenzando a cenar.
Después de media noche los invitados se empezaron a retirar, Archie había preparado los cuartos de la mansión para la familia y para los amigos más allegados, así que Terry, Susana, Archie, Paty, Annie y la feliz pareja se quedaron platicando un rato y después se fueron a descansar.
Esa noche los siete amigos hicieron las pases y durmieron tranquilamente. Al día siguiente después del desayuno dieron un paseo juntos por la inmensa y lujosa mansión para finalmente despedirse.
Los pasaban para ambos muy despacio entre paseos, negocios y ligeros viajes, los cinco amigos preparaban la boda mientras que ambos estaban en Florida cerrado unos negocios muy importantes. Un día antes de la boda llegaron y se fueron directo a la prueba de traje y vestido respectivamente.
Candy entro con sus amigas a ver los diferentes vestidos y se probó varios pero el que le lleno el ojo era un modelo que estaba realizado en raso y encaje, con bordados en preciosa pedrería, un vestido que nos recuerda el lujo de las cortes principescas del pasado, con un corte muy romántico. El corpiño bordado ciñe el talle de la novia marcando la figura y resaltando el escote en forma de corazón que se transforma en V en la espalda y cierra con botones de seda. La falda le aporta gran volumen y una larga cola que termina en delicado encaje montado en forma de motivos florales. Este vestido era un vestido para lucirlo como una reina, con todo lujo de complementos como la tiara y el velo, pudiendo acompañarlo de los guantes. El peinado podía ser tanto recogido como suelto siempre con ondas dentro de un estilo romántico que acentuara la belleza del conjunto.
Para Susana, Annie y Paty eligió un vestido confeccionado en encaje dorado, ceñido a la figura hasta las caderas resaltando su cuerpo, la parte superior era de tipo strapless con unas manguillas pequeñas, presentaba un fondo rojo y vuelo en organza de seda del mismo color, tenía detalles de piedras en cristal y lentejuelas rojas y rosadas en la parte de la cintura, desde allí se desprendía una falda con vuelo hasta el tobillo.
Los tres chicos se probaron sus trajes y las esperaban ansiosos en la limusina. Todo parecía marchar de maravilla, hasta que las tres amigas de Candy salieron con todos los paquetes incluido el de ella buscándola.
Susana: Han visto a Candy -les preguntó mientras acomodaban todo con ayuda de George- es que salió de los probadores a pagar y ya no regresó.
Todos se sorprendieron con la noticia.
Albert: Es no puede ser -las miró- ella debe de estar aún dentro.
Todos se bajaron a buscar dentro y por los alrededores sin encontrarla. La tía Elroy y los Legan habían planeado la forma de separarlos y habían pagado a un mercenario para que la raptará de la tienda y se la llevase a Neal que seguía encaprichado con esa huérfana, que era la forma despectiva con la cual se referían a ella Elisa, su madre y la tía Elroy.
Neal se encontraba en Lakewood que después de unas horas recibió a Candy encerrándola.
Candy: Déjame salir Neal -dijo golpeando la puerta- cuando Albert venga poru ni no te gustará.
Neal: Jamás Candy, si te llegas a casar será sólo conmigo -le respondió serio y decidido- no intentes escapar Candy que mande sellar todo porque te conozco bien, vendré a visitarte más tarde hermosa.
Candy: Neal por favor -dice llorando y golpeando la puerta- déjame salir
Candy lloraba desconsolada mientras que Albert y los demás la buscaban desesperados, al llegar a la mansión Andrew en Chicago, Albert se dirige al cuarto de la tía Elroy y la enfrenta directamente.
Albert: Tú me la quitaste -la mira furioso- devuélvela por favor.
Tía Elroy: No se de que me hablas William -decía ocultando su alegría-
Albert: Por favor tía -la mira con ojos llorosos- sin ella no tengo porque seguir.
Tía Elroy: William de verdad enloqueciste -lo mira- esa enfermera que cuidó de ti no lo hizo nada bien.
Albert: Te Equivocas - la miró ya sin poder detener sus lágrimas- esa enfermera gracias a la que recuperé mi memoria y por la que me tienes aquí es Candy.
Tía Elroy: Qué dices William -lo mira fijamente- no me mientas, de todas formas no te diré donde esta ahórrate tu teatro, un Andrew jamás unirá su vida con una huérfana sin clase.
Albert: No estoy mintiendo tía -la mira- ella me cuidó, me protegió, por ella estoy aquí y ella no tiene la culpa de ser lo que es además por eso se ganó mi corazón.
Momentos antes habían llegado todos y escucharon la conversación y apoyaron a Albert, le contaron como había sucedido todo y Terry que llevaba con él las cartas de Candy le mostró en las que hablaba de Albert. La tía Elroy los escuchaba atenta y sintiéndose culpable pero aún así no dejaría que el jefe de la familia uniera su vida a Candy.
Tía Elroy: Lo siento la decisión está tomada.
En ese momento entra Dorothy y le exige que diga la verdad ante la sorpresa de todos.
Dorothy: dígales como ideó junto con los Legan el secuestro -la miró- vamos dejé que al menos su sobrino sea feliz por una vez en su vida.
La tía abuela golpeó con fuerza a Dorothy en su rostro y le ordenó callarse. Ella tomó su mejilla y se puso a llorar.
Paty la abrazo y miró a la tía fijamente, usted no tiene corazón, le dijo furiosa, dónde a llevado a Candy.
Tía Elroy: No tienen derecho a juzgarme es por el bien de la familia -los miró- tu Albert desiste de tu idea ahora.
Albert: Jamás prefiero dejar de ser un Andrew - la miró furioso y la tomó con fuerza del brazo- dime dónde la tienes y quédate con tu maldito apellido.
Tía Elroy: Detente me lastimas- le dice sin dar crédito a lo que escuchaba- tanto la amas que serías capaz de renegar de tu herencia Albert.
Albert: Estoy hablando muy en serio -le dijo ante la sorpresa de todos- todo esto lo tomé para poder brindarle una vida mejor, pero ya nada importa.
Tía Elroy: Esta el Lakewood con Neal -lo miró- suéltame ya Albert -suspiró- no dejes tu cargo de jefe de la familia, por favor.
Albert: Gracias tía -todos salieron corriendo a buscarla-
En Lakewood Neal y sus cómplices así como su madre y hermana platicaban sobre el logró de su objetivo. En ese momento escucharon llegar un auto y creyendo que era la tía salieron a su encuentro.
Neal: Demonios que hace ese vagabundo aquí -dijo al ver a Albert y ordenó a los sujetos que estaban con ellos a que lo atacarán a él a Terry y a Archie, pero después de un largo pleito entraron todos a la mansión por la fuerza y pidieron que los llevarán con Candy quien se había quedado dormida de tanto llorar en el suelo con fiebre y sus manos completamente hinchadas de tanto golpear la puerta.
Al llegar y verla tirada Albert la levanta y la toma en sus brazos, Neal al verlo con ella se molesta tanto que saca la navaja que traía en su bolsillo y la hunde en un costado de Albert que gritando cae al suelo con. Candy, Terry tomó a Neal y lo amarró para que no se escapará y Archie llamó a la policía y a una ambulancia que llegaron en el acto llevándose a ambos uno al hospital y al otro a la cárcel junto a sus cómplices.
Candy comienza a volver en si mientras se dirigían al hospital y pregunta por Albert que era al único que no veía, le cuentan lo sucedido y ella comienza a llorar pensando en que la dejaría como lo había hecho Anthony.
Calma Candy le decían y al llegar al hospital preguntan por él.
Enferma: Esta en el cuarto especial y está muy grave pero consciente - les dijo- pregunta por Candy, pasen a verlo -les indica el camino y se retira-
Candy: Amor mío -entra llorando y lo abraza con cuidado para no lastimarlo- no me dejes por favor.
Albert: Mi pequeña pecosa -dice quejándose- no llores, tú eres mucho más bonita cuando ríes que cuando lloras -la mira a los ojos- te amo tanto Candy.
Candy: Te amo mucho más Albert -tratando de sonreírle-
Doctor Martin: Candy ven -la llama fuera del cuarto- no puedo mentirte, esta en manos de Dios yo no puedo hacer ya nada -la abraza - si pasa esta noche sobrevivirá, pero es muy difícil que lo logré.
Candy: No me diga eso -lo mira llorando- él se iba a casar conmigo mañana por la tarde - lo abrazó desconsolada- por qué a mí -dijo mientras el doctor que era amigo de ambos la consolaba y le pedía que volviera al lado de Albert-
Ella regresó y todos pasaron la noche en vela al lado de su gran amigo, que por momentos despertaba quejándose y afiebrado, pero que lo volvía a vencer la debilidad, era ya medio día y el sueño los había vencido cuando él despertó y miró a su amada Candy dormida junto a su cama y con una de sus manos en la suya, él la acarició y ella lentamente abrió sus ojos verdes que él amaba.
Albert: Hola mi princesa -sonrió- cómo estas.
Candy: Oh Albert -dijo feliz- estas bien mi amor.
Albert: Si eso parece -le sonrió- quiero que me den de alta amor hoy es nuestro día.
Candy: Albert pero tú estas loco -lo miró fijamente - estas muy débil.
Entra el doctor y los mira
Dr. Martin: Candy él esta mucho mejor -sonrió- de todas formas estaré presente por lo que se ofrezca váyanse todos a arreglarse.
Todos llegaron a la mansión con el tiempo encima y entre Archie y Terry ayudaron a Albert a cambiarse, al terminar se fueron a arreglar ellos. Candy se arregló con ayuda de sus amigas y de Dorothy que la dejaron hermosa y ellas se arreglaron rápidamente.
Albert bajó a la capilla de la mansión con ayuda de sus amigos para esperar a su amada junto al altar, casi a su llegada suena la marcha nupcial y entra la hermosa novia detrás de sus damas de honor, avanza hacia el altar feliz y al llegar toma la mano de Albert viendo esos ojos de un azul celeste hermoso que la hacían enloquecer, el padre efectuó el ritual del matrimonio y después se fueron a la fiesta, a partir de ese día vivieron felices para siempre, al lado de sus cinco hijos, una hermosa niña llamada Candy, Rose Marie la segunda pequeña, Albert, Stear y Anthony.