Nada de esto me pertenece, todos los personajes pertencen a J.K. Rowlling.
SIN MIEDO
CAPITULO I
"DESVELADOS"
Era una tarde de verano, faltaba poco para que anocheciera y por lo tanto el clima empezaba a enfriar un poco, caminaba a paso seguro y sin prisa entre la multitud que llenaba las calles, llevaba las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta azul con mangas rojas que al cerrarse en el centro formaba la palabra "Braves", usaba también una camiseta, jeans y zapatos deportivos, además de usar una gorra azul con una enorme letra "A" en color rojo que era parte del uniforme de su equipo favorito al igual que la chamarra, usaba gafas y traía unos audífonos como una forma de aislarse del mundo a pesar de estar caminando entre la multitud.
El tema que escuchaba termino y en su discman comenzó a tocarse el tema "Aire" De la Suite No. 3 en Do mayor de Joan Sebastian Bach y una sensación de paz empezó a inundar su ser, amaba la música, le agradaba pensar que algo tan sublime le permitiera evadirse, era una forma de escapar a todos los amargos recuerdos vividos en el pasado, pero afortunadamente todo había quedado atrás desde que huyo tratando de escapar al oscuro destino que le esperaba.
De pronto algo llamo su atención, un hombre parecía seguirle guardando cierta distancia para evitar ser visto, pero había fracasado en su intento, apresuro el paso tratando de confundirse entre la gente que le rodeaba y asi perder de vista a aquel tipo, y casi lo logra cuando de pronto a unos
metros al frente otro hombre trataba de cortarle el paso para evitar que escapara, desvió sus pasos y se apresuro a cruzar la calle aprovechando el intenso tráfico que impedía el avance de los autos, con paso acelerado volteo para ver si aun le seguían, confirmando que así era, trato de caminar lo más rápido que pudo, hasta donde sus piernas y su condición fisica le permitían, sintiendo la adrenalina correr en todo su cuerpo, haciendo latir su corazón desenfrenadamente, tratando de mantener la calma, pero le era casi imposible ante la perspectiva de su captura y el tener que regresar a aquella casa.
Apretó fuertemente la varita dentro del bolsillo de su chamarra, mirando a su alrededor pero había demasiada gente, no podía utilizarla sin llamar la atención, asi que solo había una opción, pero era aun más arriesgada. Para su alivio, a unos pasos se encontraba la entrada a un callejón, al cual de inmediato se adentro. Cuando los dos hombres llegaron creyendo haberle dado alcance por fin, se encontraron con el callejón vació, sorprendentemente su presa había desaparecido.
- ¡Demonios!- mascullo uno de los hombres
-Creo que será mejor comunicarnos con el jefe- Dijo el otro que no dejaba de mirar cada detalle del callejón como buscando una pista de como se pudo haber escapado de ese lugar, mientras el otro hombre sacaba un teléfono celular y marcaba un número
-¿Lo han logrado?- Fue lo primero que escucho al ser contestada su llamada
- No, le estábamos siguiendo, pero se metió a un callejón y cuando llegamos había desaparecido, lo extraño es que es un callejón sin salida, no hay manera de salir de aquí, no entiendo como pudo pasar- Decía el hombre contrariado.
-No es de extrañarse, de antemano se nos informo que esto podía pasar-
-Lo sé, pero no todo esta perdido, sabemos donde se oculta, es probable que se dirija hacia allá, anota la dirección y ustedes diríjanse directamente hacia el lugar mientras nosotros llegamos. Esta en el Hotel Ellington, en el 228 del 47 oeste-
- OK vamos para allá- el hombre termino la llamada y con una seña le indico a su compañero que debían marcharse y juntos se dirigieron al lugar que acordaron con el resto de sus compañeros, sin poder dejar de pensar en la extraña situación en que se encontraron minutos antes.
Se había alejado solo unas calles del callejón donde habia dejado los hombres que le seguían, su corazón latía con tal fuerza que sentía que se le saldría del pecho, respiraba con dificultad, lo cual no le sorprendia a pesar de que tenía una condición física envidiable, porque sabía que esto no se debía a su estado físico, era más bien debido al miedo que sentía, ahora sabía que no podía escapar a su destino.
Se recargo en una pared y trato de recobrar el aliento, apenas lo logró, dirigió sus pasos al hotel donde se hospedaba, había decidido encerrarse en su habitación y no salir en varios días, aunque la idea de irse a otro lugar le parecía más razonable.
No tardo mucho en llegar al hotel, al entrar se dirigió de inmediato a la recepción y le pidió al empleado la llave de su habitación, subió por las escaleras, pues ir por el elevador, le provocaba cierta sensación de claustrofobia que le recordaba oscuros momentos de su vida que prefería olvidar, llego hasta el segundo piso donde estaba su habitación, camino hasta la puerta, metió la llave en la cerradura y entro, todo estaba en completa oscuridad, cerro la puerta tras de si y se recargo en ella mientras estiraba la mano hasta el interruptor a su derecha para encender la luz, su sorpresa fue enorme al descubrir que varios hombres estaban dentro de la habitación. Trato de girar su cuerpo para abrir la puerta y escapar, pero no se habia percatado que a su izquierda estaba uno de ellos el cual apoyo sus brazos imprimiendo todo su peso en la puerta para impedir que abriera y escapara. Unas manos sujetaron sus brazos con fuerza impidiéndole sacar la varita, estaba a punto de recurrir a otros medios cuando sintió un piquete en cuello, pudo sentir el calor del liquido que invadia sus arterias, avanzando en su torrente sanguineo
-¡NOOOO! POR FAVOR, NO QUIERO VOLVER A ESA CASA-
Fue el grito desgarrador que salió de lo más profundo de su ser, mientras forcejeaba tratando de escapar de sus captores, y sin poder hacer nada por evitarlo perdió el conocimiento.
La habitación se encontraba en penumbras, por la ventana se filtraban los débiles rayos platinados de la luna, mientras Hermione se encontraba sentada en su cama, acababa de despertar, se sentía una mezcla de extrañeza e inquietud, todo se debía a aquel sueño que se había vuelto recurrente, se levanto y se dirigió a la mesita de noche donde siempre tenía una jarra con agua y se sirvió un poco en un vaso.
Aun podía recordar algunos detalles del sueño, pero los detalles no eran relevantes, lo importante aquí era que en sus sueños se manifestaba aquello que se empeñaba en negarse a sí misma, se sentía estúpida por sentir algo así, pero no podía evitarlo, no sabía con certeza en que momento surgió todo, solo sabía que no podía evitar sentirse atraída por Malfoy, si aquel chico que la insultaba por no ser de "sangre limpia", él, que la despreciaba por su origen, por ser hija de muggles, sin embargo, se sentía sumamente atraída hacía él, tenía que reconocer que era un chico demasiado atractivo.
Sí, no era fácil de aceptar, pero le gustaba desde su manera elegante y segura de andar, sus actitudes refinadas sin dejar de ser varonil, su forma de ser soberbio y orgulloso, hasta su mirada. Esa mirada que la inquietaba y que ahora le robaba el sueño, y es que no solo le gustaba, sino que deseaba perderse en las profundidades de aquellas pupilas grises, que parecían mirar todo con indiferencia, pero que en el fondo dejaban ver una profunda determinación.
Se sentó en la orilla de la cama tratando de comprender sus sentimientos, no podía sentirse atraída por Draco Malfoy, su enemigo, él que la despreciaba y la humillaba delante de todos cada vez que tenía una oportunidad, era algo imposible, algo que casi rayaba en lo enfermizo y esa era su condena y no podía evitarlo. Sacudió a cabeza como si con ello pudiera desprenderse del recuerdo de aquel chico, como si pudiera desprenderse de aquel sentimiento que dominaba su ser, pero tenía que hacerlo por su propio bien.
Se recostó nuevamente, dando vueltas en la cama tratando de conciliar el sueño, sin poder lograrlo. Miro el reloj que estaba sobre el buró junto a su cama, el cual marcaba las 2:12 de la madrugada, se acomodo boca arriba y fijo su mirada en el techo al tiempo que soltaba un sonoro suspiro, su mente comenzó a divagar entre todos los recuerdos que guardaba de Hogwarts, aunque más bien divagaba entre los recuerdos que guardaba de Draco, no entendía porque todo tenía que ser así, si tan solo fuera posible que él no tuviera esas absurdas ideas acerca de la pureza de la sangre, si al menos existiera la posibilidad de que Draco se diera, o más bien, le diera la oportunidad de conocerse mejor, se daría cuenta que no se necesita venir de una ancestral familia de magos de sangre pura para, poder ser la mejor hechicera de Hogwarts, para ser una persona digna de respeto, para ser digna de él.
Hermione estaba consciente de ser una chica inteligente y con grandes cualidades, estaba convencida de ser mejor que esa tonta de Parkinson que lo seguía a todos lados y siempre estaba pegada a él como una lapa, a su mente acudió el recuerdo del baile de navidad en cuarto grado, Draco se veía tan atractivo, pero cual fue su sorpresa al ver que de su brazo iba la idiota de Pansy Parkinson, tampoco es que ella pretendiera que Draco acudiera sin pareja al baile, era una insensatez pensar algo así, pero era esa maldita mirada de superioridad de Parkinson y su estúpida sonrisa de triunfo por ser la elegida para acudir al baile con él, lo que le hacía sentir deseos de lanzarle un buen par de maldiciones para borrársela.
Recordó que aquella noche ella se encontraba temerosa de que Draco la insultará y la pusiera en ridículo delante de todos en el gran comedor, pero no fue así, al menos no esa noche, sonrió al recordar que muchos de sus compañeros se mostraron sorprendidos al verla y le dijeron que lucia bellísima, pero Draco pareció no notarlo, se limito a ignorarla toda la noche, bueno también tenia que admitir que él no estaba obligado a prestarle ninguna atención en especial, finalmente ella no era más que una sangre sucia inmunda como él acostumbra llamarla, esto último arranco una solitaria lágrima de sus ojos, con el dorso de la mano trato de limpiarla de su rostro y después llevo una mano a sus cabellos con desesperación, se levanto rápidamente de la cama y se dirigió al baño para darse una ducha y despejar su mente, se despojo de su pijama y estando bajo la regadera, el ruido y la tibieza del agua le brindó el consuelo que en esos momentos necesitaba, olvidando así por breves instantes la amargura experimentada minutos antes.
Aun era de madrugada y en la mansión Malfoy, Draco se encontraba despierto en su habitación, caminaba de un lado a otro como una fiera enjaulada, se llevo la mano a la cabeza mezando sus cabellos, meditaba acerca de todo lo vivido en Hogwarts, de todo lo que le había hecho al famoso trío de Gryffindor, sonrió maliciosamente y de sus labios escapo la frase "mala fe", era el perfecto significado para todo lo que hasta ahora había hecho y no se arrepentía, al contrario le divertía pensar en los rostro enojados de Potter y Weasley, "mala fe", todo lo hizo de mala fe, todo excepto... sentirse atraído por ella -maldición- mascullo el rubio para si mismo, al tiempo que fruncía el ceño y soltaba un suspiro.
Él no podía sentirse atraído por Hermione Granger, no era más que una inmunda sangre sucia, aunque tenía que aceptarlo ella no tenía la culpa de ello, después de todo no pidió nacer en una familia muggle -¡Hey!- exclamo molesto y pensó:
"Un momento, si, ella tiene la culpa, por intentar entrar al mundo mágico y pretender ser parte de el, ella es hija de muggles y su lugar era con ellos ¿Por qué no puede ser dentista como sus padres?"
¡Maldición!- mascullo nuevamente.
Se sentía estúpido, no recordaba exactamente en que momento se había vuelto un experto en el tema de la vida de Hermione.
La conocía tan bien, sabía que era una obstinada que pretendía demostrarle a todos que era la mejor hechicera de todo el colegio y que su lugar era entre los magos, la odiaba por eso, por querer ser parte del mundo mágico, por entrar a Hogwarts, por entrar en sus pensamientos, sigilosa como una ladrona, sin que él pudiera impedirlo, sin que él se percatará de ello hasta que ya era demasiado tarde, ella se había llevado todo, sus pensamientos y su tranquilidad, porque desde que descubrió que le atraía ya no tenía tranquilidad.
Su mente voló tres años atrás, justo al momento exacto en que descubrió lo que sentía por ella y su vida se había convertido en un infierno, todo se resumía a un evento: la bofetada. Recordó como habia llegado furiosa a reclamarle por haber insultado a su amigo el semi-gigante, profesor de cuidado de Criaturas Mágicas, nunca había tenido la oportunidad de tenerla tan cerca y ver ese fuego en sus ojos marrones, ese fuego que le mostró toda la pasión que era capaz de sentir y entonces comprendió que aquello que él de manera equivocada habia confundido con obstinación, no era más que la gran pasión que aquella jovencita de trece años era capaz de imprimir a cada uno de sus actos, entonces pudo sentir como una corriente eléctrica recorría súbitamente su espalda, sintiendo un repentino deseo de tomarla entre sus brazos y besarla, deseaba probar sus labios, saber si en sus besos podía sentir el fuego de esa pasión abrasadora con que defendía a su amigo el semi-gigante, cuando de pronto el impacto de su mano cruzándole el rostro lo hizo volver a la realidad, no podía articular palabra y entonces lo comprendió todo, no era el ardor en su rostro lo que le impedía reaccionar, era otro dolor más terrible el que le atenazaba impidiéndole emitir palabra, un dolor que habia provocado esa bofetada, pero sorprendentemente no era en su rostro, el dolor lo sentía en el alma.
Ni siquiera considero la idea de vengarse, lo primero fue salir corriendo de ese lugar, afortunadamente Crabble y Goyle le temían lo suficiente como para no hacer comentarios al respecto, pero eso no era problema, en realidad se sentía confundido y en su cabeza no dejaba de darle vueltas a lo mismo, Hermione Granger, la insoportable sabelotodo de la casa de Gryffindor, amiga de San Potter y de la comadreja, una bruja brillante si, pero sangre sucia, sabía que no debía pensar en ella, pero no podía dejar de hacerlo, a pesar de saber todas esas cosas de ella, se dio cuenta de que era un total misterio para él.
¿Qué había detrás de todo eso que él sabía¿Quién era en realidad ella¿Qué pensaba? Si, él sabía que era hija de muggles, pero la realidad es que no sabia gran cosa aparte de ella.
Pronto se volvió una costumbre observarla cada vez que le era posible y trataba de averiguar lo más posible acerca de todos y cada uno de sus pasos antes y durante su estancia en Hogwarts. Le había tomado más de dos años conseguir toda la información que tenía acerca de ella, sin embargo sentía que no era suficiente, muchas veces se preguntaba lo que sería poder conversar con ella, verla sonreír por una broma o un comentario gracioso o simplemente disfrutar de su compañía mientras admiraban el lago sentados bajo la sombra de un árbol en una cálida mañana de primavera y aspirar el aroma de las florecillas silvestres que crecían en los alrededores.
Sacudió la cabeza tratando de quitarse esos pensamientos estaba enfadado consigo mismo por tener esa clase de comportamiento en los últimos años, era absurdo que él sintiera ese interés por una sangre sucia y encima amiga de Potter, ese maldito cara rajada, el culpable de que su padre estuviera ahora en Azkaban, sintio como la rabia empezaba ainvadir su pecho.
Se sentí un traidor a su padre a sus ideas a la pureza de la sangre por sentirse atraido por esa "sangre sucia", trato de sacar todos esos pensamientos de su cabeza y tomo el cordón que se encontraba junto a su cama, tiro de él, al instante aparecio un elfo domestico frente a él
-Señor Draco¿En qué puedo servirle señor?- Dijo con su voz chillona al tiempo que hacia una reverencia demasiado exagerada lo cual solo provocó una mueca de enfado en el rubio.
-Un vaso de leche caliente- ordeno éste. Casi al instante en las manos del elfo apareció una hermosa charola de plata que contenía una servilleta de hilo que tenia bordado en un extremo el escudo de la familia Malfoy con hilos de oro y un vaso del más fino cristal con leche, el rubio tomo el vaso y bebió el contenido con ansiedad, deposito nuevamente el vaso en la charola y tomo la servilleta para limpiarse, depositándola nuevamente sobre la charola.
-Es todo puedes irte- El elfo repitió su exagerada reverencia y desapareció, Draco suspiró y se acostó nuevamente arrebujándose entre las cobijas decidido a no pensar más en Hermione y tratando de conciliar el sueño, algo que le costo trabajo lograr, pues era difícil alejar de su mente aquel par de ojos marrones y los ojos grises de su padre, lo cual solo le provocaba una inmensa sensación de frío y desamparo, no pudo evitar derramar una lagrima aquella noche.
Mientras en Privet Drive Harry se encontraba sentado sobre la cama jadeando como si hubiera estado corriendo, tenia las piernas flexionadas y los codos apoyados en las rodillas mientras se agarraba la cabeza con ambas manos, estaba demasiado aturdido por el sueño tan vivido que acababa de tener, apoyo su frente en una de sus manos, mientras con la otra tanteaba en la oscuridad buscando sus lentes. Al ponérselos pudo ver con mayor claridad ayudado de la poca luz que se filtraba a través de las cortinas de su habitación.
Encendió la luz y se levantó de la cama dirigiéndose al ropero para mirarse en el espejo que estaba en la parte interna de una de sus puertas, la imagen que le devolvió el espejo era la de un joven de dieciséis años, con la mirada somnolienta y confundida de un verde intenso debajo de una enmarañada cabellera negra.
Harry intento recordar aquel sueño, había sido tan dolorosamente real y al mismo tiempo angustiante. Recordó que era Bellatrix Lestrange en un duelo con Sirius, estaban en la cámara de la muerte y nuevamente lo había visto caer a través del velo y de pronto ya no estaba ahí se encontraba en una habitación, al parecer se trataba de un hotel y pudo ver como varios hombres sujetaban con fuerza a una persona que forcejeaba tratando de liberarse de sus captores, vio como uno de los hombres saco una jeringuilla del bolsillo de su saco le quitaba rápidamente la tapa a la aguja y la introducía en el cuello de aquella persona, de pronto escucho un grito y vio como se desplomaba, fue entonces que se despertó.
El recordar la muerte de Sirius le resultaba demasiado doloroso, simplemente no podía dejar de culparse por ello, Sirius había venido a darle un nuevo sentido a su vida cuando lo conocio tres años atrás, dandodel la esperanza de que en cuanto demostrara su inocencia viviría con él dejando atrás el infierno que era su vida en casa de los Dursley, Sirius era más que su padrino, era lo más cercano a un padre que él había conocido, pero ahora ya no estaba, no entendía porque la vida era tan injusta con él.
Primero había perdido a sus padres siendo destinado a vivir una existencia miserable en casa de los Dursley, una familia compuesta por seres mezquinos de los cuales jamás recibió la más pequeña muestra de afecto o calor familiar.
El pensar que todo sucedio por culpa de una estúpida profecía, le hacía sentir una opresión en el pecho, sus ojos se llenaron poco a poco de lagrimas, emergiendo y abriéndose paso lentamente por su rostro, se sentía tan solo, entonces estallo en un llanto convulso y desolador, no pudo mas y se dejo caer de rodillas recargándose en el ropero, por fin dio rienda suelta a su dolor, por fin su corazón aceptaba la amarga realidad, Sirius había muerto nunca volvería a ver al hombre que amaba como a un padre, ya no recibiría más sus alegres cartas donde siempre se las ingeniaba para darle ánimos, ya nunca más podría sentir ese cariño del que durante tantos años habia carecido, tendría que aprender a vivir nuevamente sin la esperanza de tener un hogar y una familia. Lloró hasta quedarse sin lágrimas, sin embargo una sensación parecida a la resignación se abrió paso en su corazón dándole un poco del alivio y la tranquilidad que tanto necesitaba.
Mientras en alguna otra parte de Londres, varias personas se encontraban en una reunión de suma importancia, la puerta fue abierta de pronto y de manera abrupta, interrumpiendo dicha reunión, el hombre se veía apurado al ver que había demasiada gente y no podría hablar con el líder, solo se limito a dirigirse a él diciendo:
- Señor todo esta listo la carga viene para acá- dicho esto se retiro cerrando nuevamente la puerta, dejando a los miembros de aquella reunión intrigados con excepción de uno de ellos que sonreía complacido.
Continuara...
