Disclaimer: Digimon no me pertenece, por desgracia…ehemm. Solo escribo esto con fines de entretenimiento.
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Soledad
Soledad, una palabra que estuvo ausente de mi vida mucho tiempo, nunca había conocido su verdadero significado. De pequeño siempre estaba acompañado, ya sea por mi mama, mi papa o mi hermana, la cual pese a siempre estar enferma, siempre estaba ahí, presente. A los once años fue cuando creí que nunca conocería el significado de la soledad, Agumon, mi compañero digital nunca me abandonaba, las aventuras en el mundo digital fueron sublimes; y pese a que enfrentamos la perdida de muchos camaradas, nunca me sentí solo, en parte por los amigos, en parte por ella, quien le dio sentido a gran parte de mi vida, en toda nuestra estancia en el mundo digital siempre me dio ánimos, su sonrisa, su forma de caminar, cuando creía que todo estaba perdido, ella me hacía ver lo contrario, me sentía fuerte, indestructible; y ahora parece que ese efecto se ha ido, como si los años se lo hubiesen acabado, me miro en el espejo y no puedo evitar sentirme agotado, solo, mi espíritu aventurero se ha ido apagando; y el alma del niño que antes dirigía grandes aventuras, ahora es solo un fantasma que solo despierta cada primero de agosto, el día en que la puerta está abierta.
Camino hacia la sala de mi departamento y me siento con desgano en el sillón, me fijo en lo que está a mí alrededor y simplemente suspiro, me siento vacio por dentro; y el aspecto de mi departamento no me ayuda a animarme mucho. ¿No me mencionado que vivo solo desde hace tres años? Bueno pues fue realmente extraño, un día sin mas decidí que era tiempo de emanciparme, al principio fue difícil, el trabajar y estudiar al mismo tiempo era agotador, pero por lo menos me daba tiempo de no pensar en tantas cosas que en ese tiempo ocurrían, por suerte para mí. Matt y Sora comenzaron su relación y cada vez que los veía sentía celos, no por el hecho de que Sora anduviera con Matt, era por el hecho de que mi mejor amigo tenia la vida que yo quería, me sentía basura por desear que mis dos mejores amigos se separaran, por desear que cortaran, lo que cualquiera calificaría como una relación perfecta. Por si al destino no le bastara con arrebatarme a Sora, llego otro rubio, Takeru, a alejarme de mi querida hermanita, que extraña es la vida ¿No lo creen? Es decir: las dos personas que mas influían en mi, las dos personas por las cuales velaba, y que creí que siempre me necesitarían me fueron arrebatadas por dos rubios, los cuales también eran amigos míos. En los extremos de solitaria vida me llegue a preguntar si los genes Ishida me atormentarían todo mi vida y entonces ocurrió lo que me alegraría y atormentaría. Matt decidió irse a estudiar a Estados Unidos, imaginaran la tristeza de mi querida Sora, estaba desgarrada, pensaron que su relación funcionaria, que la podrían llevar de una forma amena, pero no funciono, a los tres meses de estar separados termino la relación, Sora le dijo a Matt que lo que creí que era amor resulto ser solo una rutina, una embriagadora y hermosa rutina, pero eso no cambiaba nada, ni el hecho de que no lo extrañaba, ni tampoco el que no sintiera sola; y Matt se enamoro de una chica en Estados Unidos.
Escucho los rayos azotarse sobre Tokio, la lluvia incesante cae libremente por todo la ciudad, bañando de un espectacular roció el manto de la noche, escucho como tocan la puerta, lo cual hace que me salga de mis vacilaciones y pensamientos, me levanto con desgano de mi viejo sofá, que ya se le salen dos resortes, pero que querían, es decir, o pago departamento, o me compro otro sofá, llego a la puerta y la abro de par en par, frente a mis ojos esta ella, Sora, tiene la cabeza gacha y esta empapada, su pecho se infla con dificultad, no sé si por el esfuerzo de subir las escaleras o por otra cosa que la dejo agotada.
-¿Sora que ha pasado?-le pregunto mientras la hago pasar a mi casa; y voy rápidamente por una toalla, esta empapada-¿Quieres contarme?-vuelvo a preguntar con sutileza; y entonces las siento, unas gotas de agua tibias, que me transmiten tristeza-¿Por qué lloras?
-¡Tai…Tai!-menciona mi nombre con voz dolorosa, el sonido de su vos me hace sentir mal.
-¿Qué paso ahora? Anda…cuéntame-pido con delicadeza
-Me han corrido de la casa-me quedo petrificado el escuchar esa frase, y mi meditabunda mente empieza a trabajar a prisa.
-¿Por qué?-pregunto furioso ¿Qué clase de enfermo sacaría a una chica tan magnífica de su casa?
-Me he peleado con mi Papa, nos hemos gritado y…-su voz se entrecorta y alza la mirada, esos ojos rojizos bien podrían pelear en intensidad en contra de su cabello.
-Ninguna pelea debe terminar así-intento consolarla en un vano intento de reconfortarla.
-Otra vez lo mismo-frunzo las cejas, mas enojado no puedo estar, ténganlo por seguro.
Hace unos años que entramos en la universidad, yo estudia para ser diplomático, sora estudiaba derecho, pero su verdadera vocación era diseño, a los años decidió dejar la escuela de derecho para estudiar lo que a ella le gustaba, al principio sus padres creyeron que estaba confundida y le dieron tiempo para despejar la mente, pero conforme avanzaba el tiempo la decisión de Sora era cada vez más fuerte, fue entonces cuando empezaron la peleas, constantemente sus padres intentaban persuadirla de cambiarse de carrera, al principio fueron solo comentarios al aire, después la intensidad subió de tono; y ahora esto.
-¡Tranquila todo estar bien!- le menciono al oído mientras me dejo embriagar por el suave aroma a jazmín de su cabello, pocas veces son las que estoy así, pues Sora es una mujer fuerte que casi nunca llora.
-No sé lo que voy a hacer-dice un poco más calmada-no tengo a donde ir, que vestir, nada de dinero, no tengo nada-la miro enojado cuando habla- ¿Qué?-me dice confundida al notar mi mirada.
-¿Cómo que no tienes a donde ir?-el enfado en mi no podría estar más notorio, pero es un enfado diferente al que usualmente tengo, es mas como si fuera a regañar que a reclamar- Sora sabes que siempre serás bienvenida aquí, de alimento y techo no te preocupes, puedes quedarte en mi departamento cuanto quieras-ella me interrumpe.
-No puedo, Tai, me sentiría parasito, suficiente con que me tengas que aguantar en mis peores momentos-se suena la nariz sonoramente, con un papel que le dado.
-Molestia seria salir a buscarte, por favor acepta-suavizo el tono de mi voz, intento sonar calmado, aunque la furia se acreciente dentro de mí, y el culpable de esto sea el señor Takenouchi.
-Está bien, pero solo será unos días, en lo que encuentro algo- ahora la interrumpo yo.
-Tengo una mejor idea ¿Por qué no mejor me ayudas a mantener este sito?-ella me mira confundida-En lugar de que busques departamento, quédate a vivir aquí, así de paso me ayudas a hacer este lugar un poco mas…uhm…habitable-lo último que menciono hace que se le salga una sonrisa, la cual me hace sentir mejor a mí.
-Pues no lo sé.
-Anda, veras que será divertido-intento convencerla y ella asiente con la cabeza, todavía tiene los ojos rojizos, pero por lo menos ahora ha dejado de llorar.
-¡Gracias por todo Tai, eres un gran amigo!- esa palabra, amigo, hace que repentinamente me vuelva a sentir solo, aunque haya alguien a mi lado; y es que estoy cansado de ser solo un amigo, estoy cansado de no compartir mas momentos a solas.
Sora se levanta del sillón y camina hacia la cocina, comienza a preparar dos tazas de café, mientras yo me sigo sumergiendo en lo más oscuro de la soledad, que puedo decir, así es mi vida, camino errante en este largo trayecto, vacilando entre la amistad, el amor y la maldita soledad.
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¡Hola de Nuevo! Sé que tengo cuatro fics en los que debo trabajar un poco más, solo decirles que este casi está terminado. Espero que les agrade, y dejen review, pero con que lo lean me conformo…jejejeje. Uhmmm, ahh, también aviso que este será mi primer Taiora, lo sé, será bizarro y un tanto extraño, pero bueno, nos vemos y gracias por leer.
